Tokyo 4ª Generación 1: Nuevos Amigos para Jugar


Érase una vez, en un reino muy muy lejano (tan lejano que se encontraba al otro lado del arco iris) que el día especial había llegado. En ese reino, bendito por el sol naciente y nunca poniente, los Reyes habían mandado llamar a los niños más especiales para hacerles conocerse y pasárselo bien todos juntos. Pues los reyes, que eran muy sabios y queridos por todo el pueblo, sabían que los niños iban a ser grandes amigos e iban a pasárselo muy bien una vez hubiesen pasado suficiente tiempo los unos con los otros. Por ello, los invitaron a todos a la gran escuela, donde todos podrían esforzarse mucho y estudiar y aprender todo lo que necesitarían para ser personas buenas y responsables una vez fuesen adultos. 

Todos se encontraron en la cola de entrada a la escuela, ¡y menudo espectáculo era aquel! Había princesas y soñadoras, monjes y sacerdotisas, niños pequeños y niños muy grandes, cocineros y ninjas, huérfanas y chicos de fuera de la ciudad, robots y animales. Pero todos estaban felices y sonrientes al encontrarse unos con otros, pues aunque eran muy distintos, una vez juntos pronto supieron que ¡iban a ser grandes amigos todos! Pues aquella era una escuela mágica, donde con el poder de la amistad, todo era posible y todos los deseos se hacían realidad. 

Estaba liderada por una sabia directora, que venía de una larga línea de sabias mentoras que habían llevado la escuela desde tiempos muy antiguos. Tan antiguos, que ya nadie recordaba sus comienzos, ¡porque era una escuela muy mágica y misteriosa! Pero aquellos habían sido unos años muy llenos de niños mágicos, y la escuela no tenía espacio para tantos alumnos, así que prepararon un juego muy divertido para elegir a quienes se iban a quedar y quienes iban a ir a otras escuelas a llevar con ellos su felicidad y sus risas. ¡Un gran partido de pelota, nada menos!

Se hicieron dos equipos, el de la niña buena y sabia y el de la niña mala y peligrosa, pero que en el fondo tenía un buen corazón pero había sufrido mucho y por eso no sabía mostrarlo aún. Pero ya llegaría el momento en que hasta su alma se llenase de flores de cerezo y esperanza y amor. Los alumnos fueron elegidos para cada uno de los equipos y cada uno llevaba consigo sus magias únicas y especiales, tan especiales como lo eran ellos, y prepararon sus estrategias. Los niños buenos querían meter el balón en la portería enemiga, ¡que bien! Pero los niños malos querían hacer que todo el mundo se aburriese y dejase de jugar y entonces ellos meterían la pelota en la portería cuando nadie estuviese atento, ¡qué mal! 

Entonces empezó el partido y la niña soñadora, viendo que muchos otros niños estaban cansados por los esfuerzos del día, les cantó a todos una nana y muchos se echaron a dormir y tuvieron dulces sueños. Pero a la niña mala esto no le gustó y miró muy mal a los niños del otro equipo, y muchos se pusieron tristes y dejaron de jugar. Esto no le gustó a la sacerdotisa, que cruzó hasta la niña mala y le echó una bronca que hizo que ella se cogiese un berrinche y con su pataleta se quedase ahí. Mientras tanto, el niño guay había montado una zona de juegos y todo el que entraba en esa zona se quedaba a jugar con él y dejaba de preocuparse por la pelota. Y la princesa se puso a jugar con muchos otros niños y la niña de las coletas se puso a hacer castillos de arena en la zona de juegos y hubo muchas risas. Mientras toda la gente reía y se divertía, la niña huérfana cogió a todas sus amigas y juntas llevaron la pelota hasta la portería y así todas se lo pasaron genial y se rieron con el dragón que protegía la portería, que quería haber jugado en el equipo de la niña buena. Y es que al final, fue el equipo donde reinó el cariño y el poder de la amistad el que ganó el partido, y la niña mala lo entendió y se volvió buena.

Y entonces la directora salió a dar la enhorabuena a todos los niños por participar, porque al final lo que importa es que todos se divirtieron y se lo pasaron genial. Todo eran risas y bromas mientras ambos equipos se daban la enhorabuena por las buenas jugadas y estaban deseando jugar de nuevo. E incluso los seis niños que tuvieron que irse de la escuela se fueron felices porque había sido muy divertido todo, y se llevarían con ellos sus risas y experiencias a las otras escuelas con el resto de niños mágicos y especiales.

¡Todos se divirtieron y fue un gran día! Y colorín colorado, este día se ha acabado.

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