Acero para Humanos 6: Los Elfos

 

El Norte, querido público, como sabemos se preparaba para una terrible tormenta. De modo sutil, invisible, los hilos se iban tejiendo. Cada abuso hacía que un elfo cogiese una espada, cada maltrato lograba que uno recordase que eran grandes arqueros, cada insulto les convencía de abandonar las ciudades. La derrota de Filavandrel no fue el final del sueño de una nación élfica independiente, sino el gérmen necesario para un nuevo sendero en la lucha, el camino de Iorveth y los scoia'tael. ¿Soldados y rebeldes honorables? Sin duda no, los vencedores que escriben la historia los llamaron terroristas y bandidos. Pero sus espadas se teñirían de sangre, como la mucha que correría con el tiempo. Como rezan unos versos que compuse hace mucho:

He visto la luna
y el primer amanecer;
quedarán en mi memoria
y besaré adiós al viento.
Por los elfos
estoy atrapado dentro de este sueño
de la canción de perdición
de los elfos.
He probado el veneno,
cuando bebí el vino del destino
pero el miedo estaba en mi corazón
y me di cuenta demasiado tarde
de la llamada de la casa de espíritus.
Así que digo adios
a los elfos. 

Pero esos días verían a nuestro pequeño grupo dividirse, para lograr obtener los recursos necesarios para derrotar al djinn y encerrarlo. Teos dejaría pasar los nekkers y el Goethia que había en el subsuelo al menos hasta después de derrotar al genio, y marchó a los pueblos que habían visto el levantamiento de cerca, en la orilla del Yaruga. Allí, entre ahogados que regresaban y fantasmas que protestaban por los profanamientos esperaba encontrar otro brujo con el que poder enfrentarse al genio. Y lo hizo, pues siguiendo su rastro acabó llegando al lugar donde su viejo camarada de armas, casi su hermano, Zesiek marchaba detrás de un grifo. Pese a lo imposible de la misión, convenció al otro brujo de la necesidad de cazar al djinn, al mismo tiempo que se reabrían las viejas heridas del destino de Kaer Y Seren y la posible vida o muerte de Ervand de Larvik. 

Chloe viajó primero a Redania, a entrevistarse con Philippa Eilhart pues yo la había dicho que era el líder del servicio de inteligencia de Nilfgaard en el norte. Y esa era la información que esperaba cambiar por el acceso a la biblioteca de la hechicera, pero ella supo tan bien como Chloe que mis palabras no eran sinceras, y que yo era conocido ya del servicio de inteligencia de Redania. Y tras ello visitó Temeria, donde consiguió acceso a la biblioteca de Francesca Findabair, la poderosa hechicera élfica, donde consiguió parte de los conocimientos necesarios sobre los motivos y gestos del genio. 

Y yo, finalmente, regresé al hogar. Conseguí la información que Nilfgaard necesitaba sobre el norte, al menos parte de ella, y regresé a mi Aedirn natal en busca del origen del genio... pues su primera aparición se encontraba en mi propio pasado, en una batalla que no hubo entre Aedirn y Kaedwen, en el momento en que abandoné mi herencia y me encargué de la muerte de mi propio padre, por el bien de todos. En las calles de Vengerberg hice la pregunta que quizás nunca debí hacer pero, visto con retrospectiva, iba a acabar haciendo: ¿qué había sido del amor de mi vida, Sheila? Y la suya había sido una vida trágica cuya oscuridad amenazaba ahogarme. Así que huí después del primer encuentro, centrándome en el mal menor de acabar con el genio, viajando primero a mi hogar y después más al norte, a Kaedwen, con Chloe. A unas tierras frías incluso en verano, donde la ignorancia es virtud y la brutalidad es señal de bien. 

Allí fue donde encontramos al hechicero que había invocado al genio, un hombre ambicioso educado en Ban Ard que había aprendido muchos trucos de Stregobor. El rival de Sabrina Glevissig por el favor del Rey Henselt, un bárbaro y bruto, cruel e ignorante, que merece la muerte como la mitad de su reino de retrógrados e idiotas. Y en su sótano en la torre de ilusiones, donde entre vinos nos contó su plan, el hechicero tenía encerrado a un esclavo, quien había pedido el primero de los tres deseos al genio, en un complicado plan para eventualmente derrotar a Aedirn y quedarse todo el reino para Kaedwen.

Nuestros planes de una batalla contra el genio, para el cual Chloe había ido a buscar la información del viejo Keldar en Kaer Y Seren, se fueron. Y, en su lugar, empezaron a surgir nuevos planes en torno a ese esclavo, a los dos deseos que faltaban por pedirse, y lo que vendría después.

Comentarios

  1. Esta canción encaja tanto los versos como la música, al ser ambos del mismo tema: The Eldar, de Blind Guardian.

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