Acero para Humanos 0: Ocaso en los Reinos del Norte

 

Debería empezar esta historia diciendo "érase una vez..." y el final sin duda es "y vivieron felices y comieron perdices". O eso nos han enseñado. Pero en nuestro mundo las historias raramente tienen un final feliz, como mucho una transición más ligera entre la oscuridad, y los comienzos nunca están claros. Podría decir que "un brujo, una hechicera y un bardo entran en una taberna" y podría incluso sonar a un chiste... pero nada de broma hubo en ese momento en que tres seres rotos se encontraron. 

Os podría hablar de asesinos de niños en los bosques, detenidos por el brutal acero; quizás no el héroe que querrían pero tal vez el que merecían. Os contaría de pruebas químicas, de viajes y batallas, y de la traición que destruye un hogar. De la búsqueda de venganza disfrazada de justicia, que solo te deja más vacío de lo que estabas al principio. De quince años de descanso y tregua, cuyo fin llega tan pronto como fugaz es la vida de los humanos. De regresar a las viejas rutas y enfrentarse a poderosos hechiceros que te fuerzan a elegir entre males menores. De inmiscuirse en la caida y resurgir de un reino. De un grifo que, al final empieza a encontrar respuestas cuando acaso ya no importen las preguntas.

Quizás debería contaros de una infancia perfecta truncada por el Don. De una presentación en sociedad que llevaría a un viaje lejos del hogar cuando apenas era una niña. De duras enseñanzas sobre el poder y la ambición, pero ninguna lección sobre el cariño y el amor. De corazones henchidos aplastados por la conveniencia, de peones desechados cuando sus labores están cumplidas. Os contaría de viajes por las cortes, donde el incesto puede ser una herramienta política más en las manos correctas. De división y desunión y de la traición de la escuela madre que es capaz de abandonar a su más talentosa estudiante porque, en el juego de la política y los amigos de verdad, ha decidido no participar. De vagar por el mundo para resurgir, de acceder a bibliotecas con artimañas, de encontrar el camino de destrucción que deja un genio a su paso.

O tal vez debería hablaros de un padre violento, consumido por el alcohol y la paranoia. Del amor puro de la adolescencia, que te marca de por vida aunque se termine antes de tiempo cuando un padre se interpone por encontrar demasiados fantasmas. De vagar por caminos y tabernas contando historias. De conocer a reyes de los elfos y liberar monstruos de antiguos templos. De componer una balada que resuene en el tiempo y en los oídos de los reyes. 

Solo con todo ello empezaríais a entender que no es un chiste la llegada de un brujo, una hechicera y un bardo a aquella taberna. Que tres personas rotas, torturadas y traicionadas, tres sombras de si mismos no forman algo hilarante, sino una tragedia en tres actos. Tras sus distintas miradas se escondía la misma y terrible verdad: que en nuestro mundo, los cuentos no tienen finales felices.

Soy Barth de Vengerberg y esta es nuestra historia.

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