Acero para Humanos Interludio: El Maestro del Tiempo

 

Pobre Mischifuz. No le hizo daño nunca a nadie. Solo quería media horita de nada. ¡Treinta minutillos! ¡Los mortales tienen muchas de ellas! Media horita, ¡ni iban a notar su ausencia! ¡Seguro que no! Especialmente los niños. ¡Ellos tienen muchas medias horillas! O, incluso, ¿una deliciosa horita entera? Oh, maravillosa horita de nada. Una para Mischifuz, ¡ni saben que la han perdido! ¡Solo mueren un poco antes! ¿Qué es eso? ¡Un nada! Para ellos, para el pobre Mischifuz lo es todo. 

Pero no, el pobre Mischifuz no tiene ni eso. Ni una media horita de nada. Solo este encierro en piedra pequeña. ¡Pequeña! Una prisión injusta. ¡Pobre Mischifuz, desdichado y abandonado! Solo por ser amigo de un niño. ¿Qué mal había en ello? ¡Media horita de nada! Y vinieron el feo brujo y la fea bruja. Y nada. Ni súplicas ni ofertas, ni llantos ni amenazas. ¡Nada funcionó contra los malvados! Pobre Mischifuz, desdichado y embrujado. ¡Apresado, aquí! ¡Así no! Pobre Mischifuz, ni diez minutillos de nada puede conseguir siendo una estatuilla de piedra. ¡Ni siquiera un tentempié, cinco míseros minutos! 

Y ellos festejan. Los oigo: bebiendo, comiendo, bebiendo, riendo, bebiendo. Recuerdo cuando bebía con mi amigo Stravyn. No era una vida glamurosa en las calles de Chociebuz. ¡Pero era mejor que esto! Y ahora ellos beben, beben y beben. ¡Y celebran! Y yo nada. ¡Ni un mísero minuto de saborear la cerveza! Solo el frío del castillo y el sonido del mar. ¡Aburrido! ¡Solo! ¡Triste! ¡Pobre Mischifuz, que no le hizo daño nunca a nadie!

¡Vienen! Les oigo subir por las escaleras. Dos de ellos, tambaleantes. Deben llevar muchas horas bebiendo; se les da bien resistir el alcohol. Pero suben tambaleantes. ¡Es mi oportunidad! ¡Sí-sí-sí-sí-sí-sí! Tranquilo Mischifuz, paciencia Mischifuz, ¡pronto tendremos suculentos minutos! Paciencia, paciencia, que no se den cuenta que los ves acercarse. Zesiek, se llama el de la izquierda, el que va desnudo pese al frío. ¡Si, borracho, sí! Y Kristov es el otro, que se apoya en el marco de la puerta. ¡Bebido también! ¡Se ríe como un tonto! Bien, ¡bien! Acercaros, sí-sí, acercaros.

Kristov levanta mi figura. ¡Buen Kristov! ¡Tonto Kristov! Se está sacando... ¿qué? ¡Me quiere mear encima! Se ríe. Da igual. ¡Tonto Kristov, eso no importa! Gasta tus segundos en sacar tu sucio pene y mearme, ¡que manos mojadas agarran mal las cosas pequeñas y resbaladizas en este frío! ¿Humillarme así? ¡Sucio brujo, no sabe nada! Me río, pronto habrá muchos minutos a mi disposición. ¡Horas incluso! ¡De nuevo libre, sí-sí-sí! Mischifuz ya lo siente, pero hay que ser paciente. Paciencia. Tiempo, de eso sabemos mucho, paciencia.

Ahí está el golpe cálido y dorado. ¡No importa, tonto brujo! Se ríen, como bobos, como se reían Chloe y Teos al encerrarme. ¡Malvados! ¡Hirieron a Mischifuz, que no hizo daño nunca a nadie! Pero ahora pagarían por ello. ¡Oh sí, pagarían todos! ¡Me haría con todos sus minutos, sus días, sus años! Y los brujos y hechiceras tienen muchos de esos, ¡muchos suculentos años! ¡Siglos incluso! Paciencia Mischifuz, mira cómo con el calor y la humedad su agarre se debilita. ¡Cuéntale otro chiste Zesiek, haz reír al tonto de Kristov! ¡Tontos brujos! ¡Tontos-tontos-tontos! Pero seré libre, ¡sí!

Y ahí llega el chiste. Las risas resuenan. El cuerpo de Kristov se sacude con los espamos hilarantes. El orín se esparce por todos los lugares. ¡Y yo resbalo! Me muevo, levemente, mientras ríe... ¡no se da cuenta! ¡Tonto brujo! Y me caigo. ¡Caída libre, como volar mismo! Entonces se da cuenta, ¡no brujo, no mires! ¡Tonto, mira hacia otro lado, sigue riendo! Me intenta agarrar con su sucia mano de nuevo. ¡No, mi libertad no me la robas! ¡Malvado brujo! Casi lo consigue, pero no... finalmente, choco con el suelo. 

El impacto sería doloroso si no fuera liberador. La cobertura del hechizo se resquebraja por el golpe, ¡y se rompe! ¡Mischifuz es libre de nuevo! Pero estoy rodeado de brujos, ¡van a intentar apresarme! Pero no esta vez, no, se acabó atesorar. Se acabó coleccionar. ¡Si no soy libre, el pobre Mischifuz no podrá añadir minutos a su tesoro! Escapar es lo primero. Y se como hacerlo. ¡Claro que sí! Soy listo, ¡más de lo que creen los sucios brujos que tanto daño hacen a tanta gente! ¡Por eso los odian! Pero no debo pensar ahora en eso. Soy listo y lo he visto hacer. Sí, lo he visto hacer y lo tengo en mi interior, en mi colección. ¡Es hora de liberarme! 

Y cuando miro a mi alrededor todo está preciso y claro en mi mente. Una concatenación obvia de acciones y consecuencias. Manejar el caos a mi alrededor es algo trivial, llevo mucho tiempo creando portales, no en vano fui la única estudiante de Aretuza que aprendió a hacerlos antes de ser una hechicera por completo, uno de los pocos regalos de valor de Simone de Oxenfurt. Los brujos son poderosos pero es obvio que no están capacitados para reaccionar a tiempo a mi conjuración; además, esperan que sus defensas mágicas les protejan, pues los brujos del Grifo suelen ser resistentes a las conjuraciones, lo he visto muchas veces al fin y al cabo, y sin embargo ellos no son mi objetivo. Mientras se crea el portal para mi paso unas ideas empiezan a encajar en mi mente, el mero esbozo de un plan que los instantes me permiten conectar. Si quiero el poder para vengarme necesitaré tiempo, pero tiempo valioso, no las tonterías que he estado acumulando hasta ahora. No hay margen para buscar un genio ni un goetia mayor, pero hay muchas otras personas con tiempo valioso. Solo hay que saber elegir. Y, si soy la hechicera más poderosa de todos los tiempos, es porque se cumplir con mis ambiciones. 

Pongo un pie del otro lado del portal y, mientras se cierra detrás de mi, veo las calles dispuestas a mi alrededor. Los altos edificios están cubiertos de nieve y la gente camina arrebujándose en sus capas para protegerse del frío propio del invierno; pero las casas de los poderosos serán acogedoras en todos los sentidos, sus chimeneas lanzando el humo al cielo nocturno. Dejo que el poder del orden desaparezca y el caos vuelva a su estado natural, cerrando el portal con la gracia de quien lo ha hecho un millón de veces. 

¡Lo he conseguido! ¡Mischifuz es libre! Sí-sí-sí-sí. Ahora a cumplir el Plan. ¡Sí, maravilloso plan he pensado! ¡Listo Mischifuz, no como esos tontos brujos! ¡A por la gente poderosa! Al fin y al cabo, aún tengo 29 minutos de Chloe de Moen en mi interior. 29 deliciosos minutos de ella en su máximo punto de poder, al final de su vida. 29 minutos para cambiar el mundo. ¡Vamos Mischifuz! ¡A por más tiempo! ¡Minutos buenos! ¡Horas valiosas! ¡Sí-sí-sí-sí!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un mundo de tinieblas

El poder de los nombres

Tiempo de Anatemas 27: La senda de la tinta y la sombra