La Edad Oscura 3: las Voces Perdidas del Pasado


Las masas abarrotan la catedral, campesinos a duras penas capaces de pagar su manutención que donan religiosamente a las arcas de la Iglesia Universal del Sol Celestial. Los inquisidores Avestitas condenan a la marca pública a los pecadores condenados por el pecado de la Herejía. Y lejos, en un planeta muerto hace siglos, una mujer atraviesa una tormenta de polvo negro en busca de las respuestas a preguntas que solo ella conoce.

Alejados de allí en el tiempo y el espacio, las Casas mueven sus peones. La vida del Arzobispo de Haven es la primera de muchas en cortarse, cuando el agente Ur-Tarik le acuchilla sin que nadie lo descubra... el propio agente que será contratado para investigar el asesinato. Pero es que en el juego de la política, o ganas o mueres. Y cuando la Casa Hazat llega a Haven, se acaba el tiempo de las medias tintas, las Grandes Casas Reales se encuentran en movimiento y se preparan para sus embites. Veinte años de paz les han dado ocasión a rearmarse, preparándose para una nueva lucha por el Trono del Fenix.
 
Y entre intrigas y manipulaciones, la flota zarpa de Haven, camino de Varadim, a un mundo de tiempos perdidos, con herramientas que harán temblar el status quo. Porque, por mucho que la gente no lo desee, el orden solo es una ilusión, un tiempo de tranquilidad como la paz del ojo de la tormenta, el momento transitorio antes del siguiente conflicto, el siguiente brote del caos. Y quien pierda la cabeza y quien gane una corona serán quienes sepan maniobrar en ese desorden, aprovechar las oportunidades y destruir a sus oponentes. Y quienes fallen, serán solo cadaveres dejados de lado en el camino, sean Arzobispos, soldados o millones de campesinos.

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