Cronicas de las Tierras de la Bruma 14: los Secretos de la Magia


Los secretos de la magia son los secretos de la voluntad. Pues, como enseñaba antaño el Aeon, es la voluntad de los mortales la que decide si algo es bueno o malo, no el hecho en sí. E, igual que nosotros montamos nuestra hoguera hoy en este refugio, únicamente con intención de guarnecernos del frío del exterior, quien usa la magia lo hace con su voluntad, su conocimiento y deseo. Una voluntad capaz de doblegar el mundo, los elementos, la vida y la muerte. Como hizo Savirie Valnesh, la bruja, cuando con sus encantamientos antiguos hizo que el búho se presentase ante ella.

Pero eso no es la historia que te quiero contar esta noche fría en que, por una vez, tenemos un techo sobre nosotros. Pues las integrantes del Nuevo Cisne empezaban a ver el comienzo del complicado proceso de constitución del gobierno de Nueva Catán, cuando el abogado de Victalove acudió para preguntar qué constituye a un ciudadano. Una reunión interrumpida por el retorno de alguien del pasado pues Helga Sturmhand, la prometida de Gnaven, irrumpió en la reunión demandando que el enano se casase con él, y su ira la llevó al extremo de agredir a Aurora y ser detenida por la guardia de la ciudad. Así, la ira como el fuego que tenemos ante nosotros, devora como lo hacen las llamas con la madera que las alimenta. Sin atender a razones ni cuidados. No sería la última vez que tendrían que lidiar con la enana que regresaba del pasado, pero eso es historia para otro momento.

Pues lo que ocurrió esa expedición fue de una tremenda importancia. Llegaron a un extremo del bosque, a un claro tan grande que en su interior se encontraba una ciudad del antiguo reino elfo del bosque: Asur Na'assib, la Joya de la Isla. Llamada así porque, en un mar verde en forma de bosque, ese enorme claro era considerado por los elfos de la ciudad como la Isla de la Luz, o la Isla del Sol. No nos llevemos a engaño, aislados y rodeados por un bosque que los quiere muertos, los elfos recibieron al Nuevo Cisne con desconfianza, a punta de flecha desde lo alto de las murallas de su ciudad. Pues había más elfos entre los muros de su fortaleza fronteriza que habitantes ocupaban la actual Nueva Catán, lejos de su gloria de antaño en todos los sentidos.

Pero la diplomacia consiguió que se reuniesen con el Consejo de los Seis Príncipes, aunque sólo cinco se encontraban allí: Elpakoh, Príncipe de la Tierra, había muerto años atrás como habían descubierto en la Cima de los Sueños y sus hijos, incluido un nervioso Elvenstar, aún no eran elfos que pudiesen tomar su lugar. Fue Santiria, la Princesa de la Luz, la que respetuosamente llevó la conversación, pero la sospecha de que pudiesen ser agentes de las brujas era fuerte. Pues la desconfianza era parte de la naturaleza de unos elfos asediados, atados a una larga guerra contra un enemigo que corrompía los bosques y cambiaba de aspecto. Fue Sirain Thaalorn, el Príncipe de la Oscuridad, el que sugirió que se enfrentasen a una prueba en el linde del bosque, donde sus exploradores habían encontrado pruebas de nuevas corrupciones a manos de las brujas del bosque. 

Marcharon así a un antiguo templo de la Diosa de la Luz en las cercanías del bosque donde los muertos defienden a los vivos. Un templo hundido y en ruinas desde tiempo atrás, que ahora se encontraba abandonado y vacío. O eso parecía hasta que Gnaven llegó a las cercanías del altar, donde los restos de la diosa estaban diseminados, causando que de las grietas surgiesen los corruptos elementales que ocupaban el lugar. El fuego, el veneno, la tierra misma se volvieron contra nuestras aventureras y Ossom cayó bajo sus llamas. Pero las flechas de la ballesta de Gnaven, los certeros estoques de Shana, la sanación de Hotane, los proyectiles de los sirvientes de Aurora y los rayos mágicos de Milia dieron con todos los enemigos en el suelo. Y, más importante, lo hicieron con artes distintas a las que usan las brujas, probando que ellas no eran brujas a ojos de los elfos, que las llevaron de vuelta a la ciudad con un ambiente más distendido y alegre.

Pero la situación, como la noche que nos rodea, distaba de ser alegre en la ciudad. Rodeados de enemigos, los elfos se aferraban a una vida complicada, en las cercanías del refugio donde las brujas antaño se hicieron pasar por sus aliadas. Savirie entre ellas, pues era una de las cuatro grandes hechiceras que aprendían y servían a la poderosa líder y su oscuro espejo. La guerra se había desatado cuando la traición de las brujas fue descubierta, aunque para entonces ya Savirie había sido encerrada en la cárcel de la que el Nuevo Cisne la liberaría tanto tiempo después. Y, aunque la torre entonces estaba partida, destruída por la batalla celebrada ante ella, el espejo en su corazón jamás había sido destruido y aún concentraba las energías corruptas del bosque pese a que las brujas se habían dispersado. Mucho haría falta para debilitar sus guardas y energías, muchas pruebas y dudas, combates y sangre, para hacer que la torre fuese vulnerable de nuevo, pues la magia tiempo ha había corrompido el bosque en gran medida y el espíritu del bosque estaba perdido. 

Noticias preocupantes que llevar de vuelta a Nuevo Catán, junto al pago que Reallash, el Príncipe del Agua, había hecho por los servicios prestados liberando el templo. Solo volviendo a la ciudad se empezaron a dar cuenta de la escala real que en su momento debió haber tenido el cadáver que ahora ocupaban, quizás un millón de almas o más habrían vivido antaño entre sus muros. Apenas unas pocas decenas de miles lo hacían ahora, menos que elfos había en su ciudad, un pálido reflejo de la gloria que tuvo otrora. Y tantos elfos, y paganos además, era una amenaza y un problema que atribuló a un Greco que sabía que demasiado se estaban descontrolando las cosas y el tiempo corría en su contra. Y en la de todos. 

Pero el tiempo de la historia por hoy se acaba, que quiero disfrutar de esta cama que tenemos antes de que salga el sol de nuevo y haya que ponerse en camino de nuevo. Lo que ocurrió después, lo que le pasó a Helga en manos de la guardia o la apertura del Cubil del Dragón quedarán para otra noche, otro fuego, o para que alimente tu imaginación. Porque el verdadero secreto de la magia, antigua y poderosa como es, no se empezaba más que a divisar levemente en los entresijos de los restos de un mundo que había ido desapareciendo desde hacía un milenio. Ahora, date la vuelta y duerme, nos queda una jornada agotadora mañana que deberemos empezar a recorrer las llanuras.

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