Tiempo de Anatemas 23: La senda del hueso y el cristal


Las sendas de los muertos y los demonios son tan distintas como esas criaturas y sus caminos son a veces recorridos incluso por aquellos que no nacieron para ello o son sus enemigos. Así ocurrió entonces, cuando la Reina de la Medianoche les informó de la existencia de un nuevo cadáver cubierto de cristales azules, mientras que los rumores señalaban que los abisales estaban comprando esclavos y enviándolos a Thorns. 

Pero en ese entorno, el Círculo se adentró en las profundidades de la ciudad en busca de sus propios muertos, la Tumba de Hielo donde Okami supuestamente había enterrado a Zhiyuan, la chispa que ahora se encontraba en el interior de Jun. Entre túneles donde los desposeídos y pobres, arruinadas sus casas por las crecidas del río, se hacinaban en busca de refugio, avanzaron hasta la cúpula de hielo que nadie podía desafiar. Pero ellos lo hicieron.

Con rituales y conocimientos de Megara y sus nuevos poderes, Jun hizo que la Reina de Cumbres Heladas se viese forzada a mostrarse ante ellos. En una corte espiritual contraria a lo que cualquiera esperaría pues las normas de las mismas las había elaborado tiempo antes Zhiyuan, lo que debían hacer es mostrar una total falta de respeto por la poderosa espíritu. A Jun le costó, su formalidad chocando con la necesidad de ofender, mientras Ventura se desenvolvía con naturalidad y Synn la imponía con el calor del mediodía. Pero lo más sorprendente fue la presencia de Megara, tranquila y afable normalmente, que se imponía con acierto. Hasta que entre todos doblegaron a la espíritu hasta que este se vio obligada a aceptar el humillante pacto y a dejarles pasar.

Los paneles de hielo se hicieron a un lado para revelar una segunda bóveda de metal, llena de inscripciones de oricalco. Sus estudios revelaron de forma incompleta que se trataba de un pacto, por el cual Zhiyuan buscaba atar a la muerte misma, a la hija de la Dama de los Finales, Saturno. Pero algo había fallado en el pacto, algún pequeño e inesperado detalle que incluso el maestro de pactos del pasado no había conseguido atar con éxito. Sin embargo su sello permanecía, muerto como cualquier cosa que tocase la cúpula, en la parte alta de donde fue rescatado por Meng, que lo llevó a la mano de Jun mientras la cúpula de metal se corrompía y deshacía como si nunca hubiese existido.

Y tras ella, un palacio, más en otro mundo que en el actual, a donde Zhiyuan esperaba retirarse por toda la eternidad hasta que el momento fuese el adecuado para salir. En su entrada les recibió el chambelán, el Ciervo Elegante, que les dio la bienvenida como dignatarios que venían a entrevistarse con el Maestro. Poco sabía que milenios habían pasado y la muerte le había reclamado ya, pues los espíritus que atendían el palacio no molestaban al Maestro en su estudio. 

Cuando Jun abrió la puerta del mismo, tras ser atacado por el Ciervo que debía proteger la intimidad del Maestro, lo que encontró es un lujoso despacho en cuya mesa reposaba el cadáver de Zhiyuan. Sobre la caoba lacrada papeles escritos con prisa mostraban que hasta sus últimos instantes había estado tratando de trabajar, mientras que artefactos y artilugios destruidos por el tiempo y el desgaste llenaban la sala. Sagrest y Ventura examinaron estos objetos, identificando en ellos artefactos para doblegar espíritus y crear pactos ventajosos, mientras que en las paredes el guía identificó que los murales mostraban, entre otros sitios, algunos de los lugares de Nexo tal y como habían sido milenios antes. 

Mientras tanto, Megara y Jun se dedicaron a analizar los textos en los que Zhiyuan había trabajado hasta el final. Un pacto que permitiera corregir el error del pacto de acero que debía haber detenido a la muerte, algo que permitiese parar al Arquitecto del Tiempo que había afectado al solar antiguo con una maldición de envejecimiento acelerado que había terminado por cobrarse su vida. Pero en esos papeles también habían otros indicios, menciones sutiles al Palacio de las Rosas, el hogar de Zhiyuan, que hoy en día era la ciudad muerta de Thorns. Y la existencia de una esposa, una solar llamada Faz del Verano y la terrible consciencia agarró al joven Ragara cuando se dio cuenta de que aquella debía ser el monstruo que ahora se llamaba Máscara del Invierno, Señor de la Muerte, Rey de Thorns. También confirmaron que la tumba, con todo lo que en ella había, la había elaborado principalmente Zhiyuan, que no había sido encerrado allí por Okami como parecía por aquella tumba, sino que se había encerrado voluntariamente aquí mientras la antigua Cénit velaba por ella. 

Con toda esta información, y las preguntas asociadas, abandonaron el palacio y el resto de sus secretos durante un tiempo, pues Ventura había tenido una idea. Como en las antiguas historias, donde morder una manzana podía poner a una princesa a dormir, algo así no quebrantaría las normas contra la violencia de Nexo. Era posible acabar con el Sangriento Poeta del Destierro de modo astuto con algo así, pero preparar un veneno de esa clase requería de la colaboración de los tres expertos hechiceros del Círculo. Y entre Sagrest, Synn y Megara quedó claro que hacía falta una rara planta que no crecía en ningún lugar de la Creación... menos en la antigua manse que ellos mismos habían visitado, conocida como la Cuna de la Primavera. 

Pero eso implicaba adentrarse de nuevo en el cubil de Ma-ha-suchi y Xiao Baozi les advirtió que su Maestro, Haz Argenta, le había dicho que eso no era viable, que el cubil era un territorio de muerte y derrota. Así que juntos decidieron ir a visitar al antiguo lunar para conseguir su guía y un nuevo encuentro de marido y mujer que permitiese que se acercasen. Pero lo primero que encontraron, al llegar al poblado de Cuatro Caminos es que este se encontraba lleno de patos sagrados, para mucha ira de la kitsune del bosque. 

Juntos llegaron hasta Haz Argenta que les advirtió de que Ma-ha-suchi era el más antiguo de los suyos, pero que había perdido la cabeza y no se podía negociar con él. Que ir a su bosque era una sentencia de muerte de la que no volverían. Pero con camelos y palabras sabias, miradas de Megara y preguntas acertadas, consiguieron que fuera hablando de otras cosas, como la manse de los portales que Yuen, su antigua esposa, había construido y aún se alzaba en las profundidades del bosque del este. Y un regalo suyo de mercurio, asociado a la Dama de los Viajes, que facilitaría un conjuro de teletransporte de vuelta hasta la Cuna de la Primavera. Pero quizás lo más importante fue la preocupación que aún había bajo el frío exterior del oso y cómo, con el infructuoso intento de seguirle en la floresta todo acabó llevando a que Megara y él comenzasen a enmendar sus distancias. Hasta el punto que, por mucho que se había negado, el lunar finalmente accedió a viajar con ellos para que no le pasase nada a su esposa. 

Usando el portal construido mágicamente por los hechiceros, pronto se encontraron ante el poderoso dragón de madera que era el espíritu de la Cuna de la Primavera. No fue difícil convencerle de que les diese las flores, los Crisantemos de la Medianoche, que tenían un efecto soporífero tan fuerte que las leyendas decían que habían dormido incluso a espíritus que no podían descansar de ese modo. Pero mientras Sagrest y Haz Argenta conseguían las flores, en el exterior de la manse se escucharon los gritos y aullidos iracundos de Ma-ha-suchi y su gente, de modo que fue el dragón de madera el que, como hiciera la otra vez, les hizo abandonar mágicamente la manse en el interior del capullo de una flor mágica.  

Y recordaron que allí cerca, una bestia loca y monstruosa, que ellos temían que podía ser Ma-ha-suchi, estaba amenazando los poblados locales. Así que fueron en su busca y la encontraron, una mole en constante mutación sin control de ningún tipo, alterando fragmentos animales sin ton ni son. Claramente marcada por el toque de la Buena Gente. Pero sus aullidos mágicos traían la demencia y Sagrest fue consciente de que necesitaban protección para los oídos, que él podía confeccionar si conseguía acceso a una forja. Y en los poblados cercanos sin duda había una tal.

Lo que nadie podía esperar es que, desde las alturas, Ventura identificase la figura de dos ninjas, escondidos observando a la bestia en la distancia. Valiéndose de sus poderes se aproximó invisible y les sorprendió, descubriendo que Caliana y su aprendiz Misha estaban allí para cazar al monstruo. Pero, más increíble, que pertenecían a un clan ninja llamado Tinta Olvidada... demasiadas casualidad, pues la encarnación antigua de Ventura era Tinta Negra. Así que fingiendo ser un miembro del secreto clan de Nexus de la Garza Negra, el guía les sonsacó y en efecto el clan aún mantenía las enseñanzas y las antiguas misiones que Tinta Negra había dejado en funcionamiento tanto tiempo atrás. Como los Noches, la Tinta Olvidada seguía combatiendo a los monstruos valiéndose del subterfugio desde su templo secreto donde el Sensei Kaiju impartía las lecciones que quedaban de las enseñanzas del antiguo fundador. Estableciendo las bases para saber más en el futuro, juntos fueron a la forja donde Sagrest creó unos cascos que pudiesen protegerles en cierta medida del daño del monstruo.

Y así equipados, todos se lanzaron contra la criatura y sus gritos de demencia y dolor. Ventura fue el primero en aterrizar, preparando la llegada de Sagrest cuya espada hizo una profunda hendidura en la criatura. Pero esta con su ira logró herir al Atardecer guerrero, mientras sus aullidos causaban el pánico entre quienes caían. Uno de los hombres de Espada Celeste se arrojó al suelo completamente demente mientras el mortal dirigía a los demás a la carga contra la criatura siguiendo las acertadas indicaciones de Jun. Pero ante el terrible daño sufrido, la criatura aulló tal grado de demencia que la misma realidad empezó a fracturarse y la locura que los solares cargan en su interior, la Gran Maldición, amenazó con manifestarse. Entonces cayó sobre la criatura Xiao Baozi que logró levantar una de sus escamas antes de ser arrojada lejos, y Haz Argenta pudo explotar esa vulnerabilidad para alcanzar el último punto débil y terminar de dar muerte al terrible monstruo. 

La suya era una historia trágica, pues al morir la criatura se transformó en un humano cambiante bajo el influjo de las Buenas Gentes. Y los lunares reconocieron que se trataba sin duda de uno de ellos, corrupto por el hacer de las hadas, quizás antaño en la antigua guerra que lunares y hadas libraron durante el Contagio, tiempo después de la desaparición de los solares. La última gran batalla de Haz Argenta y muchos como él. Pero a mayores de los efectos del Wyrd que descubrió Sagrest, Jun identificó algunos restos de polen en el cadáver, el débil pero significativo rastro de Arefindel, el rey de las hadas que ellos habían liberado de la Cuna de la Primavera para lograr reactivar la antigua manse. 

Cómo había llegado tal criatura a este grado de mutación y si se encontraba el cubil de Ma-ha-suchi bajo la influencia feérica eran preguntas importantes, pero peligrosas de responder. Pero, inspirado por las gestas de los solares como los recordaba de antaño, Haz Argenta decidió quedarse e investigar lo ocurrido, pues esa era su gente y Ma-ha-suchi había sido un gran líder de los lunares antes de su locura. Así que dejando atrás al antiguo lunar, viajaron de vuelta a su castillo y con este regresaron a Nexus.

Y allí les esperaba a cada uno una carta, una invitación a una conversación tensa y complicada. Pues la Reina de la Medianoche sabía que se habían adentrado en una de las tumbas de los antiguos en la ciudad, algo prohibido por el Concilio de las Entidades. Y exigía explicaciones...

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