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Mostrando entradas de 2020

El tiempo antes del tiempo

Hoy en día , los historiadores se afanan meticulosamente para catalogar las épocas del pasado, los eventos y el orden en que tuvieron lugar. Los arqueólogos hacen comparaciones, pruebas del carbono-14, análisis de restos del mismo periodo... todo con el expreso deseo de descubrir la historia de nuestros antecesores, desde los tiempos inmemoriales en que dejamos atrás al mono hasta el ayer. Pero, por mucho que lo intenten aparecen las incoherencias, contradicciones, imposibilidades. Faltan piezas, eslabones perdidos que deberían estar en algún sitio y que, sin embargo, no lo están. Y surgen esqueletos que creemos que corresponden a ciertos dinosaurios y enormes reptiles. Pero todo esto se debe a que es un intento futil. Los hechos no se produjeron en ese orden, ni exactamente en ninguno en particular, solo se produjeron. Y no se dieron lugar en el año x, o durante el reinado de tal o cual, sino que se dieron en ese espacio nebuloso del tiempo mítico, en el cual se forjan las leyendas. P

One instant

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In those last minutes of my life, butchers were knee-deep in human blood. Well, I shouldn't call them butchers I guess, as they were licensed doctors with degrees, PhDs and whatever. But by then they had stopped saving lives and were just killing everyone in order to upload their cortical stack data quickly into the system's matrix and beam it into orbit, into one of the dozens of ship and habitats that were accelerating away from the hell that Earth had become.  I have to admit, I wasn't much better. Exhaustion had long ago beaten me and I was just going through the motions like an automaton: reload, aim, fire. Only thing that kept me going were the drugs pumping in my veins, whose security limiters had been disabled long ago by my own muse. After all, this was a one-way ticket with no coming back or happy ending, so I might as well burn 'til the end. Outside the compound's walls, the TITANs were throwing everything at us: infinite amounts of machines, hundreds of

Las Hebras del Destino 1.3: La Visita

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-Ey tío, ¿qué tal? ¡Ya veo que has logrado sacarle algo a la vieja!- La sonrisa franca de Jack llena su cara de pequeñas arrugas mientras toma asiento al lado de Wolfgang en la barra del Last Friday , una de las discotecas que ambos frecuentaban, su mirada brevemente posada sobre los nuevos brazaletes de su amigo. El local estaba lleno de gente en esos momentos que el reloj marcaba poco menos de la medianoche, y por el aparato de sonido estaba empezada una canción que llenaba de energía a los cuerpos que se mecían y movían en la pista de baile. Faldas cortas, camisas con unos cuantos botones abiertos, tops ajustados, cinturones ostentosos, zapatos de tacón, botas de piel de cocodrilo, melenas ondeando, piercings reflejando las luces de colores de los focos… todo se mezclaba en los giros y movimientos de la gente deseando simplemente pasarlo bien con sus amigos y copas en las manos. Jack alza la mano con energía para llamar la atención de Cindy, una de las camareras del local que,

El jugador de juegos

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Le conocí en Baltimore, una tarde encapotada de mediados de otoño, cuando el viento húmedo arrastra las hojas de los árboles desde el mar. Es curioso que recuerde ese detalle ahora, tantos años después, pero debía ser octubre o algo por el estilo. Yo salía de ganar un torneo de poker en el casino local, como había hecho muchas veces, y esperaba gastarme una parte importante del premio en una semana de fiesta y descontrol. Incluso había escogido ya el yate que iba a alquilar y con el que pretendía alejarme de la ciudad en dirección sur, hacia el Caribe, las margaritas y las playas. Realmente no se qué me llamó la atención de él, un hombre algo mayor y bien vestido que jugaba a solas al ajedrez en un parque. Quizás el hecho de que era el único jugador que había allí, en un día que ya requería un abrigo para poder moverse con comodidad por la ciudad. O tal vez el amor que destilaba cada vez que levantaba una pieza y hacía un cuidadoso movimiento, quedándose quieto luego durante minutos mi

Marcus Augustus - A Thousand Year Old Vampire

Aviso: esta es mi primera partida de Thousand Year Old Vampire y puede contener ideas y spoilers para aquel que piense en jugarlo por su parte. Si ese es tu caso, juégalo primero y luego lee esto, para no perder sorpresas ni cosas en tu experiencia. Mi nombre es Marcus Augustus y nací veinte años antes de que Aníbal abandonase Cartago Nova con su flota, en la gloriosa e imponente Roma. Heredero de la familia Marcus, con mi nombre me legaron riquezas y propiedades, así como la posición social que me correspondía como uno de los patricios de la ciudad. También heredé la ambición de toda la vida de mi padre, la de convertirme en Consul en el Senado, algo que sin embargo no estaba escrito por los hados en mi Destino.  Esta es mi historia, desde el momento en que fui maldito por Nox, diosa de la noche, convirtiéndome en la criatura nocturna que soy ahora. Todo por culpa de ese endemoniado Valerius Evander, que rezó en su oscuro altar suplicándole a la diosa que interviniese, para apartarme

El futuro Emperador del Mundo

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Es así, lo he decidido, voy a ser el Emperador del mundo. Lo supe por primera vez cuando tenía doce años, allá en Nueva York, pero ahora con dieciséis ya lo veo claro. Todo el mundo parece emperrado en que lo ponga en marcha aquí en Tokyo, en mi segundo curso de este instituto para gente con poderes: que si haz un proyecto, que si participa en una beca, que si haz un proyecto grupal. Mierda, todo es pura mierda. La gente se toma demasiado en serio sus vidas.  Yo seré Emperador del mundo, pero no con dieciséis años. Primero quiero vivir un poco. ¿Sexo, drogas y rock & roll? Si, por favor, un poco más de todo ello.  Pero el resto se lo toma en serio. Que si construye un ascensor espacial, que si vamos a hacer que la gente encuentre a su amor verdadero, que si vamos a participar en torneos de artes marciales, que si vamos a encontrar trabajo a la gente parada, derrotar una banda criminal... menuda panda de aburridos. Y luego los proyectos individuales, unos por ahí curando enfermedade

La forja del enano

No está bajo tierra, ni es una cueva ni nada por el estilo. Es una nave industrial localizada al norte de Rodas, que tras un amplio parking deja ver el edificio principal bajo el rótulo Dvärg Smide: la Forja de Enanos , en sueco. Sin duda, sus ocupantes no son particularmente discretos. Y es que mucho se puede decir de los habitantes de Svartalfheim pero no que sean seres discretos. El interior de la nave es caluroso, hasta el extremo que poca gente aguanta con la ropa puesta. Esto se debe a los enormes hornos que ocupan buena parte del espacio de la misma, llenos a rebosar por bronce fundido; brillante y caliente, de un modo distinto a cómo se podría alcanzar en cualquier fundición humana, pues los tres calderos están rodeados de un anillo de runas que garantizan la colaboración de los elementos. Fuego y tierra, aire y agua, esas y muchas más señales marcan el bronce que hierve antes de ser vertido en el enorme molde de lo que parece un titánico muslo desnudo, elegante y musculoso. De

Las Hebras del Destino 1.2: La Visita

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A principios de la tarde, el sonido de dos motores se puede oir en aquella parte al sur de Los Ángeles. La ciudad de los sueños , donde las ilusiones de muchos van a morir entre chutes de droga, proposiciones indecentes y enfermedades mal atendidas. El hogar de los ángeles que en realidad se encuentra habitado por pecadores y decadentes.  Porque hasta los sueños más dulces tienen un precio. Triunfar en el mundo del cine, trabajar en industrias punteras de la tecnología, inventar cosas, volverse famoso… tras cada sueño se oculta alguien dispuesto a aprovecharse de ti, dispuesto a abusar de ti, a obtener hasta el último fragmento de ilusión y drenarlo de tu alma como vampiros sedientos de esperanzas.  Y es que, al final, en este mundo, hasta los sueños se compran y venden en las esquinas por unos pocos dólares. Igual que se vende la dignidad, el respeto o la autoestima, el futuro y el pasado. Prostituidos por un chute de drogas que nos haga olvidar la oscuridad de las calles, q