Acero para Humanos 18: Toda la Magia (primera parte)

 

Se que siempre os cuento que, como bardo, si de algo se es de amor. Sin embargo, desgraciadamente, también se mucho de hogares rotos, pues mi padre nada tenía que envidiar a las presas que cazaba Teos en bosques perdidos y tumbas antiguas. Pero, aun con todo, ninguno peor que lo que encontré cuando pisé los grandilocuentes salones de Aretuza para aquel torneo entre escuelas de hechicería. Donde debería haber un hogar encontré una prisión, donde debería haber una familia encontré una competición, donde debería amor se sembraba la discordia. Todo en el nombre del control, de la fuerza, del poder. Cualquier rastro de humanidad no destruida por pociones y ungüentos, sino sacrificadas voluntariamente por llegar más lejos. Así que los versos que otrora compuse para Chloe bien podrían aplicarse, si no a todas las hechiceras que conocí allí, si a la mayoría:

Y toda la ira y todo el dolor
detonaron el poder de quien me converti.
Pagué en sangre para ser bella
y encontré poder en el Caos.
Pero toda esa magia es una ilusión
no es suficiente, no es suficiente.
Lo di todo para ser poderosa
y aprendí a controlar mi caos.
Pero toda la magia en el amplio mundo
no es suficiente, no es suficiente.
Pues mi mundo es cruel e implacable,
si no eres cruel tu también no sobrevivirás.
Todo el rechazo y todo el dolor
detonaron el poder de quien me convertí.
Pagué en sangre para ser bella
y encontré mi poder en el Caos.
Pero toda esa magia es una ilusión
no es suficiente, no es suficiente.

Pero me adelanto, brevemente, a los hechos. Antes de ir a Aretuza tuvo lugar un evento que en aquel momento no le di la importancia que el tiempo le otorgaría. Justo antes de abandonar la torre de Chloe para llegar a la isla de Thanned, Simone, la gallina de Teos, puso un huevo... un huevo de oro. Solo yo lo vi y lo guardé a buen recaudo, pues el tiempo apremiaba para llegar al hogar donde, a fuego y dolor, se forjaban las hechiceras. 

Se que os prometí que no dedicaría tiempo a hablar de politiqueo e intrigas, pero desgraciadamente en este caso hay que hacerlo pues justo eso fue lo que encontramos en esos días en Aretuza. Y es que, entre comitivas reales y hechiceros poderosos, para aquel evento los rumores y las conspiraciones se convirtieron en la moneda preferente de cambio, los secretos y ambiciones en mercancía prioritaria y los conflictos abiertos y soterrados en el centro del drama que viviríamos, de la obra que la Hermandad de Hechiceros disponía para influenciar, impresionar y manipular a los reyes mortales de todo el Norte. Con escasas ausencias, todo sea dicho.

La primera tarde discurrió tranquila, mientras nos preparábamos y descansábamos y las distintas delegaciones iban llegando. Solo intentar enderezar y generar complicidad con el Principe Tankred de Kovir fue destacable aunque todo esfuerzo en él era, por aquel entonces, como golpearse de cabeza en la pared. Pero los encuentros revelaron que, bajo las falsas apariencias y el protocolo forzado, los miembros de la Hermandad realmente estaban preocupados por algo y, acaso por primera vez en décadas, realmente había algo de sinceridad en su reencuentro, en el propósito conjunto que allí los reunía. 

Los primeros juegos de verdad de intriga y poder tuvieron lugar durante la cena, formal y protocolaria, llena de discursos y puestas en escena para impresionar a quienes no poseen el Don. Fue al final de todo ello, sin embargo, que tomé el centro del escenario como hago ahora, para cantar una canción sobre Stregobor, a quien había conocido poco antes. Una tonada que seguro que todos conocéis de sobra a estas alturas pues se ha vuelto célebre, pero aquella fue la primera vez que sonó, humillando al hechicero en público. Y luego Chloe lo confrontó abiertamente, mostrando en público que, tras la bella fachada de la Hermandad, la división y el enfrentamiento estaban más que presente. Algo que, sin duda, todos o muchos de los presentes sabíamos, pero que se esforzaba mucho por ocultar en la situación del momento. Al final la situación no llegó a ir a más, pues el poderoso Gerhard de Aelle impuso control y tranquilidad, pero no pudo evitar que todos conociesen la verdad de las miserias de Stregobor.

Por la noche, recibí la visita de Sabrina de Glevissig en mi alcoba, pues me quedé a dormir en lugar de regresar con Sheela, y debatimos sobre la situación actual y la manera en que se podía evitar que estallase la guerra entre Kaedwen y Aedirn. Se que ella pretendía más que eso, pero un hombre es fiel a su auténtico amor y tuve que rechazarla. Chloe fue reclamada por Tissaia de Vries para enderezarla y corregir lo que había ocurrido en su enfrentamiento en la cena, intentando hacerla ver que solo podía protegerla hasta cierto punto y que toda la Hermandad se jugaba demasiado en aquel evento como para romper la unidad ante quienes eran exteriores a la misma. Finalmente, Teos recibió una nueva visita del espectro de su esposa muerta, Pola, con su cariño, amor y advertencias. Esto fue lo que le llevó a reclamar a Chloe a su lado esa noche y, tras conversar ambos, acabar teniendo un extraño sexo por desquite y furia, que sería escuchado por Tankred a través de la puerta.

Los eventos del día siguiente marcarían la tónica de lo que fueron aquellos días. En el desayuno Teos estuvo intrigando con los reyes de Kovir mientras Chloe intentaba redirigir la narrativa sobre la lealtad de los hechiceros a los reyes mortales y reparar el daño hecho la noche anterior. Fue durante ese rato que el pequeño rey Sean de Cidaris se aproximó a Chloe para decirle que los medios de detener al kraken estaban fracasando y cuando la hechicera descubrió de nuevo el paradero de Mischifuz, que se había convertido en un amigo del pequeño rey. Mientras tanto, Teos sondeaba al siempre complicado rey Niedamir de la Liga, para ver si, ahora que había tomado Jamurlak, planeaba seguir conquistando tierras o se pararía. Aunque el rey le dijo tanto una cosa como la otra, lo cual llevó a un desacuerdo sobre lo que realmente quería, según las interpretaciones de brujo y hechicera.

Y con eso llegó el momento del primer enfrentamiento entre ambas escuelas, cuando las chicas de Aretuza, como todo el mundo esperaba, vencieron a los muchachos de Ban Ard en una competición por apropiarse mentalmente de un objeto por medio de la telequinésis. Muy impresionante para los influenciables reyes y nobles, previsible y aburrido para quienes lidiamos con la hechicería todos los días, aunque no la practiquemos.

Pero fue durante la comida que muchas conversaciones de importancia tuvieron lugar, y tras ella muchos encuentros relevantes. Esterad se reunió en privado con Foltest mientras Teos aprendía de religión, de San Lebioda, hablando con la reina Podveyka.Y Chloe, para enderezar al joven principe Tankred, decidió darle un choque de realidad, enfrentarle a las cosas que le esperarían en el mundo real fuera de la sobreprotección de sus padres: le presentó a Niedamir. Y, con su estilo horrible, cruel, directo y honesto, el rey de la Liga de Hengefors hizo ver al joven que ni títulos ni palabras le podrían proteger del verdadero poder.

Decir que traumatizó al muchacho quizás fuese mucho, pero que el impacto del miedo le acompañaría un tiempo era innegable, incluso empezó a estudiar política y gobierno según el célebre tratado de Gregory de Oxenfurt. Si bien sus padres se mostraron muy preocupados por todo ello, deseando proteger a un pequeño que precisamente su exceso de celo en resguardarlo de la dura realidad del Norte habían llevado a una mala educación y comportamiento desquiciado, caprichoso y volátil. 

Hubo más conversaciones en ese día, pero de menor importancia. Chloe comenzó a prepararlo todo para que la pequeña Cirilla de Spalla se convirtiese en su pupila fuera, teniendo un desagradable encuentro con su antigua maestra Simone de Oxenfurt, cuyas heridas en batalla contra Nilfgaard habían dañado permanentemente sus pulmones. También conversó con Stregobor, que se aproximó a ella para resolver malentendidos y arreglar la situación. Y Teos conversó con Mousesack, reconociendo que debería haber consultado al druida antes de haber llevado a los skelligenses a la isla de Undvik de donde tan pocos volvieron. Contempló también una partida de gwent entre el rey Henselt y el rey Vizimir, que ganó el primero con mayores argucias y habilidad. 

Y todo ello antes de que, a media tarde, comenzase el segundo evento del primer día de los torneos de Aretuza. Quedaban aún otros dos días y sus noches, que darían para mucho que contar...

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