Acero para Humanos 7: Quemarlo Todo

 

Os dije, al comienzo de mi relato, que nosotros no fuimos los protagonistas de los grandes eventos que configuraron el Norte. Pero sí que fuimos espectadores de primera fila, presentes en muchas de esas historias, testigos de primer orden mientras seguíamos nuestras propias búsquedas. E, igual que perseguíamos el djinn de Chloe, nuestros pasos nos encaminaban al vendabal que pronto serían los reinos de esta parte del Continente, pues la tensión que se llevaba acumulando mucho tiempo empezaba a desbordar la olla. Y alguien aquí, y otro allá, y otro un poco más alejado, empezaron a decir "basta". Como compuse en unos días de solaz en Chochiebuz:

"De aquí no es de donde vienen las leyendas"
"Tú no tienes el aspecto de un héroe"
"¿Pequeña florecilla por qué no te retiras y te portas bien?"
Sigue hablando, sigue riendo
un día desearás no haberlo hecho
Toda la gente quiere el fuego... fuego
quizás es hora de que conozcan a su dragón.
Si me vas a retener
si no me vas a dejar entrar
en las murallas de tu castillo
entonces nadie las puede tener
Porque si tengo que
quemarlo todo
entonces lo quemaré todo
De aquí es de donde vienen los moratones
aquí es donde el juego se pone feo
La sangre, sudor y lágrimas siguen corriendo
Pero yo lamo mi plato porque aún estoy hambrienta.
Sigue hablando, sigue riendo
un día verás lo que pasa...

Nosotros nos encontrábamos preparando el rescate del elfo esclavo de Rubentz de Angrasel, el hechicero que había pedido el deseo al genio. Pero para preparar esa misión teníamos que esperar a que los brujos regresasen a Cintra a caballo para poder abrir un portal desde el despacho de Mousesack al de Sabrina. Y mientras, yo tuve tiempo de investigar los hábitos de Rubentz, su gusto por la ostentación, su afición a las prostitutas caras y a las partidas de dados. Aún hoy me pregunto si fue buena idea volver a buscar a Sheila, y más aún enviar a Chloe a buscar los esqueletos del armario de su marido. Pues la hechicera no solo encontró eso, sino que acabó chantajeándolo para conseguir su control, como las hechiceras suelen hacer, lo cual desataría su ira que se descargaría sobre su esposa y su hijo, Barth. Como yo. Y la nueva intervención de Chloe para acojonar al banquero, forzarle al divorcio y conseguir que Sheila y Barth se refugiasen en Veitewer, de vuelta al hogar donde ella había nacido, pero que el tiempo había cambiado. Del banquero no hay que hablar más, su vida terminó en un trágico accidente organizado por Dijkstra de Redania por petición mía, beneficios de tener ciertos amigos en ciertas altas esferas. 

El problema surgió la noche en que Teos y Zesiek cruzaron el portal hacia Kaedwen para ir a enfrentar y negociar el deseo. Porque, justo antes de cruzar el portal, el brujo escuchó como pedían a Mousesack que acudiese raudo, que algo le había pasado a la Reina Calanthe. Nos lo contó tras cruzar el portal y Chloe viajó de vuelta a Cintra para descubrir que la reina había sido envenenada. Su tiempo se agotaba y la magia no parecía capaz de restaurarla, así que rápidamente viajó a Temeria, a encontrarse con la poderosa Triss Merigold, gran hechicera y conocedora de pociones y ungüentos. Y esta, que se encontraba atendiendo a los pobres y desposeídos del Barrio Antiguo de Wyzima, le contó que era un veneno que solo se podía curar con una planta que crecía en unas montañas, en el corazón del Imperio de Nilfgaard. El plan de Chloe para conseguir la planta fue audaz, con recomendaciones mías y de Teos, pero infructuoso, pues la libertad para usar la hechicería a la que Chloe estaba habituada en el Norte no se extendía al Imperio, donde los hechiceros están muy controlados y vigilados. 

Así que lo que quedaba era acelerar la petición del deseo y confiar en que, entre los poderes obtenidos hubiese alguno que pudiese salvar a la reina. El tiempo apremiaba así que nos presentamos ante la torre de Rubentz pero este se negó a recibirnos por ser tan tarde, diciendo que lo que fuera podía ser hablado mañana. Pero la vida de Calanthe se habría terminado para entonces. Así que nos colamos, no en poca medida gracias a mis habilidades de bardo... con las ganzúas. Deshicimos las ilusiones del salón bajo pero Rubentz salió a enfrentarse a nosotros y entre Chloe y yo le metimos el miedo en el cuerpo. No es fácil ni frecuente ver a un hechicero huir raudo ante las palabras de uno, te hace sentir poderoso, pero no había tiempo que perder pues sin duda había ido a buscar ayuda a Ban Ard o cualquier otro lugar semejante. Así que nos adentramos en el sótano y rescatamos a su esclavo, que estaba encadenado en dimerita. Y pedimos el deseo pero, queridos oyentes, nada ocurrió. Pues el genio no se encontraba cerca, sino en el otro extremo de los reinos del Norte, y nosotros no teníamos el objeto con el que había sido atado.

Entonces se me ocurrió una idea, está mal decirlo uno mismo, pero sin duda fue una idea brillante. Hablaríamos con Filored, el hechicero del Conde de Chociebuz, y viajaríamos directamente al encuentro del djinn en la torre del templo de Melitele. ¿Por qué hicimos a los brujos viajar a Cintra para ser teleportados por Mousesack en vez de hacer esto mismo y ahorrar días? Muy avispados son sin duda vuesas mercedes, pero si eso hubiéramos hecho no nos habríamos enterado del infortunio de la Reina Calanthe y el Destino, a su manera, se asegura de que todo ocurre como debe. Así que evacué el templo de Melitele mientras mis compañeros subían a los tejados. Teos lanzó una granada de dimerita al genio para atarle y que no huyese, mientras el esclavo elfo pedía el deseo de hacer todopoderosa a Chloe y de que el genio regresase después a su plano. Los deseos fueron concedidos, y los infortunios que corresponden comenzarían a partir de entonces, pero tardaron un tiempo en manifestarse. 

La hechicera viajó apresuradamente a Cintra, donde la reina estaba aproximándose a la muerte, y consiguió encerrarla en un sarcófago mágico de hielo y cristal, donde sería preservada hasta que se encontrase una cura, una auténtica mujer bella pero durmiente. Pero Eist Tuirseach, rey de Cintra, quería venganza contra los que intentaron matar a su esposa y puso patas arriba la ciudad, ordenando que quedase aislada para asegurarse de encontrar a los asesinos. De nada serviría, sin embargo, el aislamiento de varios días de Cintra, más que para alimentar los rumores de pestes y otros maleficios. 

Nosotros, sin embargo, nos aprestábamos a cerrar otro de los cabos sueltos, pues los brujos estaban preocupados por el Rey Bran y el demonio que concedía sus deseos en la Corte de los Milagros. Así que los llevé hasta él y quedaron tan extrañados como todos los que hemos estado en su presencia, con los nekkers tamborileando extraños ritmos en las paredes. Entonces me enteré de que Filored pediría un deseo en unos pocos días ya que era luna llena, pero yo quería que me concediese el mío antes, al fin y al cabo yo estaba primero. Así que acudimos a la corte del histriónico Conde de Chociebuz y su bella esposa, donde mientras intentaba alejarla de los brujos y convencer a estos de que acostarse con la condesa era una mala idea, ellos acabaron consiguiendo la promesa de acostarse ambos con Chloe. Una proeza de la que todavía seguro que hablan en los inviernos en Kaer Y Seren. Lo que importa, amigos, es que convencimos al hechicero Filored para que yo pidiese mi deseo primero, de modo que él pudiese estudiar al goethia y decidir cómo quería pedir su deseo, mucho más arriesgado que el mío.

Así que, tras unos días de tranquilidad donde compuse los versos antes enumerados y visité Veitewer, a mi primo y a Sheila, descendimos de nuevo al alcantarillado de la ciudad, en busca de la Corte de los Milagros. Y el Milagro se produjo, sin duda, pero no el que ellos esperaban. Pues yo quería información, pero quería también que los brujos no acabasen con el buen rey Bran, ya os he dicho que es el único rey bueno que he conocido en el Norte. Aunque sea un loco. Así que al goethia le pedí información, como había prometido, quería conocer el paradero de Erland de Larvik, el fundador de la Escuela del Grifo, que llevaba desaparecido desde la destrucción de Kaer Y Seren. 

Y aquí, mis queridos oyentes, debo contaros que en el Norte por cada sonrisa caen tres lágrimas, por cada victoria hay tres derrotas. Vivimos en tierras duras, como nosotros, y son unas crueles amantes. Despedimos a Sturmrik tras convencerle de que su esposa había sido vengada y devolverle a Skellige, pues el gran guerrero en realidad solo se había creído que era suya una antigua historia de viejas de su tierra. Y de nada sirvió, pues al poco, al despertar, revivió el sueño de encontrar a quienes habían "matado a su esposa" y su venganza fue insaciable. Pero esa es otra historia, para otro momento.

Chloe tuvo un reencuentro con su maestra Tissaia de Vries, pero uno amargo lleno de desconfianza y la ausencia de puntos de encuentro. Y fue Teos quien le daría una lección de política. Pero por toda esta amargura vendría un momento de sincera felicidad cuando los brujos, la hechicera y yo, nos encontramos con Erland de Larvik en el túmulo donde escribía sus memorias. Que los brujos de la Serpiente se encontrasen cerca por un contrato no empañó la tranquilidad, la ambigua felicidad y tristeza del reencuentro con un maestro, con un padre, con un hombre roto. Pues el mundo había terminado de aplastar el espíritu del gran guerrero con la destrucción de Kaer Y Seren. 

Y mientras nosotros festejábamos el reencuentro entre risas, historias y memorias, lejos en Kaedwen la tragedia se ceñía. Pues en fuego terminaría la vida de Asturiad, el hechicero élfico del rey Henselt, que decidió decir "basta" y acabar con la existencia del cruel rey. Su vida se consumió para canalizar el fuego que quemase el palacio del rey y su corte y su sacrificio sería en vano, pues en el último momento sería la hechicería de Sabrina Glevissig y Rubentz de Angrasel la que impedirían que el fuego se cobrase la vida del rey como si lo hizo con varios de sus caballeros. Una tragedia especialmente dramática porque su sacrificio no solo no consiguió nada, sino que sirvió para reforzar las historias de los terribles elfos, terroristas, asesinos de reyes, traidores. 

Tres finales tristes para un único momento de felicidad y ternura. Así nos recompensan nuestras duras e inhóspitas tierras del Norte...

Comentarios

  1. Los versos y el título del capítulo corresponden a la canción Burn it All Down de la banda sonora de League of Legends.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Un mundo de tinieblas

El poder de los nombres

Tiempo de Anatemas 27: La senda de la tinta y la sombra