Acero para Humanos 21: No Temas Esta Noche

Gracias por este trago, buena mujer, que Melitele te lo pague. Por aquel entonces, después del torneo de Aretuza, murió un hombre que yo nunca llegué a conocer. Me dijeron que fue un hombre duro, hosco, triste y que trataba de ser bueno, uno de los muchos héroes que el Norte nunca lloró ni reconoció. Uno de los últimos miembros de la Escuela del Lobo, llamado Vesemir. Luchó a solas contra una bestia, murió a solas contra la misma. Por su memoria levanto esta copa. Pero si bien aquel tiempo se cobró su vida, también es cierto que nosotros habíamos visto de cerca el abismo y por qué poco se había sorteado. Eso me llevó a escribir estos versos, para recordar que incluso en mitad del terror hay opciones:

No temas esta noche, no te vas a perder.
Aunque las sombras caigan, las estrellas encuentran su camino.
Despierta del sueño tranquilo y escucha el susurro del viento;
despierta mientras crece el silencio en la soledad de la noche:
La Oscuridad es extiende sobre la tierra y tus ojos se abren silenciosos
Los amaneceres nos han abandonado, los horizontes  están lejanos
las pesadillas vienen cuando las crecen las sombras,
con los ojos cerrados y el lento latir del corazón.
Pero no temas esta noche, no te vas a perder
Aunque las sombras caigan, las estrellas encuentran su camino.
Siempre puedes ser fuerte, alza tu voz con la primera luz del Amanecer
Pues el Amanecer esta sólo a un latido de distancia;
y la Esperanza está solo a un Amanecer de distancia.

Los días posteriores al torneo de Aretuza fueron sorprendentemente tranquilos. Henselt no inició la invasión de Aedirn que yo temía, ocupado por poner orden en su casa y esperar a la reacción de la Hermandad de Hechicería. Niedamir tampoco invadió Redania, sino que devolvió a los campesinos a sus campos a trabajar y desconvocó la mayoría de sus ejércitos. La tensión se respiraba en el Norte, no nos equivoquemos, pero las tragedias que temíamos no se materializaron. Por supuesto, permanecía la amenaza del Imperio y su invasión de Sodden en el sur, pero eso para muchos era algo muy lejano.

Yo regresé a Veitewer a organizar los últimos compases de la boda de mi primo. Y allí encontré que a mi prometida no la habían invitado a la misma, pues los padres de la novia no querían aceptar a alguien que no era noble en el banquete. La futura suegra de mi primo resultó ser una formidable política, ahora entendía por qué tenía una posición tan relevante en la corte del Rey Demavend, mientras su marido se preocupaba más de la guerra y las batallas. Pero nada que el buen argumento de un bardo no pudiese enderezar, haciéndole ver que si mi Sheela no se encontraba presente sin duda la interpretación de la música prometida sería menos memorable, y que excepciones de campesinos entrando en el castillo ocurrían con cierta frecuencia.Y, con la invitación de boda en mano, convencí a mi prometida de dejar a Barth con mi primo en el castillo, y viajar juntos a Veitewer a comprarle un vestido adecuado para la boda, hecho por el mejor sastre de la ciudad.

Mientras tanto, Teos convenció a Chloe de ir a derrotar a Mischifuz. El goetia se encontraba influyendo en el infante que reinaba en Cidaris, pero cazar al monstruo introduciría a ambos en un conflicto político. Y es que, si bien el regente, el hechicero Dorregaray, no quería que la criatura, al ser única, fuese destruida, la madre del rey estaba muy decidida a que eso fuese lo que pasase con la misma. Encontrar al gato malvado fue inicialmente más complicado de lo esperado, pues su rastro no fue hallado donde se esperaba, pero finalmente la adivinación de la hechicera reveló que estaba influyendo en uno de los nobles de la ciudad. Optaron, para tratar de evitar molestar a nadie, por ir a darle muerte a altas horas de la noche, sin saber que se encontraba en la misma habitación donde el noble dormía. No hubo una batalla real, Mischifuz no se defendió y solo trató de huir, especialmente cuando su cabeza cortada brotó unas patas y comenzó a corretear por la pared. Pero el noble despertó y, mientras el goetia era destruido, él juraba a su manera vengarse. Una venganza que se materializaría al día siguiente en la corte, causando un conflicto abierto con Dorregaray, que sería solucionado de modo inesperado cuando el noble para resarcirse pensase en que la compensación fuese que el brujo se arrodillase y suplicase perdón en público... y Teos lo hizo sin ningún inconveniente. 

Tras esto, Teos y Chloe se reunieron con Sheela y conmigo camino de Vengerberg, a donde llegamos con un portal de la hechicera. Se contrataron sendos vestidos para ambas damas y tuvimos un sincero momento de solaz y de respiro, de camaradería y descanso. Como dije antes, al fin y al cabo, aquellos días después de Aretuza fueron tranquilos. Chloe después intentó convencer y hacer madurar a Tankred en Kovir, una tarea titánica en la que cada palmo de sentido común introducido en su cabeza requería litros de sudor. Era más probable que el muchacho llegase a la virtud por error, que por voluntad, al fin y al cabo. 

Después, junto con Teos, fueron en busca de Erland de Larvik, para avanzar la siguiente etapa del plan para volver a crear nuevos y mejorados brujos: conseguir la aprobación del Gran Maestre de la Escuela del Grifo. Pero Erland era un hombre de otro tiempo y no sabía si la idea de crear nuevos brujos sería buena o mala, si funcionaría o solo llevaría a repetir los viejos errores. Al fin y al cabo, por aquel entonces no se sabía lo que ahora, con el beneficio del tiempo, sí sabemos. Junto al primer Grifo fueron en busca de Letho de Gulet y las demás Serpientes, viles como son, menos mal que yo no me encontraba cerca. Según tengo entendido, los encontraron en las cercanías de las montañas de Mahakan y conversaron largo y tendido sobre crear nuevos brujos, así como sobre el poder de la Cacería Salvaje y el papel de hechiceros y brujos en un mundo de humanos que les odian. Puedo casi sentir en mi paladar el feo sabor de su cinismo y eso que no me encontraba siquiera en Temeria. 

Despedirse de Erland tras nuevas conversaciones sobre el futuro, así como viejos recuerdos de tiempos pasados, fue el final de una noche más. Una de aquellas noches, tranquilas tras el torneo de Aretuza, en que vimos brillar la luz de las estrellas en la oscuridad de las sombras. Porque, al fin y al cabo, el amanecer siempre está a un simple latido de distancia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un mundo de tinieblas

El poder de los nombres

Tiempo de Anatemas 27: La senda de la tinta y la sombra