Lección Sobre el Condado del Infantazgo

Sentaos, joven Señor, que tenéis mucho que aprender sobre estas tierras que ahora son vuestras. Desde esa ventana podéis divisar toda Segovia, y más allá las llanuras y fértiles tierras de este Condado que habéis heredado, que llega hasta las montañas que podéis divisar en la lejanía. Pero, para poder gobernarlo con efectividad, y si algún día queréis ser un buen Duque, debéis conocer su historia. Así pues, mi Señor, por favor, tomad asiento que os voy a contar como todo esto llegó a ser como es hoy en día.

Veréis, mi Señor, la historia del Condado del Infantazgo, tal como lo conocemos ahora, comenzó cuando fue Reconquistado de manos de los musulmanes por vuestro ancestro, su Majestad Alfonso VII, reconocido con el sobrenombre "El Líder" por su gran habilidad y poderío. Por aquel entonces, las fuerzas de vuestra Casa eran las más poderosas del Reino, mi Señor, y vuestros ancestros portaban orgullosos la Corona de Hyspania sobre sus cabezas. Tal era la fuerza y el empuje que tenían sus ejércitos, y el liderazgo de sus generales y Señores, que tras la caída de Segovia en el año de nuestro Señor de 984, el resto de las tierras de la zona la siguieron en la década siguiente.
Fue un tiempo de dicha, que incluyó la victoria sobre las tropas Portuguesas en lo que ahora son tierras de la Casa de Medinaceli, y el ascenso de aquella al rango de Casa Ducal. Pero, para lo que nos importa, las tierras de Segovia fueron entregadas a la Casa de Ferria, mi Casa Señor, que había destacado en la guerra y cuyo líder había demostrado una gran capacidad para el gobierno. Ciertamente, el Conde Teodosio de Ferria era un ejemplo a seguir, un hombre muy notable en todos los aspectos de su vida. En cualquier caso, que me desvío, así fue hasta que el Rey Lucas I, "El Sabio", cambió todo en el año de nuestro Señor de 1054.
Él creía que sus hijos y los hijos de estos debían aprender a gobernar pequeños territorios antes de tener que gobernar todo el Reino, de modo que reorganizó el Condado para que pudiese cumplir esta función. Decidió que su hijo mayor, Rodrigo, se convirtiese en el Conde del Infantazgo, nombre con el que se conoció a partir de entonces al Condado de Segovia; la Casa de Ferria se convertiría en su brazo armado directo, y los encargados de instruirlo y guiarlo en las lecciones sobre el gobierno, el poder y la Corona. Era un gran honor el que se nos concedía a los Ferria, que lo aceptamos gustosos aún cuando implicaba perder el control de lo que era anteriormente nuestro propio Condado. Pero somos una familia de servidores de la Casa de Alarcón, mi Señor, y siempre estaremos a vuestros pies por muchos sacrificios que ello implique.
Desde entonces, el Condado tomó su actual nombre, y comenzó su historia tal como lo conocemos hoy en día. Sin embargo, he de reconocer, mi Señor, que la idea de vuestro ancestro de que instruyésemos aquí a los futuros Herederos de la Corona, no siempre funcionó.
De hecho, su propio hijo Rodrigo II y su nieto Alfonso VIII fueron conocidos por su crueldad, y falta de honor. Y es algo que debéis saber, pues se debió en parte a nuestro fracaso en instruirles adecuadamente, ya que no sabíamos bien como hacerlo. Algunos incluso nos achacan la creciente debilidad de vuestra familia, mi Señor, que llevó finalmente a que los Medinaceli osasen levantarse en armas y os arrebatasen la Corona que justamente pertenece a vuestro linaje. ¡Pero no tenemos culpa de ello, mi Señor! Como veréis, con los años, lo hacemos lo mejor que podemos, y no encontraréis vasallos más leales y dispuestos que nosotros. Hemos renunciado al señorío de este Condado para que vuestro linaje fuese todo lo fuerte que podría ser, y a ello entregamos cada aliento que poseemos.
En cualquier caso, que me desvío de nuevo, de todo aquello ha pasado mucho tiempo. Y este Condado ya no tiene la gloria que una vez tuvo. Sin embargo, mi joven Señor, aún hay muchos, especialmente en nuestra Casa, que os llaman en secreto el Príncipe del Infantazgo, y que esperan que algún día os alcéis de nuevo con la Corona que os corresponde. A mi no me corresponde juzgar, por supuesto, pero toméis el camino que toméis, sabed que siempre estaremos a vuestro lado, como estuvimos al lado de vuestro padre, vuestro abuelo, y todos vuestros ancestros que desde Lucas I fueron puestos a nuestro cuidado.

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