El Final de la Lección de Historia

  

Con el sonido de la campana, los alumnos fueron entrando ordenadamente en el aula. El olor del cedro de las paredes pintadas y el suave incienso que ardía en un lugar fue acompañado por el creciente silencio a medida que las conversaciones llegaban a su final. La profesora, la Maestra Shuching, cruzó la puerta y saludó con formalidad a los alumnos reunidos como todas las mañanas para la lección. Los pergaminos fueron desplegados en los pupitres de roble, las sillas se arrastraron por el suelo para poner a los alumnos en sus sitios correspondientes y la lección dio comienzo, sin introducciones ni cuestiones previas.

-La Primera Edad fue una época de horrores y de maravillas. De grandes tiranos que ejercían un poder terrible sobre el mundo, pero también de grandes invenciones y descubrimientos. De belleza y cultura, pero también la época de amoralidad y decadencia. Vueltos unos contra otros, los regentes de aquellos tiempos y sus Legados se transformaron en monstruos descendentes y sometieron el mundo entero. Así nació el Viejo Reino, gobernado por dictadores capaces de eclipsar el sol o destruir montañas con un parpadeo. Su crueldad no conocía límites, su brutalidad llevó a grandes pesares y terribles tormentos. Y el mundo se sumió en la oscuridad perpetua de su cegadora luz abrasadora.-

La voz monocorde y aburrida de la profesora mostraba que estaba cansada de dar siempre las mismas lecciones, año tras año, a los alumnos que se sentaban cada día en esos pupitres gastados. Jóvenes que pronto saldrían de la escuela para comenzar en sus oficios para el Gremio, en el mercado, o en el ejército y poco volverían a pensar en todo lo que ella les tenía que contar en aquel último año de su instrucción. Era frustrante, se sentía impotente, y tremendamente agotada.

-Pero los Dioses Dragones escogieron a sus adalides, los Exaltados, y estos se alzaron con fuerza contra los tiranos. Fue una gran rebelión que se extendió de un confín a otro del Reino, cuando los Dragones de Tierra y Viento, Agua y Fuego, y Madera lideraron a sus hijos contra el mal que gobernaba. La sangre corrió densa por las calles, y los dictadores fueron perseguidos, cazados y destruidos. Muchos buenos y honorables Vástagos de los Dragones dieron su vida para que ello ocurriese, para que al final pudiese venir un tiempo de paz y de bondad. Pero el Viejo Reino había quedado dividido para siempre, sin sus tiranos cada una de las regiones comenzó a evolucionar por su lado y nuevas naciones y ciudades surgieron al norte y al sur, del este al oeste. Surgió entonces la Orden Inmaculada y, con sus enseñanzas, dieron pie al mundo como lo conocemos en muchos sentidos. Y, para cualquiera de los descendientes de los tiranos que quedase vivo, huido o refugiado, por su magia o fuerza, surgió un nuevo título: Anatema.-
 
Los alumnos se encogieron ligeramente ante el nombre del antiguo enemigo. De los causantes de todos los males, de los depravados y corruptos, de los demonios encarnados. Demasiadas historias contaban sus crueldades antes de su caída, y muchos relatos de terror hablaban de los que todavía se escondían en bosques y montañas lejanas causando el terror y la muerte a los buenos ciudadanos.
 
-Durante siglos las cosas siguieron de este modo, hasta la llegada de la plaga, del Gran Contagio, el castigo que los Cielos lanzaron por la continuada presencia de Anatemas en el mundo y la lasitud en su caza y destrucción. Los cadáveres se apilaban en las calles y las ciudades se volvieron cementerios. Y sobre la ola de muerte, las huestes de la Buena Gente atacaron desde los límites del mundo, desde sus refugios en el Kaos informe. El cambio violento les acompañaba, las tierras se deformaron y la guerra cubrió el mundo de un extremo a otro pues ninguno era seguro. Cuando todo parecía perdido una mujer se alzó en el centro de la Isla Bendita y, con su poder, expulsó a las hadas de estas tierras, de vuelta a aquello de lo que nunca debieron alejarse. Esa mujer, poderosa e imparable, es nuestra querida Emperatriz Escarlata y los cinco elementos se inclinan ante su majestuosidad.-
 
Los gestos de felicidad de los alumnos ante la llegada de la gran heroína de la historia no se hicieron esperar, y algunos incluso vitorearon. El retrato de ella que presidía el aula estaba como todas las mañanas cubierto de guirnaldas de flores, muestra del afecto de los estudiantes y trabajadores del centro. 
 
-Fue ella quien ordenó el mundo. Quien reunió a los Vástagos del Dragón a su alrededor y recreó el Reino. Ella organizó las Casas nobiliarias que gobiernan de un lado a otro de nuestro Mar Interior, dio pie al surgimiento del comercio y la paz y nos ha llevado a esta época de esplendor que conocemos con el nombre de la Segunda Edad en la que hemos estado bendecidos durante siglos. Pero su reinado no es tan extenso como una vez fue el Viejo Reino de los Anatemas, y cuando uno se aleja del Mar Interior en dirección a los polos exteriores, llega a una zona conocida como el Umbral, donde el poderío de su Majestad es menor y el peligro existe en cada esquina. Quienes viven allí lo hacen atrapados entre las amenazas de monstruos y Anatemas, bajo el gobierno de señores de la guerra locales y la sempiterna presencia, un poco más allá, del Kaos y la Buena Gente.-

El silencio cayó sobre la clase de nuevo, filtrándose al interior del aula los sonidos frescos de la calle por la mañana. El pregonero y la verdulera, gritando sus productos, se podían escuchar perfectamente en el silencio de la voz de la vieja profesora. Pues el relato, trágicamente, no iba a tener un buen final.

-Hasta hace cinco años, tuvimos la época dorada de paz propiciada por la Emperatriz. Pero su abrupta desaparición durante la Calibración de ese año ha lanzado la sombra de la desconfianza y la duda sobre todos, y hay quienes sugieren que está comenzando una Tercera Edad de oscuridad y terror, sin la protección de su Majestad Escarlata. Su Reino, basta escuchar las noticias, desciende rápidamente al caos, a medida que los Vástagos del Dragón buscan cómo defender sus Casas y señoríos de amenazas de todo tipo...-

Sus palabras se vieron interrumpidas por la apertura inesperada de la puerta. Una mujer alta y fuerte, embutida en una armadura de jade blanco se encontraba en el umbral de la misma, una lanza en su mano firmemente sujeta. En su frente era visible el emblema de la Tierra, a su alrededor el suelo mismo parecía besarla, mientras su aura se hacía manifiesta ante todos los presentes. Una Exaltada. Una de las sagradas Hijas del Dragón.

-Por orden de su Alta Excelencia el General Cathak Rodrass Ichel, del Segundo Santuario de Suo-chu, Caballero Esmeralda de la Lanza Imparable, Resplandeciente Iluminado: todos los muchachos y muchachas mayores de dieciséis años quedan exentos de todos sus vínculos y responsabilidades previos y deben presentarse antes del atardecer en el cuartel de la Legión del Cóndor Gris. Cualquiera que sea descubierto ausentándose o escondiéndose será vendido como esclavo por su traición a la gloriosa y honorable Casa Cathak, nuestros magníficos gobernantes. Así ha hablado su Alta Excelencia, así queda escrito y dicho, así es ley.-

Con ello, la vida de aquellos muchachos, como tantos otros, quedaba truncada. Pues la guerra llegaba incluso a quienes solo estaban destinados a ser herreras y panaderos, escribanas o molineros. Instrucciones incompletas, vidas destruidas, tal es el sino de los tiempos.

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