Acero para Humanos 10: Despierta al Grifo Rojo

Vuesas mercedes deberán disculpar que me ponga más serio para narraros lo que ocurrió a continuación y eso que, aunque yo os lo cuente, lo cierto es que no me encontré presente en esos hechos, inmerso en la corte de Kovir y sus intrigas con las cuales no os aburriré. Pero si el Norte, nuestra cruel amante, paga con moneda de amargura y dolor, la mejor respuesta suele ser olvidar, quizás la bendición que la demente mente de Sturmrik le regaló. Pero en aquellos momentos, como relato en mis versos, Teos empezó a buscar en su pasado y a recordar y con eso comenzó una senda que a todos nos abocaba, igual que la busca del djinn antes.
 
Antorchas de guerra bajo velas de odio
un susurro de perdición en una brisa oscura.
Arrasando las orillas en un rastro de fuego
ceniza y humo enturbian el aire que respiramos.
Sangre de reyes caídos, filos de caos resuenan
acero y plata cantan por la justicia.
Afilado es mi olfato, la caza mi musa
Un medio para un fin en este Camino que escojo.
¡Despierta al Grifo Rojo!
Rememoranza al fin.
Despierta al Grifo Rojo en el amanecer de la guerra
el final de una era se aproxima.
Despierta al Grifo, ¡despierta al Grifo Rojo! 

Aunque no fuimos testigos de cuando se pronunciaron esas palabras, fueron enunciadas en la estepa mientras regresábamos de nuestro viaje, ignorantes de lo que el Destino tramaba. Pero nuestra historia empieza dividida, pues es una historia de buscar en los fantasmas del pasado las respuestas que hemos querido ignorar demasiado tiempo. Teos quería avanzar la investigación en torno a lo ocurrido en Kaer Y Seren tanto tiempo antes, cuando los hechiceros destruyeron a la Escuela del Grifo, y para eso Chloe viajó a Cidaris a entrevistar a Dorregaray. Pero el brujo iniciaría un viaje a su origen, olvidado por el peso de la Prueba de las Hierbas, cuando en la biblioteca de la universidad de Lan Exeter empezase a indagar en lo que Erland de Larvik y Stregobor habían dejado caer acerca de su linaje y su pasado, ya olvidado. 

Y el rastro le llevó al encuentro de su madre, casi olvidada. A la casa donde nació, ahora convertida en un negocio de importación y exportación enana. A indagar en los archivos del Gremio de Hilanderos de Lan Exeter, un gremio pobre y de poca importancia, en la historia de una familia que era dueña de la casa. A descubrir que, según la narración del propietario, su propia madre había desaparecido seis meses para aparecer embarazada y dar a luz a un niño, él mismo, que por primera vez tenía un nombre antes del que él mismo se daría en Kaer Y Seren años más tarde. Al drama de una madre que se ve obligada a vender o entregar a su hijo a tres extraños que intentarían asesinarlo en el bosque después, una mujer que cargaría con esa culpa los años que le restaron de vida hasta que, alcohólica, moriría de un accidente en las calles de la ciudad, ingratas y ciegas a su carga y su dolor. 

Todo ello ocurrió en el marco de una cita entre Teos y Chloe. ¿La mejor cita? Sin duda, como sabréis a estas alturas, los brujos no son los grandes maestros del romance y el cortejo, pero al menos acabó en un buen restaurante y una buena noche entre las sábanas. Así que supongo que tampoco se puede decir que sea una mala cita. Seguida a la mañana siguiente con una entrevista con el Rey Esterad que encajó lo hablado el día anterior con la hechicera y el encargo no oficial de mediar en el conflicto diplomático con Niedamir, el rey que recientemente había comenzado a crear a sangre y fuego la Liga de Hengefors. 

Pero el viaje hasta allí sería casi tan importante, o acaso más, que el destino. En una de las noches, Teos recibiría la auspiciosa visita del espectro de Pola, su esposa muerta casi medio siglo atrás, que le trajo advertencias de lo que estaría por venir. Un momento tierno, de amor sincero, teñido por la sospecha de los poderes que podrían querer jugar con sus sentimientos, de una posible emboscada o problema. Y más al este, el robledal de los druidas donde indagar en lo ocurrido en Kaer Y Seren, con un Hierofante iracundo y molesto por los muchos dolores que los mortales traen a la naturaleza. Y la desaparición de Visenna en la fecha de la destrucción de la fortaleza, una pérdida que el círculo druídico aún sufría. 

No fue hasta cruzar la frontera de Creyden que, una noche, Mischifuz escapó de su encierro. Hubo que perseguirlo dos noches hasta dar con un pueblito donde intentaba robarle el tiempo a un niño pequeño y vulnerable, la gota que colmó el vaso de Chloe que transformó al goethia en una figurita. Y, con magia, lo llevaron hasta Kaer Y Seren donde Keldar guardaría a la criatura hasta el momento en que, un tiempo después, escapase del encierro. Continuando el viaje conocerían a Trinde quien, si bien las primeras interacciones fueron complicadas, acabaría uniéndose a su viaje. Y es que la guerrera era una de las nacidas bajo el Sol Negro, la que por fortuna había escapado de la caza de Stregobor y ahora, más de un siglo después, permanecía oculta y en cambio, alimentando un odio por el hechicero y por brujos como el Carnicero de Blaviken que habían matado a su compañera de maldición, la joven Renfri. 

Fue así que los tres llegaron al pequeño y poco importante castillo de Caingorn donde buscaban encontrarse con el rey Niedamir y cumplir así el encargo de Esterad. Y encontraron a un hombre valiente pero brutal, asediado por la busca de enemigos y traidores, inteligente pero inculto, brutal pero filosófico. Una colección de contradicciones que, groseramente, comía un faisán como el que Chloe y Teos habían disfrutado en la cena de su cita unas noches antes. Entre preguntas complicadas, algo de adulación y negociaciones, Chloe empezó a suavizar las cosas y encontraron el rastro de Stregobor pues el hechicero había estado dos años atrás en la corte del rey y había causado una terrible impresión al buscar hacer un regalo al rey, algo desafortunado pues le hizo sentir de menos y eso es algo que Niedamir no está dispuesto a tolerar. 

Pero en lugar de terminar camelándose al rey, Teos sugirió acudir a Derathor de Yspaden al que recientemente habíamos conocido durante el viaje con el príncipe. Creía, acertadamente, que el inmortal poseía una enorme influencia en el reino y podía ser la pieza que garantizase el éxito de la embajada que estaban realizando allá donde otras habían fracasado. Y el eterno aceptó, negociando a cambio que Chloe encontrase su cuadro, pero eso será historia para más adelante. Lo que realmente importa es que el fuego de la guerra nos fue directamente visible entonces. Los rumores hablaban de que Nilfgaard había entrado en Cintra bienvenidos por las gentes de la ciudad y el Duque de Attre, pero más allá de esto, el joven Duque se había enfrentado al rey Eist Tuirseach y este había huido a Skellige. Y con ello, la sucesión y el control del trono de Cintra se convertía en una pieza codiciada de la que todo dependía, pues Temeria podría ambicionarlo, lo que abriría las posibilidades de que Redania hiciese su movimiento y con ello, la Liga de Hengefors. O quizás nada de todo eso. Todo era un juego de espejos, humo y faroles, como una buena partida de naipes, con reinos y vidas como las pujas de los reyes en sus tronos. 

Pues al final, nos encontrábamos en el amanecer de la Guerra del Norte, la primera de ellas. Y la ambición, la cortedad de miras, la furia llevarían a que el acero hiciese derramar la sangre de pecadores e inocentes. Al fin y al cabo, el Norte es una amante cruel y caprichosa, que paga siempre con sufrimiento y dolor, como una mala droga que no puedes dejar. Y mientras mis amigos regresaban a Kovir a informar al rey del éxito de su embajada, dejando atrás con disculpas y educación al rey de la Liga de Hengefors, muchas piezas se ponían en movimiento en cortes distantes, en ejércitos y en burdeles. Y, en algún lugar desconocido para nosotros, donde el espíritu de Pola debía informar de su éxito a su maestra.

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