A Ciegas a la Oscuridad
Del Códice de San Trasuldo, condenado a la hoguera por la Inquisición en el mundo de Pyre en el año 3993: En la noche del final, cuando el Profeta a solas marchó a la Puerta del Infinito, el tiempo se detuvo. Su Inmaculada Muerte bendijo toda la red estelar, tan antigua cual Polvo de Estrellas. Su Irradiante Beatitud purgó la Sombra que Mora entre las Estrellas y la expulsó para siempre de los Mundos Conocidos. Pues el Profeta era Santo, y nada puede resistir a su Absoluta Pureza. Pero en esa noche, un hombre perdió su fe. Uno de los seguidores más cercanos al Profeta se encontró perdido y culpable. Y sus pasos se pierden para siempre en el rastro de esa noche, pues la culpa de su interior lo condenó por siempre. Por eso su nombre no será mencionado y su existencia debería ser borrada de todos los libros y textos sagrados. Así me ha sido Revelado, pues aquello que ocurrió hace más de mil años debe ser olvidado. Diario de bitácora, supuestamente perdido y apócrifo, de la Tu Puta Madr