Paraiso Perdido 23: Entre los pinos
A menudo se habla o denuncia, como la triste voz de la cantante, los crímenes y pecados cometidos contra o por los humanos. Pero no fueron los únicos, y para algunos, ni siquiera los más importantes. Mucho se lloró la pérdida de Thalam'kudan, la primera montaña, sagrada para la Tercera Casa; o los bosques quemados por las espadas ardientes de ángeles y demonios. Pero la vida encontró cómo sobrevivir incluso a eso, y hubo eventos que surgieron de la interacción de sistemas ajenos a la intervención directa de los elohim, como la evolución de los animales o las plantas. Hay pocas cosas que los humanos sean mejores que las herramientas divinas, pero en destruir la naturaleza sin duda han ganado, pues nadie ha hecho tanto daño a ríos y mares, bosques y capas de ozono, como los inventos de la industria. Y pocos terrenos realmente vírgenes quedan para aquellos que los buscan o defienden.
A Dae-suo lo encontramos camino de su trabajo en Ares Macrotech. Con las revelaciones de los ángeles en la noche anterior, quiere hablar con Jacob pero el abogado está en un juicio y no puede interrumpir. En las oficinas de la sede tecnocrática, las cosas han cambiado, y fórmulas matemáticas imposibles (pues ignoran el Principio de Incertidumbre de Heisenberg) han aparecido en las paredes. Investigando esto y más, el coreano descubre que lo que están haciendo en la sede es algo que va más allá de desactivar el programa nuclear de Kim Jong Un, sino que se trata de algún ritual mágico-tecnológico de alguna clase y gran poder cuyos resultados son desconocidos y bien podrían explicar la presencia de tanta Quintaesencia en la sede. Una complicada conversación con la rebelde CypherGurl casi lleva a Dae-suo a revelar la presencia de los magos de las tradiciones en la ciudad, tras haber hablado de MMOs y otras cosas. Una salvada por el más fino de los pelos...
Mientras tanto, George va al Heaven's Lounge a reunirse con Matt, con la tranquilidad del local que todavía no ha abierto al público tan temprano. Demostrando su total ignorancia de cómo funcionan los negocios, el demonio le propuso al Diablo un plan de negocios que, siendo generosos, carecía de ningún sentido. Alguien debía explicarle que en el capitalismo, quien pone la pasta se lleva la mayoría de los beneficios. Y tras tiras y aflojas en torno a una cantidad muy inferior a esa, casi un regalo del estafador, el psicólogo se acabó marchando enfadado con todo. Aunque todo eso, como eventualmente trascendió al chat, acabó dando a Adam la oportunidad para hablar con Matt de cómo blanquear todo el dinero que había creado de aquellos folios en blanco y que necesitaba para pagar a sus abogados. Una semana sería lo que llevaría a los negocios de la red del criminal de cuello blanco en poder procesar esa cantidad, pero era más que viable.
Matt se retiró a dormir una siesta mañanera tras todo esto, después de sacar los billetes para el vuelo a Edimburgo en busca del Dragón del Lago Ness, como era el plan para ese día. Adam, mientras tanto, recibió una importante y urgente comunicación desde el Infierno, dónde Astaroth se impacientaba con la ausencia de su fortaleza. Tras informarle de que se había constituído una Corte infernal en Nueva York con Aridiel como Tirano y él como Ministro, el gran demonio todavía encerrado le dio una semana de tiempo para hacerse con el control de esa Corte y construir su fortaleza. Y el arquitecto ni protestó ni negoció, pese a lo limitado del tiempo disponible antes de la llegada de las consecuencias.
Dae-suo fue al encuentro de Jacob al salir del trabajo y estuvo hablando con el judío acerca de que el Jardín del Edén era en realidad el mundo, o al menos lo que quedaba del Jardín. Eso habían dicho los ángeles al fin y al cabo. Y eso confirmaba lo que habían leído en el Apocryphus Magdalenae pero requería reinterpretar algunos pasajes y analizar de nuevo modo sus significados. Si este era el Jardín, al fin y al cabo, Jacob argumentó que entonces el Árbol de la Sabiduría debería encontrarse en alguna parte. Fue tras separarse del ocultista que a manos del coreano llegó un pergamino mágico y parlante, de parte de Morticia. Tras la interlocución de Jennifer con Peter (y resolverle su terrible examen de matemáticas) la dama feérica les informaba que tradicionalmente en Avalon había tres dragones: el rojo de los britanos y el blanco de los sajones, más el azul de los pictos. El rojo dormía desde tiempos en que Arturo fue llevado a la Isla de los Manzanos, el blanco había sido dado muerte por el rojo y el azul permanecía en el Lago Ness sin vigilancia ni control, pues las hadas habían abandonado sus antiguas fortalezas y puestos por alguna razón hacía siglos. Había sido derrotado numerosas veces por caballeros y hadas, pero era un sueño poderoso y siempre regresaba. Flirteando con el mensaje que la carta parlante debía devolver a Morticia, Dae-suo, los demonios se reunieron con Peter para viajar a las altas tierras escocesas.
Colar al muchacho, que por edad y demás no tenía pasaporte, por el control del aeropuerto fue más sencillo para George de lo que uno podía esperar. Pero cabe decir que en los vagos planes de cómo llevar a cabo su gesta que tenían los tres caídos que llegaron al aeropuerto, en muchos sentidos había una alta tasa de improvisación y una sobrevaloración de lo que un troll puede hacer. Pues son sueños de valentía y honor, no de sabiduría o conocimiento, y con una enorme tendencia a hacer votos y juramentos irrompibles para ellos y ser muy literales con las cosas. Pero es que lidiar con la Buena Gente siempre es complicado y nuestros demonios aún esperaban encontrar más fae antes de enfrentarse al dragón... hay lecciones que solo se aprenden en propia piel, y aquel viaje había de enseñarles algunas.
Horas más tarde, aterrizaron en Edimburgo poco antes del amanecer, y allí Adam buscó en las sendas una ruta que fuera segura hasta el lugar donde pudieran encontrar hadas. Así que tomaron un taxi el tiempo que pudieron y, a las afueras de la ciudad, se acabaron internando a pie entre cerros y bosques en los espacios salvajes de Escocia. Y allá encontraron al enemigo que les derrotaría: ellos mismos. Matt, ilustre Diablo de la Primera Casa, debería ser el líder, pero tras horas de caminar por mitad de ningún sitio en una vaga dirección norte, acabó deteniendo a la comitiva cansado y aburrido. Lejos de los lugares donde pudiese tener GPS o conexión, sin gente con la que hablar y los pies doloridos por el caminar, quería dar media vuelta y abandonar todo. George, que desde el principio dudaba qué estaba haciendo allí, pese a la comodidad de encontrarse de nuevo en la naturaleza, estuvo de medio acuerdo, mientras frustrado protestaba sin un objetivo claro. Adam, consultando de nuevo sus Saberes, encontró otra senda al lugar donde podían contactar con las hadas, pues nada de estos sitios permitía que Peter (o más bien Lancelot) pudiese establecer aún diálogo con aquellas fae de la corte antigua y estricta de Albion, de la que no sabía nada pues había pasado toda su corta vida en Nueva York. Un camino de distancia desconocida, pero más breve, no incluía sin embargo la protección de la ruta larga y segura.
Así que caminaron de nuevo mientras el sol avanzaba por el cielo de aquel jueves, siendo derrotados por el sendero, el cansancio, la falta de decisión y el tedio. Y avanzaban por un profundo bosque cuando George notó que algo no estaba bien, todo estaba demasiado en paz y silencioso, de modo que consultando a las plantas, estas le hicieron un mapa de la zona, llena de peligros, cinco de los cuales se dirigían hacia ellos. Con rapidez y habilidad creó un refugio donde esconderse en lo alto de un árbol para Matt y él, y luego también para Adam cuando el plan de este de enterrarse fracasó. Pero lo alto del escondite no ocultaba sus olores para sus agresores, y pronto el propio árbol comenzó a sacudirse con fuerza. En forma apocalíptica, George asomó la cabeza para ver a un enorme lobo a dos patas moviendo el árbol mientras cuatro otros lo rodeaban. El que sacudía el árbol le desafió a combate, mientras el psicólogo le hablaba de hombres lobo que conocían de Nueva York. Ya sabes, el clásico "oye, ya que eres hombre lobo seguro que conoces a todos los demás" como a menudo se pregunta con gente de otra ciudad. Pero, obviamente, como suele ocurrir, no se conocían y Matt salió a intentar mediar, pero cuando los lugareños preguntaron qué eran, George respondió que demonios... y bueno, se acabó el tiempo de la diplomacia.
La ira inyectó los ojos de los lobos, uno empezó a cantar en gaélico antiguo para animarles al combate, mientras otra se transformaba en humana y saltaba hasta lo alto a golpear con violencia al demonio y el resto subían para continuar la destrucción de lo que ahora consideraban enemigos. Tomando su propia forma apocalíptica, Varadiel consiguió detener el conflicto antes de que fuera más allá, mientras Malakhiel pensaba en formas de huir, Urel usaba sus poderes y Lancelot se colocaba en el medio para guardar a los demonios de todo daño. Se intercambiaron de nuevo palabras, tensas, pues los cambiaformas no les consideraban ni mucho menos aliados, y finalmente el Diablo les convenció de la que ahora era su verdad: se rendía, él solo quería ya volver a casa. Así que los lobos les indicaron la ruta hacia la carretera más cercana y hacia allí partieron, desmoralizados y derrotados.
Pero no así Lancelot, él había jurado derrotar al Dragón o morir en el intento, y no regresaría a los Estados Unidos (donde sus padres, terriblemente asustados por la desaparición de su hijo, sin duda lo estaban buscando). Firme en su posición pese a los alegatos infernales, su obstinación dio una puerta a Adam a un punto intermedio. Mientras George era partidario como Matt de volver y ya se vería qué hacer, el arquitecto sugirió encontrar la carretera, coger un autobus o lo que fuese e ir al Lago Ness. Al fin y al cabo, quizás el lugar de contacto con las hadas estuviese en aquella dirección y sino pues ya se vería. Satisfecho ante la idea de que permanecían en la Gesta, el troll les acompañó.
Fue ya con la caída de la noche que llegaron a un pequeño pueblo de carretera, que en octubre ya no tenía ni turistas ni nada. Cogieron cena (pues no habían comido nada desde hacía demasiadas horas) en un pub local donde les recomendaron un hotelcillo cruzando la calle donde podrían hacer noche antes de coger algún autobús al día siguiente que les llevase hasta el Lago. Si es que conseguían mantener la moral y la seguridad, así como la dirección, en el tiempo que les restase hasta el amanecer.
Pero antes de la llegada de ese nuevo día, a medianoche Matt se despertó con la sensación de que algo iba mal: uno de sus pactos había desaparecido. Inmediatamente llamó a Rebecca, preocupado por su bienestar, pero su amiga y amante, socia y compañera, se encontraba perfectamente, menos porque como jueves estaba siendo uno un poco lento en el Heaven's Lounge aunque claro, a las 19:02 de Nueva York aún podría entrar mucha más gente. Así que tenía que ser uno de los mafiosos el muerto, así que llamó a Graham pero el policía aún no había oído que hubiese pasado nada, pues las noticias no viajan instantáneamente. No sería hasta horas más tarde que el agente de delitos financieros pudiese confirmar que el desaparecido era Don Michael Corleone y Matt palideció pensando en todas las consecuencias que la muerte del capo di tutti capi podía tener en el submundo de Nueva York...
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