La Edad de Plata 9: Vida y Muerte

 


Los cielos llueven furia cuando los Dioses marchan a la guerra, pues su ira los hace temblar y colapsar como montañas de papel. Y bajo el mundo, en el Hades, los muertos atrapados en el medio del conflicto, se enfrentan en el caos para tratar de cruzar un Estigia para el cual no tienen pago. Y es que el reino de los muertos se encuentra tan desorganizado y caótico como Grecia o el Olimpo, ahora que el Rey pasa tanto tiempo enfrentándose a sus hermanos y descuidando su reino. 
 
Pero eso no hace que el tránsito por su reino sea menos peligroso para quienes no solo no deberían encontrarse en él, sino que esperan escapar de allí con vida. Damokles, muerto tiempo ha, es el guardián que vigila la puerta donde Sofia permanece encerrada por Hades; pero en vez del combate con Kairos que Thanatos deseaba, lo que surge es un resentimiento inesperado de hijo por padre. De allí al Tártaro donde, a los pies de la montaña donde incesantemente Sísifo sube una roca, Helena, la esposa de Aegeus es torturada como castigo por los hechos de su marido. Pero aún rescatada, el tiempo que Helena ha pasado en el Hades es demasiado largo y ahora, el abrazo entre lágrimas de su marido amado, es el abrazo de un desconocido a quien ya no recuerda. 
 
Si entrar es parte del problema, salir lo es aún más. Laberintos donde encontrar una razón para vivir, Megaera y Cerbero, la oscuridad donde dejar parte de nosotros y, finalmente, el trono de Hades donde Thanatos mismo se enfrenta a los héroes para evitar su huida del Inframundo. Pero un hijo usurpa el trono de un padre cuando Io se sienta en el trono del mundo de los muertos, y un padre mata a su hijo cuando la guadaña de Thanatos destruye todo resto del alma de Damokles. La huida por las grutas de vuelta a la vida siempre es peligrosa pues, mientras Hades regresa a ocupar su trono enfadado, es la voz de Nyx la que les recuerda que avancen sin mirar atrás... y qué difícil puede ser hacerle caso, allá donde Orfeo fracasó y Elektra misma casi cae. Pero sus engaños, una vez más, la llevan a salvo... a una Grecia donde ha avanzado el tiempo y el invierno se ceba en los mortales. 
 
Las tropas macedonias y espartanas asedian Atenas. Apolo recupera parte de su poder y regresa a los cielos y, en respuesta, su Pythia, secuestrada por Zeus, es liberada. Pero Hefesto pierde a su hijo cuando Mathias, rechazado por su padre, se entrega a Poseidon. Y, junto a Kairos, marchan hacia Esparta a derrotar al enemigo que amenaza Atenas. Elektra, mientras tanto, negocia una unión divina entre Zeus e Ishtar pero, para lograrla, sus palabras deben ser capaces de enmascarar la treta de Ishtar y lograr que su propio padre acepte ser encantado. E Io comienza a preparar la reconstrucción de Ilion, trayendo vida a una ciudad muerta, para lo cual necesitará la ayuda de la bruja Olysseus, la poderosa y descarriada hija de Demeter.
 
Y es que en aquellos tiempos, cuando la Edad de Plata daba lugar a la Edad de Bronce, el enfrentamiento entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas, amenazaba destruir el mundo. Y los mortales, atrapados entre los conflictos entre dioses y semidioses, veían el mundo cambiar con la fuerza de la tinta con la que se escriben las Leyendas.

 

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