Guerra entre las sombras


El sonido de los tacones en su rápido caminar llenó el oscuro y tétrico pasillo como si fueran los tambores de guerra llamando a las tropas a marchar. El vestido de Renladi Decados desencajaba por completo con aquella mazmorra gótica de altas puertas anguladas y piedras prácticamente negras iluminadas por el naranja de las antorchas. Normalmente estaría pensando en lo mucho que le desagradaba la decoración tan obvia y descarada, tan cliché, de aquel lugar que quería que nadie dudase de que se trataba de un emplazamiento terrible. Su propio jardín de gritos hacía que este lugar pareciese un santuario de protección de animales, y no necesitaba de toda su decoración afectada y excesivamente dramática para conseguir ese efecto. Bastaba con un poco de auténtico dolor.

Pero eso no le preocupaba esa tarde mientras se detenía un segundo ante la recia puerta de madera. Tomó aire durante un último segundo de silencio, maravillándose brevemente de que prácticamente nadie supiese que aquel lugar existía. Un secreto mantenido durante siglos en el mismo centro del Imperio, era uno que tenía un valor especial. Y era sin duda el lugar perfecto para las reuniones de su particular cábala. Como no podía ser de otro modo, las puertas crujieron y gimieron como entes fantasmales cuando finalmente las empujó abiertas, pero los ocupantes de la sala no pudieron ver su gesto de fastidio ante esa teatralidad exagerada, oculto como estaba bajo el embozo de su capa.

Los otros ya estaban sentados alrededor de la mesa de madera que ocupaba el centro de la estancia. La caoba estaba rodeada por las altas sillas que cada uno ocupaba, y por sus gestos se notaban que ellos estaban igual de nerviosos que ella. Al fin y al cabo, por algo se había convocado esta juntanza de urgencia.

-¿Qué es lo que sabe el Ojo de lo que ha ocurrido?- preguntó con su voz aflautada el hombre mayor y grueso, sentado a la derecha del asiento donde Renladi aún no había tenido tiempo de sentarse. Por una vez había llegado puntual.

-De momento es todo muy confuso, demasiado reciente. Hay susurros de mis aves aquí y allá, pero nada definitivo ni claro.-

La Directora del Ojo se tomó unos segundos de silencio mientras se aposentaba en la silla, observando las cuatro caras que esperaban impacientes a que continuase. Se permitió degustar esa sensación un momento, el modo en que ellos la necesitaban más de lo que ella les necesitaba a ellos, esa ligera desesperación en sus miradas al desconocer lo ocurrido. Delicioso.

-Esta mañana, en torno a las diez, el antiguo Consejero Imperial fue atacado camino de un evento con otros miembros de la Liga Comercial. Parece que los perpetradores son otra de las muchas cábalas como la nuestra que buscan su final por un motivo u otro. Pero no estaban suficientemente preparados ni tenían el suficiente conocimiento y, pese a la sorpresa del evento, fracasaron sin conseguir herir más que superficialmente al endemoniado.-

Los gestos de frustración, las cabezas sacudidas, las negaciones e imprecaciones llenaron brevemente la sala. Cada uno en sus cálculos intentaba ver qué significaba todo aquello, cómo impactaría en sus propios planes y en la peligrosa situación en la que estaban.

-Hay más. No está confirmado por pajarillos suficientes pero parece que usó su brujería, aquella que aprendió durante las guerras Vuldrok, con lo que parece seguro que los dones obtenidos no se pierden con los años. Algunos me han susurrado que no parece que la amenaza haya sido suficiente como para que tuviese que recurrir a su demonio, pero eso es cuestionable ya que no es fácil de comprobar.-

-Osea, que sabemos entre poco y nada- la voz de la mujer joven, sentada al fondo a la izquierda, era tranquila pero solo porque era buena ocultando sus emociones. La dueña del lugar era a menudo la más paranoica y silenciosa de los cinco-. Esto nos va a salir caro. Van treinta años de paz y sin amenazas directas, ahora Seth volverá a ponerse en guardia. ¡Esos entrometidos nos han puesto en peligro a todos!-

-Eso es cierto- intervino la mujer mayor, sentada a su lado- pero no es un problema. A lo largo de los próximos días veremos qué consecuencias tiene. Quizás solo sirva para reforzar la tranquilidad del antinómico en que puede manejar cualquier amenaza sin problemas. Sabemos que confianza y soberbia son dos de sus muchos pecados. Esto puede jugar a favor de la luz y conseguir que limpiemos los Mundos Conocidos. Al fin y al cabo, ¿no conseguimos acaso acabar con la amenaza que se escondía entre los Hermanos de Batalla? Fe, amigos, es todo lo que tenemos que mantener, es nuestra arma más poderosa.-

-No es momento para sermones- intervino el hombre callado del fondo derecho, inclinándose sobre la mesa-. No cuando sabemos que bajo la apariencia de haber estado trabajando con su hija en el taller, ha estado avanzando algún proyecto secreto de tecnología avanzada. De momento, ¿se ha confirmado algo más sobre ello?-

-Es difícil colocar pajarillos entre los Talebringers, pero sí que he podido confirmar que tiene un proyecto lateral, oculto incluso a Astra. Que, os recuerdo, fue aliada nuestra y parte importante de que los Hermanos de Batalla poseídos acabasen expuestos a la luz y destruidos. Y tengo susurros suficientes para saber que incluso ella ignora que su padre está trabajando en algo que, a todas luces, parece tecnología Annunaki. Algo más que peligroso para todos.-

El hombre mayor de voz aflautada se atusó la barba lentamente. Su sobrepeso era real y hacía que, si Renladi prestaba atención, pudiese escuchar ligeramente los problemas que eso causaba en su respiración con cada subida y bajada de su amplio torax cubierto de joyas y collares de elevado coste.

-Tengo razones para creer- dijo, el agudo sonido de sus palabras contrastando con su complexión- que ha recibido equipamiento prohibido para sus experimentos. Está en el rastro del dinero y los contactos que ha establecido para colarlo en Byzantium Secundus sin que la Iglesia lo supiese. Cuenta con ayuda de los Charioteers en ello, sin duda, con algunos Scravers en ello. Pero la Suprema Orden lo ignora, y no le gustará que se haya inmiscuido en sus asuntos.-

-No está comercializando eso- intervino el joven- de modo que no se está rompiendo el monopolio de los ingenieros. De nada nos sirve.-

-Ahí es donde te equivocas, mi joven amigo- continuó la voz del hombre orondo-. La Suprema Orden tiene el monopolio sobre la tecnología avanzada, no solo su uso comercial sino directamente ciertos usos de la misma. Y eso no cubre a los Annunaki, pero si a las herramientas que Seth está importando para hacer sus trabajos. Ahora ya no cuenta con la protección de una Didact amiga como era Wavefinder, Fractal Iridios no le debe nada al Talebringer. Puede ser un valioso aliado si conseguimos incorporarlo a nuestros planes.-

-Un peón, quizás, pero la misión que tenemos no es arruinar el gremio ni hacer que haya litigios. Tenemos que limpiar la Oscuridad que ocupa los puestos de poder de este Imperio. Cada uno tendremos nuestros motivos para quererlo, pero el objetivo es el mismo. Y dudo que el Didact tenga los recursos, armas o fe suficiente como para acabar con el antinomista- la voz de la mujer mayor respondió al hombre sentado frente a ella, que se vio forzado a asentir ante los argumentos.

-De momento no tenemos que cambiar nada- intervino el hombre joven-, la protección del trono de momento no está en peligro. Debemos seguir reuniendo la información y las piezas siguiendo el plan original. Con el Duque Castillo fuera del cuadro tras el juicio inquisitorial, de momento no tenemos prisa. Y este evento puede darnos más información de la que podríamos haber obtenido de otro modo. Veremos qué respuesta da el usurpador al ataque, y eso revelará con qué recursos cuenta ahora que no tiene sitio en la corte de la Emperatriz.-

Renladi asintió, divertida ante el abuso de la coletilla que el hombre usaba cuando estaba nervioso. Por mucho que quisiese mantener la discreción, no estaba hecho para aquellas sutiles miradas y juegos que se luchan fuera de la vista. Pero, como todos, tenía su utilidad.

-"De momento"- bromeó la Directora del Ojo mirando al otro hombre- es hora de esperar. Las aves se acumulan y con ellas los susurros. Y como bien demostró lo ocurrido con los Hermanos de Batalla, la información es la principal herramienta que tenemos en esta guerra. Una palabra en el lugar adecuado puede cambiar las balanzas, y cuando la cruzada de comienzo habrá de sobra momentos de inestabilidad y de urgencia. Es entonces cuando haremos nuestro movimiento, no antes ni después, cuando el antiguo Consejero esté desprevenido. La situación con su "mujer" estallará cuando llegue el instante adecuado y en ese momento sus pasiones le cegarán. Ha perdido mucha de la frialdad y capacidad de planificación con los años de tener el poder absoluto, ha caído en la trampa del confort y la seguridad.-

-Muy convencida estás de todo eso, pero no son más que maquinaciones de tu Casa. Al final, ¿cómo sabemos que no somos piezas en ese tablero?- la mujer joven miró con dureza a Renladi desde el otro lado de la mesa.

-No lo sabéis, querida. Igual que ninguno de nosotros tiene la absoluta certeza de lo que hay en el corazón de los demás. Solo nos queda confiar en que en nuestra unión contra un enemigo común, por el bien del Imperio, sea más importante que los intereses diversos de cada uno de nosotros.-

La Directora del servicio de espionaje imperial sonrió ligeramente cruel a la muchacha. No eran amigos, ni siquiera verdaderos aliados, aquella era una unión de necesidad para acabar con una amenaza que superaba a todos ampliamente. Y, como sabían, la suya no era la única cábala o grupo de conspiradores buscando la caída de Seth, esta vez otros se les habían adelantado y pagado el precio por su falta de preparación, pero aún otros grupos se movían entre bamblinas, invisibles y cuidadosos. Como lo hacía el propio antiguo Consejero Imperial, fingiendo ser simplemente el líder retirado que pasa el tiempo en el taller con su hija, mientras con cuidado e invisible movía peones y piezas en la oscuridad. 

Con qué fin, eso era desconocido. Pero sin duda, uno que favorecía al enemigo más terrible de todos.

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