Cronicas de las Tierras de la Bruma 30: Cuidado con lo que Deseas

Las antiguas historias y cuentos hablan de un tiempo lejano en que el universo era todo potencialidad de posibles futuros y caminos y todo podía ocurrir. Sometido únicamente a los deseos de genios e ifrits, la creación cambiaba sin control según la voluntad de unos y otros. Hasta que unos mortales aprendieron a hablar en el idioma de los genios y obligaron a estos a conceder sus deseos. Y entonces se produjeron los grandes portentos y eventos terribles, a medida que todo lo que podía ocurrir lo hacía, según los sueños y emociones de los habitantes de aquellos enormes palacios del desierto convertido en vergel. Pocos genios sobrevivieron a aquellos distantes tiempos, pero algunos permanecieron hasta que un muchacho sin futuro de la Hegemonía osó desear... daría cualquier cosa por tener la ocasión de convertirse en alguien relevante, no la sombra ignorada que era en su familia. Yo no se cuanto hay de cierto en esa historia, pero los textos recuperados de después del Silencio cofirman que, al menos Jaeremias había pedido ese deseo y, con ello, había atraído la atención del ifrit.

¿Por qué te cuento esto ahora? Entiendo la pregunta, sigue removiendo el fuego y te lo contaré. Porque lo primero que narran los textos recuperados, del comienzo del Ciclo del Fuego, fue la historia del final de la vida de Jaeremias. Desconocemos mucho de lo que ocurrió durante el Silencio, aunque algunas cosas se pueden inferir. Pero si sabemos cómo fue, según los registros, el cambio de historia de sueños y deseos. Pues estos, son un peligroso arma que, con mucha frecuencia, puede destruir más que crear si no se tiene cuidado con ellos. Y Jaeremías, un jovenzuelo ignorado y malcriado de una importante casa nobiliaria de la Hegemonía, no tenía la capacidad ni la astucia para hacerlo adecuadamente y, como suele ocurrir, acabó pagando el mayor de los precios por soñar con otra vida.

Y la hora había llegado de las consecuencias, tan inevitables como que el fuego que nos ilumina se apagará cuando se consuma la madera que lo aliementa. O en aquella ocasión, cuando la hora llegó en que Milia, la Creadora de Mundos, y sus hermanas marcharían a acabar con la vida de Jaeremias y detener los intentos del ifrit por devorar al genio. Recorrieron los bosques hasta los ríos que separaban el Bosque Bajo del Bosque Medio, por donde los extraños héroes de los elfos viajaban. Y, en los recodos, encontraron un fastuoso palacio de ensueño, con sirvientes que entraban y salían por las torres en alfombras voladoras, cúpulas doradas que refulgían con el brillo del sol reflejado, e innumerables riquezas y portentos en sus pasillos.

Con astucia y discreción recorrieron los pasillos hacia la más alta de las torres de donde unos sirvientes retiraban unas tazas y teteras. La belleza y brillo de las mismas inevitablemente atrajeron la atención de Zarel que, con agilidad sin rival, se apropió de dos tazas perfectas para añadir a su colección personal, inconsciente de la enorme importancia que esa pequeña travesura tendría en el futuro. Con igual habilidad y sutiliza alejaron a los guardias de la sala del trono de sus puestos de guardia y se enfrentaron al sultan de un palacio sin límites, donde todo era posible. 

Debes entender que fue una batalla donde la espada y la magia tuvieron su lugar, pero su importancia fue menor que la de la imaginación y la astucia. Pues genio contra ifrit, las voluntades de sus dueños para pedir deseos se volvió absoluta modificando la realidad en una danza de posibles futuros entretejidos con el brillo del acero, el volar de las flechas, el fuego y las monedas de los conjuros. Pero Jaeremias no era ya rival para el Nuevo Cisne y golpe de gracia llegó cuando Milia deseó que el hegemónico se quedase mudo, incapaz de crear nuevos deseos al no poder pronunciarlos. Arrinconado entre golpe y conjuro, acabó derribado sobre su trono y todas sus bravatas de muchacho creído e inseguro se vieron confrontados con el cuchillo de la joven que terminó con su vida.

Pero estamos al principio del Ciclo del Fuego, como ya sabes, e igual que un día se transforma en una noche, una cosa se convirtió en otra. Pues mientras la vida de Jaeremias Bonafide llegaba a su final, el Ifrit quedaba libre de su atadura para actuar. Se vanaglorió de su poder sobre el cadaver del elfo, y se encontró atacado por todas las hermanas del orfanato que desencadenaron sus conjuros contra él sin conseguir más que enfadarlo, pues aún no se encontraban preparadas para esa batalla. Pero, mientras desaparecía junto al palacio y todo lo creado, absorbido por una tormenta de arena de otros tiempos y leyendas, el ifrit pronunció su terrible maldición: "volveré contra vosotros todos los crueles y terribles sueños y deseos de una ciudad entera de mortales". Pues, la Nueva Catan que ellos mismos estaban contribuyendo a construir y crear se volvería su adversaria, su enemiga, como en tiempos lejanos hicieran los dueños de ifrits y genios según las antiguas historias de las abuelas.

Pero igual que el fuego de nuestra hoguera se consume, aún quedan un par de cosas que contar antes de cerrar esta historia por esta noche. Pues en el viaje de regreso leyeron los diarios de Jaeremias, descubriendo como sus dos deseos habían desecho su vida, cómo el ifrit lo había manipulado y engañado, haciéndole creer que era un amigo cuando no lo era en realidad. Y se detuvieron en Asur Na'assib donde Aurora confiaba en continuar con sus amoríos con Va'alen Thaalorn, la Princesa de la Oscuridad. Sus serios planes iniciales resultaban algo aburridos para la princesa, que buscaba más entretenimiento que un paseo por un parque, lo que acabó llevando a una fiesta en una de las tabernas de la ciudad, donde los juegos y planes de Zarel llevaron a que los elfos por primera vez se desmelenaran... hasta donde pueden desmelenarse, que aún en pleno fervor esos estirados seguían siendo un poco paradetes... o un mucho. Milia, borracha, bromeó con la Princesa y Aurora se sintió desplazada y se marchaba dramáticamente cuando Va'alen la siguió para llevarla de vuelta a bailar juntas y, por primera vez, ambas acabaron besándose. 

Sin embargo, te dije que esas tazas que el muchacho había robado tendrían una importancia, y esta sería capital. Pues no se desvanecieron con el resto de las maravillas creadas por los deseos de Jaeremias, sino que permanecieron con Zarel. Eran producto de los poderes del ifrit, puro sueño y deseo condensado en porcelana y plata brillantes. Y una vía de conexión que el poderoso ente no podía cortar porque eran una parte de él mismo. Una vía de comunicación que permitía encontrar al ifrit en su plano de pura potencialidad y llevar a una complicada conversación. Sueños, deseos, amenazas, debilidades y verdades fueron reveladas, del papel de Aurora en la muerte de su padre, de las limitaciones que nunca podría romper Milia si no se liberaba de su genio, de los designios de libertad y deseos, de las consecuencias y barreras de la moralidad. El comienzo de una batalla que apenas se esbozaba, donde los sueños mismos de todos estarían en la balanza.

Pero eso todo sería más adelante, después de que Shavi les informase de lo que había descubierto con los fragmentos del anillo de Jaeremias. Después de que todo cambiase, cuando las potencialidades se fueron transformando en realidades. El tiempo en que la gente demostraría que hay que tener mucho cuidado con lo que se desea pues, como los de Jeremias, se podían acabar haciendo realidad. Y es que, como las arenas del desierto, movidas por los sueños y deseos, el futuro se revela ante quienes saben donde mirar y los que, sin mirar, caminan día a día hacia él. 

Ya habrá tiempo de hablar de todo eso en futuras noches, sin embargo. Ahora a dormir, que mañana hay mucho camino por recorrer.

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