Acero para Humanos 17: Caos Perdido

 

Lo que ahora me toca narraros es algo que muchos en el Norte no supieron hasta tiempo después, ocupados de noticias más cercanas e impactantes de batallas y guerras. Pero fue una historia trágica y dura cuyas consecuencias y, sobretodo, ausencias se notarían en los hechos que vendría. Y una historia de la que yo y Teos somos responsables. Porque, como siempre, el precio del honor y el valor se pagan con sangre y muerte.

Como un sueño que solo yo he visto,
una semilla fue sembrada y ha crecido.
La he nutrido
y floreció, floreció tan violentamente
para que todos lo viese,
nunca más un sueño.
Yo fui temida y poderosa
era fiera, era fuego.
Poder salvaje y hermoso
como las lilas que admiro.
Lo daría todo
por recuperar mi caos perdido
le daría lo que fuese
sin importar el coste.

Faltaba poco para el torneo de Aretuza y yo planeaba el asesinato de Henselt, pero su paranoia era mayor de la esperada y sus herramientas también. Así que me vi forzado a hacer tiempo, a planear con cuidado. Y ahí es donde las cosas se tuercen, pues junto a Teos decidimos que era hora de acabar con los gigantes de hielo de las islas de Skellige. En mala hora tuvimos esa idea, y en peor hora convencí a Trinde de que nos acompañase en ese viaje malhadado, aunque las consecuencias no se verían en un tiempo. 

Nos presentamos en Kaer Trolde, en el hall de Crach an Craite y este nos indicó que hablásemos con el jarl del Clan Tordarroch, pues ellos eran los dueños de la isla donde habitaban los gigantes. Intenté maniobrar para ir un puñado de hombres solo a la isla en una primera aproximación, pero Teos arruinó ese plan y al final ambos jarls estuvieron cerca de enfrentarse. De sangre caliente y ansiosos de gloria y batalla Crach, que buscaba compensar la derrota sufrida en Cintra, y sediento de recuperar la tierra de sus ancestros el jarl de los Tordarroch, ambos decidieron participar junto a sus hombres en la expedición a la maldita isla de Undvik. 

Una docena de los ligeros navíos skelligenses partieron de Kaer Trolde, llevando a los guerreros que quedaban del clan An Craite así como los guerreros del menor clan Tordarroch. Pero, con la caída de la noche y el final de mis canciones, llegó el infortunio. Mientras dormitábamos, los vientos alzaron los mares y el caos se fue adueñando de la situación. Pese a lo excelentes navegantes que son los isleños, los navíos devieron separarse para evitar chocar unos contra los otros, y en la oscuridad cada uno vivió su particular odisea. Nuestro drakkar se vio arrojado violentamente contra una roca afilada que partió la quilla lateralmente cuando fuimos incapaces de alejarlo de la colisión, y mi cuerpo fue arrojado con fuerza a las frías aguas de las islas. Nadé con todas mis fuerzas hacia la superficie intentando encontrar supervivientes del accidente para ponerlos a salvo, solo para ver que el barco de pronto se encontraba suspendido sobre un mar que se había apartado por los conjuros de Chloe, que había aparecido al sentir que estábamos en peligro. 

Fue imposible salvar el velero y varias vidas se perdieron ya en ese accidente. Los supervivientes que logramos rescatar se refugiaron con nosotros en una cabaña mágica en la cima de un barranco costero de Undvik, donde pretendíamos recuperar fuerzas y resuellos. Pero nuestro descanso fue interrumpido por la llegada del primero de los gigantes de hielo que recibió la carga de Crach an Craite arrojándolo a un lado como si de un muñeco de trapo se tratase. Por fortuna llegué rápido a atender sus graves heridas, mientras Teos, Chloe, Trinde y los skelligenses lograban acabar y reducir al terrible gigante de los hielos. Solo después de eso pudimos descansar.

Con la llegada de la mañana buscamos a otros supervivientes que hubieran podido llegar a la costa, pero solo tres navíos del clan Tordarroch lo habían conseguido, dirigidos por su jarl. Del resto de los guerreros de ambos clanes no quedaba ni rastro, de los más de doscientos guerreros que habíamos zarpado el día anterior, apenas quedábamos más de una treintena. Construimos un refugio subterráneo y planeamos acabar con el líder de los gigantes, que Teos finalmente fue capaz de localizar. Y es que, no nos llevemos a engaño, Undvik no es precisamente una isla enorme. 

El plan era que Teos se escondiese en las cercanías de los gigantes y poder así abrir un portal a su localización por el que los guerreros skelligenses pudiesen cargar. Pero la fortuna, que nos había esquivado en toda aquella desafortunada empresa, seguiría sin sonreirnos y, cuando Teos se teletransportó a las cercanías del lugar donde se encontraba el gigante lo hizo con la mala suerte de frente... encontrándose al gigante y su esposa justo delante de él. La batalla comenzó y el brujo debió batirse con ambos mientras Chloe conseguía que los refuerzos fuesen llegando a través del portal, antes de unirse finalmente al combate.

Más gigantes se unieron. Acero resonó contra hueso, magia y fuego reinaron contra el hielo. Pero, sobretodo, la sangre cubrió las piedras. Pues, si bien los gigantes fueron derrotados, no cayeron sin antes haber acabado con todos los skelligenses salvo Crach an Craite y un hombre al que el brujo había salvado la vida del navío. Incluso Trinde, que nosotros en aquel momento pensábamos que solo había quedado inconsciente durante el combate resultó afectada de una manera diferente, aunque no veríamos las consecuencias en un tiempo, por su encuentro demasiado cercano con la muerte. 

Cazamos al resto de los gigantes, pero el trabajo principalmente lo hicieron los golem de Chloe pues ya no tocaba arriesgar más nuestras vidas. Pero, al regreso a Kaer Trolde y tras la conversación con el Rey Bran, estuvo claro el alto precio que se había pagado. La inmensa mayoría de los guerreros del Clan An Craite, ya castigado severamente por la derrota y la huida en Cintra, había caído en Undvik, y solo quedaban un puñado de los heridos y lisiados que se había rescatado de Sodden. El Clan Tordarroch había desaparecido por completo, solo quedando mujeres, ancianos y niños. Y, con ellos, ya nadie tenía la influencia ni el poder para sostener al Rey Bran ni para detener el ascenso de Lugos el Loco y su clan los Drummond. Y es que, como nos dijo el mismo Rey, el tiempo de Skellige se aproximaba a un punto de no retorno tras aquella oscura y maldita expedición y se habían quedado sin los recursos ni fuerzas para poder participar en los eventos del Norte, ni luchar contra Nilfgaard. 

El Norte, como todos sabemos ya a estas alturas, debería luchar, triunfar o caer... solo.

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