Paraiso Perdido: Una oportunidad para iluminar

 


Clarke entró por la puerta de su piso y, con lentitud, se quitó el abrigo para colgarlo metódicamente en su lugar. Erik había elegido marcharse a su casa y por una vez el Caído lo agradecía, había sido un día agotador y no tenía energía para nada. La transición del equipo de la alcaldía de los demócratas a los republicanos iba a ser complicada, era obvio que para avanzar los planes de convivencia y gestión de los mortales era necesario quitar la corrupción heredada de los azules, pero los rojos eran un grupo de fanáticos difíciles de gestionar. No en vano aún había manifestaciones prácticamente diarias en el centro de Manhattan organizadas por Black Lives Matter tras el asesinato de Dexter deShawn a manos de la policía, otro ejemplo más de la brutalidad del sistema contra su gente.

Mientras se encaminaba al minibar para servirse un dedo de whisky en su vaso ancho y labrado, recordó su tiempo luchando por cambiar las cosas. Parecía hacía una vida o más, y en cierta medida lo era pues había tenido que fingir ser dos personas diferentes desde que caminase con Martin Luther King Jr. Hasta que el gobierno le mató como quería Hoover, igual que hicieron con Malcolm X y tantos otros. Era curioso como la lucha de esos mortales, como Rosa Parks antes que ellos, le había devuelto la esperanza en que las rebeliones y cambios podían ser pacíficos, pero una bala en la cabeza devuelve todo a su perspectiva habitual. Y ahora los racistas trumpistas ocupaban la alcaldía y las cosas se complicarían rápidamente si no era capaz de enderezarlos lo suficiente.

Se dejó caer sobre el sofá de cuero y mientras depositaba el vaso sobre la mesa de cristal, se quitó la corbata. A todos esos problemas había que añadir la organización de la Corte de la Gran Manzana. La población de Caídos en Nueva York ya era demasiado grande como para seguir sin organización ni guía, y ahora al menos los Ministerios ya estaban ocupados y podrían hacer sus labores. Pero reencontrarse con sus hermanos jardineros siempre era complicado, el Infierno había cambiado a todos y lo que otrora había sido colaboración armónica dentro de las Legiones ahora era conflicto. El fanatismo de los luciferinos y su búsqueda del Primero, la destrucción de los voraces, la lucha y la resignación de los redencionistas, la búsqueda de respuesta de los crípticos, las ambiciones de los otros faustianos... un complicado juego de equilibrios sometido a más presiones a medida que otras Cortes se enteraban de su existencia y nuevos compañeros de armas escapaban del Infierno. Algunos movían sus agendas abiertamente, como la reciente visita de Nuriel, otros se movían entre las sombras, como aquel que enviase a la niña Cassandra con su profecía extraña, pero ninguno lo hacía sin un objetivo personal. La unidad que una vez compartiesen se había roto y restaurarla era un esfuerzo titánico, pero imprescindible.

Cogió el mando de la televisión para ponerse al día con lo ocurrido en las últimas horas, mientras él había estado reunido con el equipo de transición. Porque, para complicar todo más, debía moverse con cuidado entre los mortales, pues los vampiros estaban más activos que nunca y también querían influenciar en la nueva alcaldía como siempre. Y desde la llegada de más Caídos, ignorar a los nomuertos resultaba ya imposible, pero una confrontación no llevaba a nada productivo. El botón en su mano activó la pantalla, donde Anderson Cooper hablaba en la CNN y cuando vio lo que se mostraba en las imágenes tras el presentador, todos los pensamientos de Clarke se detuvieron instantáneamente.

-Estas imágenes provienen de Los Angeles, donde a las 21:03 tuvo lugar un terrible terremoto. El choque tectónico hizo vibrar la región entera de la costa sudoeste durante un minuto y catorce segundos, con una fuerza de 8,4 en la escala de Richter. Las pérdidas y daños aún están siendo valorados pero hay confirmadas 52 muertes ya, así como centenares de heridos y desaparecidos. Nuestras oraciones y pensamientos están con todos los afectados y mantendremos un especial aquí en CNN con la información al minuto según se vayan descubriendo más cosas. Sin embargo, lo que está dando la vuelta con mayor fuerza por las redes sociales son docenas de vídeos espontáneos como este que están viendo, donde...-

Clarke ya no estaba escuchando, el mando parado en su mano en el aire, su atención completamente volcada en aquella imagen. Pese a la baja calidad del móvil debido a la distancia, el sacudirse de la mano que lo sostenía debido a los nervios, el miedo y el terremoto, lo que mostraba era innegable. Por debajo de la imagen, una barra de texto blanco sobre rojo leía "Ángel visto sobre la ciudad de Los Angeles durante el punto álgido del terremoto, afirman las redes sociales" pero el demonio sabía que ese rótulo estaba equivocado. Podría reconocer aquella silueta en cualquier sitio, y si bien era un elohim, se equivocaron de bando, pues lo que se mostraba era sin duda al Primero. 

Las lágrimas brotaron incontrolables de sus ojos incontrolables y con ellas un aluvión de recuerdos. De los buenos momentos, de los malos. De las esperanzas de hacer de los mortales dignos de todo su potencial, de la amargura del fracaso de Babel. De los sueños compartidos en los alojamientos temporales de las Legiones, de las discusiones y debates filosóficos, de las atrocidades cometidas en Su nombre o contra Él. Era el mejor de todos ellos, y en su corazón la fuerza de su respeto y admiración por Lucifer regresaron con fuerza. 

Pero, igual que Martin Luther King con su bala, aquellos sueños inocentes de revolución contra Dios ya no tenían cabida. El mundo había cambiado. O quizás habían sido ellos los que habían cambiado. Sin unidad, ni su guía, los Caídos eran otra cosa, atormentados y retorcidos por su paso por el Infierno ya no podrían unirse bajo su bandera. Y tampoco deberían. Por mucho que su corazón anhelase a su líder, los había abandonado, los había traicionado, los había liderado directos al Infierno para no acompañarlos allí. Durante todos estos años había querido que hubiese sido destruido al final de la Rebelión, porque la alternativa era demasiado dolorosa: que los había dejado a todos sufrir y a la humanidad decaer, sin hacer nada por evitarlo. Y ahí, irradiando glorioso en la pantalla, innegable y triunfante, estaba la prueba innegable de su traición.

Era como un puñal en el corazón. 

Podía entender el peso de la corona, él mismo lo sentía como Tirano de Nueva York, pero no la traición. 

Posó el mando del televisor en la mesa de cristal y tomó el vaso. Iba a necesitar un refill, pues mientras la pantalla mostraba en bucle las distintas grabaciones desde distintos puntos de L.A., el Diablo tenía claro que eso lo cambiaba todo. Los Luciferanos pronto gritarían que era la señal de la necesidad de retomar la guerra contra el Cielo, por mucho que la Hueste no estuviese en ningún sitio ya. Expediciones partirían a encontrarlo en la ciudad, lideradas por Caídos con buenas intenciones como Aislynn, pero también otros con las peores. Querrían venganza, querrían desafiarlo, y partirían el mundo con sus conflictos. Las Cortes reaccionarían, las de Sangre e Infernal que controlaban L.A. estarían caóticamente desorganizadas tras el terremoto, pactos rotos y muertos, centros de poder destruidos, pero ese vacío no tardaría en atraer a faustianos en busca de controlar Hollywood y tantas otras partes de la ciudad. Y los Encadenados harían lo que fuera que hiciesen. 

Quizás la Gran Manzana nunca pudiese rivalizar con el Gran Experimento que había sido Babel, pero Clarke lo había intentado. Su Pequeño Experimento, donde conseguir un equilibrio que permitiese a los Caídos cosechar la fe de los mortales, cooperar y trabajar de nuevo unidos, cada uno dentro de sus propios objetivos. Quien quisiese perder el tiempo en guerras obsoletas contra la Hueste, o buscar su propia redención, o respuestas, o lo que fuese, era bienvenido siempre que estuviese dispuesto a colaborar. Pero el tiempo se acababa y las cosas no estaban listas. Más demonios seguían llegando, algunos aceptaban las normas de la corte como el Segador en el cuerpo del niño Darrel Colby, otros no molestaban de momento, como la Segadora de Hell's Kitchen a la que tendría que ir a buscar pronto, pero Clarke creía que al menos otro Caído estaba en la ciudad, y más vendrían atraídos por las oportunidades de pactos, la riqueza de la urbe o cualquier otro motivo.

Y faltaba demasiado para que el Equilibrio estuviese listo, para que la Cooperación reinase. Y ahora, con el retorno del Primero, el tiempo se acababa. Por mucho que le molestase admitirlo, fuese quien fuese el que había enviado la Profecía por los intereses que tuviese, algo de razón había tenido. 

Posó el vaso vacío sobre el cristal de la mesa y cogió de nuevo su corbata. El refill tendría que esperar. El móvil de su bolsillo estaba en su mano antes de que siquiera se diese cuenta de que lo había cogido. Erik se quedaría sin su descanso esa noche, pues había demasiado trabajo por hacer, y había que convocar a la Corte de la Gran Manzana y sus cinco Ministerios. 

Iba a ser una noche muy larga. Sin duda no tanto como la Larga Noche en que habían dado la Manzana a Adan y Eva, y sin duda iba a ser mucho más amarga que aquella. Demasiado alto era el precio de soñar con un mundo mejor. 

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