Tiempo de Anatemas 11: La Senda de la Palma Ofrecida

 

En la confluencia de los ríos Gris y Amarillo se encuentra la ciudad de Nexo, donde en una de sus teterías, por primera vez en un tiempo se reunió el Círculo de la Dili-agencia completo. Decidieron retomar las investigaciones en torno a los cristales y la máquina infernal de la Escuela de Filosofía, de modo que Megara les llevó primero a hablar con la rectora y después con la directora del departamento de asuntos de Malfeas. De esas conversaciones descubrieron que el antiguo artefacto del laboratorio tenía un efecto sobre las mentes de las personas y animales expuestos a él, y conversando con uno de los hechiceros que más tiempo había pasado en su presencia descubrieron en sus pesadillas indicios de que la intención de los demonios era suplantar parte de la esencia de las personas por esencia infernal.

Fue entonces que Synn recordó que el fantasma del mercader le había hablado de un hombre pálido que era quien había dejado el cristales infernal en su tienda. Ventura logró, tirando de contactos e informantes, rastrear a este hombre hasta una taberna en Sentinel Hill, a donde acudió acompañado por Quro y Synn. El hombre se acojonó completamente ante ellos, pero había mucho que no podía contar pues un pacto se lo impedía, pero sí accedió a guiarles a donde todo había ocurrido. De los informantes, el guía también había escuchado que más cadáveres habían aparecido con cristales en la ciudad, pero aparentemente el Doctor, uno de los miembros del Concilio de las Entidades, estaba tapando el asunto. Pero antes de ir, había que esperar a Megara y a Jun, que se encontraban haciendo un ritual en el laboratorio de infernalismo de la Escuela de Filosofía, para poder mantener vigilado al artefacto.

Reunidos todos marcharon a las comunidades pobres en los túneles bajo la colina principal de Nexus, donde en un cuchitril habitaba una persona que poseía esos cristales. Pero conseguir que hablase era imposible, atada por un pacto infernal, de modo que Ventura se las arregló para robar uno de los cristales, lo cual forzó a la persona a llamar a su patrón. El demonio se materializó en la sala y, al mismo tiempo, la máquina en la Escuela de Filosofía reaccionó, como le reveló su magia a Megara. Para conseguir la información de la criatura infernal había que jugar a un juego de preguntas, una para los solares, otra para el infernal, y de ahí se descubrieron cosas de los intereses de Malfeas pero también fueron reveladas algunas verdades sobre los solares. 

Con esta información revelada, el grupo se separó. Megara regresó a sus estudios, cotejando y comparando lo descubierto con sus notas, mientras Jun llevaba a Quro y a Synn con él a hablar con su primo. Ragara Yu-shi estaba preocupado porque Ragara Banoba no fuese a visitar Nexus, pese a sus éxitos, pero juntos redactaron una perfecta carta y el joven solar fue el encargado de ir a entregárselo al dirigente de la Casa Ragara en Port Calin. Mientras tanto, tirando de contactos en el submundo, Ventura logró organizar un encuentro con la Reina de la Medianoche, la poderosa jefa de espías de Nexus. La conversación consiguiente reveló los esbozos de lo mucho que la integrante del Concilio de las Entidades sabía ya de ellos, los intereses contrapuestos del Consejo, la información que tenían sobre los avances infernales y los límites del Emisario... o la ausencia de estos, más bien. A cambio, Ephiselle aprendió también detalles e información sobre el demonio en la ciudad, de cara a poder tomar medidas en caso de que fuese necesario.

Fue después de esto que Jun, Ventura y Quro marcharon a Port Calin a entregar la carta. Pero la ciudad, la más poderosa satrapía del Reino en el polo de la madera tras la caída de Thorns, era bien distinta de las demás ciudades que Ventura y Quro conocían. Totalmente anclada en las tradiciones del Reino, el protocolo y la etiqueta convivían con cierta crueldad fruto de unos Exaltados del Dragón considerados casi divinos en la Jerarquía Perfeccionada, dirigidos por un sátrapa Ragara de gran poder pero también una gran brutalidad. Pero debieron mantener la compostura, pues revelar su esencia solar en la ciudad era demasiado peligrosa.

Así se adentraron en la corte del sátrapa Ragara Calel Acero Fundido, en busca de entregar la carta a Ragara Banoba. No lo consiguieron, pues la posición de Jun en la Jerarquía Perfeccionada no era lo suficientemente alta, pero si lograron avanzar y, entre los presentes, el joven encontró un viejo aliado de tiempos de la Isla Bendita, que hizo de puente. Fue así como se acercó hasta ellos Ragara Yuan, uno de los consejeros y asistentes personales de Banoba y un hombre de gran influencia y poder, que recogió la carta con una sonrisa y una pequeña conversación y la llevó al líder de la Casa Ragara. 

Pero no solo Ragara había en Port Calin, sino que mientras esperaban la respuesta, se les aproximó Cathak Filo del Amanecer, un viejo general ya retirado de las Legiones Imperiales, que le agradeció a Jun la colaboración de la Casa Ragara en los asuntos semanas antes decididos en el Deliberativo. Si bien la corte no era ni el momento ni el lugar para hablar con calma, quedaron ambos en seguir conversando por carta para ver qué posibilidades de futuras colaboraciones podía haber entre los Ragara de Nexus y la Casa Cathak. 

Tras lo cual, Ragara Yuan regresó junto al grupo de solares de incógnito y confirmó que Ragara Banoba podía estar dispuesto a visitar Nexus si se conseguía que los dirigentes de Lookshy aceptasen su paso sin iniciar conflictos ni guerras. Algo sin duda complicado, debido a la larga enemistad entre Lookshy y el Reino. Pero si Jun quería obtener la influencia y apoyo Ragara, sería necesario conseguir ese pequeño imposible.

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