Crónicas de las Tierras de la Bruma 52: Los Cirujanos de Dios

 
Aviva un poco esas llamas, que sino no entramos en calor y con esta humedad me duele hasta el último de los huesos. Yo mientras te contaré de la llegada de Maribel a Nueva Catan. La hermana menor de Madrigal, había llegado a la ciudad en busca  de su hermana mayor y habiendo escuchado las historias del Nuevo Cisne y así fue como se unió al gremio. Y falta haría, porque en el Ciclo de la Oscuridad había demasiados frentes abiertos y hacía falta que el Nuevo Cisne estuviese en todos los sitios a la vez.

Uno de esos frentes abiertos, desde muchos años atrás, llegaría a su cierre entonces. Y otros darían comienzo. Pues la Escuela de Profesiones de Milia ya estaba lista para ser ocupada, y fueron Lian y Valashir las encargadas de encontrar a esos niños perdidos y sin futuro para que pudiesen tener uno. Y clases de baile, por supuesto. Por su lado, a la misa de Zarel llegaron numerosos nuevos seguidores, algunos de ellos con unas intenciones menos puras y más ocultas de lo que tenían el resto de seguidores del muchacho. 

Pero el rastro del pasado comenzaba en un encuentro con "la Negra". Zarel había escuchado de otros gremios, nueva información sobre los apotecarios y las amenazas que suponían, así como de otras cuestiones de interés. Y una de las piezas pasaba por Jenny, cuyo mentor había sido quien había hundido el barco de los padres de Shana. Ella compartió con las aventureras el diario de bitácora de su predecesor y, en sus páginas, encontraron la extraña historia de cómo un misterioso hombre había contratado al poderoso capitán para hacerse con un cajón que solamente contenía un libro, un cajón que le había costado la vida a la familia de la guerrera élfica, pues habían muerto tratando de protegerlo. Pero una joven Jenny había seguido al contratante tantos años atrás y lo había visto cambiar de actitud y personalidad unos callejones más atrás, igual que le había visto ponerse un broche del Gremio de Exploradores.

Con esa información, el rastro las llevaba innegablemente a Alvin McHill, quien bien podría haber conocido a aquel capitán del Concilio. Desgraciadamente no era el caso, pero el gnomo las encaminó hacia Sarena Tirsana, por ser miembro del mismo gremio. Y la controvertida capitana, asesina de la tribu de Hotane, en efecto conocía de aquel capitán pues era un contacto del previo dueño del que ahora se consideraba su navío: el Vento Favorevele. Incluso algunos de los marineros que habían servido con él seguían enrolados en el barco y contaron la historia de cómo el misterioso individuo había llegado herido al barco, perseguido, y solicitado asilo con su capitán. Y como pocos días después fueron atacados y ambos morirían. Veinte años hacía de aquellos, cincuenta años después de lo ocurrido con la familia de Shana.

Pero esta explicación no fue suficiente para la sigilosa elfa que, invisible a ojos mortales, se adentró por el navío en busca de más cosas. Y con la ayuda de Milia y Zarel encontraron unos arcones claramente camuflados, donde había papeles, un libro y una llave. No tendrían tiempo de analizar todo con detalle antes de que uno de los marineros viese que algo extraño pasaba en la bodega, de modo que se teletransportaron a salvo con todo lo que había en el arcón. Una historia redactada con una caligrafía impresionante, digno de un monje bien educado en ese campo, y de un fanatismo religioso innegable. Y las indicaciones que señalaban un almacén pequeño del puerto como el lugar donde esa llave se podría utilizar. 
 
Viendo que la madriguera de conejo era más profunda que la oscuridad entre las estrellas que nos iluminan, era hora de juntar a todo el gremio antes de avanzar. Aurora, tras luchar consigo misma pues su simulacro había decidido llamarse Amanecer, estaba enfrascada en complejos experimentos para entender el cambio. Quería comprender lo necesario para crear la palabra antigua para Transformación, y en ello la estaban ayudando tanto Savirie Valnesh como Kayla Noctis. Talon, mientras tanto, buscaba comprender la vida, pues era parte inseparable del concepto de la NoMuerte. Y para ello, estaba siendo testigo de cómo todo empezaba, en un ala de maternidad de un hospital de la ciudad, donde sacerdotisas del Aeon ayudaban a los niños a llegar al mundo. Sacerdotisas que recibieron las explicaciones necesarias para enviar nuevos huérfanos al orfanato de Milia, si ocurría una tragedia. 

Juntas todas, pues Maribel las había estado acompañando silenciosamente durante todo este tiempo, entraron en el almacén, pequeño y discreto. Disfraces, papeles falsos, joyas y armas rituales. Y entre los recuerdos de Zarel, la imagen de gente con esa ropa espiándolo desde callejones y lugares discretos, todos con la cara de Sarena Tirsana pero disfrazada para aparentar ser otra cosa. El extraño libro, que no fue abierto de momento, por el que los padres de Shana habían dado su vida se encontraba entre los pertrechos. Y también notas en códigos extraños que hablaban de la verdadera voluntad de los cuidadores de Dios, sus médicos, los Apotecarios. Una orden misteriosa y secreta que llevaba décadas cazando a aquellos que, como Zarel, descendían del poder primigenio de la divinidad, que corrompían con su contacto contra lo material la pureza impecable de Dios. Pero dos décadas atrás, esa misma orden secreta había sido descubierta y los habían ido cazando uno por uno, dejando un tiempo en que los nacidos de la divinidad no habían sido asesinados en sus cunas. Y, finalmente, una extraña hoja con un glifo mágico, el detonante de una contingencia que haría que la persona adecuada se viese controlada por una entidad exterior. Sarena había sido limpiada de esa influencia en el pasado, pero aparentemente solo había terminado su duración, no había sido deshecho el conjuro.

Así que marcharon al Vento Favorevele a lidiar con Sarena, pero la capitana desconocía todo de lo que le hablaban. Hasta que Aurora le mostró el glifo y, en un instante, pasó a estar bajo control del apotecario. La batalla en la cubierta del barco fue terrible, pues un apotecario no es un rival poco impresionante. Volaron los espadazos y los virotes, los disparos de cañón y las lanzas. Se desató el poder de la luz y de los deseos, e incluso el ejército de papel de Aurora hizo presencia para luchar, pues así de relevante consideraba la hechicera a este enemigo. En su obsesión ciega, el apotecario disparó bala tras bala contra Zarel, hiriendo su joven cuerpo con el plomo que descargaba su pistola, y fue la silenciosa Maribel la que, con sus plegarias, consiguió sanar esas heridas mientras el joven canalizaba el fuego y la luz como su arma. 

Al final, buena parte de la tripulación y la propia capitana yacían muertas en la cubierta del velero. Pero había sido una batalla en público, ante los ciudadanos de Nueva Catan, el asesinato de una ciudadana del Concilio de las Diez Monedas en su propio navío. Y la guardia de la ciudad hizo acto de presencia, para arrestar a las jóvenes y poder proceder a analizar lo ocurrido. Pero Talon se negó a acompañarlos a la prisión detenido y partió volando de allí, añadiendo otro delito menor a su lista. El resto acudieron a la prisión voluntariamente y sin resistirse, donde Ragnar pudo hablar con ellos el tiempo necesario para entender lo que había ocurrido, la extraña posesión, la conspiración para matar a Zarel desde pequeño. Y, al final, viendo que la razón estaba de su lado, les impuso como castigo colaborar a la hora de dilucidar qué clase de ente había controlado a la capitana gremial y si podía estar libre y afectando a otra gente por la ciudad.

Para ello, en las cercanías del cementerio, una de las caballeros del Reino preparaba los rituales necesarios para comunicarse con la muerta. Pero quien respondió fue el apotecario, que en su fanatismo ciego y violento confirmó a su manera la historia del Nuevo Cisne. Pero la inteligencia de Aurora le reveló lo que había estado oculto: Sarena Tirsana nunca había estado poseída o controlada porque Sarena nunca había existido. El apotecario, llamado Ofinas Terenk, era la persona real, todo lo que era la capitana era una mera construcción con hechizos y magias de gran poder para crear una personalidad falsa bajo la que ocultarse y operar desde las sombras, para sanar las heridas de la divinidad.

Esclarecido eso, viajaron a Asur Na'assib en busca de la antigua Princesa de la Oscuridad, Va'alen Thaalorn. Acabada la guerra con los gigantes, los elfos estaban celebrando su nueva seguridad y analizando cómo construir su futuro. Y si bien nuevas preguntas e ideas fueron planteadas en esa conversación, los elfos aún tardarían un tiempo en llegar a sus respuestas, pues el Nuevo Cisne optó por no imponerles ninguna sino dejarles la libertad y el tiempo que necesitasen para alcanzarlas por si mismos. Va'alen abandonó Asur Na'assib con el Nuevo Cisne, como Aurora quería, primero en dirección a Assur Na'filem donde Zarel quería encontrarse con Yorel.

Y es que, entre todas las informaciones relevantes que había obtenido de los demás gremios de aventureros, los Adelantados habían manifestado que la sangre del Dragón nunca se iba. Así que Yorel bien podría aún estar bajo su influencia, y si no lo estaba, aquello que había logrado purificarlo podía ser un arma importante cuando llegase la hora de enfrentarse al ser demoniaco en el profundo norte. Pero la divinidad fue clara cuando fue consultada, y Yorel estaba libre de todo rastro maligno de su interior. Pues si la Malicia teme a algo, es al Amor y eso era lo que había traído de vuelta a Yorel cuando se le llamó. Tan fuerte era que aquello que ambos muchachos habían creado en la tierra había atado a las estrellas mismas y las leyendas dicen que los hermanos no natos de ambos muchachos permanecen juntos en silencio, allá donde solo el barco de Santa Jaina puede llegar. No se si la historia será cierta o no, pero siempre he encontrado cierto solaz en pensar que aquellos que nunca tuvieron oportunidad de vivir, al menos estaban acompañados en su trayectoria celestial. 

Pero bastante te he dicho ya y toca descansar. Mañana te contaré de los secretos de uno de los más antiguos templos de los elfos, y el Alma de la Luz. Será cuando descansemos de nuevo, aún con los brebajes tengo ya la garganta seca y la noche es demasiado fría para seguir conversando.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un mundo de tinieblas

El poder de los nombres

Tiempo de Anatemas 27: La senda de la tinta y la sombra