Tiempo de Anatemas 18: Los ritos de los dragones

 

En la ciudad de Nexo, Ragara Jun saca a una cita a Xiao Baozi. La lunar, descolocada con vestidos elegantes, necesitó que Ventura le enseñase a moverse y actuar dentro de ellos, pero luego disfrutó de la elegante cena en el restaurante con el Eclipse. Y en ella, entre susurros cercanos, hablaron también del pasado, de la relación entre solares y lunares, de lo que su maestro sabía sobre la existencia anterior de Megara y su torre de hechicería o como esta casi destruyó la Creación. Y tras la cena un romántico paseo bajo la luz de la luna, los brazos entrelazados, hasta llegar a un inocente pero sentido beso al dejar a la guerrera en la puerta de la taberna.

Para seguir lo que vino después hay que descender el Río Amarillo más allá de su desembocadura en el Mar Interior bajo la vigilancia de Lookshy. Hay que cruzar ese mar hasta llegar a la ciudad en el centro del mundo, la capital del Reino, donde Jun debía pasar los ritos para ser aceptado como un exaltado del dragón. Allí, en el puerto, les esperaba una recepción de la Casa Nellens y otras personas, organizada por los integrantes del Círculo del Sol Redentor. Y, de entre ellos, su Atardecer Coin les aguardaba para actuar como guía en una ciudad tan distinta a Nexo como era aquella. 

Fue en sus calles, bajo la vigilancia de espías y agentes, viendo la deferencia y la sumisión de la gente común ante los exaltados de la Dinastía, que Jun sintió con fuerza el que era un impostor. Y que si había una ciudad en la Creación para ser un exaltado del dragón era precisamente la capital imperial, con su prestigio y protocolo, no ciudades caóticas como Nexo. Las calles abarrotadas fueron llevándoles tortuosamente desde el puerto hasta una taberna de los conocidos de Coin, que sabía que sería un lugar seguro, donde todos pudieron conversar por primera vez de modo sincero. Al fin y al cabo, aunque muchos se habían conocido durante la Exaltación, lo habían hecho de modo espiritual y no en persona, y el hechicero del Heptagrama sabía muchas cosas que ellos ignoraban, pero también ellos sabían muchas cosas que él desconocía. 

Estando allí llegó un mensajero de la Casa Cynis, un poderoso exaltado del dragón, para entregarle una carta a Jun. Y en esta, aparecían las recomendaciones de Cynis Falen Pétalo Hermoso de que los Iluminados reconociesen de modo innegable a Jun como exaltado del dragón, pues había demostrado su competencia y habilidad y su buen servicio al Reino. Una primera recompensa por sus acciones en Jiara no tanto antes, un apoyo inesperado que no se habría conseguido de otro modo, cuya carta se unía a las escritas por Ragara Yu-shi y su hermana Io-dara.

Esto sirvió de acicate para ponerse en marcha y juntos fueron al palacio de los Ragara donde, saltándose los procedimientos, un sirviente les llevó directamente a tomar el te con Ragara Heral. El poderoso señor se interesó por ellos, por lo que había descubierto Synn sobre la presencia de demonios en el polo de la madera, y los hechos que Coin sabía sobre lo ocurrido en el Heptagrama. Y es que Heral manifestó la preocupación de los Ragara con las recientes acciones de los Mnemon y su búsqueda de algo. Pero los agentes de la Casa en la ciudad eran todos conocidos y fácilmente reconocibles por sus rivales, de modo que necesitaba la ayuda de los miembros del Círculo para descubrir lo ocurrido pues sin duda era importante. Y, a cambio ayudaría a acelerar la tramitación de la exaltación de Jun, que tendría lugar al día siguiente.

De vuelta a la ciudad, Jun acudió a la fría comida con sus padres, mientras los demás disfrutaban de una comida en un ambiente más tranquilo y relajado como era la taberna donde estaban alojados. Fue entonces que a Ventura se le ocurrió disimuladamente emplear sus poderes para investigar a los monjes en busca de quienes serían corruptibles para facilitar más la tramitación de los ritos. Pero observando a los miembros de la Orden Inmaculada solo encontró uno corruptible que fuera útil para su misión, y el precio era moralmente complicado pues lo que el anciano quería era la compañía de niños pequeños. Hubo una conversación compleja entre todos sobre las limitaciones morales y éticas, sobre disfrazar adultos o cadáveres, de los riesgos de que descubriesen el engaño en una ciudad donde ser Anatema es tremendamente peligroso. Y finalmente Ventura se disfrazó para contratar a un prostituto adulto que pudiese hacer pasar por un niño con habilidad y magia a cambio de un sustancioso pago. 

Para celebrar que todo estaba más o menos dispuesto, Jun les invitó a todos a cenar a un restaurante caro de la capital, donde uno de los cubiertos hubiera costado lo mismo que alimentar a una familia de campesinos durante toda su vida. Tanto Synn como Sagrest llamaron la atención de los presentes con sus formas "rústicas" de comportarse, pero una vez en el salón privado, cuando localizaron desde dónde les espiarían, todos pudieron disfrutar de la cena. Buena conversación, revelaciones y detalles compartidos de cosas que unos y otros habían descubierto, todo regado con excelentes caldos y mejores platos. Y tras ello a tomar unas copas en una taberna donde Coin y los suyos tenían cierta historia, donde entretenerse más alejados del protocolo y la bomba, donde Sagrest pudiese beber con calma y a gusto. Pero, avanzada la noche, dos Dinásticos de la Casa Cathak, profundamente borrachos, llegaron rompiendo el protocolo cuando se acercaron a hablar, tirándole los trastos de forma poco elegante a Synn. La académica, con aplomo y tacto, junto con Jun fueron capaces de lidiar la situación y desactivar los problemas antes de que estos estallasen, pero aquello fue la señal de que la noche había llegado a su final y era mejor retirarse. 

La mañana les llevó a reunirse en la casa de los padres de Jun para el comienzo de los ritos. Pero el recibimiento por el mayordomo, escandalizado por los pueblerinos bárbaros de fuera del Reino, fue como mínimo problemática. Y el sarcasmo de Synn y Ventura no ayudó precisamente a desarmar la situación, si bien es cierto que escandalizar al hombre sirvió para que abandonara la puerta. Por su maltrato a sus amigos, Jun habló con su padre y se encargó de que fuera profundamente castigado, siendo enviado a servir a las provincias del polo de la madera que tanto parecía despreciar. Sus propios padres se disculparon ante los exaltados por el comportamiento inaceptable del sirviente para quienes habían sido, sin lugar a dudas, tan buenos amigos y aliados del primogénito de la casa.

El desayuno llegó a su fin con el comienzo de la aburrida procesión por las calles hasta el templo principal de la Orden Inmaculada. A su paso, campesinos y ciudadanos caían a sus pies para abrir paso al nuevo Exaltado del Dragón que estbaba ascendiendo. Entre cánticos y ritos, burocracia y palabras de sabiduría y fe, fueron avanzando el camino, recibiendo la bendición de la magistratura y los ministerios, bajo la guía de los Dragones Inmaculados. Hasta finalmente llegar a la sala de pruebas final, donde Jun recitó un emocionante haiku sobre la importancia de los cinco elementos y las cinco regiones de la Creación, mostrando su oratoria pero también su dominio de la Esencia para ensalzar y engrandecer sus palabras mediante la magia. Los testimonios fueron leídos y los juramentos de lealtad hechos de modo que el joven pudo proceder a purificarse en las tinas de las letanías, abandonando su mortalidad. 

Cuando salió del templo esa mañana lo hizo como Ragara Jun, exaltado del Dragón de Aire, una de los diez mil dragones. La pantomima, el engaño, había funcionado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un mundo de tinieblas

El poder de los nombres

Tiempo de Anatemas 27: La senda de la tinta y la sombra