Crónicas de las Tierras de la Bruma 56: El Testamento de la Certeza (primera parte)

La naturaleza de la nomuerte o de la luz es complicada de comprender, pero es concreta; la entidad de la transformación es mucho más neblinosa y abstracta, pero se manifiesta de modo continuo; pero cuando el Nuevo Cisne decidió ir a por el Testamento de la Certeza, precisaban de una palabra que les permitiese utilizarlo y, como siempre, no escogieron el camino sencillo. Podrían haber escogido muchas palabras que encajasen, pero optaron por buscar la Verdad como su camino y esta es una discusión metafísica sobre la naturaleza misma de la realidad, de la honestidad o la existencia de realidades externas y objetivas verificables por entidades superiores o acaso la mera opinión subjetiva de cómo percibimos esa realidad. La Verdad se encontraba en las conexiones entre todas esas cosas y más, y aprehenderla requirió un extenso y complicado debate sobre la naturaleza del mundo mismo y su verdad, centrado principalmente en los argumentos de Aurora, Talon y Shana. No trataré de adentrarme en los entresijos filosóficos que allí se plantearon, más de un códice se ha escrito desde entonces tratando de desentrañarlos.

Fue al poco de la resolución de este debate que al gremio llegó Alvin McHill. El representante del Concilio de las Diez Monedas en la ciudad buscaba debatir si su nación debía integrarse o mantenerse al margen de la recientemente creada organización C.O.N.A.N. Su énfasis en el comercio interesaba e intrigaba al Concilio, pero la pérdida de control y soberanía que implicaba entrar a formar parte era un peligro que debía ser cuidadosamente sopesado y la opinión del Nuevo Cisne le era valiosa para decidir qué hacer al respecto. Al final, Zarel y Aurora sugirieron que no entrase a formar parte de la organización si esta no ofrecía algún beneficio por ello, y que negociase en busca de una buena ventaja que obtener.

Tan pronto se estaba marchando el comerciante llegó una notificación de los tribunales de la ciudad, solicitando la presencia del gremio en el juicio a Elías que comenzaba ese mismo día. Un juicio de una enorme escala que encausaba al eclesiástico por su participación en los eventos anteriores y durante la llegada del Hierofante a la ciudad, meses atrás. Un caso seguido con muchísimo interés por muchos de los ciudadanos de la ciudad y los dignatarios en ella presentes, que recibieron con atención las palabras del Nuevo Cisne cuando llegó su momento de testificar. Y es que, entre la posición del fiscal que culpaba a Elías por haber aceptado seguir unas directrices superiores carentes de virtud, y la defensa del avogado del monje que argumentaba que un hombre simplemente debe cumplir con las responsabilidades a su organización, había una distancia infinita. Como la había entre las condenas solicitadas, por uno la pena de muerte y por el otro un periodo de servicios comunitarios. Zarel y Aurora tomaron el estrado e hicieron brillantes alocuciones, no esculpando al monje pero si, desde el punto pragmático habitual en la hechicera, defendieron que la muerte de Elías no beneficiaba en nada ni a la comunidad ni a nadie, y por tanto la alternativa era mejor pues podía dar espacio a que aprendiese y a que deshiciese el daño que había causado. Numerosos juristas y abogados desde entonces han usado esos argumentos en la base de la doctrina de pragmatismo judicial que aún hoy en día se estudia con profundidad en universidades de todo el mundo.

Esto llevó a Aurora a recordar su propio cuadro y a descubrir que quien posaba ahora para el famoso pintor era en realidad un simulacro de Amanecer, no ella misma. Y esto llevó a un amargo conflicto cuando Amanecer, en su actitud rebelde frecuente en ella, señaló que acaso Aurora no mereciese ser la Archimaga de la torre de hechicería pues raramente se encontraba en la misma. Esto marcó el punto de inflexión de la poderosa maga que encontró solo la oposición de Zarel a lo que iba a ocurrir; y el muchacho, no deseando oponerse a lo que parecía que el resto del gremio había acordado, se excusó y dejó la torre. Y entonces la palabra de Transformación fue usada para modificar a Amanecer y convertirla en una perfecta sirviente, ante el horror de Savirie que abandonó el lugar dramáticamente. Solo unos minutos después, Aurora devolvió a su antiguo simulacro su personalidad anterior, con el recuerdo de lo que había ocurrido y la advertencia de que si se convertía en un problema las medidas que tomaría serían tan severas como esa pequeña prueba. Y Amanecer bajó la cabeza y aceptó lo ocurrido y todo lo que ello implicaba, recalcado con la amenaza posterior de Talon y la carta cariñosa pero precavida de Zarel. Este encuentro ha sido debatido infinitas veces por arcanistas y teólogos, pues muchos lo consideran una paradoja imposible: si Amanecer tenía alma propia gracias a su magia, su alma no podría haber sido alterada por la Transformación; pero, si la magia no podía otorgar un alma real a las cosas creadas con ella, hoy en día deberíamos aceptar que los dragones que surjan el cielo, en realidad, no son más que árboles animados como fueron originalmente Dracael y Dracaella. Un debate que nunca ha podido solucionarse por completo y que a menudo se usa como demostración de distintos puntos, pues es uno de los muchos Misterios de Aurora que jamás han sido desentrañados.

Tras esto viajaron a las profundidades del bosque, más allá del poblado de los elfos que adoraban al innombrable, hasta llegar a un espacio donde toda existencia era ambigua y absurda, pues la Duda todo controlaba. Y es que esta se veía fuertemente atraída por los sitios de grandes y fuertes certezas, que buscaba destruir a toda costa, y en el centro de aquel vórtice sin sentido se encontraba la puerta a la mayor de todas las seguridades. Un portal que daba a un plano creado por el Testamento mismo, que llevaba resistiendo durante un milenio la envenenada presencia de la Duda. Pero esta, incapaz de entrar hasta aquel momento, vio en la irrupción del Nuevo Cisne por el portal la oportunidad de acompañarlos y comenzar a corromper el castillo de la certeza. 

Tras el primer salón, y con la Duda siempre arrastrándose lentamente tras ellas, el Nuevo Cisne llegó a un pasillo con seis puertas. El número antiguo y mágico guardaba una prueba detrás de cada una de ellas, diferentes y únicas a su manera. Aurora rápidamente desentrañó las extrañas protopalabras y protosímbolos presentes y, con ello, entendió la clase de significados de lo que les esperaba. Y optaron primero por la puerta de la sabiduría, que daba a una infinita biblioteca con sus dos guardianes y sus preguntas misteriosas y filosóficas sobre el aprendizaje, la experiencia, el respeto y la vida misma. Cada una de las heroínas demostró su propia verdad y su propia visión de las cuestiones a tratar, y a su modo, todas demostraron su sabiduría con ello. Aprovecharon también para coger algunos libros de su interés de los anaqueles de aquella biblioteca, pero el tiempo empleado en buscarlos era tiempo que permitía que la Duda avanzase en busca del Testimonio de la Certeza y, por ello, no podían dedicar todo el que quisieran a aquella búsqueda de textos.

La segunda puerta que recorrieron era la del honor, en el interior de la cual les esperaba un caballero dracónido al lado de una balanza. Tuvieron que escoger su momento más brillante, pero también el más oscuro, de sus pasados para pesarlos ambos. Milia y Aurora pusieron el mismo momento en ambos lados, pues aquellos hechos podían interpretarse de dos maneras, pero al final también añadieron un momento positivo diferente para alejar cualquier posible malentendido. La luz de todas ellas pesó más que las penumbras menos en el caso de Talon, donde la profundidad de sus actos deshonorables equiparaba a la de sus actos honorables. 

Tras ella cruzaron la puerta del corazón, que separó a las integrantes del gremio en una sala individual para cada una de ellas. En ella, dos guadianes protegían las dos cosas que cada una de ellas más amaba. Y ante este extraño encuentro, muchas eran las opciones de lo que podía pasar, pero todas ellas trataron de encontrar la forma de apropiarse de las cosas que amaban a la vez, de modo que no hubiese una elección entre ambas. Es difícil saber lo que hubiera ocurrido en caso contrario, siendo que ya no existe nada de aquello, pero el hecho de que superar la prueba de ese modo implicase no perder nada parece indicar que haberlo hecho de otro hubiera requerido perder uno de los dos amores a favor del otro. Siempre nos quedaremos con la duda, sin embargo, igual que es difícil saber qué ingredientes has echado a este potingue que llamas sopa. 

La cuarta puerta era la del servicio, que abrieron entre bromas en torno a que aquella era la puerta de Madrigal. Pero el camino que deberían cada una recorrer en ella distaba de ser esa clase de servicio, sino la clase que surge de poner la vida al servicio de una causa o de un motivo. Y cada una tuvo que escoger sus motivaciones más importantes antes de avanzar por aquellos angostos pasillos llenos de trampas y dolor. Pero lo hicieron, con algunas ayudas del destino y algunas guías, todas llegaron al final de sus senderos de sufrimiento en un tiempo realmente rápido. Y es que, cuando salieron de vuelta al pasillo de las puertas, el avance de la Duda era mucho más lento que el suyo propio e incluso una de las baldosas del pasillo, que estaba indecisa sobre su naturaleza, fue convencida por Zarel de que siempre había sido y siempre sería una baldosa. Para que luego la gente diga que las piedras no escuchan, ¡lo hacen más que mucha gente!

La quinta era la temida puerta del sacrificio, donde una pira apagada les esperaba. Y cada una debió sacrificar a la misma alguna cosa de valor para ellas, algo que importase realmente y a lo que tuvieran cariño. Habían logrado evitar las grandes pérdidas hasta entonces en el Ciclo de la Oscuridad, pero no se podían evitar todas, aunque fuesen objetos y mementos de su pasado los que ardiesen en aquella pira.

La última de las puertas era la de la protección que, como Zarel sospechaba con pereza, era un campo de batalla. Pero no uno cualquiera, sino uno donde olas de enemigos de su pasado, desde caballeros de Cyndas a contempladores y lobos, se lanzaban al frente tratando de alcanzar a aquellas cosas que ellos querían proteger. Es probable que el muchacho identificase el combate que iba a venir antes de que este llegase, pero en buena medida también se puede decir que lo que ocurrió entonces no se puede identificar con un combate en realidad, pues los enemigos de su pasado no tuvieron ni la más mínima oportunidad. Era llegar y ser destruidos, en una cadencia tal que no tenían tiempo siquiera para luchar ninguno de ellos, asateados y atravesados por proyectiles y lanzas, conjuros y plegarias. Y se fueron a tomar por culo, de vuelta al pasado del que no deberían haber salido, sin siquiera poder rascar las protecciones que las aventureras habían dispuesto alrededor de lo que querían proteger, así de eficaces eran.

Y con esto es suficiente por esta noche, que ya es tarde y mañana hay que continuar caminando a ver si, de una vez, abandonamos esta marisma de mierda. Cuando de nuevo descansemos mañana te contaré qué había del otro lado de la puerta y del Testamento y acerca de la Verdad. Pero hasta entonces descansa, que necesitarás las fuerzas para la jornada que tenemos por delante.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un mundo de tinieblas

El poder de los nombres

Tiempo de Anatemas 27: La senda de la tinta y la sombra