Historia de una Ida y una Vuelta 2: Paradojas

 

¿Cómo se mata a un fantasma? Es una pregunta que me ha mantenido despierto muchas noches, intentando cuadrar las matemáticas precisas para su exorcismo. Ni cruzando rayos energéticos ni con ouijas en cabañas perdidas. Para cazar a un fantasma hay que usar un cebo adecuado y, mientras en Silvertown se cocía una noche de problemas, sexo y violencia, yo me mantuve encerrado en mi apartamento, encajando las últimas piezas que lograrían la cuadratura del círculo: una nueva Ecuación. 

Fue al día siguiente, en el bar de siempre, que les plantee el plan. En los archivos de patentes e ideas de Nova había una tecnología de IAs apropiada para música que podría darle una gran ventaja a alguien. Esa era la llave. Haríamos creer al mundo que John, la leyenda que era padre de Mula había conseguido esa información y estaba dispuesto a vendérsela a la Dama O-Yoroi. Me encargaría de que la competencia se enterase de eso y, ante alguien de la leyenda y reputación de John, enviarían al asesino adecuado para acabar con él: Deathlock. Este iría a ajustar sus implantes antes del encargo en la tienda de su amigo en Silvertown y nosotros nos encargaríamos de él en ese momento, vulnerable y sedado. Y, antes de morir, me encargaría de que supiese que su único error era el que le enviaba al Infierno.

Pero la ecuación usaba a esas personas específicas por motivos concretos. Conocía las canciones de Rev y no era difícil entender la ira autodestructiva que la carcomía por dentro. Fue mencionar a O-Yoroi y la cantante perdió los estribos rápidamente, en un arrebato apasionado, despotricando sin control ni objetivo. Pura ira desatada, fácil de predecir y encajar, pero había que anclarla y darle un objetivo para que se centrase, y su archienemiga era ese foco que necesitaba para forjar de Rev una herramienta útil. Mula se tomó con mucha más calma la mención a su padre, una renuencia útil y relevante. Ghia fue fácil de incluir, pero fue imposible localizar a Aurea, que probablemente habría regresado a las llanuras rojas de Marte. Ya la encajaría más adelante en el plan.

Tesis: pago en sangre, por haberme regalado plomo. 

De camino a Silvertown me puse en contacto con Queen en la Tierra. Hacía años de la última vez que habíamos hablado, más aún de la última vez que nos habíamos visto, cuando yo todavía no me había habituado a este cuerpo. Pero esa pieza no se había desplazado en el tablero y su lealtad permanecía y, con ella, la información llegaría a su destino como debía.

Con eso dispuesto partimos hacia Villa Navaja, el hogar natal de Mula, al encuentro de su famoso y duro padre, el Sheriff de la población. Corrupto, duro e hijodeputa, más cabrón que la mayoría, la clase de persona que necesitarías a un asesino legendario para acabar con él. Pero un tipo inteligente y con contactos con el que hacía falta ir de cara. La mejor sonrisa para una interacción donde el papel de padre e hijo no sería digno de premio de la Academia de cine, pues si Mula era un monstruo, su padre le hacía parecer un santo. Yo tampoco lo soy, ni he juntado a los Ángeles de Charlie, como mucho los Diablos de Picas. No es un mal nombre para una posse. Rev casi jode todo al final con uno de sus comentarios hirientes a nuestro mercenario, pero por suerte la presencia del padre y el miedo que este generaba en Mula fueron suficientes para evitar que descarrilase todo. 

Lo que estaba claro era que había que separarlos en el espacio y en el tiempo, así que modifiqué la siguiente fase del plan para que eso se reequilibrase. Todo habría sido distinto de no haberlo hecho, peor lo cierto es que Rev y yo regresamos a Olympus a extender rumores y conseguir información, mientras Ghia y Mula marchaban a Silvertown a preparar el terreno y estar listos cuando llegase Deathlock

Apenas me había podido sentar en uno de los salones de Olympus con unos contactos para comenzar a esparcir esos rumores cuando me llegó el mensaje que hizo que un sudor frío me atenazase. Deathlock estaba en la silla del ciberdoc. Pero no estaba allí por mi plan, no era posible, no había habido tiempo, estaba allí por otro contrato distinto. Podía dar luz verde pero no podía estar allí para asegurarme que ese maldito bastardo hijo de las mil rameras supiese que moría por haber osado siquiera pensar que podía acabar conmigo y, peor aún, por haberlo intentado. Por la ofensa capital de haber puesto fin a mi primera vida y mi ascensión al trono. No era momento para prosa, ni que supiese que era por mi que moría, ni nada por el estilo. Era hora de sangre y venganza. Durante unos minutos no supe nada tras haber mandado mi respuesta, y después vino la confirmación. El fantasma estaba muerto, "ding dong the bitch is dead". Pero tenía que conseguir ese ordenador, que rápidamente aseguró Mula pues, en su interior se alojaba la información del contrato que Deathlock acababa de aceptar y, quizás, algo más de información sobre el enorme puzzle en el que nos encontrábamos inmersos.

De vuelta en Olympus, al regreso exitoso de su cacería, nos reunimos en el bar de siempre. Bar donde el robot/camarero finalmente reveló sus cartas, pues alguien movía sus hilos y lo estaba manejando, alguien había donado una pieza carísima de tecnología militar para que sirviese de camarero en aquel antro. Y, podría apostar sin dudar que era Nova quien se encontraba detrás, no en vano era el garito más cercano a su torre. Les expuse la nueva versión del plan ya que Deathlock estaba fuera de la imagen: aprovechar la información y la red tendida para hacer que O-Yoroi fuese a visitar a John a Villa Navaja y allí, lejos y vulnerable, acabar con ella. Daba igual que no hubiese monedas de oro por ella como si la había por el fantasma, no se trataba de seguir el juego de Nova sino de reescribir las normas y hacernos con el juego. Nadie se ha hecho grande de rodillas y mi plan no permitía lugares para otros autoproclamados dioses. Cobramos la recompensa, hablamos de cómo había sido posible o si había sido demasiado fácil, y nos separamos de nuevo. Yo tenía un ordenador que saquear, ellos tenían vidas a las que volver.

Pero de nuevo, pese al placer de ver el rostro de Deathlok eliminado de la Ecuación cual variable ya resuelta, mi intención se vería interrumpida por una llamada. Me encontraba desactivando el cuarto nivel de hielo y de protecciones del ordenador cuando Ghia me dijo que fuese a su casa, a su pequeña compañera de piso la había ido a visitar O-Yoroi a la escuela con el fin de conseguir una moneda de Platino que la niña había conseguido aquella misma mañana jugando a Candy Crush. Una niña de doce años ya debería estar jugando a juegos más productivos y complicados, que le enseñasen a hacer algo con su vida de provecho y utilidad, pero no es mi lugar entrometerme en la vida de las clases bajas. Hablamos y Ghia nos reconoció que eran sus hermanos, no sus compañeros de piso, que tenía toda una historia trágica atada a Nova, al ejército y a las corporaciones farmacéuticas. Su villa había estado en el camino del progreso y había sido allanada siguiendo un plan que yo había trazado muchos años atrás, en otra vida cortada por un fantasma ahora extinto, por eso conocía bien cómo habría ocurrido. Yo habría hecho lo mismo con su vida y su familia de no haber acabado en el estercolero marciano. 

Entra aquí, cual malabarista en su trapecio, una nueva pieza de la ecuación, un jugador que añadir y una serie de pistas que tomar. Como Anónimo para mi es Nova, este que era Anonimo978 (o alguna mierda así) para mi sería conocido como Hermes, por razones que pronto serían claras. Él le había dado la moneda de platino a Sara usando Candy Crush, y esto le hizo entrar en mi reino particular de electrones y transferencia de datos. Localizar su cuenta de usuario no fue dificil, igual que rastrear su interacción a la Torre Inclinada, un poderoso centro de negocios multifunción del centro de la ciudad. 

El resto fue el antiguo juego del gato y el ratón. Yo hice un par de llamadas para localizar a los guardias y un par de sobornos abrieron puertas, el roedor borró los datos y huyó, Rev y Mula localizaron su lugar de trabajo en la planta de Militech y yo el rastro del transporte que lo había sacado volando del edificio. Pero el jaque de aquella partida sería mucho más sencillo: el puto Candy Crush. Adoraba su cuenta, pero yo la tenía hackeada, así que por demostrarle que podía le borré todo. O tenía intención de hacerlo hasta el momento en que entré y me di cuenta de que, instantes antes de que decidiese borrar, todos los datos habían sido cambiados: había viajado atrás en el tiempo para evitar eso, tanto le importaba la cuenta en el maldito jueguito a nuestro pequeño ratoncillo.

Si viajaba en el tiempo estaba en la red secreta de Nova. El resto, localizarlo, fue sencillo: simplemente bastó con mandarle un mensaje por el Candy de que podía volver a hackear su cuenta infinitas veces y él no tendría monedas de bronce suficientes para evitarlo. Así es como conocimos a Hermes, nuestro mensajero del juego macabro de Nova, uno de los usuarios que había ascendido a moderador y después a administrador. Mula, Rev y yo nos quedamos como moderadores, Ghia tenía la pieza para ser administradora pero no la usó aún. El resto fue una lluvia de información sobre los 100 jugadores que formaban parte de aquella retorcida danza de muerte, gente que intercambiaba favores, que los hacía, gente que recibía o perdía derechos como miembros del juego, etc. Y los cinco que lideraban el marcador: Máscara, Cabrón, Trajecitos, AsesinoBrutal y Hanna Montana. Para entonces, ya sabíamos que Hanna era O-Yoroi, en una referencia cultural muy antigua, pues se había revelado al encontrarse con la hermana de Ghia en la escuela para intentar hacerse con su moneda de platino, avisada por Hermes de que esa moneda iba a llegar allí aunque hubiese sido Nova quien lo hubiese pagado. Dominos que van cayendo lentamente haciendo que los participantes hagan sus movimientos en un juego amañado desde el principio. Y O-Yoroi tenía más de 11 monedas de platino, una cantidad absurda e inabarcable.

Pensé en acabar con ella durante el día siguiente en su concierto, en que Rev diese un concierto alternativo enfrente, en tantas otras cosas... pero 11 monedas eran una dificultad insalvable en aquel momento de la partida. Y por mucho que Mula hiciese reconocimiento en la zona y por mucho que la amenaza a su familia alterase a Ghia, no había nada que hacerle de momento. Esa gente llevaba demasiado tiempo jugando, tenía demasiado conocimiento y recursos, nosotros tendríamos que ponernos al día a marchas forzadas. Nos aseguramos de que Sara, la hermana de Ghia, desapareciese del juego con ayuda de Hermes y decidimos que suficiente por una noche, cada mochuelo a su nido, cada número en su encuadre.

Pero yo no me retiré a dormir, yo aún tenía un ordenador que abrir y sus secretos que encontrar. Y lo haría, encajando piezas de un modo interesante y diferente. El contratante de Deathlock era O-Yoroi, el objetivo del asesinato era Rev. 

Hipótesis: con tantos recursos temporales y siendo tan apasionada como Rev pero no una asesina consumada, O-Yoroi habría matado numerosas veces a Rev pero no habría logrado salir impune y finalmente había decidido acudir a un profesional ya que dinero no le faltaba.

Antítesis: Nova quería a Rev viva para su juego, había asegurado la recompensa sobre la cabeza de Deathlock para que evitásemos que matasen a Rev. 

Síntesis: Nova quiere dictar los términos del juego, pero el control es solo una ilusión para quien no tiene todas las piezas. Y el tiempo no es suficiente por si mismo. 

"Ding, dong, a new witch will be dead" cuando llegue el momento, he sido paciente, la Ecuación debe volver a ajustarse. Una pieza ha caído del tablero, y O-Yoroi debe ser retirada para conseguir el equilibrio necesario en la volátil personalidad de Rev. Pero pronto, hermanita, pronto llamará tu nombre la parca, por mucho que te escondas en Salt Lake City. Lo dicen los números, y la matemática no falla. Tic, toc.

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