Acero para Humanos 22: Me he pintao

 

Aquellos días de comienzos de mayo fueron tranquilos, amigos, eso es cierto. No es que no hubiera maldad, o que los ejércitos de Nilfgaard hubieran detenido su asalto a Sodden. Tampoco el Rey de esas tierras había abdicado a favor de Foltest, ni los ejércitos en torno al Pontar se habían movido. Pero Niedamir si había desmovilizado a la mayoría de sus ejércitos, igual que lo había hecho Esterad, y las cosas estaban algo más relajadas tras los eventos de Aretuza, con la Hermandad centrada en sus problemas y Henselt reorganizando sus tierras. 

Chloe y Xandria estuvieron indagando en el pasado de la segunda de las hechiceras, en torno a los días previos a su pérdida de memoria. Y de su vecina repipi y estirada, cotorra y cotilla, descubrieron que las noches anteriores se habían oído ruidos en su dormitorio y se había visto una extraña iluminación pálida. También conocieron al halfling Tereng, que acabó siendo llevado a la torre de Xandria para salvarlo de la situación abusiva de servidumbre en la que vivía... un acto de caridad que, como a menudo ocurre en el Norte, sería recompensado con la traición cuando el halfling robase en la torre de la hechicera y se escapase en la noche al no estar vigilado. 

Pero mientras eso ocurría, todos marchamos a la boda de mi querido primo que, finalmente había llegado. Todo estaba preparado y engalanado para el evento, con decoraciones por las calles y casas y grandes invitados presentes. Incluido su Majestad Demavend. Y entre los nobles reunidos, desgraciadamente, en más de una ocasión noté miradas de desprecio o soberbia hacia Sheela, que me acompañaba con discreción. Los votos intercambiados en el templo de Melitele más cercano fueron formales y apropiados. La bebida llenó vasos y la comida fue abundante. Fue entonces que canté una de las canciones que, a estas alturas, y está mal que yo lo diga, se han convertido en el centro de muchas copias y muchos intentos de otros bardos por imitarlas, pero que mis muchos meses de trabajo me había llevado componer esos versos y esos hilos musicales:

Me he pintao de blanco toa la cara
Me he pintao de azul el corazón
Y de rojo las envidias que les tengo a las mañanas
Y de rojo las envidias que le tengo al sol

He comprao mi creencia en las esquinas
He soñado ramos de grosellas en las cortinas
He perseguido imperfecto a quien me ha dado la vida
Y he meao fuera del tiesto cuando todo era mentira

He repasado los caminos del cuerpo
Y he nublado un cielo abierto
Si te vas déjame atado

Y he cosido con palabras los hachazos que fui dando
Si te vas déjame atado
Que me encelo y me revuelco por el suelo
Y una vez lleno de barro
Como caballo golpeado voy trotando por el cielo
Y me despierto y ahora vuelvo a ser un feto en tu regazo

Me he comido lo que quedó en el camino
Me he fumado los besos ya olvidados
He vomitado nostalgias y he defecado castillos
Espero ser yo habitante de nostalgias de un amigo

He repasado los caminos del cuerpo
y he nublado un cielo abierto
Si te vas déjame atado
Y he cosido con palabras los hachazos que fui dando
Si te vas déjame atado
Que me encelo y me revuelco por el suelo
Y una vez lleno de barro
Como caballo golpeado voy trotando por el cielo
Y me despierto y ahora vuelvo a ser un feto en tu regazo

Necesito umbilicales transmisiones de los sueros de tu vida
Necesito que respires tú por mí, necesito oler tu axila
Necesito claudicarme en tu matojo y ponerme de rodillas
y comerte.

Chloe casi se enfrenta a la señora de la Casa, la madre de la novia y Duquesa de esas tierras, pero finalmente se contuvo. Pero tener que estar sin usar magia porque eran las costumbres de aquellas tierras, y algo bastante frecuente en Aedirn en general, no lo llevó nada bien. Y cuando el Rey se emborrachó, fui yo quien consiguió que durmiese. Y con eso, pudimos bajar al poblado donde me quedé tocando algo de música para los campesinos y perdí de vista a Sheela que iba muy borracha. 

Xandria y yo la buscamos y fue la hechicera la que la encontró, drogada por dos herreros que planeaban violarla. La hechicera enfrentó a ambos y, pese a no usar magia, fue capaz de mantenerlos a ralla y llevar a Sheela aparte, hasta que yo les encontré. Pero yo no tuve la paciencia o el cuidado de la hechicera, intenté como siempre solucionar las cosas con las palabras, pero el alcohol y lo demás que hubieran ingerido claramente impidieron que razonasen. Así que, por una vez, dejé que hablasen mis puños y mis rodillas, mis botas y mi ira. Y los dejé destrozados a ambos en el suelo, costillas rotas, pies dañados... probablemente nunca volviesen a vivir con comodidad, o eso esperaba. No podía hacerles más sin iniciar un conflicto con la Duquesa, pues al fin y al cabo eran los herreros del pueblo, pero no por falta de ganas.

El consejo de la sacerdotisa de Melitele y el descanso fueron suficientes para que Sheela se recuperase al día siguiente, aunque por fortuna no recordaba lo ocurrido a últimas horas de la noche. Viajamos a las afueras de las tierras antes de que nadie se pudiese teletransportar para evitar usar magia y la taberna donde nos alojábamos fue atacada por un lobo inmenso y otros muchos que asaltaron los corrales. Pero muerto el primero dejó de haber problemas y pudimos regresar a nuestros hogares y planes. Como decía al principio, al fin y al cabo, aquel comienzo de mayo era un tiempo tranquilo.

Comentarios

  1. La canción que aparece y da título al capítulo es de Carlos Chaouen, versionada durante la partida por Juancarlos Sánchez (el jugador que interpreta a Barth de Vengerberg).

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Un mundo de tinieblas

El poder de los nombres

Tiempo de Anatemas 27: La senda de la tinta y la sombra