La Edad del Fuego 5: El reflejo de la Llama Eterna

La puerta de salto de Shaprut se abrió de modo inesperado y a través de ella cruzó la Custodis Sancti Mantii, corbeta de los Hermanos de Batalla. El capitán Valerian Sinter exigió atracar y hablar con la capitana Ahmadi Al-Malik a bordo del Hulm Shaprut, y lo consiguió pese a las reticencias de esta. Encomendándose a San Mantius y Lextius, Santa Maya y San Paulus, los monjes guerreros cruzaron y atacaron la nave bajo la reunión para parlamentar, aduciendo que era una nave al servicio de la Oscuridad y no de los Al-Malik. Si tenían razón y las consecuencias de todo ello, de momento no corresponde revelarlo.

En Kish, Macarena Gonçalva de Aragon y Astra decidieron que, una vez que la Casa Li Halan iba a apoyar el concilio, lo siguiente era trabajar en conseguir un mediador válido. Mientras ambas informaban, la primera al Príncipe Hazat y la segunda a su padre el Consejero Imperial, llegaron a la conclusión de que acaso Juan Jacobi Nelson Eduardo de Aragon de Hazat podría ocupar esa posición y convencer al señor del este resultó relativamente sencillo. Otra pieza encontraba su lugar en el tablero con ello.

En la sagrada Urth, tras un vuelo lleno de conversaciones, fue hora de verse con el Colegio de Ética y negociar la cuestión de costes e inversiones necesarias para organizar el concilio. Pese a la reluctancia de unos y otros, las palabras de Fennil Hawley, de Lázaro de Sutek y de Irina consiguieron convencer a los presentes con alegatos acertados, cuentas fundamentadas y manejando las posiciones de partidarios y detractores pese a algunos momentos de tensión. Tras lo cual volver a coger el avión de regreso a Florencia para reunirse al día siguiente con el Sínodo Sagrado. 

Al día siguiente Macarena y Astra se reunían con los charioteer para asegurar pasaje hacia Grail, un encuentro complicado por las diferencias entre la importante Decana del gremio en el planeta y la noble Hazat. Amenazas y negociaciones, palabras y actos que recordaron que los Gremios no son ignorables en el equilibrio del Imperio e incluso capitanes obsequiosos como quien realmente les llevó a Grail tenían un poder que fundamenta y une a la dispersa humanidad que recorre las estrellas.

Al mismo tiempo, en Florencia, las delegaciones eclesiásticas se encontraban de nuevo con el Syneculla Sigmund Drual y el resto del Sínodo Sagrado. Fue una conversación sobre la práctica necesidad del Imperio y de los Hermanos de Batalla, de los enemigos que habitan los Mundos Conocidos y la Oscuridad que se mueve entre ellos. Y una conversación con sus misterios, como el intercambio de miradas entre el representante inquisitorial y varios de los miembros. Pero al final, un compromiso, una información a cambio de la aceptación. 

Conseguir esa información llevó a Lázaro e Irina, dejadas sus delegaciones atrás negociando en Florencia, hasta la ciudad de Cairo. Allí, el embajador Al-Malik quizás tuviese algunas noticias de lo que acababa de ocurrir en Shaprut, pero no descubrió mucho. La que sí contó algo fue la Capitana Theafana al-Malik de los Hermanos de Batalla, confirmando que hubo esa batalla y que el Capitán Valerian Sinter había informado a su superior el Maestre Sanitra Urnadir cuando este ya no podía hacer nada. Supuestamente, la capitana Ahmadi Al-Malik estaba convertida en un agente simbionte que buscaba desatar una guerra entre las Casas Reales con una sutileza que raras veces se había visto en los simbiontes. Nuevas incógnitas pero, de momento, no había respuestas. 

Fue unos días después que Astra y Macarena llegaron a Grail. Allí consiguieron una reunión con la Seikh Kubali Keddah. La joven gobernante de la Casa Keddah no estaba demasiado interesada en el politiqueo de un sínodo sagrado, pero sí lo estaba por las historias de mundos distantes y lugares extraños. Fue con estas historias, más que con los argumentos de guerras y muertes o del deber religioso, que consiguieron convencerla para que el concilio se realizase en el planeta donde Santa Amalthea había curado de su ceguera demoníaca al Profeta. Quizás, ahora, podría hacer un milagro más mundano de nuevo y restañar la ceguera que dividía a los hijos del Pancreator tras la dura palabra de cisma. Solo así, el brillo de los espejos del alma de las personas reflejaría adecuadamente el brillo del Empíreo.


Y déjame un momento para contarte la muerte de un mal padre, a manos de un hijo aún peor.  Anciano en su cama, inmóvil desde meses antes, Hyram Vladislav Decados aguardaba la liberación de la muerte mientras su Casa se encontraba indecisa sobre quien le sucedería. Su hijo, sin embargo, bajo la enseña de la Mantis, terminaría con esas dudas cuando se adentra en su dormitorio con unas últimas palabras venenosas y de odio.

Lo que Hyram había construido con años de sutilezas y mover peones serviría ahora a Pietre Vladislav Decados para reclamar la posición de dominio. Porque a ojos del hijo, el peor pecado del padre no habían sido sus abusos ni negligencias, sino la aceptación de ser segundo. Que la Casa Real Decados no fuera la que ocupase el Trono del Fénix.

El final de la vida de su padre fueron los treinta minutos más largos que ninguna persona había vivido. Torturado con una daga de dolor, la Aguja de Discordia, su sufrimiento alimentó de placer y decisión a su hijo. Solo cuando salió ante el resto de nobles, cubierto de la sangre de su padre, el golpe se hizo manifiesto cuando aquellos más leales a Hyram que a él encontraron la muerte a manos de sus compañeros con menos escrúpulos o con más ambición.

Y ahora, comenzaba el periodo de trabajo, la hora de causar una guerra que beneficiaría a muchos.

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