Puertas

 

Las calles de Leagueheim están atestadas como siempre, llenas de puestos de vendedores ambulantes, trabajadores en rutas a factorías y servicios gremiales. Todo con su precio, la gente incluido, como bien saben los miembros de la Liga, mientras las luces de neón y los anuncios holográficos proyectan el recordatorio de que el capitalismo sigue bien vivo y saludable en este rincón de los Mundos Conocidos. 

Y en su centro, alzándose en torno a la monumental torre de la Liga, las grandes sedes de los gremios, cuyos recursos se extienden desde un extremo a otro del Imperio. La firme y recia sede del Muster, casi más una fortaleza que un centro administrativo y comercial. La elegante y sobria aguja repleta de estatuas de los Reeves, siempre cercana al poderoso Banco de Leagueheim. La ecléctica y diversa estructura de los Scravers, a medio camino entre un palacio y una chatarrería, con gente trabajando a todas horas. El avanzado "monasterio" principal de la Suprema Orden de Ingeniería, que llevaba décadas encerrado en si mismo. Y el dorado rascacielos de los Charioteers, con sus numerosas plataformas para aterrizaje de vehículos voladores y pequeñas astronaves.

En lo más alto de esta torre se encuentra el despacho de Zale Gailbreath. Amplio y lujoso, en cierta medida casi parece un pequeño museo, con sus paredes llenas de recuerdos, cachibaches y objetos de cada uno de los mundos que visitó durante su juventud en el hong, recorriendo las estrellas con su flota mercante. Una etapa largo tiempo pasada ya, y añorada por un hombre cuyo consumo de productos para alargar la vida es innegable y cuyos resultados son cada vez más insuficientes. La edad, como la muerte, no perdona.

Sentada frente a él, la rubia mujer ricamente vestida tiene menos de la mitad de su edad. Unos años que le han hecho ver mucho, quizá no tantos mundos como Zale, pero sin duda muchas otras experiencias de igual impacto. Desde la esclavitud a manos del Muster a las profundidades de Varadim y el encuentro con demonios, a batallas espaciales y negociaciones a vida o muerte por el futuro del Imperio a sentarse en una de las posiciones de mayor influencia del planeta como una mujer libre. Es Vryla quien está hablando, sus manos tranquilamente cruzadas en su regazo, su voz firme solo un poquito más fuerte de lo debido, mostrando su molestia.

-Zale, no me tomes por tonta, por favor. El ataque de principios de diciembre en Ravenna lo hizo una nave de uno de los Mundos Olvidados, eso está claro. Y uno tecnológicamente avanzado como Varadim. Pero ese ataque no fue imprevisto ni salió de la nada, algo habéis hecho del otro lado que lo ha causado, la red invisible que conecta los mundos tiene muchos más nodos en vuestras listas de las llaves que nos alquiláis a los demás. Se la ofreciste a Seth durante la subasta, al fin y al cabo, ¿recuerdas?-

-Querida Vryla, no te tomo por tonta ni nada por el estilo, has demostrado tu astucia en la política de Leagueheim más que de sobra en estos años desde que nos conocemos. Pero me temo que sabemos de esto tan poco como los demás, debe tratarse de uno de los mundos verdaderamente perdidos, uno que no está en esas listas que dices que tenemos pero de las que yo no se nada.-

Ella se encoge de hombros y pone una expresión de falsa pena por Zale. Su voz, sarcástica, lleva un toque de humor en ella, pero no lo suficiente como para ocultar el puñal que esconden sus palabras.

-Vaya, entonces debéis estando perdiendo facultades los Charioteers, o tú sobre tu gremio. Tenemos confirmados tres tránsitos en los meses anteriores, como mínimo, de naves Hawkwood que nunca llegaron a ningún destino conocido y partieron de esa misma puerta. Y eso no contando con el hecho de que para las naves de tu gremio que fueron atacadas y destruidas en Ravenna resulta que no hay registro en ningún astropuerto de que se dirigiesen allí. ¡Qué casualidad! Te he dicho que no me tomes por tonta Zale, puede que Seth no sea ya el Consejero Imperial, pero todavía tenemos amigos en la corte de Aurora.-

El Doge entrecierra los ojos ante las acusaciones, evaluando cuánto hay de certeza y cuánto de farol en las palabras de la Cónsul. Finalmente, alza las manos con las palmas a la vista en el antiguo gesto de rendición, decidido a que había mucho más de lo primero que de lo segundo.

-¿Cuánto tardará en saberse?-

-Probablemente unas semanas como mucho, se que estáis haciendo control de daños con los Voceros y el Muster, esparciendo otros rumores y distrayendo la atención. Solo os falta empezar a contratar teatros y obras para tener el pack completo. Con todo lo que está pasando, supongo que os dará algo de tiempo pero no creo que más de un mes. ¿Cual es el mundo?-

-Twilight.-

-No he oído hablar de él. ¿Cómo es?-

-Solo unos pocos en mi gremio y entre los Hawkwood han oído hablar de él o lo han visitado. Es un problema, eso es lo que es. Riquezas, tecnología avanzada, herejías... todo lo de Varadim de nuevo, supongo que sin Cetro esta vez, pero también sin radiación. Es un mundo dividido entre facciones pero estas son poderosas; llevamos casi treinta años intentando traerles a la órbita imperial poco a poco, adaptándoles y cuidando a ambas partes para una transición pacífica, pero algo salió mal.-

-¿Algo? ¿Qué no me estás contando, Zale?-

-Ni te lo voy a contar. Bastante he dicho. Pero al margen de eso, hay información no definitiva que señala que podría ser un segundo acceso al Califato. Como los Hazat se enteren, querrán entrar a sangre y fuego para terminar su pequeña cruzada, sin importarles que Ravenna sea un mundo Hawkwood. Y tal como están las cosas, pocas ocasiones les van a faltar para tener excusas para esa invasión. La guerra puede ser beneficiosa para muchos, pero ni para tu gremio ni para el mío, Vryla.-

La mujer se reclina en el asiento, sopesando las palabras recién dichas durante unos instantes. Era algo demasiado grande como para que se pudiese mantener el secreto, demasiada gente estaba atando ya los cabos tras el ataque, y más lo harían tan pronto empezasen a investigar. Saldría a la luz tarde o temprano, se exigirían explicaciones, y la gente ajustaría sus prioridades y planes en consecuencia.

-¿Les vendisteis vosotros la llave de salto a los lugareños?-

-Sabes que no te lo voy a decir, ¿para qué preguntas? Pero estamos manejándolo, bajo la pantalla de humo de la guerra religiosa pasará desapercibido. Muchas flotas se van a mover en breve, no tenéis de qué preocuparos los arqueólogos.-

El Doge se removió inquieto en su sillón. Demasiado tiempo en la misma posición hacía que le doliesen las articulaciones, la espalda y el culo. Podía mantener de cara al exterior la apariencia de que todo iba bien, pero su cuerpo le mandaba señales claras de que su tiempo era limitado. Y, más importante que Twilight, era preparar al futuro líder para los Charioteer. Sus hijos no eran lo suficientemente capaces como para poder manejar la influencia necesaria para mantener la posición, y probablemente esta acabase llegando a otro de los hongs, que a saber si mantendrían o desharían los cambios y modernizaciones realizados en el gremio durante sus décadas al frente del mismo. Muchas luchas y problemas había causado poner a una boatswain como Decana en Ravenna, pero para ser estable el gremio no podía seguir en manos de los caprichosos, los soberbios y los aventureros, hacía falta que estuviese en manos más frías y con una imagen más amplia del cuadro. 

Cuando Vryla se levantó de su silla dio oportunidad a que Zale lo hiciese también para despedirla, aliviando así la tensión en su cuerpo por el rato sentado.

-No vas a conseguir ocultarlo Zale, no más de un mes. Con su honorabilidad, los Hawkwood no son los mejores compañeros de secretos, el Ojo lo sabe y con ellos la Emperatriz y los Decados. El resto es cuestión de tiempo. Gana tiempo si quieres, pero tiempo es algo que no te sobra, viejo.-

La última palabra de la mujer fue dicha con un toque de cariño que el navegante apreció con una sonrisa. Y mientras ella se dirige hacia la entrada del enorme despacho, Zale se vuelve lentamente hacia una máscara ritual de la Reina de la Noche, una extraña deidad o espíritu de Gwynneth. Una de las muchas leyendas y supersticiones que mantenía sus misterios pese al paso de los siglos y milenios, de generación en generación. Pero lo que nadie se preguntaba cuando se creaban esos secretos, era ¿cual es el precio de la verdad?

Lo estaban viendo perfectamente con el caso de los Hermanos de Batalla y el cisma. La verdad a menudo era más costosa que la mentira, el misterio o el secreto. Y Twilight era uno de esos sitios que siempre debería haber permanecido en la leyenda y el olvido, manejado lenta y progresivamente durante décadas o siglos hasta que estuviese preparado. Pero, como él mismo, el Imperio se quedaba sin tiempo para poder hacer las cosas bien y con calma. Cincuenta años de paz... habían sido demasiado breves. Y Zale sabe perfectamente que Vryla tiene razón, la verdad saldría a la luz antes o después, era cuestión de semanas, y su precio la acompañaría como siempre.

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