Crónicas de las Tierras de la Bruma 64: El precio de una Mente Rota (segunda parte)

La entrega del Testamento de la Certeza hizo que la Duda se manifestase materialmente en el mundo, un enemigo a batir y desterrar para siempre. Pero habiendo enfrentado a sus propias dudas, tuvieron que hacer frente a las dudas que, un milenio antes, la Profeta había tenido en su ruta a la Ascensión. Una senda que ya no te falta mucho para comprender. 

Sin embargo, derrotar a la Duda no era tan sencillo como atravesarla con uno de los virotes de la Señora de los Filos, sino que planteaba diversas pruebas para desterrar sus inseguridades e inconsistencias. La primera de las cuales fue enfrentarse a su madre, a la que no pudo proteger cuando su padre la transformó en una terrible monstruosidad de guerra. Fue un combate extraño, pues la criatura era resistente a la magia en todas sus formas, y sus ataques eran terribles en fuerza y poder, pero no era inmune a las palabras de poder. Y fue la Maestra de la Transformación la encargada de mutarla en una criatura mucho menos amenazante; las descripciones de los antiguos textos señalan distintas transformaciones, no parecen ponerse de acuerdo, aunque mi favorita siempre ha sido la más inverosímil, pues el folclore popular dice que la transformaron en una gallina y posteriormente la frieron. ¡Y ya me gustaría a mi tener pollo frito de cena y no esta birria de sopa de setas o como llames a este agua sucia! 

Sea como fuere, la derrota de la criatura les llevó a una extraña conversación entre la Profeta y Zarel (¡el antiguo Zarel!) en que ella mostraba sus dudas e inseguridades sobre la pertinencia del ascenso a la divinidad. Todos hicieron frente a las dudas y avanzaron con resolución, con la excepción de la Archimaga que, obcecadamente, decidió oponerse y negarse a aceptar que el camino a la divinidad era el acertado. Pues, para la humana tornada en dragón, esa senda era demasiado peligrosa y los dioses traían más mal que bien al mundo. Y al final, la hechicera falleció en esa prueba, pero su clon se activó en su plano secreto y regresó con todos sus conocimientos y recuerdos a seguir con su misión.

Esto la hizo llegar tarde al siguiente enfrentamiento, en que Flora era amenazada por distintos entes y la Profeta quería protegerla. Y aunque lucharon con fuerza y valentía contra los entes, uno consiguió colarse en la mochila de MecaOsomón donde habían escondido a la halfling, y devoró allí sus recuerdos. Cumplido así uno de sus miedos y dudas, la Duda mismo se volvió más difícil de derrotar, pues enfrentada a la vulnerabilidad de lo que quería, desarrolló numerosas resistencias al daño que se le podía hacer. Aunque ese sería su único triunfo.

Lo siguiente fue una confusa conversación con San Ragnar, pues la Profeta temía que este no fuese suficientemente inteligente como para entender las instrucciones de lo que tenía que hacer y ella no ser capaz de hacérselo ver. Lo cierto es que Ragnar nunca fue el cuchillo más afilado, pero sin duda no era tan estúpido, pero lo que ellas veían no era la realidad del santo, sino las dudas que la Profeta sentía en torno a él. Entre la Sombra Plateada y la Transmutadora de Esencias identificaron que el santo debía partir en busca de la espada que le tendría que dar la Dama del Lago, aquella que en su presente usaban los reyes de Haraldheim. Y con firmes y eficaces palabras, el Ascendente Radiante logró hacerle ver la ruta, la misión y las razones por las que debía acometer esa gesta. Y, con eso claro, el santo partió como había hecho más de un milenio atrás, y otra duda fue despejada.

La última fue un encuentro irresoluble entre Santa Arcadia y San Akinetos en torno a cómo debía canalizarse la energía de la Torre del Silencio de modo eficaz. Ambos tenían parte de razón y también un fragmento de error en sus argumentos y se encontraban estancados, incapaces de ser liderados eficazmente pues la Duda corroía a la Profeta. La Creadora de Vida aportó los conocimientos, pero fueron los argumentos del Rey de Espectros los que lograron acallar el conflicto. Y, con ello, las dudas fueron despejadas y lo único que restó fue la Duda misma, la esencia de la Profeta, el Horror de la Mente. 

La batalla fue prolongada, pues la Duda había obtenido gran resistencia y sus poderes eran cuasi divinos. Se pronunciaron Palabras de Poder y se lanzaron poderosos conjuros, volaron los golpes de lanza y los virotes, rayos de fuego y copias de combate. Golpe a golpe la Duda fue perdiendo fuerza pero sus golpes dañaron profundamente a MecaOsomón y lograron herir ligeramente a nuestras heroínas, pero nada tenía la Duda que pudiese parar al Nuevo Cisne. Pues tal era su poder juntas, que ni el Horror de la Mente podía oponerse a ellas cuando trabajaban unidas. Su derrota, el primero de los Tres Horrores en caer, liberó el bosque de la opresiva presencia de la inseguridad, de la desconfianza, de las sospechas. 

Emprendieron el regreso, pues las cosas debían continuar cambiando, y así fue como vieron que la Torre del Silencio estaba descendiendo hasta posarse en la ciudad. Sobre ella, los glifos del poderosos conjuro estaban completos. Aurora pudo entonces reunirse con sus queridas y ver como estaba la situación en la ciudad. Y, hecho eso, todos juntos fueron a conversar con Zarel sobre la naturaleza de lo que estaba ocurriendo y el sentido de la divinidad. Pues el antiguo santo era quien había puesto todo en marcha, mucho antes de haber mudado su aspecto e identidad a la de Shavi, tras fracasar equilibrando el mundo para los mortales pues estos, elfos, humanos y demás, de un modo u otro siempre acababan creando sus propios dioses, no necesariamente los mejores, y la antigua ciudad se dividía con un poderío tal que amenazaba con destruir el mundo entero con su guerra entre el Arcanista y el Exodita. Y la palabra en el centro del glifo el dragón consideraba que probablemente fuese Divinidad, pero esa solo la habían conocido dos personas en la historia: la Profeta y Flora.

Buscaron a la antigua santa halfling en el mundo de los muertos, mucho más estable que la última vez que Talon había viajado al mismo, pero no la encontraron. O sus recuerdos se habían perdido ya o, como santa, se encontraba en las alturas junto al Aeon. Pero eso ayudó al necromante a decidirse a intervenir en el conflicto entre la Orden del Sudario Rojo y el profeta herético que había comenzado a predicar en la isla de Aubrac. Habló largo y tendido con Quinto Severo para conseguir acceso a su comunicador y, con este, conversó con la Gran Maestre de la Orden en su posición en la Isla de Alba. Y consiguió de ella que estuviese al tanto del probable Advenimiento del Aeon y lo que eso pudiese revelar sobre la fe, así como que estuviese dispuesta a escuchar lo que de ahí surgiese.

Mientras tanto, el joven Zarel habló con Shana para encargarse él de Asssur Na'filem, la capital de los elfos, y reunió a sus fieles para preparar la marcha de buena parte de sus seguidores a la ciudad. Pero los seguidores se encontraban divididos entre quienes lo consideraban ya un Dios y aquellos que lo consideraban solo un santo, y por mucho que le tentase, el muchacho se inclinó por la segunda opción. Mucho le quedaba aun por aprender y madurar, dijo según cuentan los antiguos códices, y fue su gran humildad la que marcó el camino. Y, mientras Aurora se encargaba de que la torre de hechicería fuese capaz de teletransportarse para ir a distintas ciudades, el joven se llevó a su gente y marcó con su Luz la capital para que siempre fuese un hogar y una guía para quienes allí viviesen.

Pero ya te he contado suficiente por esta noche. Mañana descansaremos ya bajo los arcos y bóvedas, nuestro viaje se aproxima a su final, y aunque lo próximo será tranquilo, el final requerirá que tengamos fuerzas y descanso. Así que apaga las brasas de la hoguera y descansa, que su historia se aproxima a su final y nuestro peregrinaje con ella.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un mundo de tinieblas

El poder de los nombres

Tiempo de Anatemas 27: La senda de la tinta y la sombra