Las Hebras del Destino 1.3: La Visita


-Ey tío, ¿qué tal? ¡Ya veo que has logrado sacarle algo a la vieja!-

La sonrisa franca de Jack llena su cara de pequeñas arrugas mientras toma asiento al lado de Wolfgang en la barra del Last Friday, una de las discotecas que ambos frecuentaban, su mirada brevemente posada sobre los nuevos brazaletes de su amigo. El local estaba lleno de gente en esos momentos que el reloj marcaba poco menos de la medianoche, y por el aparato de sonido estaba empezada una canción que llenaba de energía a los cuerpos que se mecían y movían en la pista de baile. Faldas cortas, camisas con unos cuantos botones abiertos, tops ajustados, cinturones ostentosos, zapatos de tacón, botas de piel de cocodrilo, melenas ondeando, piercings reflejando las luces de colores de los focos… todo se mezclaba en los giros y movimientos de la gente deseando simplemente pasarlo bien con sus amigos y copas en las manos.

Jack alza la mano con energía para llamar la atención de Cindy, una de las camareras del local que, al reconocerle, le sonríe y se inclina quizás demasiado del otro lado de la barra para coger una cerveza. Cindy y él llevan un par de semanas flirteando y, aunque aún se supone que no ha podido cuadrar todo, está claro que Jack tiene en mente acabar esta noche entre las piernas de la rubia camarera que se acerca meneando las caderas excesivamente.

-¿Soy el único que cree que esta va a ser una buena noche? ¡Vamos, a mover los esqueletos en la pista con este temazo de 2009, joder!- la voz del DJ proyectada sobre la canción llena el lugar, mientras se mueve de un lado para otro detrás de la cabina de pinchadiscos.


“Lets do it… and do it… and do it… let’s live it up”
, dice la canción en esos momentos y la pista explota con los saltos y gritos de todos los que la ocupan. Jack se acomoda en el asiento y coge la cerveza que le tiende Cindy, mientras le da un billete para pagarla. Sin embargo, su intento de flirteo se ve cortado antes casi de empezar cuando otro cliente reclama la atención de la rubia que, con un gesto de fastidio, se aleja por la barra para atender a un hombre que parece el prototipo de tejano magnate del petróleo, sombrero vaquero incluido.

-¿Qué te pasa?- pregunta el joven al volverse hacia su amigo- ¡Ni que hubieras visto un fantasma, tío! Que solo has ido a un museo con la vieja, no es como si hubieras ido a tu propio funeral y estuviera yo bailando sobre tu tumba.-

Se ríe con energía, pero en su gesto hay un algo de preocupación. Bajo su apariencia frívola y superficial, es el mejor amigo de Wolfgang y sabe cuándo algo le ha pasado a quien es poco menos que su hermano. “Easy come, easy go, now we on top” dicen los vocalistas de los Black Eyed Peas y es como Jack se sentía hacía unos pocos instantes, pero la preocupación crece a medida que da el primer trago de su cerveza.

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