Tiempo de Anatemas 19: Persiguiendo sombras

Las bulliciosas calles de la Ciudad Imperial reciben a cualquier visitante entre olores e imágenes, sonidos y tactos inesperados. Los gritos de los vendedores en el mercado, los cánticos de los monjes del templo cercano, las extorsiones en los callejones y los trabajos de los esclavos. Y el silencio respetuoso mientras se abre camino al paso de un Exaltado de la Dinastía en su palanquín, proveniente del palacio imperial donde las Casas discuten sus asuntos, buscando poder y ambición como guías morales.

Pero de entre los millones de habitantes, son cinco pequeños grupos los que nos importan. Cada uno con sus objetivos y razones, los exaltados solares se ocultan entre la multitud. Todos ellos vinculados por distintas razones a la caravana secreta que Mnemon Xu-jin ha organizado para encontrar la manse de la Serpiente de Ojos de Rubí. Pero seguirla requiere encontrar las pequeñas pistas dispersas entre nobles y traficantes de información, mercenarios y monjes. 

No solo a eso se enfrentaban los solares, sino que sus intereses eran mayores. Unos se adentraron en la política nobiliaria con los intereses de las Legiones, la imposición del control de ciertas satrapías y las ambiciones expansionistas de las casas; otros profundizaron en cuestiones económicas, desde las prebendas esclavistas del Gremio a la venta de ciudades, o los ascensos en el funcionariado. E incluso algunos desafiaron ciertas cuestiones judiciales, como los tribunales de diversos delitos y corrupciones, los agentes de bandas criminales o las decisiones sobre los Anatemas y las Cacerías Salvajes.

Todos ellos dejaron su impronta en las calles del centro del mundo, en la más importante de las ciudades. Cuestiones que les perseguirían de vuelta a sus polos y durante mucho tiempo, pues el Destino las había entretejido en su camino durante este tiempo pero no desharía el hilo de la puntada ya dada. Y cuando estuvieron dispuestos, ellos organizaron su propia caravana para viajar al sur.

El destino de la misma: el Desierto de la Memoria. Lugar bajo cuyas dunas esperan y aguardan secretos y misterios olvidados para la mayoría, milagros y éxitos de otros tiempos, pecados y errores que reencuentran el camino al presente. Y por estas tierras caminan durante días, siguiendo el rastro de la caravana Mnemon y la Ledaal que la persigue. 

Es en una de esas noches, sentados alrededor de la fogata del campamento que conversan. Una oportunidad para conocerse, con sus virtudes y defectos. Los ágiles de mente y los de temperamento volátil, los tranquilos y los apasionados, los fuertes y los valientes. Compartiendo relatos y comida en torno a las llamas, ven su descanso interrumpido por la aparición de entre las llamas del Vagabundo Negro, aquel que Persigue lo Inalcanzable, maestro kenku de la espada y la filosofía. 

Los desafió a que contasen una historia sin dar más explicaciones de su presencia allí. Algunos se extrañaron y se pusieron a la defensiva, incluso solicitaron un duelo, mientras otros resultaron mas confiados y abiertos con el espíritu. Y cinco narraciones se compartieron bajo las estrellas, sobre manses y abisales, lunares y demonios, de chicas transformadas en monstruos y más cosas. Pues al hilo de las narraciones, preguntas y cuestiones iban saliendo, que se sumaban a todas las conversaciones que estaban teniendo desde que habían partido juntos de viaje.

Superada la prueba, cada uno de los círculos fue recompensado con una adivinanza. Misteriosas e imposibles, las palabras del kenku les dirigirán a sus refugios, a las manses que otrora habían considerado su hogar como conjunto, cuando llegue el momento en que sepan resolverlas.

Siguieron avanzando por el desierto al terminar la noche, y unos pocos días después divisaron la forma de una masiva cabeza de serpiente que emergía de las arenas. La entrada a la manse, de piedra, parecía viva incluso en la distancia, si bien de cerca mostraba sus problemas debido al largo tiempo bajo las arenas. Pues ellos mismos, milenios atrás, habían comandado al refugio para que se hundiese bajo la superficie del desierto a la espera de sus instrucciones cuando llegase el momento. Y lo había hecho, aguardando con paciencia, pese a las dificultades y problemas, hasta que la Emperatriz Escarlata la había desenterrado por sus motivos y, ahora, años después, una tormenta de arena en el desierto la había vuelto a revelar. Y no fue hasta que los solares volvieron a poner el pie en su interior que la manse comenzó a activarse de nuevo, pues no reconocía a los miembros de la Casa Mnemon y de la Casa Ledaal de su interior como si reconocía a los recién llegados... los dueños habían regresado.

Pero restaurar la manse requería enfrentarse a numerosas pruebas y conflictos. Los maestros del acero y el jade se adentraron en sus profundidades para enfrentarse a un poderoso navío volador, corrupto por demonios. Combatieron en el puente espejado contra los Vástagos presentes en duelos honorables. Desafiaron al motor demoniaco con brillantes golpes de enorme perfección. Y desafiaron a Sigreth, el poderoso demonio, a conflictos sobre un tablero en el que demostraron su pericia en la guerra.

Aquellos que eran actores de las sombras se adentraron en la oscuridad para enfrentarse y purgar sus miedos. Recorrieron una biblioteca antigua en busca de información mientras los sistemas borraban los libros debido a las alarmas despertadas por los Mnemon presentes. Cazaron a un espectro furtivo que buscaba darles caza a ellos en un laberinto. Y se infiltraron en la cámara acorazada para obtener la joya que sellaba al demonio de la manse en la misma.

Los artesanos de lo místico tejieron un hechizo a partir de su propia voluntad para seguir la estela del antiguo maestro Atardecer y sus experimentos. Lucharon en combates mágicos contra aquellos que se les enfrentaron. Restauraron filosóficos recuerdos y experiencias de tiempos largo tiempo discurridos. E invocaron espíritus y elementos para conseguir la información que precisaban.

Finalmente, los danzarines de las palabras recorrieron los salones para convencer al espíritu de la manse de que abandonase la corrupción infernal. Liberaron a los sirvientes de otros tiempos de su encierro en la manse más allá de la muerte. Renegociaron el pacto antiguo que había llevado todo al desastre hasta que este desapareció. Y lidiaron con un demonio sirviente, pactando ventajosamente para ellos, y logrando que regresase al Malfeas.

Y con todo hecho, la presencia de Erembur, el Faro del Infierno, abandonó la Serpiente de Ojos de Rubí. Mnemon Xu-jin fue consciente entonces de su derrota a manos de los solares, una que no olvidaría pero tampoco podía actuar directamente contra ellos pues estos tenían también el conocimiento de sus pactos con el Infierno. Ledaal Xenex, en su arrogancia, intentó matarle, pero solo encontró su final antes de que la hija de la Dama Mnemon abandonase la manse. Su cadáver fue encontrado por los solares, para gran regocijo de los provenientes del norte pero también gran interés para quienes venían de la ciudad imperial. Y entre sus posesiones apareció el orbe feérico que traía a la manse a los navegantes del polo acuático.

Fue tras un conflicto en torno al destino del cadáver que avanzaron hacia el refugio interior de la manse, donde una proyección de la Emperatriz Escarlata explicaba a quienes hubiesen llegado hasta allí que el final de su tiempo había llegado. Que abandonaba su trono, que no la buscasen, pues ahora era el tiempo de aquellos con la fuerza para hacerse con el poder. Investigaron en las cercanías y encontraron pistas del posible paradero de la Emperatriz, en alguno de los otros cuatro polos, pero que siguiesen o no esas revelaciones es algo que dependería de ellos. 

Y adentrándose aún más llegaron a un hangar, donde antiguamente seis vehículos de la Primera Edad aguardaban desde que la manse se había sellado. Uno se lo había llevado la Emperatriz cuando abandonó el lugar, los otros cinco, como provistos por el Destino, serían ahora el patrimonio de los solares y abrirían las puertas de la Creación de par en par para que esta fuese transitada. 

Pero, con el demonio fuera, la magia de la manse estaba llegando a su final, y juntos los solares la abandonaron, llevando consigo los secretos de los intentos infructuosos del pasado por resolver la Gran Maldición. La serpiente devoró su cola, adentrándose bajo tierra mientras los vínculos que les habían traído a todos aquí desaparecían temporalmente, pues en el reino de los dioses y el Destino, sus caminos discurrían en paralelo pese a la distancia y el tiempo. 

Y con ello llegamos al final del primer libro, La larga sombra del eclipse, y da comienzo el segundo: El alto precio del alba.

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