Crónicas de las Tierras de la Bruma 40: La Oscuridad se Mueve

 

Con cada paso adelante que se da, una nueva prueba surge al paso de nuestras heroínas. Igual que nuestro peregrinaje pone a prueba nuestra fe y conocimiento, el de ellas ponía a prueba su templanza y su fuerza. Destruir a los héroes corruptos de los elfos era, probablemente, necesario. Sus vidas, eran meras abominaciones, una pésima imitación de lo que la vida deberia ser y la que habían tenido. Pero su existencia era útil y, destruidos, no quedaba nadie para detener el esparcir lento y paciente de los ilicidos y otras aberraciones por el bosque. 

Solo el Nuevo Cisne se interponía entre ellos y los demás, y ellas lentamente iban dándose cuenta que su camino no era el que inicialmente habían esperado. Si bien habían llegado al antiguo continente para hacerse ricas y actuar como mercenarias, cada vez se encontraban metiéndose en follones y problemas, porque si no lo hacían ellas nadie lo haría. Y el primer paso para enfrentarse a los enemigos, igual que nosotros preparamos con cuidado esta leña húmeda para hacer un fuego, era localizar la influencia de los ilícidos en la ciudad.

Un baile sería la forma elegida para hacerlo, igual que otro baile meses atrás había mostrado la influencia de las brujas en Nueva Catan. Organizaron todo para comprobar dentro a la gente influyente de la ciudad, y fuera a la mayor cantidad posible de los ciudadanos de la misma. En un tiempo convulso pues los Adelantados acababan de proclamar un cambio constitucional que redefiniría los requisitos para ser parte de la ciudadanía. No todo el mundo se lo había tomado bien, seamos sinceros, pero ello no ensombreció la celebración de la fiesta, el baile y la presentación de Talon en sociedad como miembro del gremio. Pero no se encontraron ilícidos ni aberraciones entre los presentes, lo cual demostraba que las criaturas no controlaban a la gente más importante de la ciudad.

Sin embargo, al día siguiente recibirían una misiva de los Adelantados confirmando, con sus augurios, la presencia de las criaturas en la ciudad. Y es que los ilícidos, en su servicio loco y deformado a la Gran Mente, son lentos, cuidadosos y sutiles. Esto enfureció al Nuevo Cisne, en especial a Aurora, que no quería ir investigando y buscando cada rastro de los ilícidos en la ciudad, de modo que convenció a las demás de un nuevo plan: ir directos a la capital de los elfos, Assur Na'filem y destruir a la Mente Maestra que controlaba a las demás. Muerto el perro, muerta la rabia, al fin y al cabo.

Pero para eso necesitarían ayuda y tiempo. Primero visitaron al adivino de la ciudad, Antenogenes Longinos, para que localizase en las marismas a un no muerto adecuado para que Talon pudiese controlarlo. Y enviaron a los Barbas Largas a traer a ese no muerto retenido de vuelta a la ciudad. Tras ello, en la catedral, Zarel con la ayuda de Madrigal invocaron a un celestial, un ángel/vidriera silencioso y formal, que les acompañaría desde entonces en la lucha contra el mal. Cuentan las historias que Aurora intentó también atar a un hada para Milia, pero que eso fue mal y se les quitaron las ganas de lidiar con un hada irascible y molesta, al menos durante un tiempo. 

Partieron entonces hacia el bosque, a continuar explorando en dirección a la capital de los elfos. Pero esa primera noche, los sueños de Shana volvieron a ser agitados e inquietos; soñó con sus padres, con las revelaciones de por qué los habían matado los Apotecarios, y con el objeto que transportaban que podría haber cambiado todo, camino de la Isla de Alba cuando Thatch "el Negro", temido pirata, les abordó y mató. Aurora se adentró en los sueños de Shana, descubriendo que no eran exactamente sueños, sino un extraño viaje místico, acaso ocasionado por su cruce al otro lado del mundo de los muertos varias semanas atrás. 

Al llegar a Asur Na'assib encontraron que los elfos estaban preparando las granjas para el descanso del invierno, bajo la guía y vigilancia de una sacerdotisa del fuego. Hablaron con ella brevemente y todo parecía ir bien hasta que Zarel comprobó la naturaleza de la sacerdotisa, descubriendo que en realidad estaba controlada por los ilícidos. La elfa perdió la vida bajo un piadoso golpe de Shana, mientras suplicaba que no la matasen, que ella no quería nada de aquello, que la dejasen vivir. Pero no encontró misericordia, más allá de una muerte rápida y poco dolorosa. Comprobaron cómo estaban las cosas en la ciudad, donde habían encontrado a otros cuatro ilícidos infiltrados y los habían ejecutado ya, y se hacían rutinariamente toda clase de pruebas para comprobar que todo el que entrase estuviese limpio. 

Continuaron su viaje al norte, en las profundidades de cuyos bosques encontraron un lugar donde se sentían bien, felices. Shana deseaba soledad en una playa y es lo que encontró; Aurora soñaba con la Torre del Silencio, que se encontraba allí mismo; Zarel quería que le prestasen atención y hubiese bailes, y se encontró con gente que le daba la bienvenida; Talon solo quería la mesa del salón del Nuevo Cisne, con comida y bebida para compartir con las demás... y Milia solo quería estar donde estuviesen sus personas queridas. Y esto sería clave, pues Milia fue capaz de encontrar el hueco en el embrujo que ocupaba el lugar en el bosque, pues cuando se adentraba en la lámpara de su genio no estaba sujeta al efecto que imperaba en el exterior. Zarel, mientras tanto, junto con Talon comprobaron que los bailarines y bebedores de la fiesta eran aberraciones. Aurora se encontraba feliz en las cercanías de la Torre, aunque algo en la parte trasera de su mente le decía que aquello no podía ser... pero, al mismo tiempo, era lo que deseaba realmente, y no era en modo alguno una ilusión ni nada por el estilo pues lanzó sus conjuros para revelar la realidad. Todo era real.

Milia convenció a Shana primero de que encontraría soledad en el interior de la lámpara y, después, fue convenciendo una por una a cada una de las demás. Refugiadas dentro de la lámpara, pidieron al celestial que cargase con ella hasta fuera del área del efecto y se encontraron a salvo. Durante un rato, pensaron en seguir más allá y dejar aquel problema atrás. Como decía al principio, sin embargo, al final ellas mismas se acababan metiendo en los follones porque sino nadie lo haría. Y una adivinación rápida reveló la información que las llevaría a actuar: que la criatura que había causado todo aquello, que consideraba aquel bosque su madriguera, era una aberración malvada.

Pero sus poderes de creación y control de cosas eran demasiado peligrosos para ir sin un plan. En este caso, Aurora convenció a las demás de que todas se someterían a un geas que les obligaría a seguir el plan trazado para destruir a todas las aberraciones del lugar. Hubo un combate contra los cambiaformas que se hacían pasar por elfos y humanos bailarines y bebedores, pero no fue un combate especialmente memorable ni complicado, la fuerza del Nuevo Cisne muy superior a la de sus enemigos. Y menos impresionante aún fue el enfrentamiento contra la criatura que se encontraba en el espacio del centro de la Torre del Silencio, una aberración fea y horrenda que, sin embargo, fue destruida de un plumazo por Aurora, sin dar tiempo a que nadie más siquiera pudiese actuar. 

Y así termina esta historia, mostrando cómo la voluntad del Nuevo Cisne había cambiado y con ella su ruta. Assur Na'filem se convertía en el objetivo principal, no los templos de los dioses élficos y, así, el avance del Ciclo del Fuego se concretaría. Pero aún faltan algunas historias que contar antes que eso, y no serían historias pequeñas. Pero serán bajo las estrellas de otra noche, que la hoguera ya es poco más que ascuas húmedas y mañana nos queda mucho viaje por hacer.

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