Paraiso Perdido: Una oportunidad para bucear


No somos demasiado listas. Lo sabemos. Lo aceptamos. Nunca lo hemos sido. Ni en el principio. Ni en el instituto. No importa. Nada de eso importa.

Por eso, el mundo nos es confuso. Cambia. Se mueve. Inexplicable. Incomprensible. Caótico. Imprevisible. Planes, maquinaciones. Guerras, torturas. Abanicos de emociones. Planes racionales. Vórtices demasiado difíciles. Demonios. Humanos. Moviéndose. Haciendo. Deshaciendo. Matando. Manipulando. Engañando. Destruyendo. Quizás ellos también estén perdidos. Pero lo disimulan. Lo ocultan. Con sonrisas falsas. Con palabras de doble sentido. Mejor callar. O acabamos en problemas.

Pero no aquí. No en nuestro jardín. Buceo con fuerza. Recojo una lata. Una llanta. Una botella. A la red todo, para disponer de ello. Las cervezas vacías de la capitana del Terracotta. Los tintes secos que tiró el de la tintorería en el puerto. El aceite usado vaciado por la italiana del 7ºB. Terroristas. Corruptores. Ensucian. Mancillan. El único lugar donde podemos estar en paz. Comprender. Descansar. Ser felices. Y lo llenan de basura. De polución. De veneno.

A veces, nadando, intento recordar. No lo consigo. Nunca hemos tenido buena memoria para esas cosas. Ni por qué me rebelé. Ni por qué le pegué a Tobias en el instituto. No importa. No es relevante. Se lo que tengo que saber. Lo que tengo que recordar. Que Dae-suo hundió nuestro barco. Arrogante. Idiota. Que los humanos vaciaban productos a drede en el mar. Bastardos. Pero también donde he plantado. Qué he plantado. Cuándo estará la cosecha completa. Lo que ha crecido. Lo que nada.

La del 7ºB está a la vuelta del refugio del pulpo. Se mece en su red. Huesos visibles. Ojos vidriosos. Desnuda. Alimentando a la vida. Es para lo que sirven. Fuera son una enfermedad. Aquí son nutrientes. Para el plancton. Para los peces. Para nuestros amigos. Sencillo. Productivo. Hermoso. Esto lo podemos controlar. Esto lo podemos comprender. Y nuestro jardín florece. Pese al daño que le han hecho. Vida. Siempre triunfa. Siempre crece. Incluso bajo los venenos. Entre las corrientes. El tintorero es casi ya huesos. Ha hecho más ahora que en vida. Habrá que sustituirle pronto. Pero aun hay peces alimentándose. Aun servirá un poco más. 

Y arriba, fuera, algo puede estar pasando. Quizás incluso algo importante. Pero no nos importa. No lo comprenderíamos. Cambio demasiado acelerado. Confuso. Maquinaciones de humanos y demonios. Incomprensible.

No. Lo que importa es lo que ocurre aquí abajo. En la tranquilidad. En la profundidad. En el abrazo del mar.

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