La Edad Oscura 10: Hacedor de Reyes


En el Imperio solo hay una ambición posible: obtener la Corona. Y una vía para hacerlo: el sacrificio de amigos y enemigos, de los neutrales y los rivales. La senda de la sangre permite ceñirse la corona y, durante un instante, tener el poder... pero la sangre derramada para ello solo es un preludio de la sangre que debe derramarse para mantenerse en el trono, pues todo medio es válido para obtener la Corona y esta no se puede poseer más que temporalmente. Y así, la sangre, se convierte en el Hacedor de Reyes.
 
Pero en Aragon, las noticias cambian el complicado juego de la política y la corte. Una imprudencia de Lisandro Castillo ha dado con la dama Laureana de Hazat, la Protectora de Haven, encerrada a manos de los levantiscos partidarios del Duque de Sutek. Y un complicado ardid se pone en marcha para rescatarla de la flota enemiga, mientras Seth dispone sus piezas en un tablero bien distinto, donde entre cartas bellas e impecables dispone lo necesario para subastar el Cetro que todos ambicionan. Uno es un rescate arriesgado, lo otro es un jaque a la estabilidad del Imperio mismo. 
 
Una estabilidad que se tambalea aún más cuando el Cetro empieza a revelar sus antiguos secretos, que hablan de la formación del Imperio mismo a manos de Vladimir Alecto I y su caída. Inicia con ello una búsqueda sagrada al planeta donde el Profeta Zebulon recibió su Visión, en busca de la nave del primer Emperador y las revelaciones de la Santa Yintheria. Un camino que empieza por un monasterio orbital abandonado donde la segunda de las Oscuridades entre las Estrellas acecha, con palabras dulces y verdades dolorosas. Una prueba para el alma, pero también el momento en que las semillas son plantadas en el fértil suelo.
 
Y asi, Seth y Lisandro se separan, en dos búsquedas distintas pero de igual importancia. El noble busca la guía espiritual del Pancreator, a través del Peregrinaje del Fuego, en la compañía de una dama Eskatónica. El gremial busca conseguir la nave del primer Emperador, guardada por la desconfiada heredera de la armada Alecto.
 
Y es que en el Imperio, en el tiempo del derramamiento de la sangre, pasado y presente se unen. El Eskathon, el final de todo, ha comenzado, y las fuerzas opuestas se encuentran en las olas de sangre, mentiras, ardides y espadas que, uno a uno, anegarán los Mundos Conocidos.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un mundo de tinieblas

El poder de los nombres

Tiempo de Anatemas 27: La senda de la tinta y la sombra