Acero para Humanos II 5: Nosotros somos los Monstruos

Mientras la primera de las ciudades de Sodden, Breza, caía ante el asalto de los ejércitos de Nilfgaard, la última de sus esperanzas de ayuda moría. Un muchacho joven, jinete con un importante mensaje, cuyo nombre ha sido olvidado a la historia, cuya existencia terminó con la flecha de los scoia'tael. Y con ella la rendición de Sodden a Temeria y la razón para que esta entrase en la guerra una vez más, de que surgiese un frente unido contra el Imperio. Pero al final, si algo mostró el amargo año de 1264 es que no hay mayor monstruo que el que anida en los corazones de los hombres.

 Buscamos cuernos y pezuñas
pero el demonio es tan bello,
cantará una canción
como una sirena en una orilla fatal.
Camina entre nosotros,
camina en nuestro interior.
Discúlpanos, nosotros somos el monstruo
¿Es el Infierno un lugar hecho por el hombre?

Mientras tanto, en Novigrado, la mayor parte de la investigación estaba atada y cerrada, lo que quedaba era tomar decisiones. ¿Acaso sería la espada de plata la encargada de cazar a los monstruos que acechaban en la noche de la ciudad? ¿O sería la de acero la que danzaría su amargo baile de muerte? Y fue esta última la escogida, pues sacrificar a los miembros del Fuego Eterno al hambre del vampiro beneficiaba a los intereses de la Hermandad de Hechicería, aseguraba la paz en la ciudad y podría traer nueva información sobre lo ocurrido con Lady Weiss y los intereses de la corona.

Para disponer este plan, Morgo, Risko y Kazmar marcharon a conversar con Vieresyn. El objetivo era que el anciano maestro gremial convocase al Concilio de la ciudad hacia el atardecer y prolongar la reunión hasta la caída de la noche. Con el interés que Cyrus Engelkind tenía en las cuestiones de política de la ciudad, con suerte acudiría al concejo y, cuando se pusiese el sol se encontraría fuera de la catedral como habían acordado con el vampiro desconocido. Convencer al viejo gremial no fue difícil pero hubo que ser francos, pero era cierto que el bienestar de la ciudad dependía de resolver ese conflicto de una vez. Y a la salida de esa reunión escucharon a un muchacho traer la buena nueva desde Jamurlak pues, al contrario de lo que temía mi buen amigo Teos Exeter, el Rey Niedamir había desconvocado sus ejércitos y no marcharía ni sobre Redania ni sobre Kovir.

Mientras tanto, Conor y Thorgar marcharon al puerto, a investigar el barco en el que Lady Weiss tenía tanto interés antes de su muerte. Mientras el enano distraía a los dos patanes que hacían guardia, el brujo se coló en el camarote del capitán encontrando documentos e información. Aparentemente, al capitán le habían pagado bien en Oxenfurt para transportar a una persona de urgencia a Novigrado. La distracción, convertida en reyerta menor, acabó atrayendo demasiado la atención y ambos escaparon del barco para no causar una innecesaria masacre en el puerto. 

Serían los otros tres los que se aproximarían al capitán para que Kazmar sondease su mente y encontrase al anodino pasajero. Localizarlo en una taberna fue complicado, y más lidiar con el hombre que esperaba a un enviado de Lady Weiss que supiese una palabra clave. Al final, sus suspicacias y precauciones le terminaron de poner en guardia y el hombre se marchó sin revelar lo que transportaba para la dama, por encargo real. Pero, con la hora de la reunión del Concejo cayendo sobre ellos con inminencia, esta fue una senda que debieron abandonar. Al fin y al cabo, los entresijos políticos de la corona de Redania no era la razón por la que ninguno de ellos se encontraba allí y, aunque podría ser interesante información de trueque como señaló el hechicero, el tiempo se había vuelto demasiado escaso como para emplear más en esa línea.

La reunión ante los grandes gremios, el alcalde y Hermann como enviado del Fuego Eterno (con la presencia también de la Madre Superiora del templo de Melitele y la hechicera Isolde Vrinhorn) fue complicada. El único objetivo era que se prolongase hasta la noche para que el clérigo se encontrase en las calles tras la puesta del sol, pero la conversación reveló más información. Pues los miembros del Fuego Eterno habían luchado ya con un vampiro casi un mes antes, y lo habían destruido, y ahora Hermann estaba muy confiado en ser capaz de repetir proeza. La inocencia, o la estupidez, tiene un alto precio en el Norte, como pronto iba a descubrir.

En efecto, entre preparativos y discusiones, la reunión se prolongó hasta la noche. Hermann accedió a colaborar en la caza del vampiro, después de informar al Hierarca de lo que se había decidido. Si se esperaba el ataque del devorador de sangre en ese mismo momento, en ese trayecto nocturno hasta la catedral, decepcionó pues nada ocurrió. Pero eso no quita que un monstruo cazaba a otro monstruo, y que depredador y presa habían comenzado su danza sin saberlo. 

Y todo estallaría durante el encuentro en la plaza, donde una bella voz de sirena atrajo a todos los mortales menos a los más voluntariosos. La amante del vampiro, una poderosa súcubo, alejó a los hombres del Fuego Eterno y dejó desprotegido a Hermann. Y su amante, el vampiro que pronto descubrirían que se llamaba Vorislav, cayó sobre el eclesiasta y este no tuvo ni oportunidad de defenderse. Su sangre sería devorada cuando llegase el momento, igual que sus hombres perderían sus emociones ante los besos de su esposa, todos sus cadáveres desapareciendo en las alcantarillas tirados por vampiros menores. Y, honrando su pacto, el no muerto les reveló que la venganza era porque los miembros del Fuego Eterno habían destruido a su hija y, siendo Hermann el causante directo de la muerte, la cacería se había consumado. En pago por la ayuda ofrecida, tal como estaba estipulado, les reveló la localización del poderoso espectro que había sido engañado para matar a Lady Weiss, un fantasma en su panteón en el cementerio. Con eso, educación y cogido de la mano de su esposa, los dos monstruos se adentraron en la noche para abandonar Novigrado. Y, como a menudo ocurre en el Norte, donde el mal abunda, siempre quedará la pregunta abierta de cuál era el mal menor, y si acaso valió la pena el precio y los sacrificios que ello implicaba.

El cementerio reveló la historia trágica del espectro, un joven masón enamorado de una heredera de una familia rival, que juntos habían acordado suicidarse pero sólo él bebió el veneno. Traicionado, murió décadas atrás y su amada continuó viviendo su vida por si misma. Y ahora, anegado por el amor y la traición, el espectro permanecía anclado al mundo, manipulado por quien había empleado el mechón de Lady Weiss para volver al fantasma en su contra. Lidiar con una criatura de esta índole es complicado, su percepción de la realidad difusa bajo la pantomima de los momentos finales de su vida, su tendencia a la violencia espoleada por una ira infinita. Fueron los conocimientos de Conor, sus señales y su espada de plata los que lo debilitaron, pero sobretodo sus argumentos los que permitieron sonsacar la información necesaria del muerto. Y, finalmente, conseguir que descansase tras revelar que quien había contratado a Jaskier era el mismo hechicero que había creado la maldición que llevó a la dama de Redania a la muerte. Un hechicero no entrenado en Ban Ard, un hechicero al servicio de la Llama Blanca, que hacía días ya había abandonado la ciudad tras debilitar los intentos de Redania de resolver sus asuntos internos.

Pues esa es la naturaleza voraz y terrible del Norte, donde las diferencias crean odios y recelos, enemistades y rencillas. Donde sembrar la duda y el enfrentamiento siempre es más sencillo que tender puentes y construir alianzas. Donde en las sombras se mueven monstruos de naturaleza humana, rompiendo y separando, creando discordia y conflicto para dividir a los Reinos y facilitar su caída uno a uno. Donde un monstruo caza a otro monstruo, donde el bien y el mal son líneas ambiguas trazadas en papel que a nadie le importa. Donde los conflictos siempre se resuelven con sangre y muerte. 

De lo que les ocurrió después a nuestros protagonistas, del regreso del Pontar a manos compartidas entre Redania y Temeria, de las invasiones de Nilfgaard en el sur... de todo eso, y mucho más, ya habrá tiempo de hablar otra noche, con otras bebidas y otras canciones. De momento, gracias señoras y señores por su atención y su generosidad y recuerden que el monstruo siempre es bello y viste la cara de nuestro amigo o nuestra vecina. Y que el amor del Norte siempre es amargo y cruel pues se paga con moneda de sangre y dolor. Creánme que soy un bardo, si algo sé es de amor, el de un vampiro y una súcubo que quieren formar una familia, de dos mortales enamorados hasta el suicidio, o del de la gente común por su ciudad, sus banderas y sus cadenas.

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