Cronicas de las Tierras de la Bruma 8: Sombras y Reflejos

 

La tierra de la Hegemonía del Brezal Negro para muchos de aquella época era una promesa o una maldición, un hogar o un enemigo. Una tierra que no permite grises ni puntos intermedios, donde los sueños de antaño habían sido transformadas en pesadillas. Donde la única manera de medrar era arriesgarlo todo, pues la ruta hacia el infierno está llena de buenas intenciones y acechan los Horrores de la Mente. 

Pero en Nueva Catán, compañero de peregrinaje, las cosas cambiaban. La Iglesia había tenido discusiones y peleas, un nuevo encantador había abierto su tienda, los piratas ampliaban los puertos despertando los miedos del Concilio. Y el Miedo, como bien sabes, es uno de los tres Horrores. Pero también había espacio para la esperanza, porque entre las dunas del desierto del norte los Adelantados habían encontrado una población nómada, el primero de los asentamientos de las civilizaciones que habían estado en el antiguo continente durante las Brumas. 

Porque si ahora nos parece arduo el camino y nuestros pies nos duelen por los kilómetros recorridos, sobrevivir a las Brumas debió ser una pesadilla sin comparación. Y más en el norte, donde las amenazas a la supervivencia siempre están a la vuelta de la esquina. Pero entre las tribus del norte, cuyos nombres ahora nos son conocidos por los antiguos textos, las integrantes del Nuevo Cisne escogieron hablar con los Eskai, una tribu encargada de la producción de bienes para las tribus, sacando buena parte del trabajo del dominio sobre la tribu menor de los Irtai. 

Nuestras heroínas, como bien sabes, no son blancas ni negras, sino que en todo andan en sus extraños equilibrios. Y el encuentro con los nómadas del norte no sería un enfrentamiento de espada y brujería como los que habían pasado hasta entonces, sino una prueba de caracter, de moralidad y de inventiva. De decisiones, pues es con ellas como se maneja el acero que crea las leyendas. Pues era un conflicto entre la justicia, la posibilidad, el hambre, la tradición y el cambio. Donde no había respuestas acertadas y donde nuestras heroínas se dividieron entre distintas aproximaciones, entre la piedad de Hotane y Milia, el análisis económico de Aurora, las invenciones de Gnaven y el pragmatismo mercenario de Shana. Unas discusiones donde sus ideas y opiniones fueron enfrentadas no contra goblins o monstruos sino las unas contra las otras.

Y al final, como ocurre en las mejores historias, surgió una opción que no se había contemplado con anterioridad. Un cambio forjado entre la persuasión de Milia y los argumentos religiosos de Gnaven, entre los datos económicos del análisis de Aurora y el silencio enfático de Hotane y Shana. Y el mundo cambió, porque se abrieron las puertas a una nueva convivencia, al comercio con el norte, a la llegada de los extraños a la ciudad que tantos problemas traería con el tiempo. Pero eso, como siempre, será contado cuando llegue el momento, que nuestro peregrinaje aún es largo y estos pies duelen ya demasiado. 

Pero una cosa te diré, antes de irnos a dormir, y es que a la vuelta a la ciudad hubo un baile, una artimaña, un plan. Y uno de los sin reflejo fue identificado, uno de los integrantes de los Adelantados. Y hubo una nocturna incursión de Gnaven, amparado por la oscuridad de la noche, entre sombras y disparos. Y una discusión fuerte con Karstein, el padre de Aurora, donde las piedras volaron, los argumentos se cruzaron e hizo falta la intervención de Milia para calmar los ánimos. Y es que, entre reflejos y sombras, el reino desconocido de lo posible se transforma en el cierto espacio de lo ocurrido. Y se escriben las puertas que algún día el acero delimitará. Pero eso ya es otra historia, me duele demasiado la garganta para seguir hablando y mañana hay que seguir caminando. ¡A dormir!

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