Acero para Humanos 14: Venid Pequeños Niños

 

Os acabo de contar la historia de cómo una bruja, con sus engaños, llevó a Stregobor a que le devolviese su demonio perdido. Pero el suyo, no era el único canto de sirena que recorría el norte, pues como niños pequeños, todos escuchábamos las múltiples llamadas. Las de los reyes en sus castillos y las hechiceras en sus torres, las de los elfos en los bosques y los goethia en el pantano. Y, con cada canto, dirigiendo a la gente a los caminos oscuros del miedo y el terror, del odio y de la ambición, las vidas se acortaban y los sacrificios se multiplicaban. Intenté capturarlo con estos versos, vosotros tendréis que decirme si lo he conseguido:

Venid pequeños niños,
os llevaré lejos
a una tierra de encantamiento.
Venid pequeños niños,
el tiempo ha llegado para jugar
aquí en mi jardín de sombras.
Seguidme dulces niños,
os guiaré a través
de todo el dolor y el sufrimiento.
No lloréis pobres niños,
porque la vida es así:
asesina de belleza y pasión.
Callad queridos niños,
debe ser de este modo
cansados de la vida y engaños.
Descansad mis niños,
pues pronto estaremos lejos
en la calma y el silencio.

Mientras yo permanecía con Sheela en Veitewer, Teos quería encontrar nueva información sobre su pasado y lo ocurrido en Kaer y Seren. Pero la mayoría de los rastros ya se habían enfriado y los que quedaban no quería seguirlos. Junto a Chloe hicieron un primer intento de avanzar teniendo una conversación con la poderosa Francesca Findabair, pero la poderosa hechicera no sabía mucho de lo ocurrido y, desde luego, nada que ellos no hubiesen averiguado antes. Pero les consiguió una invitación para conversar con Vilgefortz, algo que Teos llevaba retrasando todo lo posible pues, como con Estregobor, el brujo tenía la certeza de que estaba involucrado y la conversación sería una batalla dura si no iba completamente preparado. Sin embargo, al final de esa visita a la torre del líder del Capítulo del Regalo y el Arte no obtuvo nada, pues el hechicero no vio ninguna razón para contar lo que sabía y el brujo se negó a que Chloe quedase en deuda de Vilgefortz a cambio de esa información.

Tras el viaje infructuoso fue hora de regresar a Lan Exeter. En el este, Niedamir había ya levantado las levas de todos sus ejércitos, listos para marchar sobre Jamurlak e inciar la guerra que muchos querían evitar. Cientos o miles morirían siguiendo el canto de sirena de su rey y de aquellos que se le opusieran si no se conseguía evitar que los ejércitos se encontrasen en el campo de batalla. Allí se encontraron con Xandaria, la hechicera del Duque de Poviss, que había sido enviada por este para apoyar que tanto Kovir como Poviss se mantuviesen fuera de la guerra. Pero, mientras el voivode de los ejércitos del rey marchaba al frente, la reunión en la corte fue tensa y complicada, empeorada por la siguiente bravuconada del Príncipe Tankred exigiendo infructuosamente que cumpliese el destierro de Teos que él había ordenado en verano del año pasado, lo cual llevó a que el Rey tuviese que reprenderlo públicamente y su orgullo principesco fuese herido aún más.

Pero de esa sesión de la corte surgió una idea para evitar la guerra: conseguir que Szymon, el anciano rey de Jamurlak, entregase voluntariamente la corona y se convirtiese en Duque de la Liga de Hengefors. Mejor Duque que muerto, al fin y al cabo. Así que partieron hacia Tridam, la pequeña capital de ese reino, y en sus tabernas encontraron a Trinde, que se había separado de Teos poco antes del invierno. Les habló de sus pesadillas y cómo, cuando estas llegaban, cosas malas ocurrían a la gente que quería, y se había alejado para protegerles. Y cómo había regresado a Jamurlak para acabar con Stregobor, lo cual llevó a alguna tensión entre ella y Xandaria pero, sobretodo, al plan de conseguir que fuese el hechicero odiado el que entregase la corona a Niedamir, esperando que el demente rey de la Liga acabase él con la vida del hechicero. 

El problema de esta embajada es que temían que Teos y Chloe fuesen mal vistos por Stregobor y se decidió que fuese Xandaria quien negociase con el rey. Craso error. Inocente, sobreprotegida o lo que sea que fuera la hechicera, no estaba preparada para la crueldad y el abuso de poder de la pequeña gente que hay por el norte y, cuando llegó a las murallas del castillo, el guardia que vigilaba la puerta le exigió que le hiciese una mamada, humillándola. En lugar de usar la famosa manipulación por la que son conocidas las hechiceras o pasar de largo o cualquier otra de las cosas, Xandaria terminó maldiciendo al guardia a que le salieran pústulas en su polla lo cual llevó al inicio de un combate cuando el hombre se lanzó contra la hechicera por hacerle eso. Xandaria esquivó la mayoría de sus ataques mientras intentaba razonar con el hombre pero este ya tenía los ojos inyectados en sangre y, con un momento de suerte, logró impactar en el cuello de la hechicera con el pomo de su espada, impidiendo que pudiese hablar. Con dificultad, consiguió lanzar un hechizo para regresar a la taberna con los demás, dejando al guardia libre para ir por el castillo contando cómo había venido una malvada bruja a atacar el castillo y él, poderoso e importante, la había hecho huir no sin que esta malvada bruja antes le maldijese el pene.

Reunidos, en la taberna, mientras la hechicera recuperaba el habla y Chloe regresaba de su torre con un anillo para ella, se decidió que Xandaria intentase una nueva aproximación diplomática. Craso error de nuevo, pues seguro que algún chascarillo e historia habéis oido al respecto. Pues el castillo se encontraba en guardia ante lo que temían que era el ataque de una hechicera enviada por la Liga de Hengefors para iniciar la guerra y pronto la ciudad estuvo recorrida por el sonido de las campanas de los templos. Pues, cuando Xandaria llegó ante las murallas fue recibida por las puertas cerradas, las espadas desenvainadas y las flechas volando. Fue herida de seriedad, eso es innegable, mientras con sus conjuros iba reteniendo a los atacantes con pequeños terremotos y metales imantados. Incluso logró adentrarse parcialmente en el castillo con sus hechizos, pero el interior estaba en estado de alerta y lleno de soldados y la hechicera debió huir de nuevo. Ni siquiera de una anciana a la que Xandria había estado ayudando en Tridam obtuvieron respeto o aprecio, pues tan pronto descubrió que eran hechiceras salió huyendo y se encerró en su casa maldiciendo a la hechicera con gestos supersticiosos. Y es que el canto de sirena del miedo y el odio es, sin duda, el más poderoso de los que recorría el norte en aquellos años.

Se reagruparon en Lan Exeter para trazar un nuevo plan, mientras Chloe sanaba las heridas de la otra hechicera. Y esta vez fueron Chloe y Teos los que intentaron la aproximación diplomática desde fuera de la ciudad. Pero antes hubo que borrar las memorias del tabernero, por si acaso. No nos llevemos a engaño, tanto la hechicera como el brujo dieron con otro guardia mentecato, pues como sabéis son muchos los que recorren nuestras ciudades: gente que nada tiene pero se creen superiores a los demás solo por llevar el escudo de armas de su señor. Abusones de la peor clase. Pero Chloe, más habituada y curtida a este tipo de encuentros, si que fue capaz de gestionar la situación y, pasando de guardia a capitán y a caballero, finalmente logró que los llevasen ante el Rey Szymon y su familia, en una pequeña sala de corte donde se refugiaban junto a Stregobor y sus mejores caballeros. Al fin y al cabo, la ciudad estaba bajo ataque de otra malvada hechicera que podría regresar en cualquier momento. 

Szymon era un hombre mayor, ligeramente senil, que no acababa de diferenciar demasiado bien los hechos del pasado con los del presente. Refugiado en tiempos de su juventud, cuando era fuerte y gran caballero de torneos, lloraba la pérdida de esos tiempos y los achaques que el más terrible de los males tenía en su cuerpo: el enemigo invencible, la mera vejez. Pero mientras Teos entretenía al rey, Chloe hablaba mentalmente con Stregobor para negociar la rendición de la corona. Y al hechicero, en contra de lo que ellos pensaban, no le importaban ni coronas ni reyes, sino las profecías como siempre, pues sentía que algo iba mal, que se le debían haber escapado algunos de los niños del Sol Negro. Poco sabía él que el brujo que tenía delante era uno de ellos y Trinde, que todavía estaba en la ciudad, otra. Las negociaciones fueron complicadas pues Stregobor no quería tener nada que ver con Chloe y el peso de la maldición que tenía encima, pero finalmente la hechicera consiguió convencerle. 

Agotados, regresaron a Lan Exeter pero las cuestiones de la guerra en el Norte no terminaban allí, había más sirenas cantando. Y se habían comprometido con Vernon Roche y Triss Merigold en mediar en la búsqueda de una resolución pacífica al conflicto por el control del Pontar entre Temeria y Redania. Así que fueron a Tretogor, a reunirse con el rey Vizimir II que se encontraba inmerso en un debate en la corte sobre los hechos que sus exploradores informaban que habían ocurrido en Jamurlak. Fueron tranquilizados por las palabras de Chloe y esta consiguió permiso para reunirse con él esa noche cuando acabase la corte. Fue una reunion productiva, pues Vizimir no es el peor de los reyes del norte, lo que no quería era hacer inútiles las pérdidas de vidas de sus hombres. Una vez que ya tenía controlado el Pontar no veía razón para dejar esas ciudades pero Chloe abrió la posibilidad de que la Hermandad de Hechiceros u otro garante asegurase que cobrase el dinero debido de esos puertos si los devolvía a Temeria. No fue un acuerdo en firme, pero fue un comienzo de un entendimiento y, en el Norte, eso es mucho más de lo que se puede conseguir normalmente.

Quedaba entonces hablar con los temerios pero, para cuando llegaron a Wyzima la noche ya había caído. Durmieron en una de las posadas de la ciudad con la mala fortuna de que durante el desayuno se encontraron con Jaskier y librarse del bardo resultó la más frustrante y complicada de las tareas de esos largos días. Pero por ahora ya he hablado mucho y antes de contaros como fue el encuentro con Triss Merigold y lo que vendría después, necesito que algún alma caritativa me invite a una cerveza que ya tengo el gaznate más correoso que una brigantina de cuero viejo.

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