Acero para Humanos 19: Toda la Magia (segunda parte)


Con la caída de la tarde de ese primer día llegó la segunda de las pruebas, durante la cual los aprendices de hechiceros vencieron a las estudiantes de Aretuza en un duelo por intentar leer las mentes de sus oponentes. Pero mientras medían sus fuerzas, yo movía ficha con Foltest, pues para reducir la presencia y poder de Henselt no bastaba con desprestigiar a Ban Ard sino que necesitaba que Demavend tuviese hechiceras poderosas que disuadiesen al otro rey de intentar invadir Aedirn. Y no se me ocurría ninguna más digna de esa posición que Triss Merigold, cuya posición en la corte de Wyzima se encontraba debilitada tras oponerse a Foltest en demasiadas ocasiones. Aceptaron sopesar la opción pero aún llevaría unos días obtener una respuesta concreta.

Antes de que eso ocurriese, poco después del final del enfrentamiento, Shandria se reunió con nosotros en Aretuza y todos los invitados pudimos acudir a la cena, formal y estricta, nada digno del jolgorio que aquí tenemos montado. Pero hubo algo que rompió la predecible formalidad de la misma, cuando Jugna de Murivel tomó la palabra aprovechando un momento de la cena para hablar en nombre del rey Ekkehard de Sodden y solicitar ayuda ante la activa invasión nilfgaardiana que su reino estaba sufriendo. Obvio que, con mis preocupaciones en ese campo, ofrecí mi ayuda tan pronto hubo ocasión, pero mis recursos dependían de que Henselt no moviese ficha en Kaedwen. 

En el ambiente distendido e informal posterior a la cena se dieron muchos encuentros y conversaciones. Shandria encontró a gente que sabía retazos de su pasado, como Ewa de Mircel, que arrojó luz sobre su vida... una luz que acaso la hechicera no habría querido encontrar, pues la imagen que obtuvo fue la de una hechicera manipuladora, engañosa y ambiciosa, lejos de lo que ella aspiraba ahora a ser. Yo estuve desprestigiando a los estudiantes y profesores de Ban Ard mientras que Teos y Chloe se involucraban en el problema del kraken de Cidaris. Tuvieron ideas que iban desde envenenar a la criatura a tratar la cuestión no como un monstruo sino como una maldición. Y fue este último enfoque el que al final resultaría más productivo, pero hacía falta encontrarse con Dorregaray de Vole para que pudiese aportar los datos de su pasado más concretos que permitiesen romper lo que fuese que mantenía la maldición activa.

Yo me fui a acostar mientras esperaban al hechicero, que resultó estar reunido con el Capítulo del Regalo y el Arte en una sesión secreta en la Torre de la Golondrina. Intenté entrar, todo sea dicho, pero la zona privada de Aretuza era inaccesible para los que no poseíamos el don de la magia y al final desistí y me retiré a la cama. Ellas esperaron a Dorregaray y, cuando finalmente apareció, la información que ofreció fue al mismo tiempo positiva y negativa. En opinión, experta y concienzuda, de Teos y de Chloe, la maldición se rompería si renunciaba o le era retirado el título de hechicero de la corte, aquel por el cual había sido maldito fruto de la envidia y el odio. Pero Dorregaray les reveló que el Capítulo no le permitiría dar ese paso, pues su labor era controlar la corte del niño-rey de Cidaris y, con ello, garantizar la influencia de la Hermandad en ese trozo del Norte. Pues el Capítulo se encontraba más preocupado por el auge del odio a los hechiceros y el Fuego Eterno que por la extensión de Nilfgaard en el sur, y el kraken ofrecía la oportunidad para garantizar que serían indispensables. Y, según confirmarían varias fuentes posteriormente, además Vilgefortz había comentado a los otros integrantes del Capítulo que las energías mágicas tan al norte, por Kovir y las cercanías, se estaban corrompiendo con oscuros y terribles poderes, fruto de los sacrificios y muerte que estaban teniendo lugar.

Estábamos atados de manos, entre la ambición y la cortedad de miras de la Hermandad y el creciente peligro que suponían los campesinos supersticiosos que, tiempo atrás, ya habían llevado a muchos brujos a la muerte. Así que finalmente ellas se retiraron también a descansar, pues el día siguiente habría más eventos a los que hacer frente.

Desayunamos y planificamos, se negociaron ideas y trazaron sendas y objetivos. Y finalmente Aretuza y Ban Ard se enfrentaron de nuevo con sus estudiantes en medio de una tormenta invocada con la magia, tratando de capturar rayos en botellas. Una prueba donde las mujeres se pusieron de nuevo por delante de sus oponentes. Hubo muchas conversaciones, e importantes, ese día. Secretos del pasado de Shandria como que jamás se presentó en el puerto donde su amigo la esperaba. O que Teos y Chloe diesen acceso a sus piedras élficas a Francesca Findabair para poder estudiar la corrupción del caos. Conversaciones sobre el Fuego Eterno y el poder de Lebioda para enderezar las cosas, del reclutamiento de la pequeña Cirilla para estudiar hechicería con Chloe y de la ambición y el honor de reyes. Del creciente poder de Nilfgaard en Cintra y más allá, de peticiones desesperadas por ayuda que a duras penas pueden ocultar el odio y el rencor que anidan debajo. De sonrisas falsas e hipocresía.

Y, con la caída de la noche una nueva competición entre las escuelas donde las damas demostraron su superioridad una vez más, controlando el fuego a su voluntad. Y una cena de nuevas negociaciones y palabras, que darían pie a un baile donde Shandria quedaría en ridículo al causar que varias personas tropezasen y cayesen. De conversaciones entre los pasos de danza con amigos o enemigos. Y al final, la caída de la hora de dormir durante la cual, descansar antes del último día del torneo y el correspondiente desenlace.

Porque, si algo aprendí en aquellos días, es que ni toda la magia ni todo el poder del mundo eran suficientes para hechiceros y hechiceras por igual que, voraces sin límite, siempre ambicionaban más...

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