Sindicatos en la sombra


Los Vástagos podían mandar en la isla de mierda y'l Gremio y los soldaos mirar desde arriba d'las colinas altas de Nexus. Pero aquí, abajo, entre pobres y arruinados, desde la calle d'los Fuelles hasta el muelle más cercano, su palabra era puta ley marcá a sangre y fuego. Como un puto Dios Dragón. Prestamistas, ladrones, asesinos, pandilleros, traficantes, to's sabían qu'él era quien mandaba. El jefazo. Ni vestía elegante ni tenía una espada de jodío jade verde; no coleccionaba tesoros ni comía to's los días las cosas más chulas. Pero tenía algo qu'valía mucho más: renombre, reputación, seguidores, esp'ás. 

-Jefe, está hecho. Su cuerpo lo encontrarán flotando en el río como dijiste, cabeza cortada y todo para enviar un mensaje claro y sin dudas. "Quien cruza el río acaba en el fondo del mismo aunque sepan nadar". Fue un poco complicado cortar la cabeza del todo y esa mierda, hay partes que se resistieron y hubo que darle múltiples hachazos pero al final logramos...-

Con un gesto de la mano, interrumpió las palabras d'su sicaria. Si la dejaba hablar nunca callaría la muy loca. Se suponía qu'asesinos y ladrones eran sigilosos y misteriosos y pasaban desapercibidos en las sombras, pero Cuchilla solo estaba en silencio cuando estaba en un trabajito o tenía algo entre los labios. Cuando no, su boca se llenaba con más palabras d'las qu'podía escupir en un minuto. Estaba chalá del tó con tanto muerto.

-¿Alguna reacción d'los mierdas d'puto Jeffrey?-

Su rival por el control d'las calles d'aquella parte d'la ciudad, sus enfrentamientos habían dejado más cadáveres d'lo esperado flotando en el río qu'les separaba. Mientras fuesen mendigos y criminales, a los señores importantes les daba igual. No enviarían al Emisario a hacer ná si no se iba contra el comercio. Si no afectaba al fluir d'jade, una vida no valía ná entre el humo amarillento d'los barrios bajos y las casas inundás por la crecía del río.

-De momento ninguna jefe, pero eso es porque aun no han debido encontrar el cuerpo. Cuando lo hagan se liará la de siempre, pero esta vez estamos preparados para las hostias y les vamos a dar donde duele a esos mierdas. Hemos llamado seguidores y apostado a gente en los tejados de las zonas limítrofes de modo que...-

Otro gesto d'la mano trae el silencio a la sala mientras le daba vueltas al siguiente paso, había demasiao en juego. El río marcaba la separación de territorios, y pronto llegaría el barco esclavista qu'ambos grupos esperaban poder "ayudar a desembarcar". Por supuesto, cobrar por ello estaba prohibido porqu'se consideraban impuestos solo el Consejo podía cobrarlos; pero unos buenos servicios d'protección siempre traían buen dinerito, y llevar a los esclavistas a los mejores sitios donde vender su mercancía valía aún más, el mercao d'esclavos d'la ciudad siempre estaba hasta arriba. Con eso comprar algo d'droga, algún esclavo propio, quizás algunas armas o mover algunos d'sus recursos. Obtener más dinero y crecer, aunque sea en el alcantarillado d'la ciudad; hacer fluir d'modo constante el jade contante y sonante qu'era más denso qu'la sangre en una ciudad como Nexus.

-Si no la lían antes del atardecer búscalos y cárgate a unos cuantos. No podemos seguir esperando y qu'cuando lleguen los esclavistas se líe y acabemos jodiendo esos negocios. O nos rajará el cuello el Emisario a tós.-

Solo había una cosa qu'le daba miedo en tó el mundo y era la aleatoriedad de los castigos del Emisario. Te tocaban o no, igual qu'te salía una buena mano d'cartas o no, pero sin poder hacer trampas. Brutales y letales, al último qu'juzgó indigno lo convirtió en una lámpara de carne y hueso en la entrada d'su casa, supuestamente por infiltrarse en una mansión y robar un cuadro d'alto valor. Un cuadro qu'no estaba siendo vendío ni na. 

Pero había demasiao jade en juego en las sombras criminales de Nexus, como en el resto de las grandes ciudades. Demasiá riqueza como pa' dejar qu'el miedo mandase. Antes o después le llegaría la hora, estaba claro, y moriría a manos d'un rival, d'un seguidor ambicioso, del Emisario o d'cualquier otro... era el juego y punto.

Mientras, su nombre sería recordado en los callejones y tabernas d'mala muerte de Nexus, desde ahora hasta el final d'los tiempos, como el jefazo qu'era.

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