La Edad Oscura 6: Pérdida

Al principio pensé que la apertura de la Puerta de Salto era una bendición, una posibilidad irrepetible de salvar mi planeta y mi gente. Ahora se que es un regalo envenado, la posibilidad de un futuro a cambio de un sacrificio total. De quienes somos, de lo que pensamos y valoramos, de cómo vivimos. Porque del otro lado de la Puerta se ha asentado la barbarie del Imperio.
 
Una barbarie patente cuando, durante el juicio a uno de sus nobles por intentar asesinar a nuestra Portavoz de los Sueños, lo que debía ser una negociación diplomática se transformó en una batalla campal. Guardias muertos, jueces heridos, amistades rotas y, finalmente, Agenshia estrangulada por la fanática eskatónica.
 
Y la consecuencia de todo ello es que la única puerta de salida al problema es aceptar el colapso de nuestra República y nuestra independencia, de nuestros derechos e instituciones; y a cambio someternos a un Emperador extraño y distante, esperando que su piedad nos proteja de la violencia y ambición de los Hazat, ansiosos de conquistas; que nos cubra de las naves inquisitoriales de los Avestitas, deseosos de quemarnos por las desviaciones de nuestra fe; que nos defienda de las depredaciones de los Gremios, que verán el beneficio en destruir la estructura de nuestras corporaciones y saquear sus riquezas.
 
Y es que, mientras en órbita las naves de guerra se apuntan con sus cañones, listas para la muerte, aquí abajo la muerte ya nos ha alcanzado. Si queremos vivir debemos sacrificar lo que somos y creemos, esperando la piedad del Pancreator. O sino, proteger lo que valoramos implica sacrificar cualquier posible futuro. Y es que en la oscuridad de este Imperio, dividido entre los intereses de sus múltiples facciones, la única forma de conseguir algo es estar dispuesta a sacrificarlo todo. Y vivir con las consecuencias de nuestros actos dementes.

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