Crónicas de las Tierras de las Brumas 22: Hora del Juicio

 

Soldaren había tenido el máximo poder en la ciudad, o eso cuentan las historias, pero lo había desperdiciado. Creyendo que Nueva Catan se gobernaba con la fuerza y el poderío, con el caos y el fuego, como Mauvais, había acabado siendo dejado de lado. Porque Nueva Catan es una cruel amante, que nadie puede controlar ni dominar, ni someter. Y con su poderío en retroceso, como los últimos rayos de ese sol que se pone en el horizonte, el tiempo de su dominio se aproximaba a su final. 

Y te contaré cómo mientras preparas la cena, no quiero cocinar hoy. ¿Que nunca lo hago? Lo que hay que oir, hago algo mucho más importante, ¡educarte! El ocaso de los piratas empezó con la muerte de Evander unas semanas antes, una situación que el nuevo gobierno de Alcides iba a ignorar, enfangada en la destrucción del pueblo de la República a manos, supuestamente, del Reino, en concreto de Ingrid Magnusdottir. El Nuevo Cisne se entrevistó con ella para confirmar que ella no había tenido nada que ver. Eso les valió, conversado bajo el arco de la sinceridad en la Plaza del Honor recientemente terminada, y fueron al encuentro de Arke Obterix, el capitán mercenario del Concilio, que confirmó el contrato verbal y que evitaría que ningún navío interfiriese en lo que estaba a punto de ocurrir. Igual que yo no interfiero en cómo preparas ese estofado, aunque sin duda esas no son las especias adecuadas.

El caso es que, impulsados por Gnaven, el Nuevo Cisne abandonó la ciudad por la Puerta Negra, ignorando las ruinas del poblado y marchando sobre la cala donde los piratas habían revelado que tenían su guarida secreta. Podrían haber investigado lo ocurrido y eso quizás hubiese cambiado lo que vendría después, pero el tiempo es lo que tiene, que a toro pasado todo parece fácil. Lo que sin duda no fue fácil fue la toma de la cala, pues los piratas habían construido en ella unos muelles donde uno de sus navíos, el Tormentosa, se encontraba anclado con toda su tripulación preparándose para zarpar en los próximos días. De no ser por los esclavos halfling probablemente habría ocurrido una masacre muy distinta, pero quizás no. 

Gracias por el plato, ahora toma asiento y escucha, que estoy hablando. Uno podría esperar que entrasen con sigilo y fuesen eliminando poco a poco a los distintos grupos de piratas, como había ocurrido meses antes con el aquelarre. Pero no fue el caso. Invisibles y con portales, se lanzaron a por el capitán pirata y su contramaestre, que se encontraban en el castillo de popa del barco, pero pese a los poderosos ataques que sufrieron ninguno de los dos cayó en el primer momento. Los gritos, la explosión de una bola de fuego y el caos que siguió desató la batalla a bordo del navío, la primera de ellas. Y dime que, sin duda, fue una de las más cruentas que vivió el Nuevo Cisne, entre los cañonazos de los cangrejos, el fuego, y los poderes del capitán más de una de las integrantes del gremio mordieron el polvo. Hubo que recurrir a pociones de curación, a lanzar a los enemigos por la borda a los tiburones que infestaban las aguas, al duro entrechocar del acero y los proyectiles mágicos. No se tomó el navío en esa primera pero breve batalla, pero sí que, antes de que se refugiaran en su portal seguro bajo la cubierta del barco, tanto el capitán como el contramaestre habían perdido ya la vida.

Mientras recuperaban sus fuerzas, como hacemos nosotros tras nuestro largo día de peregrinaje, el oficial médico del barco se nombró a si mismo capitán y, juntando a la mayoría de los piratas, zarpó con los esclavos. Pero el Sangre por Oro, el navío de Arke Obterix, le impedía la huida salvo que el viento se pusiese a su favor y el Tormentosa, mucho más pequeño y ligero, pudiese escapar. Pero no ocurrió. Invisibles de nuevo, el Nuevo Cisne abandonó su refugio recuperados de sus heridas y asaltaron la bodega del navío, tomándola en silencio. Y atrajeron a las decenas de piratas a esta misma bodega, donde la sangre corrió hasta cubrir el fondo. Sin duda fueron heridas de nuevo, pero sin el capitán ni el contramaestre, sin el apoyo de los cañones de los cangrejos que se habían quedado en la playa, los piratas fueron cayendo ante ellas, apilándose los cadáveres sobre los tablones del fondo. Navegaron hasta las cercanías de la orilla donde, con suaves palabras, Hotane convenció a los cangrejos de que debían destruir todo el lugar, y entre sus pinzas y cañones la cala fue reducida a escombros. 

Navegar de vuelta con el Tormentosa al puerto y cobrar el servicio prestado al Concilio fue de seguido. Sin duda, los piratas notaron lo ocurrido, sintiendo acaso por primera vez cómo el sol se ponía sobre sus negras banderas. Pero ellas no se detuvieron allí sino que abandonaron la ciudad por la Puerta Verde, tras una conversación con Jasper, adentrándose en las profundidades del bosque. Este, cada vez más, notaba cómo la naturaleza corrupta iba desapareciendo, obra de sus labores y batallas pero también del espíritu restaurador del bosque, el Buho. Con el cual, de hecho, se encontraron en las profundidades. Este les habló del otro espíritu guardián del bosque, el Lobo, feroz y violento, con el cual Vivenna se había enfrentado poco antes y había logrado ir retirando el veneno de su interior con el cual las brujas lo estaban corrompiendo. Y también les preguntó por el comercio entre Asur Na'assib y Nueva Catan. 

Pero lo que importa para nosotros, ahora que la noche avanza y empieza a hacer frío, es que les guió a la siguiente prueba de espíritu: la Cueva del Miedo. Lugar a donde Príncipes y héroes de los elfos debían encaminarse antes de sus grandes gestas, para enfrentarse a sus peores temores y estar así libres de ellos a la hora de marchar hacia el futuro. Y, sin duda, ellas se enfrentaron a esos mismos miedos cuando cruzaron su oscuro umbral, guardado por leyendas y advertencias de los elfos. Separadas, cada una a solas, debieron luchar con aquello que llevaban dentro, pero no por medio de la magia y el acero, sino de la voluntad y el ingenio.

Gnaven se encontró en un campo de batalla de su pasado y futuro, asaltado por ingentes enemigos que iban matando una a una a sus hermanas sin que pudiese evitarlo. Millia se encontró a solas en un bosque, perdida e incapaz de encontrarlas por mucho que llamase sus nombres. Hotane debió enfrentarse sin palabras a la censura y juicio de sus ancestros, avergonzados con sus fracasos y su apoyo al Concilio. Aurora debió hacer frente a un mundo sin sentido ni lógica, donde el absurdo era norma y la inteligencia una maldición. Y Zarel se encontró con el Aeon, que le reveló que el camino que había seguido era uno falso, guiado por falsos ideales, que todo lo que tenía que haber hecho era estudiar y ser un buen cocinero para hacer la obra que tenía encomendada y para la que era el elegido. 

Millia fue la primera que rompió con sus miedos, cuando ya se había rendido a ellos. En un bucle infinito, se había hundido y lentamente, en vida, estaba siendo enterrada cuando, desde la infinita lejanía, escuchó la voz del muchacho para que no se rindiese. Y, retomando el camino, encontrando los recuerdos de cada una de sus hermanas, encontró la puerta a la salida de sus miedos y entró en los de Aurora. Pero el mundo absurdo de esta resistía cualquier intento por encontrar salida, cualquier fuerza de la lógica, cualquier plan. Necesitaron de la ayuda de Hotane para entender el caos y el absurdo, y, cuando llegaron al Otro Lado, finalmente tomar el camino hacia la adreiuqzi y encontrar la salida. Encontraron ambos a un Zarel hundido entre los libros sobre cómo cocinar un saludable brócoli, y entre los tres le hicieron ver a ese falso Aeon que el futuro para el que el muchacho estaba elegido era el que él escogiese, no el que otros le impusiesen. Juntos encontraron a Hotane, que no necesitó en realidad de ayuda para escapar de sus miedos, pues tras decirle a los espíritus que "pensaba en ellos todos los días" demostró que estaba en paz con lo ocurrido y abandonó el lugar con sus hermanas. Para llegar todas al campo de batalla donde Gnaven las había visto morir una y otra vez, solo que esta vez eran ellas de verdad y no se iban a ver derrotadas. 

¿Y Shana y Vivenna, preguntas? Siempre con las preguntitas, preguntitas y más preguntitas. No se sabe qué vieron ellas, si acaso fueron siquiera a la Cueva de los Miedos. Sus temores y cómo fueron resueltos es desconocido. Igual que no se sabe si tuvieron o no el tatuaje místico que marcaba a partir de entonces los cuerpos de sus hermanas, prueba viviente de haber derrotado al miedo mismo. 

El resto no nos importa una mierda ya. Un orbe con los recuerdos de un antiguo héroe élfico que iba a enfrentarse al Gran Mal que iba a surgir en la ciudad antes de que cayese. Una conversación con Greco para pagos y esas cosas. Lo habitual en el camino de nuestras heroínas. Pero ya es tarde de cojones, que llevo mucho rato hablando, y quiero dormir. Así que calla y déjame en paz, que mañana hay mucho que caminar.

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