La Edad del Fuego 6: Parlamento de santos


"¡Buenos días Leagueheim! Comenzamos la Voz de la Ciudad cargada de noticias importantes porque hoy, en Grail, da inicio el coñazo de reunión de los trajeados de la Iglesia para discutir por mierdas de libros apolillados que a nadie le importan. ¡Pero es una gran oportunidad para jóvenes como vosotros para lograr ganar unos cuantos pájaros de fuego que es lo que realmente manda!" Así comenzó el programa más escuchado de radio de los Mundos Conocidos, aquel 18 de septiembre del 5049, día que pasaría a la historia como el primero del CXXIV Sínodo de las Escrituras y la Fe o, más comúnmente, el I Concilio de Grail. 

Pero antes de llegar a esos eventos debemos retroceder en el tiempo, para el dramatis personae de otra figura que sería de importancia en los hechos por venir: Orion Al-Malik. Hijo segundo de una pequeña familia de barones de Shaprut, su destino nunca estuvo en gobernar las tierras de la Casa sino en la Iglesia. Ya a la tierna edad de seis años, su madre y el obispo local le fueron preparando para dar ese salto como se esperaba de él. 

Con trece años lo encontramos en el seminario del planeta, peleando contra el abad encargado del mismo sobre la necesidad de seguir pensando y repensando los mismos textos una y otra vez. Quiso el azar, o el Destino, que entrase Lea McHill, una integrante de la Orden Eskatónica, por un permiso para acceder a la biblioteca del monasterio en busca de unos textos de un pagano llamado Lisan que había traído el misterioso Cáliz del Origen a los Mundos Conocidos milenios atrás. Y de ese encuentro fortuito surgió una conversación sobre todo lo que hay fuera de los dogmas cerrados de la ortodoxia, sobre ruinas y misterios de otros tiempos, que llevarían que Lea se convirtiese en la primera mentora de Orion y quien le introduce en la Orden Eskatónica.

Si seguimos saltando en el tiempo hacia el presente le veríamos tener distintos maestros y convertirse en un erudito de la Orden. Como ampliaría sus conocimientos de antiguas tecnologías y sabiduría controvertida. Sus viajes en expediciones en busca de ruinas y secretos olvidados, hijos de tiempos largo había ya pasados. Y cómo esa ruta le haría cruzar los pasos con Antonia de Cádiz, la Filósofa que, en su generación, mayor conocimiento de lo oculto y la teurgia tenía. Veríamos su romance, algo que iba más allá de la conexión de la carne para ser un verdadero lazo de las mentes, sus viajes juntos y aprendizajes compartidos. Y el dolor por la desaparición sin explicaciones de ella, después de que la Inquisición solicitase que se presentase. 

Y así llegamos al presente prácticamente. Pero nos queda una mirada rápida que hacer por nuestros otros protagonistas. Veríamos a Astra explorando con Rauni una ruina hasta encontrar un antiguo artefacto y guardarlo en la sede nueva de los Talebringers en Kish. A Lázaro en Marte con Augustus, realizando su primera huelga de hambre para solucionar un conflicto contra un corrupto Arcipreste y sus abusos de la población local. A Macarena organizando un festejo por su misión exitosa, en la que continuar cimentando lazos y relaciones con los futuros herederos de las Casas más importantes de los Hazat. A Irina recorriendo Shaprut en busca de información sobre lo ocurrido entre su Orden y los Al-Malik, pero también contribuyendo a la paz y a retornar la imagen positiva de los Hermanos ante las poblaciones locales. Y tantas otras cosas, perdidas en el tiempo. De noticias entregadas y viajes, de organización de viajes y recursos, de hombres en sillas de ruedas llamados de nuevo a su lugar en nuestra historia. Viejos y nuevos rostros que se unen en el complejo tejido que es la sociedad del Imperio, durante el reinado de Aurora I.

Y esos seis caminos diferentes coinciden, tras meses separados, de nuevo juntos en Sangreal, la ciudad principal de Grail, el día del acto de apertura del Concilio. Aquella mañana, en la Taberna de Corcel Pisador, en torno a una mesa con bebidas y comidas, se reencontraron y se conocieron aquellos que no se habían visto. Orion fue introducido a todos por su compañero de la Orden Ivor Vernat, mientras Macarena era introducida por Astra e Irina por Lázaro. Y Rauni, bueno, ella se basta sola para presentarse. Contaron historias del tiempo separados, de los planes de cara al futuro, de la forma en que afrontarían las pruebas por venir en el largo Sínodo que comenzaba. De los intereses de unos y de otros, y cuestiones de fe y teología, pues en esas materia todos llegaban desde lugares muy distintos. 

Su conversación sería interrumpida por la irrupción del soberbio e idiota hijo heredero de Lisandro Castillo: Leonidas. El ilustre heredero de uno de los Ducados de Sutek, miembro de la Armada Imperial, no gastó ni un segundo en demostrar que es un inepto, consentido, sin capacidad alguna. ¿Se nota mi desdén por él? Lo reconozco, no puedo negarlo, pues el muy idiota lo merece con sus exigencias de concubinas y esposas, sus abusos de Lázaro y su cobardía y estupidez intrínsecas. Un desperdicio de buen semen y de buenos ovarios transformado en un atractivo envase de basura genética. Pero lidiaron con él con cierta habilidad, desembarazándose de su presencia sin ofenderle, convenciéndole de que era en su interés marcharse. 

Terminado el desayuno en conjunto, el grupo se dispersó. Astra fue a confesarse con Lázaro, hablando del pecado de la tecnología que ella había cometido y los motivos de su uso, pero también de la complicada relación del sacerdote con su familia legítima y su deseo de redirigirlos a una vida mejor. Irina fue al encuentro de la representante Al-Malik, Amina Al-Malik, una famosa poetisa además de una avezada política de diversas cortes, que trató a la Hermana de Batalla con respeto inesperado pese al conflicto entre la Casa y la Orden. Averatio Bulgrad se encontraría con Orion para hablar de por qué la Orden Eskatónica les había enviado, pues antiguas pruebas podían ser centrales en los debates por venir, como los restos del legendario Monasterio Balandroch en Urth, si es que alguien podía realmente encontrarlo o si siquiera existía. Y Macarena fue al encuentro del Príncipe Hazat y sus historias y de su nieto Manuel, a quien convenció de que le valía la pena encontrarse con Irina y aprender de ella.

Se encontraron al poco de hecho, y de las bravatas rápidamente surgió un duelo a primera sangre. Con Orion y Macarena de testigos, la espada de Manuel Jacobi Nelson se cruzó con la de Irina y no tuvo el desenlace que el joven heredero esperaba, cuando la monje guerrera le derrotó con dificultad pero firmeza. Su orgullo y su enfado podrían haber sido terribles, pero Macarena consiguió encauzar positivamente el encuentro y lo que surgió de ahí es un joven que, por primera vez, encontraba un camino distinto por delante, quizás apenas vislumbrado pero posible. Astra fue a ver a los Decados para ver si tenían noticias de su madre la Duquesa Salandra, pero encontró que a Koyri Szantovich Decados le había sido entregada la Embajada Decados en Byzantium Secundus. El marido de Lucrecia Castillo, la segunda hermana de Lázaro, era un déspota cruel y el choque con Astra fue inevitable. Mientras tanto, Lázaro acudía en busca de Fennil Hawley y su guía para preparar los eventos que tendrían lugar en los meses venideros.

Y los caminos se cruzaron de nuevo tras los encuentros de la mañana, en la misma taberna para comer juntos. Las informaciones descubiertas fueron intercambiadas, algunos planes tentativos esbozados y apareció por allí una vieja cara conocida de algunos: Kamina Seashore. La reportera de los Voceros del Pueblo estaba en el planeta para cubrir los eventos que estaban teniendo lugar, como otros miembros de su gremio, pero ella sabía que Astra y compañía sabrían cosas. No la decepcionaron compartiendo los rumores de la sucesión en la embajada Decados en Byzantium Secundus, pero a cambio fue apartada de la posible misión en busca de las ruinas del Monasterio de Balandroch, pues esos secretos pertenecían a los Hermanos de Batalla y no a todo el mundo.

La tarde vio el comienzo del Concilio con los actos protocolarios de establecimiento del mismo. La tensión se notaba entre la agrupación de Hermanos de Batalla dirigidos por el Gran Maestre Claudius y la delegación de la Iglesia dirigida por el Syneculla Sigmund Drual. Y en el medio, el Príncipe Juan Jacobi de Hazat mediando y el Gran Maestre Lancelott Mountbatten de la Compañía del Fénix para garantizar la paz. Todo siguió el rígido protocolo del maestro de ceremonias Sir Malcolm Torenson que había preparado todo el evento con cuidado para garantizar que nada se salía de lo esperado y no había lugar a complicaciones. 

Cuando los dignatarios llegaron a las firmas la gente empezó a separarse. Irina siguió a los miembros del Templo de Avesti descubriendo que estos estaban seguros de que la Oscuridad anidaba en algunos de los Hermanos de Batalla, pero que prepararían cuidadosamente sus casos e investigaciones pues también ellos tenían mucho que perder. Astra fue a por una radio para llamar a Vryla en Leagueheim y se enteró de que los Reeves habían hecho una inesperada y tentadora oferta al Gremio que podía ser muy provechosa pero también muy contradictoria: paz a cambio de traición, la reunión de los Gremios a cambio de la debilidad del Trono Imperial. 

Tras ello, la joven Talebringer fue a buscar a Yukio Li Halan, la representante honorable de la Casa en el planeta, para consolidar las relaciones conjuntas. Lázaro se aproximó a su tío-abuelo Marcush Castillo que, en su silla de ruedas, compartió con él recuerdos de Haven y de la gente allí perdida al paso del tiempo. Pues aunque ya no fuese un guerrero temible, Marcush aún tenía un papel que interpretar en este teatro que son los Mundos Conocidos. Y Macarena aprovechó para consolidar sus lazos con el joven Manuel Jacobi, planeando entrenamientos conjuntos para el día siguiente con Rauni e Irina. Y la Hermana de Batalla tuvo una intensa conversación con Theafana Al-Malik sobre el futuro, las pruebas, y la naturaleza atemporal y alienígena de los simbiontes.

Así llegamos hacia el final de ese primer día de eventos cotidianos e importantes. Con una conversación en torno a la cena sobre cómo conseguir acceso a la Regla de la Batalla y los textos que pudiese tener la Iglesia sobre el Monasterio de Balandroch. Entre solicitarlo directamente al Templo de Avesti y esgrimir la honestidad y la verdad como arma dando ocasión al vigilante de vigilar, o mover las piezas con más precaución y cuidado. Dos sendas con razones poderosas detrás, pero que tendrían que ser escogidas a medida que los eventos de aquel Concilio comenzasen a desarrollarse con la llegada de la siguiente mañana.

Y es que, como dice la Voz de la Ciudad al día siguiente, "¡Buenos días Leagueheim! Hoy encontramos el escándalo de la Casa Real Decados..."

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