Historia de una Ida y una Vuelta 7: Redención


Por bueno que sea el plan, la solidez inapelable de los argumentos matemáticos perfectamente ordenados, el caos y la entropía siempre distorsionan todo. Ocurre cuando Mula decide que el cambio de motor de su autobús es una línea roja. Los buenos jugadores son los que saben adaptar sus apuestas con cada nueva carta revelada, por poco esperada que esta sea. Pero eso, con un truco de manos, se transformó en el cadáver de Math, desangrándose con la cara aplastada a nuestros pies. Un trabajo bien hecho, una oportunidad surgida del vórtice de la Dama Azar. Y justo mientras bromeaba que no era hora de celebrar porque en breve llegaría uno de nosotros del futuro con nueva información, así fue. Pero Aurea no traía nuevas instrucciones, solo la información de que el plan había funcionado de nuevo. 

La pieza clave es que la información de la cabeza de Math me había dado la idea de cómo acabar con O-yoroi: la alquimia de un robo de la cuenta de Hannah Montana que le dejase sin control del tiempo. Un hurto violento que nunca tendría lugar, pues retrocederíamos en el tiempo a antes de que ocurriese pero, al ser la naturaleza de las cuentas temporales de Nova completamente atemporales, aunque no asaltásemos el búnker, la cantante perdería sus monedas y acceso a su uso. Y la cercanía del Hito era la clave.

El primer intento, aparentemente, fue un relativo fracaso. Localicé a la bella concubina florero del dirigente de Arasaka en Marte, amante del alcalde y con la capacidad de conseguirnos alojamiento en el hotel del búnker sin necesidad de antelación. Camelarla fue complicado, ella pensó que queríamos hacerle daño cuando nada más lejano de la realidad, simplemente tenía una oferta que ella no deseaba rechazar. Con la invitación nos presentamos en el lobby del búnker para entrar por la puerta principal, tan solo para que todo acabase en un tiroteo al ser Rev reconocida por alguno de los hombres contratados por O-yoroi. 

Con ella en guardia, la sutileza se acabó. Un retroceso, un ajuste al plan, todo en movimiento de nuevo con una nueva jugada. Contacté al Reverenciado, el mercenario más hábil de Marte que estaba alojado en el hotel del búnker y le contraté para que se encargase del guardaespaldas de O-yoroi. Y entramos por la puerta principal, pero en vez de hacerlo con una invitación lo hicimos con el cañón del revolver por delante. Como en OK Corral pero con la fiereza de una detonación nuclear. Que el plomo hablase por nosotros y el fuego cantase nuestros osannas. La entrada se convirtió en un campo de batalla campal, entre las risas maníacas de Rev y las explosiones de Mula, entre la protección de Nero y mis propias habilidades con el ordenador y el fusil. Pero era todo un truco de magia, una bella distracción para que, invisible, Aurea pudiese llegar hasta la cantante, dormirla, devorarla y robarle su cuenta. 

Rev murió durante el tiroteo, su identidad casi robada por un hacker contratado por O-yoroi que habría tenido éxito si una de mis balas no encontrase el cortical stack de la cantante. Las explosiones habidas la habían hecho reír y danzar, y el poder destructivo de Mula redujo parte del lobby a poco más que un cráter humeante. El enano crestudo que osó enfrentarse al mercenario, reducido a un esqueleto calcinado. Y Aurea danzó invisible en su baile de muerte y elegancia hasta llegar al objetivo, haciéndose con la cabeza de O-yoroi y trayéndola. La batalla terminó con la huida de nuestros enemigos, su contratante muerta, y el Reverenciado encargándose de todos ellos. Pero más importante es que la mente de la música famosa sirvió de macabro alimento para el Espíritu de Marte, que su identidad y monedas fueron repartidas, su destino fue sellado. Investigamos el dispositivo capaz de robar las identidades de Nova, pero no podríamos llevárnoslo en el tiempo.

Así es como la nómada llegó de vuelta al cadáver de Math para decirnos que habíamos tenido éxito en el plan. O-yoroi ya no era Hannah Montana, ahora solo era una paranoica asustada y encerrada en un búnker sin más recursos que su dinero y su fama. Y aquí es cuando el tren de nuevo abandona la vía preestablecida y se adentra en territorio desconocido, cuando Rev concertó una cita con O-yoroi para hablar. Se reunieron en un lugar simbólico para ambas, el bar donde una vez se hubieron encontrado por primera vez la una a la otra, ahora un antro quemado por un fan desquiciado. Hablaron, aprendieron, se reencontraron. Si la Rev que originalmente yo había conocido deseaba únicamente sellar ese momento con el sonido del fuego y la muerte, la que realmente llegó allí supo encontrar otro camino y, envenenada por un autoalgoritmo destructor , O-yoroi se puso en sus manos, su cortical a su disposición. Cuando Rev salió sola de aquel garito y lo destruyó, deshaciéndose finalmente del reflejo de la memoria de Dynamo, por primera vez lo hizo como una chica con un futuro, en su camino de redención. Es más de lo que otros teníamos en nuestro porvenir, pero en aquel momento fue bello de ver.

Diría que festejamos varios días y conversamos y planeamos la caída de Argenta como la siguiente de nuestra lista. Pero yo mismo volvería del futuro después de ese encuentro para acuciarnos en esa senda pues no solo el perdón puede descarrilar un tren. Pero si seguimos el orden subjetivo de eventos tal y como los viví y los recuerdo, fue tres días después que salió la recompensa por un monstruo que tenía el extraño aspecto de un enorme árbol vivo y animal. Un millón de créditos por acabar con quien una vez fue el amor de Aurea. Plomo y sangre como moneda de cambio para obtener oro y venganza. Unas cuantas preguntas nos señalaron al inesperado silencio en el que había caído la tercera de las grandes ciudades marcianas. 

Viajar hasta allí en tren nos llevó a un lugar desolador, digno de película de terror de las antiguas. El árbol monstruoso había germinado y tomado el control de la cúpula de la ciudad, transformando sus habitantes en lo que debería definirse como zombis del polen. Retrocedí brevemente en el tiempo para convencer al maquinista de detener el tren antes de entrar en la ciudad, y el dron de exploración nos permitió observar la escala de la destrucción acaecida. 

Aurea y Nero querían ir a investigar, Mula insistía en que el grupo no se dividiese como en una mal film de miedo. Pues esa era la emoción que embargaba al solo ante el horror indescriptible de ver una ciudad transformada en un yermo de muertos andantes. Algo de una escala tal que todos mis planes habían salido por la ventana del tren, transportados como sonidos perdidos en el viento de una Ecuación reescrita a marchas forzadas. Nero fue informándome paso a paso de su viaje, incluyendo su muerte en una azotea cuando finalmente el polen y los zombis le alcanzaron. Lo mismo hizo Aurea cuando, tras conversar con su antigua amante, fue la violencia lo único que quedó entre ellas. Al menos pudieron confirmar que, fuera lo que fuese en lo que Argenta se había transformado, no tenía los poderes de viaje temporal de Nova.

Y así es como regresé al punto en que Rev abandonaba su encuentro con O-yoroi para reencaminar todo de nuevo. Partiríamos inmediatamente a la ciudad y el tren nos haría llegar al mismo tiempo que lo haría la monstruosidad boscosa. Quizás pudiésemos evitar que creciese, que controlase a la población, quizás podríamos acabar con ella. De camino investigamos cosas relevantes, sobre el origen de la extraña planta fosilizada que los primeros colonos habían encontrado al llegar al planeta rojo. De como contenía y compartía recuerdos y de cómo destruirla con munición fungicida. Yo propuse envenenar a la criatura con el veneno que había sido usado contra Mula, pero esto destruiría la memoria de Argenta y eso era algo que Aurea no estaba dispuesta a permitir salvo que fuese estrictamente necesario. Y había otras jugadas que hacer, otros ases en nuestra manga que mostrar solo en el último momento. 

Llegamos a la ciudad antes que Argenta y nos dividimos. Mientras yo hacía que evacuasen la zona por donde ella iba a entrar, los demás se preparaban por si se llegaba al combate desde diversas aeronaves. Y Aurea fue a confrontar a su amante sobre su caballo, encontrando la monstruosidad arbórea avanzando ciegamente hacia la ciudad. Trepó, la cegó de uno de sus numerosos ojos, se adentró por su boca hasta devorar el cerebro de la monstruosidad desde dentro. Y, en las profundidades, encontró a Argenta en una extraña placenta de ámbar. Tocarla fue activar la transformación, la germinación del árbol y su despertar, algo que en un primer momento Aurea rápidamente deshizo. 

Pero ese era el camino que tenía que tomar para poder llegar al enfrentamiento de voluntades que sería necesario para controlar los hongos que ahora tiraban de los hilos de su antigua amante. Alejamos el cuerpo monstruoso y muerto de la ciudad y allí se hizo germinar el árbol. Y, tras unos segundos, Argenta salió para encontrarse con su plan fallido para crear un hogar para ambas y un lugar donde estar a salvo. Para sentir el golpe de Aurea en su cuello tras segundos de silencio, para ver sus lágrimas rodar por las mejillas mientras su antigua amada la devoraba. Y entonces ocurrió una de las cosas más dolorosas que puedo imaginar, pues Aurea se forzó a revivir ese encuentro decenas de veces, probando todas las distintas posibilidades y caminos en que ese sendero podía ir.

Y, entre todo ese dolor y violencia, encontró una senda en la que Argenta estaba dispuesta a abandonar su plan para estar juntas, pero jamás podría controlar al hongo y evitar que este se esparciese y controlase las mentes de otros. Esa era la naturaleza de la planta marciana. Pero donde unos ven un callejón sin salida de tragedia y dolor, otros vemos una jugada maestra, un giro de naipes imprevisto. La orquídea marciana, el hongo, no era destructivo ni ácido ni nada por el estilo. Todo lo que hacía falta para que pudiesen permanecer juntas era meterla en un traje espacial, adecuadamente sellado, que impidiese que las esporas llegasen a otras personas. Y en Silvertown sabíamos de un técnico especializado en esas cosas, capaz de hacerle una piel perfectamente impermeable e invisible a Deathlock como podría hacerle un traje protector a Argenta.

Allí me separé de los demás. Yo regresé a Olympus City en tren, más rápido que ellas que viajaban en aeronave. Pues ya era hora de ir recabando la información para el siguiente objetivo, el corporativo farmacéutico que suponía el último nombre de la lista que habíamos conformado. Ghia lo quería muerto y yo le cumpliría su sueño como hice con los de los demás. Caería en el mismo plan con el que originalmente íbamos a atrapar a O-yoroi, por medio de planos y tecnologías secretas, que le hiciesen mover ficha para mantener la ventaja competitiva que tenía. El dinero, la clásica y querida lucha de las corporaciones por riqueza y poder, siempre útil, siempre predecible. La belleza matemática de un libro de contabilidad, lejos de la entropía impensable de los vórtices emocionales de Rev y las mutaciones vegetales de Aurea.

Pero reuniéndonos con Jimmy en Silvertown nos mostró un camino más, cuando quiso tomar muestras de Aurea para crearle una nueva piel a Argenta que fuese capaz de controlar el hongo. Al fin y al cabo, Argenta era el paciente 1 y Aurea el 2 de antiguos experimentos de Nova, y claramente era el segundo el que había salido exitoso. Revisando entre los archivos robados de la torre del demente Doctor encontré información sobre aquellos experimentos, y se la entregué a Jimmy, creando inesperadamente un nuevo hito: "es mi colega, lo entiendes, ¿o qué?". Y, de un modo totalmente inesperado, esto le abrió a Mula una jugada para la que el tablero no estaba preparado, al conseguir que Nova se expusiese y hablase con él, rompiendo su silencio. En efecto se encontraba en una cruzada personal por devolver el avance de la tecnología y la ciencia a la humanidad y lo habíamos conseguido con ese pequeño hecho, pues él y Jimmy hacía mucho que tenían relación. Y el solo le sacó el nombre de otro científico, otro amigo del Doctor, con el que podríamos intercambiar información y quizás avanzar a la humanidad si eso queríamos hacer.

En cualquier caso, el procedimiento para retornar a Argenta el control de su cuerpo y su piel requeriría semanas, y había alimentado las extrañas fantasías de Rev de fusionar su mente con la de O-yoroi. Conseguimos persuadirla de que no era buena idea, si quería que hubiese una verdadera voz de las dos, hacía falta restaurar a su antigua amiga de nuevo. Y allá fuimos, a su mansión en Olympus City, donde guardaba su clon de emergencia en caso de que pasase algo como lo que había ocurrido. El droide médico de las instalaciones en el sótano le devolvió la vida a la joven con todos los recuerdos que le correspondían desde que murió envenenada tras descubrir como buena parte de su vida había sido una mentira de sus padres y de Dynamo. Dejamos a las dos músicas para que hablasen, cantasen y se reencontrasen, era su momento.

Regresando a Silver City, Jimmy había hecho un descubrimiento impresionante a nivel médico: la tecnología para crear cuerpos humanos sin debilidades ni fallos, capaces de germinar y vivir sin enfermedades ni heridas, sin alimento ni sueño. Sin ninguna de las debilidades a las que estamos atados. Y lo había difundido públicamente, para crear mejor vida para todas las personas.

Hipótesis: en un mundo donde nadie padece heridas ni enfermedades, una corporación como la del enemigo de Ghia estaba condenada a la extinción y el fracaso, su mercado seco como un río sin caudal.

Contrahipótesis: esa corporación no permitiría que esa información se diseminase ni que ese hombre viviese.

Síntesis: el cebo perfecto para sacar a la presa de su madriguera, uno tan jugoso que no podría evitar dar la cara y acabaría en el cañón de Ghia.

¿Y después? Después, como me preguntaron primero Mula en el tren hacia la ciudad árbol, y Rev al poco de restaurar a su amiga, después terminaría el prólogo y comenzaría la historia de verdad. Porque la redención y el perdón están muy bien, pero para quien los quiera. El fuego de mi pecho sigue ardiendo y mi cañón saludará con plomo y muerte a mi hermana y a quien se interponga. Así tenga que destruir la civilización como la conocemos o lo que haga falta, recuperaré mi trono con la firmeza imparable de la Ecuación. Y el cambio en el mundo que, tras siglos de letargo, desperezaba sus brazos era el heraldo de una guerra que barrería el sistema solar cuando prendiese la mecha pues, pieza a pieza, los naipes caían donde yo había diseñado que lo hiciesen. Amor, perdón, redención... no es mi camino. 

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