Cronicas de las Tierras de la Bruma 2: Asesino de Reyes

 

Así que quieres que te siga contando eh. Entiendo. Pasa el abrigo y atiza un poco el fuego, que esta noche es fría y, bajo las estrellas, si no nos abrigamos y calentamos la tripa con una buena cerveza pronto perderemos algún miembro a la gangrena. Te contaré la historia, tranquilo, pero solo mientras dure la fuerza de la llama, que largo peregrinaje nos toca mañana y necesitamos descansar. 

Ahora escucha bien. Un barco navega a través del océano rumbo de las Tierras Sagradas. El Archipiélago a sus espaldas, el futuro al frente, y sobre su mástil ondeando la bandera del Concilio de las Diez Monedas. Tres personas nos interesan en ese barco: un padre poco preocupado por su hija, una capitana gremial despiadada y genocida y un hombre de cicatriz en el ojo cuyo destino está marcado por la traición. Pero el barco aún no ha llegado a Nuevo Catán y esas historias aun no deben ser contadas.

Te contaré de la siguiente expedición del Nuevo Cisne. En las profundidades del bosque de nuevo, entre los árboles milenarios, hacen su campamento para pasar noche. Como nosotros en este risco, ellos descansaban apoyados en los troncos y ramas, buscando las posiciones donde las raíces no les molestasen, arrullados por los sonidos de la noche boscosa.

Pero a medianoche, gritos y rebuznos atrajeron la atención de Aurora, que estaba haciendo su guardia. Usando a su familiar búho como explorador siguió el sonido hasta encontrar un pequeño lago, iluminado por la luna, donde cuatro hadas oscuras y malévolas trataban de apresar a un unicornio. Raudos, las integrantes del Nuevo Cisne acudieron al rescate del Unicornio y siguió la batalla.

Bueno, llamar a aquello batalla es como decir que un charco es un océano, la verdad. Donatello y Shana se infiltraron en sigilo y acabaron con dos de las oscuras hadas y acabar con sus compañeras fue algo prácticamente inmediato. Pero el unicornio estaba asustado y agitado e hicieron falta las artes druídicas de Hotane para tranquilizarle. En palabras quedas, el Unicornio le contó que era un príncipe de los elfos, Elvenstar, transformado en Unicornio por una malvada bruja de los bosques.

Justo entonces, la paz del encuentro se ve interrumpida por la llegada de una princesa elfa y sus dos damas de compañía, que acudía al rescate del Unicornio. O, al menos, eso querían aparentar. Pues bajo la guisa de las ilusiones y los engaños, era una bruja y sus dos hadas malvadas las que llegaban, dispuestas a engañar a las integrantes del Nuevo Cisne. Casi lo consiguen, entre palabras dulces, halagos, mentiras y negociaciones. Ahora bien conocemos las historias de las brujas del bosque, pero de aquellas eran grandes desconocidas y sus mentiras sonaban creíbles, sus palabras dulces como la miel. 

Pero cuando la bruja le entregó una dulce prenda élfica como prueba de que hablaría a favor del matrimonio del Príncipe con Shana, sus manos brevemente se rozaron. Como cuando me pasas la jarra de cerveza y nuestros dedos se tocan, se tocaron los de ellas. Y en vez de la suave piel de una princesa elfa, Shana sintió el roce rasposo y retorcido de otra cosa. Ni lo pensó, si te soy sincero, pues para cuando el latido de ese corazón terminó Shana ya tenía la daga en la mano y se disponía a acuchillar a la bruja disfrazada.

La batalla siguió de nuevo. El propio bosque se movió en torno al claro siguiendo la voluntad de la malvada bruja mientras volaban las flechas, los conjuros, las espadas. Al final, alzándose sobre sus patas traseras como una osa, Hotane fue la que dio el golpe de gracia a la bruja. Sus dos secuaces, capturados en el sueño creado por Aurora, fueron apresados. Y juntos, como nosotros en nuestro peregrinaje, regresaron todos a Nuevo Catán.

Pero la ciudad estaba empezando a cambiar, a medida que las distintas facciones buscaban el apoyo de los gremios de aventureros. Pues el mandato del Hierofante les impedía actuar en las Tierras Sagradas pero no acallaba sus dispares intereses y los conflictos que de ahí iban a surgir. Pero ya he hablado demasiado, el fuego se ha reducido ya a brasas, y a nosotros nos toca descansar. De las intrigas y conflictos que surgirían ya habrá tiempo de hablar en torno a otra fogata, con otras bebidas en nuestras manos.

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