Acero para Humanos 2: La Canción del Bardo


Ahora que tengo las atenciones de vuestras excelentes mercedes, he de aclarar una cosa. Y es una cosa importante, pues nosotros no somos los protagonistas de la gran historia que queréis escuchar, nosotros estábamos allí sin duda y quizás fuimos espectadores privilegiados de los acontecimientos. Pero no somos los motores de la historia, los que tomaron las grandes decisiones, sino solo los que pasaban por allí, con sus propias problemáticas, misiones y objetivos. Como dicen los versos que compuse al respecto:

Ahora todos conocéis a los bardos y sus canciones
cuando las horas han pasado, cerraré mis ojos
en un mundo distante quizás nos encontremos de nuevo
pero ahora escuchad mi canción sobre el amanecer de la noche
cantemos la canción de los bardos...
Mañana nos llevará lejos de casa
nadie jamás conocerá nuestros nombres
pero el canto del bardo permanecerá...
ahora el canto del bardo ha terminado y es hora de marchar
nadie debería preguntar por el nombre
del que cuenta la historia

Y nadie le da importancia al nombre del bardo ni en esta taberna, ni en la corte de la reina Calanthe. Y mientras Mousesack, el poderoso druida de Skellige, respondía a las preguntas de Teos, las delegaciones empezaban a llegar para festejar la victoria de la reina contra el levantamiento de Filavanderel. Pero a nadie le importaba eso, no era necesario ser un gran espía para notar los movimientos entre los presentes, entre los distintos reinos: todos querían que Calanthe garantizase la herencia de su trono a su candidato, fuese Crach an Craite de Skellige, Ermellia de Temeria, o el joven Ryan Byrne de Cintra. 

Lo que más me dolió fue ver llegar a los líderes de la rebelión, con la ausencia del propio rey élfico, encadenados por los brujos de la Escuela de la Vibora. Esos mismos elfos que nos habían perdonado la vida cuando los encontramos en las montañas de Dol Blathanna ahora no podíamos hacer nada por ellos. Como mucho, con la intervención de Chloe, confirmar que Filavanderel estaba vivo y que acaso hubiera huido al prohibido bosque de Brokilon. El juicio, justo a ojos de las leyes de los reyes, acabó como era previsible, con la condena a la horca pública de los tres, y la exhibición de sus cadáveres como una advertencia a cualquier otro elfo que pudiese optar por alzarse.

Fue un golpe, pero no solo para mi, sino también para Teos que se las arregló para darles una de sus dagas. Por esa misma arma fuimos despertados al poco del amanecer y llevados ante la Reina pues los tres se habían suicidado con ella. El brujo había contravenido la voluntad de Calanthe y, durante unos momentos, realmente vi su cabeza uniéndose a las de los elfos en los muros de Cintra. Así que, con palabras suaves conté la razón por la que nos había afectado tanto, incluyendo mi verdadero nombre, pues no es Vengerberg mi lugar natal. Pero eso no nos importa aquí, lo que si tiene relevancia es que la Reina, ante las razones que di y la honestidad del brujo, fue misericordiosa. Pero solo lo sería una vez, como bien dejó claro.

El resto del día fue intenso. Era el segundo día de festividades por la victoria, y fue entonces cuando salimos a buscar aliados para cazar al genio. Wadrovind de Maunara, a quien no veía desde que causé algunos malentendidos en su pueblo, fue uno de los que se nos unió, aunque mi desconfianza hacia el mismo era enorme pues seguro estaba de que aún buscaba mi muerte por lo ocurrido. Y Sturmrik, nunca supe si tenía apellido, que pese al tamaño de su cuerpo skelligense rápidamente demostró que su cerebro no estaba en igual escala. 

Y tratamos de encontrar al genio, y las aventuras que de ahí surgieron darían para muchas noches de historias. De un diablillo que buscaba comprar tiempo de los mortales y acabó en un jarrón aislado y a solas, de un jugador de gwent que se había endeudado, de una mujer asesinada por su marido que había regresado como un espíritu del más allá y de un enterrador con... problemas de habla, digamos. Pero todos estos caminos fueron infructuosos en nuestra búsqueda, el que no fue inútil fue el sendero que abrió un dicharachero vendedor de alfarería venido de Redania, traficante de drogas y buen conocedor de Cintra. Y entre sus guías encontramos las tabernas que usaban los mercaderes y exploramos en busca de dónde se estaban produciendo eventos extraños e incomprensibles.

Lo que ocurrió entonces, cuando encaramos al genio, fue la Destrucción del Cerdo Rojo, la taberna y los tejados de los edificios aledaños, mientras el genio huía como si le persiguiese la Cacería Salvaje...

Comentarios

  1. En este caso supongo que es obvio que el fragmento corresponde a la canción de Blind Guardian "The Bard's Song", adaptada al contexto de la partida.

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