Crónicas de las Tierras de la Bruma 66: Epílogo

Se que la historia recogida en las Escrituras está completa y tendrás mucho que pensar a la hora de elegir tus siguientes pasos tras el fin de nuestro peregrinaje. Pero los finales de las historias no son más que puntos arbitrarios que fijamos donde hemos decidido que ya no corresponde continuar contando, y a menudo ocurre que esa gente siguió viviendo y haciendo cosas aunque ya no se lo recuerde del mismo modo. Por eso, esta última noche antes de separarnos, aquí en estas ruinas de la Torre del Silencio, permite a este viejo dragón una historia final, que tiene lugar durante la Genialidad de veinte años después de la Ascensión.

La única que seguía viviendo en la sede del Nuevo Cisne, ocasionalmente yendo de aventuras con las nuevas generaciones, era Milia la de los Sueños Cumplidos. Esa mañana fue despertada por Iris, su primera gran estudiante y la maestra de su red de espías en la ciudad, que le habló de una profecía que el adivino había formulado en la noche anterior. Ella sabía que las demás vendrían a pasar la Genialidad de vuelta a Nueva Catan, así que decidió aguardar para hablarlo con ellas. 

Shana la Reina de Plata había ya abandonado el trono de los elfos, dejando las dos ciudades principales en mano de sus hijos. Y fue Dracaella la que aterrizó esa mañana en el patio frente a su cabaña en las profundidades boscosas, mientras su pareja se había ido a talar madera. El Fénix le había indicado que se había visto un nuevo dragón en las montañas, uno de color del bronce, y que no se sabía de dónde podía haber surgido. Por ello fueron juntas a Nueva Catan y llegaron al palacio del Nuevo Cisne para ser recibidas por Milia y Hans con su familia, encantados de tenerlas de visita como era habitual los domingos, aunque esta fuese una ocasión especial.

El Más Brillante, mi tocayo Santo Zarel, se encontraba en Assur Na'filem gestionando la corte y el gobierno de la ciudad y sus diversas gentes pues ya no solo los elfos recorrían sus calles. La antigua Princesa de la Luz, todavía una de las líderes del pueblo de los elfos, se presentó ante él para indicarle que quien otrora había sido Princesa del Viento había anunciado que su futuro se encontraba atado al Templo de la Tierra, una profecía muy similar a la que Iris había comunicado a Milia esa misma mañana. Esto causó cierto revuelo en la corte pero, igual que Milia, Zarel decidió marchar junto a Yorel juntos a la Genialidad y ya allí hablarlo con sus hermanas. Allí se reencontró con las que ya se encontraban allí, con la comida preparada por Madrigal

Aurora la Maestra de las Esferas no se encontraba en el antiguo continente sino en la República, donde su torre de alta hechicería se había posado unos días antes. La escuela de hechicería, como todos los días, era un pequeño caos, con las distintas facciones y colegios compitiendo, bromeando, jugando y con sus desencuentros. Desde choques por el temario como el que tenían Amanecer y Savirie en aquel momento, a las lecciones sobre la responsabilidad y la picaresca con los irresponsables estudiantes de la Escuela de Ilusionismo. Pero también su torre terminó ese día en el lugar original de Nueva Catan, para ver a sus hermanas y pasar juntas la Genialidad. Y más hermanas se les unieron allí, como Gnaven que llegó con su esposa e hijo, o Vivenna que llegó con su novio, recto y caballeresco. 

Los reencuentros fueron emotivos y prolongados, pues aunque mantenían el contacto con frecuencia, quedando los domingos a comer en la casa de alguna de ellas, la Genialidad siempre es especial y diferente. Puestas al tanto de las novedades en su vida, de sus andanzas y cambios, de los planes de Milia para con la nueva universidad que había abierto o los recientes viajes de Aurora por otros planos, llegaron a la cuestión de las profecías y el nuevo dragón. Y, siendo que la Archimaga no lo había creado, decidieron conversar conmigo al respecto, primero preguntando por mi paradero en la tienda de objetos mágicos y después viniendo a buscarme a mi refugio en el pantano. Yo, sin embargo, nada sabía de la aparición de otro miembro de mi especie en las montañas, por lo que tras su invitación, me uní a ellas para ir a buscarlo.

Encontrarlo no fue complicado, pues el gran dragón broncíneo salió a recibirnos con una gran alegría. Pero son unos primos difíciles los de su clase, inapropiados, incómodos, bromistas, caóticos... poco tiempo le hizo falta para enfadar a Dracaella tras estrellarle en el hocico la tarta que Milia acababa de crearle como grupo de bienvenida. Como digo... son los primos tontos de la familia draconiana. Venía de Greyhawk pues Mordenkainen le había hablado de este plano, y había venido sin planes ni cuestiones, de turismo, a ver qué sorpresas habría aquí. Cabezas locas y sin planes todos ellos, aunque algo debió hacer bien si Zarel decidió que era una pareja adecuada para Dracaella. Aunque, enfadada y rosmando por lo bajo, la plateada se había marchado ya...

Allí nuestros caminos se separaron, pues yo me quedé con el visitante mientras ellas marchaban al Templo de la Tierra en busca de lo que señalaban las profecías. Estaba al norte, donde un ent enviado por el Espíritu del Bosque les guiaba muy lentamente. Menos mal que no fueron a su paso sino que lo dejaron atrás educadamente, pues llegaron a su destino a tiempo de evitar que unos monstruos terminasen con el último elfo de la pequeña comitiva. Restaurado por la magia de Zarel mientras Milia daba rápida cuenta de los enemigos, les contó que un anciano de su pueblo le había dicho que habían de recoger a unos bebes y llevarlos hasta la Genialidad en Nueva Catan. Eran unos recién nacidos, uno humano y una elfa, marcada en la frente por el símbolo de la diosa del viento. Rastrearon el lugar donde habían nacido, aparentemente de una única madre que había dado a luz por medio de la magia. Y, con ambos infantes en sus brazos, Sethai (la bebe elfa) en manos de Dracaella que le cogió gran cariño rápidamente, y Aer en los de Milia que tenía mucha práctica con los niños, regresaron todos a Nueva Catan.

Y lo hicieron a tiempo para arreglarse y preparar todo para el Gran Desfile del Genio, entre bailes y risas, fuegos artificiales y caramelos, luces e ilusión. Desde el palacio del gremio a la plaza central donde estamos nosotros ahora, pero en aquel momento engalanada como corresponde a ese día tan especial. Y allí todos los niños pudieron pedir sus deseos, como pago por haber sido buenos todo el año, siguiendo el tradicional saludo del Nuevo Cisne. Cumpliendo la profecía, tanto Sethai como Aer fueron presentados al Genio que les concedió buena salud a instancias de Aurora, y al ser benditas Sethai habló con la voz del viento de la llegada del tiempo del futuro y del cambio, de la prometida encarnación de los dioses en mortales, del comienzo del Ciclo del Aire. Tiempos de futuro, de profecía, de hacer un mundo mejor y construir por el porvenir y no por el presente. La primera de las diosas se había encarnado y, con ella, el alma nunca nata del hermano de Zarel lo había hecho también.

Pues en el bosque un milagro había tenido lugar y así los dioses conocieron la mortalidad y a los mortales, y los que no habían tenido ocasión de vivir pudieron hacerlo. Sería el joven Zarel el encargado de educar y cuidar a los dos infantes, aunque durante los años visitarían y pasarían tiempo con tíos y primos, amigos y gentes de todo el mundo. Y el resto de dioses caerían también para ser educados y criados como solo los vivos pueden ser. Y con el discurrir de la noche, con los bailes con la Princesa del Fuego y los cortejos, la Genialidad fue honrada como debía entre pequeños deseos y bebida, y todo lo que requiere festejar que se está vivo. 

Podría contarte lo que ocurrió en los siguientes siglos con detalle y parsimonia. Del crecimiento de la escuela de magia y de los niños mundanos y divinos. De las aventuras que aún corrieron y de los viajes  por otros planos a deshacer entuertos y animar a la gente, o de vacaciones y risas con los pequeños. Del paso y del envejecimiento, de la muerte de seres queridos que fueron a las Tierras del Descanso, y de aquellos que siguieron adelante. Y cómo, poco a poco, fueron siguiendo los pasos de Shana y abandonando el intervenir en los hechos cotidianos de los mortales para vivir sus tiempos con sus seres queridos, tranquilos y lejos de las gestas y aventuras de generaciones por llegar. Y cómo la Genialidad pasó a ser una celebración sin genios, y de cómo todos estos hechos se convirtieron en textos sagrados y leyendas. De sus últimas despedidas, de la divinidad paralela de Zarel o de la transformación de Milia en un genio, o de como Aurora aún ahora abre los ojos de su largo letargo una vez cada varias décadas para ver cómo ha cambiado el mundo. De las risas y los llantos, de sus descendencias y sus planes y sueños cumplidos. 

Pero todo eso lo puedes ver solo con alzar la mirada ahora mismo. Este es el mundo que ellas crearon, la oportunidad que tenéis todos para vivir y amar, llorar y reír, perder y encontrar. Sus gestas resuenan aún en las piedras de esta ciudad, sus pasos aún están marcados en las veredas del profundo bosque del oeste, sus palabras aún se escuchan en los susurros del viento. Solo hace falta prestar atención a los ecos que nos han construido y que caminan cada día a nuestro lado.

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