Crónicas de las Tierras de la Bruma 62: Dentro del Laberinto (segunda parte)


Desde las nubes, descender en tirolina solo fue posible porque Aurora usó su palabra de poder para Transformar el cielo en una vía de descenso segura. Y así, igual que nosotros nos aproximamos a nuestro destino con cada semana, ellas descendieron directas al baluarte que protegía el corazón del laberinto. Zarel, el primero en descender, encontró allí al Mercader, un alegre nomuerto que vendía objetos mágicos y pociones para aquellos valientes que osaban desafiar al Laberinto en su corazón mismo, que se adentraban en la cambiante mazmorra en busca de tesoros y fortuna. El control de los muertos de Talon hizo que el Vendedor se les uniese, y útil sería ante las trampas y pruebas que les quedaban por delante, aún si sus mercancías carecían de valor para unas aventureras tan preparadas.

Uff, si que ha refrescado estas noches, esperaba un final de viaje más caluroso la verdad. En cualquier caso, se adentraron en la fortaleza que protegía el corazón, un laberinto de corredores iguales, débilmente iluminados, con sus paredes de piedra maciza marcadas con toda clase de extrañas y mágicas inscripciones. La señal externa del poderoso artefacto que era el Laberinto en si mismo y que tanto tiempo hace que se ha perdido. Caminaron por senderos retorcidos, entre rutas llenas de trampas letales, como flechas capaces de deshacer la magia que contra la que impactaban o paredes movedizas que buscaban separar al grupo. Exploraron recovecos y se enfrentaron a las defensas del Laberinto, como tres guardianes mecánicos que se iban destruyendo a medida que los golpes, las flechas, los conjuros y las plegarias iban destrozando sus defensas. Encontraron extraños seres, como el perturbado orbe guía, aficionado al dolor y a las mentiras. Y hubo ocasiones en que fueron los aliados, como el Mercader, los que sirvieron para identificar posibles peligros y resolverlos, como cuando el genio creó un puente sobre un portal. 

Y fue entre todo esto que llegaron a la cámara donde un ritual de invocación se encontraba a medio completar. No parecía haber salida pero era a través de ese lugar como se accedía al corazón del laberinto, de modo que Aurora inicialmente iba a completar el ritual y traer a la criatura del otro lado. Solo al ver que se trataba de alguna clase de monstruoso ser innombrable de más allá de este mundo decidió detenerse y descargar la magia de forma controlada antes de borrar el círculo de invocación. Fue Zarel quien encontró la escondida manivela que abría la pared y permitía avanzar hasta el propio corazón del Laberinto, donde la rosada piedra que servía de centro se encontraba, guardada por una peligrosa monstruosidad, amalgama de criaturas y seres en estado de tránsito. Esta criatura cambiaba y se adaptaba a los golpes que recibía, devolviendo masivas cantidades de daño de esos mismos elementos y forzando a las aventureras a adaptarse a cada momento, con cada golpe y estrategia. Pero para controlar a la criatura, su naturaleza transitoria fue forzada a estabilizarse, vulnerable al fuego por el control de la Supervivencia de Shana, vulnerable a la divinidad por el dominio sobre la Nomuerte de Talon. Y, con los espectros convocados por la Luz de su lado, Zarel descargó una impresionante lluvia de proyectiles ígneos que, junto al daño causado anteriormente, terminaron de desterrar a la entidad de este lugar.

Con la entidad derrotada, el corazón del Laberinto quedó en manos de Milia, que liberó a todas las personas y criaturas atrapadas en su interior durante tantos siglos. El Laberinto como tal no solo se cerró sino que colapsó en un palacio, a semejanza del que tenían en Nuevo Catan, que durante mucho tiempo guardaría vigilia frente a la entrada del lugar donde moraba la Duda. Pues esta, en su nido o cubil, por primera vez era vulnerable al ser expuesta a los ataques quedándose sin la guarda del Laberinto. Pero al liberarse a los ocupantes de la prisión sobre el mundo, multitud de criaturas y monstruos de toda clase se enfrentaban y peleaban. Zarel intentó imponer algo de orden y organizarles, solo para encontrar que un gigante le arrojaba un goblin como si fuese una piedra para interrumpirlo. Con palabras tranquilas y con amenazas consiguieron separar a las criaturas razonables de las no, y aquellas que eran demasiado malvadas y destructivas fueron rápidamente erradicadas por la magia y proyectiles del grupo. La tribu de los Caminantes de las Sendas Torcidas fueron invitados a vivir tranquilos en Nuevo Lago, y por eso en las decoraciones tempranas de esa ciudad a menudo se encuentran espirales dibujadas, en recuerdo del largo encierro que esa gente había pasado en el Laberinto. El resto de los habitantes, desde goblins a los supervivientes de La Ciudad pudieron permanecer libres en la superficie, y tendrían que aprender a sobrevivir por si mismos en el mundo real, aunque siendo capaces de sobrevivir en el Laberinto sin duda les había preparado holgadamente para ello.

Pero otra cuestión las preocupaba pues, al emerger del Laberinto vieron que desde Nueva Catan se alzaba una enorme columna de luz morada hasta las estrellas. Viajaron raudas de vuelta a la ciudad para descubrir que se trataba de un pilar que surgía de la Torre del Silencio y que en el cielo estaba inscribiendo palabras en el antiguo idioma. Palabras de Poder dispuestas de maneras particulares por motivos desconocidos, si bien Ragnar y los miembros de la Torre de Hechicería parecían concluir que, al menos de momento, no era peligrosa para la ciudad. Pero era demasiado importante como para ignorarla, así que investigaron y crearon augurios, trajeron al poderoso dragón dorado de mundos ajenos y con la Verdad descifraron los textos antiguos que tenían del Arcanista y observaron. Y llegaron a algunas conclusiones, sobre el estado incompleto del ritual, de cómo el tiempo lo finalizaría, de cómo las palabras de poder más concretas se alineaban en el exterior y las más abstractas en el interior. Y Aurora, con su conocimiento, llegó a la conclusión de que aquello bien podría tratarse de la Palabra de la Divinidad en construcción.

De todo eso, de la lucha contra la Duda, de los portentos por venir... de todo ello te hablaré mañana. Ahora estoy cansado y nuestro destino está ya a nuestro alcance si nos apresuramos. Así que descansa bien, que mañana será una jornada complicada.

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