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Mostrando entradas de julio, 2012

La Muerte

Ellos susurran a mi alrededor. Puedo escuchar sus palabras con claridad, hablando de tiempos pasados para siempre. Este me habla de su pequeña hija muerta durante las inundaciones de su casa, hace casi un siglo; allí la otra llora su propia violación y muerte en las calles de Génova. Y aquella otra, sólo susurra su nombre. Otros se unen al coro cacofónico de lamentos y protestas, de llantos y deseos rotos. De sueños perdidos.

Bushido y Aguijón

-¡ Ichi ! ¡ Ni ! ¡ San !- Con cada uno de los números, el sensei golpeaba el suelo con énfasis. Frente a él, una veintena de jóvenes ejecutaba los movimientos de la kata , uno de cada vez, al ritmo preciso al que los llevaba el maestro. Parecían danzar, como una elaborada coreografía para un festival, pero aquellos elegantes movimientos podrían volverse letales si cada uno de aquellos niños portase una katana en vez de un boken .

La Historia de Sepherim

 Dado que la novela que escribí hace mucho sobre la campaña de Shadowrun excede, con mucho, la longitud que podría considerarse razonable para un blog, lo que he decidido hacer es aprovechar que la tenía colgada y dejaros los links. Aviso, eso si, que nunca llegué a completarla. Los primeros cuatro bloques van seguidos y narran la mayor parte de la historia, y en el quinto se encuentra el final de la misma. Sin embargo, entre el 8ª y el último capítulo faltarían varios, que nunca llegué a escribir. Como Tripod no deja descargar los archivos desde páginas externas, os linkeo mi web de Shadowrun a la página concreta donde está esta historia, de modo que podáis descargarla (¡Gracias Javi por el aviso!):  http://nodo666.tripod.com/ Tenéis que ir a la sección de Relatos, y de ahí a la Historia de Sepherim.

Deber y Lealtad

Llevaba evitando aquel momento durante dos días, y sólo la etiqueta lo había mantenido a salvo. Sin embargo, como el cuervo regresando negro de las tierras del sur, los vientos estaban cambiando. Y, finalmente, entre los copos de nieve, aquellos dos samurai venían a reclamarlo. El rikugunshokan quería hablar con él, y todos sabían que aquella conversación no iba a terminar bien.

La Perfección

En silencio y a oscuras, el auditorio espera. Una luz ilumina de nuevo al director, como el mesías que les va a guiar por la noche, y a un golpe suave de su batuta entran los violines. Sobrios, recios, gloriosos, oscuros. Iluminados en un rojizo suave, como el útero de la oscura madre que va a alumbrar a la majestuosidad. A lo largo de la noche ya habían sonado Brahms, Mozart, Wagner, y Haydn, incluso el otoño de Vivaldi había jugado con sus hojas al viento. Pero ninguno se comparaba con la maravillosa oscuidad, grandilocuente, siniestra, perfecta de aquella obra. Beethoven. Su Quinta Sinfonía. La cumbre de su sublime trayectoria.