Seven 2: Shall we dance? (Incompleto)

Unas horas más tarde de tu llegada, el ascensor se abre lentamente para dejar paso al pelo dorado de Irene, que porta en sus manos un pesado paquete. Lo carga con dificultad, pero sus manos pálidas lo dejan calmadamente en una repisa del hall de entrada. Su llegada se ve acompañada por el inconfundible sonido de sus zapatos de tacón, que resuena contra el suelo de mármol en un repiqueteo rítmico. Y su voz, frágil sonido de timbre acristalado, se alza sobre las frías paredes como el témpano que quiebra el silencio al caer.

- Señor Frei, he traído un regalo de la primogénita para esta noche. En media hora comenzará la celebración.

Aún fuera de tu vista, la joven choca los talones con impaciencia, buscando con sus ojos esmeralda encontrar los tuyos en las sombras de los pasillos.

--------------Erik-------------------------

"Suit up" que diría el personaje de serie. Y eso justo había hecho, ponerme las mejores galas que había en mi maleta. El plan original era usar ese traje en la presentación ante el Príncipe pero no sabía si estaría o no presente en la fiesta de hoy, así que mejor prevenir. Sino, ya habría tiempo de salir de compras y conseguir uno nuevo antes de conocer al Ventrue.

El taconeo de Inés resono por el pasillo en el momento en que yo estaba terminando de observarme en el espejo. Sin duda, mejor sin corbata, aunque quizás era mejor ir con corbata por si acaso y quitarmela según viese que progresa la noche.

-Ah, Irene, que bueno que estés aquí. ¿Corbata o no corbata? Y necesito una tienda cerca donde poder comprar una máscara apropiada...-

Lo dije casi antes de que ella hablase, por lo que solo en ese momento procese el regalo. Cosas que pasan. ¿Pasaria algo malo si llegamos tarde a la fiesta porque le arranco la ropa y me la follo antes de bajar? Me vendría bien desahogar...

No, mejor quitarnos eso de la cabeza. No es el momento. Aunque voy a necesitar una buena copa pronto o voy a explotar.

-¿Un regalo? Sin duda milady es demasiado generosa, no hacía falta algo así.-

Sonrio educadamente mientras mi ser se parte en dos. Por un lado me encantan las sorpresas y regalos, eso es asi; por otro, los presentes de los vampiros suelen conllevar precios altos. Pero no podía rechazar el presente que fuese, la primogénita podría estar escuchando...

No llevaba más que unas horas en Alicante y ya empezaba a sentirme asfixiado como en Londres.

---------------Mundo-----------------------------------

Cuando Irene aparece ante tus ojos, su belleza reluce con el dorado reflejo del oro. Su cabello está recogido en una torre sobre su cabeza, con mechones que se pierden en los pliegues de su vestido cubierto del mismo tono enjoyado. Sus ojos esmeralda se dibujan tras una máscara, que en su caso cubre gran parte del rostro.

- ¿Con... corbata? - Murmura, luego se fija bien en tu atuendo, su pupila reluce contra la luz cuando se centra en tí - Sin ella, si no quieres parecer un pingüino. Uno emperador, eso sí.

Parece haber decidido que, en ausencia de la primogénita, no es necesario mantener el comportamiento formal. Se parece más a la versión burlona del coche que a la estirada ghoul toreador que te guiaba por los pasillos del aeropuerto.

- Se te ha adelantado la primogénita - Comenta - Escoge la que te guste, la que case contigo. Me temo que las mayores personalidades van a estar presentes en la mansión...

Su voz desciende, a ese tono inaudible si no fuese por Auspex.

- Nuestro pequeño trato tendrá que esperar, aunque quizá con suerte pueda presentarte al último implicado. Y luego...

Sonríe, y sus largas pestañas eclipsan un momento el brillo de una de las cuencas de su máscara.

- Luego comenzará lo divertido. Vamos, arréglate. Los primeros invitados siempre llegan antes de la hora. El príncipe y alguna primogénita ya se encuentra aquí.

Acompaña sus palabras con un taconeo apresurado, sus labios están ocultos bajo la máscara, pero ves sus facciones estirarse en una sonrisa en el lado descubierto.

-------------Erik-----------------------------------------

Sin corbata pues, eso decidido. Aunque debería decirle que me haga una mamada rápida para liberar un poco de tensión, con esa ropita y ese todo está para... basta, basta, céntrate. Creo que estoy demasiado nervioso. Mierda.

Odio estas situaciones, odio la prisión, odio el decoro, y odio depender de seres milenarios que no tienen ni puta idea de la vida, que dejaron atras hace siglos; entes cuyo único anclaje con la cordura es su insana obsesión con el poder, las conspiraciones y la monstruosidad de sus almas. Puta mierda. Al menos puedo distrarme rebuscando entre las máscaras de todo tipo que la-señorita-perfecta-que-todo-ha-previsto-Dösen me ha enviado. Debería bajar sin máscara y a cualquiera que me viese decirle que es una performance artística para destacar como todos llevamos siempre puesta una máscara que nos distancia de los demás. Eso sería divertido. Y ver a todo el mundo reaccionar a ello. ¿Qué podría salir mal? Aparte de que todo el mundo me odie, me rechace y me abandonen a morir, claro.

¿He dicho ya en el último minuto puta mierda? Si no es así, lo digo ahora, por si acaso: puta mierda.

-Claro que se ha adelantado, cómo no...- digo, cogiendo una máscara de porcelana de cara completa y luego devolviéndola a la caja- Esperaremos pues para nuestro trato y lo bueno, al fin y al cabo, ¿qué importancia tiene esperar para los que se supone que somos inmortales?-

Aunque lo digo con una sonrisa afectada y exagerada, el brillo de mis ojos demuestra una vez más lo mucho que me gustan las ironías y sarcasmos. Y es que, a quien quiero engañar, ser inmortal no me ha hecho menos impaciente precisamente.

Cojo una máscara dorada de media cara, y cierro la caja. Como siga dando vueltas no voy a decidirme. Así que la miro y con un ligero movimiento de cabeza, me pongo en marcha.

-Vamos pues, no hagamos esperar a toda esa gente importante que tantas cosas tienen que hacer como arruinarle la vida a medio mundo, destruirse unos a otros, o simplemente desayunar fetos crudos. ¡Su tiempo es oro! Y seguro que hay alguna copa por allí que poder beber para matar el tiempo entre el entrante de bebé marinado y el postre de gatito cachorrito.-

Sin duda, necesito esa copa.

--------------Mundo---------------------------------------------

Irene parpadea bajo su máscara, evidentemente stuneada por tus palabras. Y entonces se acerca lentamente a tí y te observa con un deje calculador.

- ¿... Estás bien? - Murmura.

Su mano se posa levemente en tu brazo, aunque este roce dura menos de un segundo. Inmediatamente después, la ghoul se da media vuelta para llamar al ascensor, atendiendo a tus instrucciones. No obstante, no deja de mirarte.

- Entiendo que debe de ser... difícil para un neonato un día como hoy - Susurra - Seré una ghoul, pero no soy estúpida. Y sin tu sire aquí para apoyarte.

No parece haber maldad en sus palabras, su voz es conciliadora.

- Si necesitas... hablar en algun momento, no te preocupes porque mis instrucciones es atenderte el día de hoy. Y además, no todo va a ser malo. Cuando acabes de politiquear, te enseñaré un sitio que te va a gustar, lo prometo. Todos los toreadores sois cazadores de la belleza.

El ascensor se abre y, dubitativa, Irene te dedica una velada sonrisa, de ese modo que su máscara te permite identificar, y señala al interior.

- ¿Estás listo?

------------------Erik----------------------------------

¿Que si estoy bien? Esa es la pregunta del millón. No, no lo estoy, aunque estoy mejor de lo que estaba en Londres. Pero al mismo tiempo nada nunca volverá a estar bien desde el Abrazo, así que supongo que da igual, vayamos adelante y terminemos con esto cuanto antes. Como dijo el Nobel español "he venido a hablar de mi libro" y si me atengo a eso, debería estar bien. Deberia.

Puta mierda.

-Gracias, pero no te preocupes, todo encajará en su momento. Pero siempre me he sentido incómodo en estas veladas, ya de mortal me pasaba, y ahora es peor. Una pecera llena de pirañas...-

Monstruos somos para en monstruos no convertirnos, decía a menudo mi Sire. Bueno, sin duda ella era un monstruo que se había convertido en un monstruo sin dobleces. Que bien todo.

-La belleza está en el ojo que observa preciosa, todos los miembros de mi Clan la buscan pero cada uno la encuentra en sitios distintos- le sonrio, ligeramente seductor, mientras me ajusto la máscara sobre mi cara-. Y créeme, es siempre efímera y mortal.-

Camino hasta entrar con ella en el ascensor. Tan listo como nunca estaré, supongo. A ver si hay whisky abajo...

-------------------Mundo--------------------------------

Probablemente hay whisky abajo, en alguna parte. Los toreador son criaturas de apariencias, y ninguna fiesta, ni tan siquiera en la más pútrida corte de los Vástagos, está exhenta de alcohol. Sin embargo, cuando las puertas del ascensor se abren, no es una bar lo que te espera.

"Algunos suelen llegar antes" se ha quedado ciertamente corto, media corte cainita debe de estar allí presente. Una suave música recorre la habitación de luces tenues, mientras diferentes figuras enmascaradas bailan a lo largo de la habitación. La iluminación, irregular, cubre algunas zonas de una potente luz dorada, mientras otras quedan a oscuras. Y las criaturas... Desde trajes clásicos a las creaciones más disparatadas, desde figuras arlequinescas a monstruos abiertamente inhumanos cubiertos con trajes brillantes. Todos ellos girando, cambiando, moviéndose entre las luces y las sombras como salidos de una tragedia italiana, abriéndose espacio como a través del velo de la irrealidad para dejar paso al más puro asomo de la locura.

A los lados de la sala, los que prefieren no bailar mantienen conversaciones en voz baja. Risas, miradas amenazantes y la expresión de criaturas milenarias envueltos en un juego aún más viejo que su propia existencia enmarcan el cuerpo corrupto y pútrido de la sociedad vainita, expuesto a tu vista como un cadáver al borde de la descomposición.

- Ven conmigo - Murmura - Te llevaré hasta la primogénita.

Y comienza a caminar hacia delante, mientras percibes las miradas curiosas de criaturas ávidas de la información de una nueva llegada.

--------------------------Erik-----------------------------

La acompaño, tranquilo y decidido. Si toca empezar el baile, pues bailamos. Los nervios quedan atrás en el ascensor y el que pisa fuera del mismo es el personaje que el mundo cree que soy: el educado y galán autor de novelas extrañas y retorcidas, algo cínico pero encantador, seguro de si mismo como de que el amanecer llegara por la mañana.

Al fin y al cabo, nada es eterno y, por antiguos que sean, su tiempo se acabará como el de todos. Nada significa nada, nada es importante, todo son fachadas y mentiras. Una pequeña mascarada diaria, como dijo la dama Dosen.

Sonriendo encantador camino al lado de Irene, directo a la boca del lobo.

--------------------Mundo-------------------------------------

Y, de un modo exquisitamente involuntario, del mismo modo que brinda el azar, la casualidad... vuestros pasos comienzan a dirigirse, en una coreografía inconsciente pero en espiral, al centro de la vorágine.

Razvan asiente a las palabras de Gabriel, y con un gesto de la mano, Levi os introduce por las puertas al gran salón, donde el caótico carnaval de luces os da la bienvenida. Si las arlequinescas figuras, los trajes brillantes y los colores cambiantes no era suficiente para comprender la clase de corrupta fiesta a la que estabas asistiendo, la mezcla de susurros y copas extrañamente escarlata marcan el ritmo de una silenciosa danza, más letal que la de las figuras que ocupan el salón con su movimiento ondulante.

Irene gira la cabeza, su bello rostro semicubierto por la máscara, para asegurarse de que el Toreador le sigue. Está bastante seguro de que ella está sonriendo, una extraña luz dorada en mitad del océano de carmesí, blanco y negro que prima en los trajes a su alrededor. Y si su color, como el de una flor lo suficientemente hermosa para captar la atención de su inesperado testigo, no era suficiente para marcar su diferencia, el latido rápido y frágil de su corazón en su pecho es un reclamo suficiente. Como un ala de mariposa, que herida en su vuelo, busca posarse en la rama que puede evitar su caída, el aleteo de sus pestañas sigue la línea de tu mirada.

Y el dorado deja sitio a la plata, y el verde en mitad del caos al blanco más puro, y pronto os encontráis en una parte diferente del salón. Allí, multitud de pequeñas mesas redondas recubiertas de plata y con cristalinas figuras que ascienden de su pulcra superficie parecen observar a los bailarines, en una disposición de media luna que cubre la segunda mitad de la habitación.

Allí, parejas enmascadas y grupos conversando ganan protagonismo. En esas mesas, la desigualdad cobra sentido y brilla silenciosamente, siempre desde esa pose educada y elegante que parece ser la norma. Una mujer, reclinada sobre la silla de su acompañante, gira la mirada vidriosa hacia vosotros cuando la mano del hombre a su lado rodea su cuello. Un caballero, de máscara oscura como la tinta, baja la cabeza cuando el que le acompaña cruza su mirada con él. Dos jóvenes, elegantemente disfrazadas de cisne blanco y negro, discuten acaloradamente, aparentemente sin consenso.

Y, en una de ellas, la primogénita se alza en su hálito de plata. Su vestido blanco, de aspecto anticuado pero elegante, realza su aspecto de eterna melancolía. Alza la cabeza cuando ambos grupos os acercáis, con la profunda tristeza de su mirada diamantina atravesando vuestro rostro en una máscara apenas hecha de filigrama.

- Nuestros invitados de honor han llegado - Murmura, su voz es frágil, aniñada, como todo su aspecto que responde al de alguien todavía lejos de la completa madurez - Y a la vez. Curiosa coordinación.

Con cuidado, se levanta. Irene y Levi hacen una reverencia. El pelo dorado de la Ghoul sacudiéndose bajo el movimiento. Mientras Levi se aleja entre la multitud, Irene sencillamente se hace a un lado. De algún modo, Gabriel siente una extraña punzada de familiaridad.

Los ojos de la Ghoul miran al frente y, con la máscara cubriendo su rostro, es difícil observarla. No mira al resto de la comitiva, centrada en la imagen de la primogénita.

Razvan se adelanta suavemente, tomando la mano de la primogénita y descendiendo la cabeza en un leve gesto de respeto. La primogénita se ríe suavemente, pero la risa no parece llegar a sus ojos apagados.

- Señorita Dösen - Susurra, en un castellano con un acento muy marcado - Sarah, he traído, como pedisteis, a mi chiquillo...
La criatura que toma de la mano a la primogénita es, a los ojos del neonato toreador, es ser más curioso y extraño que probablemente hubiese visto. Sus rasgos hundidos, de un extraño color verde claro, contrastan con el color escarlata de su túnica. Es imposiblemente grande, el joven de aspecto humano y ropa oscura que le acompaña apenas le llega algo más arriba de la cintura, y por encima de su máscara se alzan dos orgullosos cuernos, de un color verde más oscuro, que se confieren el aspecto regio de una corona de fuego esmeralda. Sus orejas son alargadas y onduladas, y asoman por debajo de una espesa melena plateada de desciende por debajo de sus hombros hasta más abajo de su cintura. Sus labios son finos y sus ojos, aunque la máscara te impide verlos con claridad, jugarías que son rasgados, como los de los felinos. Pero si con la rareza de sus rasgos no fuese suficiente, por encima de sus altos hombros se alzan dos extrañas estructuras, dos construcciones de aspecto coralino que llegan más o menos hasta sus oídos del mismo color verde que su piel. A lo largo de sus brazos, en aberturas estratégicamente decoradas de rebordes dorados, aparecen extrañas formaciones, finas y delicadas, que se asemejan a flores de algún tipo de material reflectante. Su iridiscencia arranca reflejos azulados a las luces pálidas del salón.

Si su aspecto no fuese lo suficientemente raro, lo extraño es que, a diferencia de los Nosferatu, la criatura es imposiblemente bella en su monstruosidad.

... Este es Gabriel Raskólnikov. Gabriel, ella es la señorita Dösen, la primogénita toreador y nuestra hermosa anfitriona.

La joven sonríe, y su mirada se vuelve primero a Gabriel, y luego al joven toreador que se encuentra al otro lado. Cuando habla, lo hace en inglés.

- Muchas gracias por acudir, es un placer vuestra presencia. Este es Erik Frei, nuestro invitado de honor y motivo de nuestra celebración. Erik, este es Razvan Rođskarlar, el... primogénito Tzimisce. Fruto de una inusual pero firme alianza, él y su chiquillo, Gabriel Raskólnikov forman parte de nuestra poderosa... organización.

Sonríe educadamente, con ese aire de melancolía.
---------------------Erik---------------
Dicen que en juego de tronos, o ganas o mueres... si Martin conociese la verdad del mundo aprendería que la muerte no era el peor resultado y que en los verdaderos juegos de poder o comes o te comen. Literalmente. Cortes como esta vampirizan tu alma, tu creatividad, tu misma esencia humana, hasta no dejar más que otro monstruo manipulador como los demás. Otro cuervo listo para darse un festín con los cadáveres de los débiles.

Y todo, bajo la perfecta máscara de la civilización. Copas rojas que acompañan sonrisas y conversaciones, como si quisiesen pensar que es vino tinto en vez de sangre lo que tienen. Podridos, en mente y cuerpo.

Y yo camino entre ellos hacia la Primogénita cuyo acto de aparentar tristeza se mantiene incluso aquí. La anfitriona perfecta es incapaz de disimular que su existencia se encuentra lejos de la perfección y la felicidad... o se esfuerza mucho en aparentar lo.

Frente a ella un monstruo enorme y una mosquita muerta escondida a sus espaldas, como el niño pequeño refugiado tras su padre. Que graciosos y monos. Estaría bien ver su cara de horror mientras montó en cuatro a su guardaespaldas, usando esos cuernos como bridas.

¡Centrate joder!

Casi sacudo la cabeza para limpiar mis pensamientos, pero lo consigo evitar. Cualquier muestra de debilidad aquí puede acabar en una caza de sangre y, aunque nunca he probado que se siente siendo devorado, aún no quiero experimentar lo. Ya llegará el momento.

-Milady Dosen, señores Rodskarlar, es un placer conocerles. Aunque lejos estoy de ser digno de ser un invitado de honor, solo soy un escritor, así que como mucho doy para excusa para celebrar esta soiree.-

¿Tzimisce? ¿Esos no eran del Sabbat? ¿Que les habría llevado a abandonar la libertad y caos que tienen en su secta e intercambiar los por las cadenas de oro de esta torre de marfil?
---------------------Gabriel---------
Caminé abrumado al lado de Razvan, observando con curiosidad el espectáculo de luces y color que se estaba dando lugar a mi alrededor. Aquél se trataba de mi primer contacto con la Camarilla y, aunque pensaba que me iba a resultar impactante de alguna manera verme tan rodeado de otros cainitas, la verdad era que sólo sentí una especie de muda decepción. En contraste con mi Maestro y Lilian... eran todos muy ¿normales?

Aún así, todo era exótico y extraño para mí, y no pude evitar abstraerme momentáneamente mientras mis ojos seguían los movimientos hipnóticos que realizaban el resto de invitados. La voz de mi Maestro me devolvió a la realidad, y en seguida enfoqué la vista en la delicada silueta que se encontraba delante de nosotros. Era una mujer preciosa, de apariencia dulce, pero también llamativamente triste.

- Mi señora -dije cuando el neonato toreador terminó de hablar, realizando una leve reverencia. Esperaba que mi inquietud no fuera tan evidente como a mí me lo estaba pareciendo.- Mi Maestro me ha hablado de usted, pero sus palabras no hacían justicia a su admirable belleza. Espero poder honrar los términos de nuestra alianza.

Me giré, entonces, hacia el locuaz hombre de cabello claro y traje oscuro. Su rostro estaba medio oculto por una máscara dorada, pero sus rasgos eran reconocibles a pesar de ello.

- Encantado, Erik -continué en mi presentación, sonriendo al desconocido en un perfecto inglés. Pero, de pronto, mis ojos se toparon con la familiar complexión de la mujer rubia. Fruncí el ceño, mirándola fijamente, tratando intensamente de identificar su identidad.
---------------------Mundo----------

La primogénita asiente ante vuestras presentaciones, el brillo diamantino de su máscara centrándose en vuestros rostros.

- Una nueva llegada es una gran ocasión para celebrar, señor Frei. Y más la de un escritor conocido. Demasiados pocos de nosotros realmente practican un arte, en lugar de convertirnos en avariciosos coleccionistas, dragones del arte en lugar de oro...

Una triste sonrisa decora su rostro, y cuando sus ojos se centran en el neófito Tzimisce, un brillo de reconocimiento se ilumina en el fondo de su pupila.

- Un joven encantador y educado, has escogido bien, Razvan. Tu... Maestro se sentirá orgulloso de semejante... adquisición.

Razvan asiente en respuesta, girando la cabeza para dirigirla al joven toreador. Sus ojos, efectivamente rasgados como los de un felino, se clavan en los tuyos como si pudiese leer tu alma, desnudarla en tu inherente inexpresividad para dejar a su merced cualquiera de los secretos más oscuros. En su seriedad cadavérica, su enorme presencia es remarcable.

- Un placer, señor Frei - Cuando habla, en un inglés no demasiado bueno, su voz es tan extraña como su apariencia. Demasiado grave, pero, sobre todo, demasiado resonante.

La primogénita asiste al encuentro con seria altivez, cubierta en esa suerte de respetuosa melancolía. Y entonces alza la cabeza y, como en una señal, la Ghoul rubia gira la cabeza para centrarla en la reunión. Sus ojos recorren a los presentes, hasta llegar al joven Tzimisce...

... y pasan de largo hasta fijarse en el rubio toreador. Se acerca, mientras la primogénita recupera la palabra.

- Si nos disculpan un momento - comenta, con agravada calma - Debo tratar unos asuntos con el señor Rođskarlar. Nos uniremos a vosotros más tarde.

Razvan asiente seriamente, fijando su vista un momento en el chiquillo Tzimisce antes de disponerse a acompañar a la primogénita.

---------------Erik-----------------

"Admirable belleza... honrar alianza... encantado..." Blablablablablabla. ¿Seguro que era un Tzimisce? No se mucho de ese Clan, eso lo reconozco, pero si conozco a unos cuantos Ventrue y si que suenan exactamente así hasta que se les descorcha el tapón del culo y se les baja la vara que se les ha enterrado de ahí a la nuca. Y eso claramente era lo que parecía el chaval. Un Ventrue. Igual todo era una treta o juego, o igual los Tzimisce no eran tan exóticos e interesantes. A saber.

-Sin duda, el arte y los nuestros tienen una complicada relación, milady Dösen. Se diría que perdemos el alma con el Abrazo, y ello nos lleva a perder la conexión con la humanidad que es la base del arte. Pero os dejaremos a ambos para discutir vuestras cuestiones, que sin duda serán muchas e importantes. ¿Me acompañas, jovencito?-

Sonrío, con un guiño de ojo a Gabriel. A ver si hay algo de sangre corriendo por esas venas, o si de tanto tener el palo clavado se le ha acabado convirtiendo en serrín todo lo que tiene dentro.

-------------Gabriel---------------

Le devolví la mirada a Razvan en silencio, y le vi marchar con la primogénita, sintiendo el vacío de su ausencia como una liberación y una carga a la vez. Es entonces cuando escuché la invitación del otro neonato y me giré instintivamente para mirarle. Parpadeé, desconcertado, cuando me encontré con que había acompañado la propuesta con un guiño de ojos.

Miré hacia los lados, cerciorándome de que no estuviera hablando con otra persona.

- ¿Me dices a mí? -pregunté, acercándome a él, casi temblando de los nervios. Me costaba no apartar los ojos, de vez en cuando, para seguir con ellos el rastro de la mujer rubia.

------------Erik-----------------

Oy pobre, casi parece un corderito perdido o un cachorrito sin su madre. Que tierno. Que poco va a durar en este mundo.

-Si, a ti te lo decía. Pero si eres de los que creen que cuando alguien le mira y le guiña un ojo es por error, no pasa nada. Una vez estuve hablando largo tiempo con un Malkavian así que he visto cosas raras más allá de gente que cree que no les hablo.-

Le guiñó de nuevo el ojo con una sonrisa. Adele, la Malkavian era una bendición, una chica con la que hablar, follar y pelear. Pena que durase tan poco nuestra relacion, pero es lo que hay cuando se tiene a la bitch que tengo por Sire.

-Yo voy a por una copa. ¿Me acompañas o prefieres quedarte ahí a solas en medio de la sala, esperando a que vuelva tu ¿maestro? como si fueses una estatua de sal?-

-----------Gabriel-------------------

Abrí la boca y la volví a cerrar, indeciso sobre qué decir. Mis cejas se habían unido bajo mi frente, creando una fina línea entre ellas, y mis brazos se habían cruzados, incómodos, sobre mi pecho. No me esperaba que algunos cainitas fuesen a ser tan poco corteses, juzgando por las instrucciones recibidas por mi Maestro sobre su sociedad. Sin embargo, una de ellas consistía en forjar alianzas individuales. Y una persona de mi mismo rango... aunque tan embaucador como parecía ser... Podría llegar a serme de utilidad.

- Claro, ¿por qué no? -contesté con cierta desgana a su invitación.- Así me puedes enseñar qué soléis hacer los cainitas en estas veladas.

-----------Erik---------------------

Sonrio mientras echo a andar por entre los invitados buscando a alguien que sirva alcohol. Necesito un trago. De hecho, necesito un humano borracho para poder emborracharme, pero esta noche tengo que mantener el control. Ya habrá tiempo para desahogar una vez lejos de toda esta caterva de indeseables.

-La mayoría se dedica o bien a lucir trofeos o a intentar quedar mejor que la mayoría. Es como una competicion adolescente por ser la popular del instituto, pero eterna y sin baile de graduación. O mejor, cuando al baile de graduación te acompaña tu padre y no hay ponche.-

Gruño suavemente ante la imagen. Sin ponche todo siempre empeora.

-Yo suelo optar por emborracharme, dejar en evidencia a mi Sire, ganarme un buen castigo y al menos tener algo que rompa un mínimo la monotonía. Tras un par de estas fiestas acabas aburriendo te más que leyendo el Ulises de Joyce.-

Me muevo entre la gente, buscando esa copa prometida.

-Y dime, ¿qué hace un Tzimisce como tu en un lugar como este? ¿Por qué abandonasteis la libertad del Sabbat para venir a interminables fiestas aburridas?-

-------------Gabriel-------------

Le seguí intrigado, escuchando su amalgama de frases intercaladas entre sí. Me pregunté, por un momento, si aquel hombre no era en realidad un monologuista en lugar de un escritor, porque parecía disfrutar demasiado al oír su propia voz.

De todas formas, no parecía tener malas intenciones así que le acompañé mientras mi perímetro de visión pudiera mantener controlada a la Ghoul rubia.

- Es decir... ¿tienes problemas de alcoholismo? -pregunté sinceramente, a causa de mi deformación profesional.- A lo mejor te viene bien no poder consumir aquí. Una temporada sin malas experiencias y sin discutir con tu sire -le recomendé informalmente, mientras me encogía de hombros. Yo, en realidad tenía un problema peor del que debía hacerme cargo tarde o temprano.

- Esa es una pregunta interesante, pero que lamentablemente no tiene respuesta. Al menos para ti. -continué en tono desenfadado, tras ver qué llevábamos un rato dando vueltas para nada. -¿por qué no buscamos una mesa donde sentarnos y charlar tranquilamente?

---------------Erik-----------

Una pregunta personal sobre mis debilidades potenciales, una recomendación para mejorar mi vida y una evasiva seguida de un cambio de tema... perfecto. Decididamente, es un Ventrue disfrazado. No hay otra explicación posible. O mejor, ¡un Nosferatu con sus magias haciéndose pasar por un Ventrue que finge ser Tzimisce! Oh, ¡el drama que tendría eso!

Aunque, obviamente, no va a caer esa breva. Porque jamás ocurre nada bueno ni interesante en lugares y tiempos como este. Just my luck. Y las copas de sangre ni siquiera tienen alcohol, joder, vaya desastre. He debido llegar a una ciudad de amish o alguna cosa así. Al final si va a ser que los españoles son unos puritanos católicos y no los Latin lover que se supone... porca miseria.

-Dejame conseguir al menos algo de sangre y algo de whisky. Si no puedo beber en condiciones al menos por separado, algo que le de sabor a la velada.-

Porque, obviamente, no se lo vas a dar tu, señor-estirado-que-no-ha-disfrutado-de-su-vida y menos va a disfrutar de su no muerte. Al menos ahora no tengo que preocuparme de la cirrosis. Así que paró a una de las personas que llevan copas de sangre de un lado a otro y cojo una, acompañado de una copa de whisky de otro camarero. Deberia conseguirme un cóctel de gambas, pero estos sitios raramente tienen. Deberia hablar con el manager.

----------------Gabriel------------

Seguí con la mirada al toreador, con las cejas alzadas y los brazos cruzados aún. Se suponía que acudías a una reunión importante de la Camarilla, y tu mayor preocupación consistía en... ¿emborracharte? Era un interés muy mortal para un hoyo tan oscuro como aquel. Me pregunté si todo el clan sería como ese neonato... tan... excéntrico. Aunque sólo existía una manera de descubrirlo.

- ¿Qué necesitas para que estés a gusto? Te echo un cable.

-------------Erik---------------------

¿A gusto? Tantas cosas imposibles. El a gusto murió con mi humanidad. Pero un cóctel de gambas vendría bien.

-Tantas cosas, me temo, que no van a abundar aquí. Necesitaría un lugar adecuadamente sórdido y a poder ser solitario. Unos cuantos mortales interesantes y de verdad vivos. Una mamada buena en un baño con pintadas. Unas risas honestas. Un buen lingotazo y quizás una dosis de coca. O lsd, mejor lsd. Y sin duda muchas más cosas.-

Me encojo de hombros volviéndome hacia el. Al menos tengo sangre y alcohol, algo es algo.

-Vayamos a buscar esa mesa para charlar tranquilamente pues. ¿Tu que necesitas para dejar de ser tan estirado? Te adelanto que no hay premio al chico bueno del mes entre los nuestros...-

------------Gabriel---------------------

Escuché pasmado la retahíla de palabras del Toreador, entre asustado y fascinado por la cotidianidad que acompañaba a su actitud.

- Creo que al Maestro se le pasó hablarme del subtipo de cainita "discotequero" -bromeé, pasando una mano por mi pelo en un evidente tic nervioso.

Busqué un lugar en el que sentarnos con la mirada, olvidándome fugazmente de la Ghoul que tanto me recordaba a la Irene que una vez conocí, y me acerqué a una pequeña mesa redonda que se encontraba vacía en una esquina de la gran sala.

- Donde yo vengo sí premian mi bondad, hazme caso -comenté, torciendo los labios, pero con un tono de voz liviano. En el fondo me divertía la insolencia de aquel extraño.- Pero tienes razón, ahora cuento con unos momentos de libertad. Así que... ¿qué me puedes contar sobre ti?

Me senté en uno de los asientos, con las piernas cruzadas y mis manos sobre el regazo. Mis ojos seguían intensamente a Erik mientras se sentaba a mi lado.

------------Mundo-----------

 Desde donde estáis sentados podéis ver gran parte del salón, hundido en la marea de de seres diversos.

- Gabriel: Gracias a las clases de tu maestro, identificas a algunos primogénitos en la sala. Irene, o su clon, parece orbitar alrededor de la figura de un hombre, maduro y bastante mediocre. Lo identificas como el príncipe. A lo lejos ves a Vitali, enmascarado, bailando con una joven desconocida. La figura reconocible de Dan, aun enmascarado, se acerca a Irene y comienza a conversar con él.

- Erik: Comprendes que Irene orbita alrededor de ese hombre, aunque no sepas quién es, y que un chico joven se acerca a ella. Podría ser el misterioso participante del plan.

----------Erik--------------------

Supongo que eso de cainita se refiere a los vampiros, y sin duda tiene algo de gracia la imagen de vampiros discotequeros. Y más si se supone que soy yo. Soy un vampiro discotequero. Sin duda es mejor que ser uno más del montón de chupasangres ambiciosos que hay.

-Es que me temo que no quedamos muchos vampiros discotequeros. Las ganas de vivir se tienden a terminar cuando mueres, de modo que nos quedan muchos más vampiros de tanatorio que discotequeros. Somos una especie en vías de extinción, como los Assamita.-

Sonrei de medio lado ante el pequeño juego de palabras. No es que mi sire me hubiese enseñado mucho de las magias de otros Clanes, pero al menos si los nombres. Y ese siempre me hizo gracia: extinción. Supongo que tiene sentido en un Clan de asesinos a sueldo o algo así.

-¿De donde vienes premian la bondad? ¿Y te lo has creído? Mira, veo que no tienes mal fondo, pero en general no estás muy espabilado. Todos los que nos rodean venderían a sus madres por un poco de sangre de antiguo, y los que te rodean a ti no son diferentes. Los antiguos temen a los jóvenes, los jóvenes temen a los antiguos. Y todos se comen los unos a los otros tan pronto te descuidas. Y la bondad, junto con la inocencia, son siempre las primeras víctimas de la guerra.-

¿Quien había dicho aquello? Mierda, siempre odio olvidar de quien son las citas. Como cita parece que tiene ahora Irene con ese joven y ese vejestorio anodino. Con suerte ella disfrutará algo más de esta noche que yo, con el señorito-boy-scout, mi sangre genérica y el whisky que no me puede emborrachar.

-¿De mi? No hay mucho que contar, o acaso demasiado. Una vida entera, como la de todos, ni más ni menos. Porque el tiempo que haya durado no importa sino la experiencia de la misma, como tan bien ilustró Gaiman en Sandman. Por el resto, unas cuantas novelas escritas con mayor o menor éxito, una ristra de amantes cuyos nombres no recuerdo y ganas de no meterme en todos los follones que toda esta existencia maldita implican. ¿Y tú?-

----------Gabriel---------------

Entorné los ojos, intrigado y un poco molesto por las declaraciones verborreicas de mi compañero de mesa.

- No sé si me has tomado por alguna clase de necio vanidoso -dije, agravando mi tono de voz, e hice una breve pausa, mirándole de arriba a abajo con una ceja alzada,- pero poco queda de inocencia en este cuerpo de... ¿vampiro de tanatorio?, como dices tú. Sé, por desgracia, demasiado bien a qué y a quién temer, y uso los buenos modales como un arma más. Te recomiendo no juzgar a un libro por su portada, amigo escritor.

Giré mi cabeza para estudiar el ajetreo general que se desarrollaba a nuestro alrededor, cruzando mis brazos indiferentemente. Las figuras de Vitali, Dan y la Ghoul rubia captaron especialmente mi atención.

- En cuanto a mi historia, bueno. Supongo que las hay más tristes, así que ni de eso puedo presumir -volví a mirarle, esbozando una incómoda pero afable sonrisa.- Solía ejercer la noble profesión de la medicina en un hospital muy cercano. Una noche me topé con mi Maestro, y con el tiempo decidió concederme el don de la inmortalidad. Ahora no hay herida que se me resista, la verdad.

Ensanché mi sonrisa jovialmente, y volví a observar con desconfianza el intercambio de palabras entre los Ghouls.

- Oye... conoces a esa chica rubia, ¿verdad? La que lleva una máscara casi entera.

----------------Erik---------------

Alcé una ceja ante su respuesta. ¡Al fin algo de sangre en sus venas! A este paso, si le chincho un poco más, igual hasta puedo despertar a su Bestia, porque empezaba a pensar que era el primer vampiro del mundo que no tenía. Pero ahí está, donde debe, esperando al acecho del momento de destruir y corromper. Pero el Tzimisce si que sabía defenderse y, mientras tomaba un trago de mi whisky, le sonreí. La noche había mejorado, sin duda.

-Sin duda, pequeño, ese es el problema. El que uses los buenos modales como un arma solo hace que seas como los demás: un ser débil y cobarde que prefiere transformar las palabras en armas, que disfrutar de ellas. En vez de dejarte ir y ser más discotequero, te aferras a convenciones y normas de decoro, que usar como escudo y espada en tu lucha por quedarte eternamente en la soledad. Trágico, incluso podría ser poético, pero es demasiado común entre los nuestros para ser llamativo...-

Mi sonrisa se ensancha ligeramente más de medio lado, mientras la mirada me brilla. Levemente se puede ver el final de uno de los colmillos asomando entre mis labios.

-"Ni de eso puedo presumir", ¿te escuchas a veces? ¿Quien puede presumir de ser triste? Hay cosas mejores de las que presumir, como cantidad de experiencias límites vividas, veces que la sangre ha bombeado con tanta fuerza que has dejado de escuchar alrededor porque solo oyes el latido de tu corazón, momentos en que has perdido tanto el control que has entrado en la sala blanca o que al contrario, lo has retenido tanto que has metido a otra persona en la sala... ¿Te has follado alguna vez un cadáver? Yo no, la verdad, es algo que tengo que probar. Pero siendo médico debería ser fácil, ¿no? ¿Y cómo llevas el estar rodeado de sangre y no perder el control de la Bestia?-

Seguí su mirada hasta la ghoul de la Primogénita. Si, le había visto buscarla con la mirada varias veces a lo largo del rato que llevábamos juntos, especialmente cuando paseábamos en busca de mi bebida.

-Si, se puede decir que si. ¿Te gusta? Espero que no estés enamorado, el amor entre los nuestros rápidamente se convierte en cadenas y ataduras, y poco después en obsesiones, celos y tragedias. Es un desastre. Pero un buen polvo si que tiene...-

--------------Gabriel----------------

Mi expresión fue agravándose según las palabras surgían de la boca de mi interlocutor. Mis labios eran una fina línea rosada sobre mi rostro pálido y mis brazos, ahora cruzados, estaban enmarcados por la tensión que ejercían mis músculos desde lo alto de mis hombros.

Cuando registré el último comentario de Erik, me pareció sentir el filo de una espada clavándose lentamente en mi inmóvil corazón. Me quedé mirándole, con los ojos muy abiertos y la espalda muy recta. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, como un latigazo, cuando los recuerdos se sucedieron como fotogramas desordenados en el interior de mi mente. El momento de mi Abrazo, que tan duramente había tratado de olvidar, emergía ahora con el peso de las cadenas fantasmales que nunca iban a liberarme de mi condena.

Mi mano temblaba ligeramente cuando la alcé para rodear el pequeño crucifijo que colgaba de mi cuello.

- Yo... No... -titubeé, mientras la visión del cuerpo desnudo y ultrajado de Irene invadía mi cabeza.- Sólo...

Carraspeé, bajando mis ojos al suelo.

- Me preguntaba si podrías presentármela... En algún momento.

----------------Erik------------------

Era obvio que mis palabras habían afectado a Gabriel. Probablemente la parte de Irene: o estaba enamorado, u otro vínculo emocional les unía, pero uno fuerte. O eso o le había dejado en shock la necrofilia, la gente tiene demasiados prejuicios sobre ciertas cuestiones. Pero no creía que fuese eso. Mi voz bajó de tono, algo más grave, algo más quebrada de lo habitual.

-¿Sabes qué es lo mejor de ser escritor? Que nadie te toma demasiado en serio. Puedo decir lo que quiera, sentir lo que quiera, hacer lo que quiera, que no dejo de ser un bufón para todos los poderosos en sus tronos. "¡Míralo, qué gracioso, cómo se molesta en entender el alma humana! Oh, ¡que sorprendente, cómo se nota que es un artista intensito, sino sería algo inaudito eso!". Es una máscara, mucho más eficaz que este trozo dorado que llevo en la cara.-

Sonrío, una sonrisa triste, vieja, gastada. Así que bebo, porque es mejor beber whisky que pasar demasiado tiempo en esa sonrisa. Abre viejas y dolorosas puertas.

-Por supuesto, es una máscara que yo me puedo permitir, hasta que sea demasiado tarde y pague por ello. Hasta entonces, ayuda a sobrellevar la soledad de una cama vacía, o una compañera cuyo nombre ni recuerdas. Pero tú no. Tú eres serio, soso y aburrido, la gente se toma en serio lo que dices. Vas sin máscara para protegerte y te van a acabar haciendo daño por ello. Sea tu Sire, tus amigos, o cualquier otro lazo que tengas. Pagarás por ello.-

Bastante meditar sobre esas cosas, parece ya un párrafo de alguna de mis novelas. La sonrisa se amplía mientras me pongo en pie, vaciando el whisky de un trago. Claro que es fácil, no puedo emborracharme con él.

-Vamos a hacer que venga, creo que puedo lograrlo con mis magias. ¿O esto es un Elíseo? ¿Sabes si es un Elíseo? En Londres las casas de los Primogénitos no lo eran, así que... pero claro, las cosas cambian de una ciudad a otra. Mejor no jugársela. No vale la pena morir por esta experiencia de mierda. Vamos, ponte en pie, te voy a presentar a Irene ahora mismo, a ver si conseguimos que mojes.-

Le guiño el ojo mientras le tiendo la mano, como si lo invitase a bailar. Y es que, al final, ¿qué es la vida sino un retorcido y macabro baile? Pues la no-muerte más.

--------------Gabriel--------------------

Levanté la vista del suelo, todavía un poco turbado por los recuerdos, mientras escuchaba anonadado el discurso del Toreador. Su actitud había cambiado de repente, al igual que su voz, y el fondo de su mirada. En sus palabras residía una extraña sabiduría que no hubiera podido prever en una persona tan voluble y desentendida.

Y, sin embargo, Erik había conseguido despertar una emoción largo tiempo dormida en mí: la envidia. Aquel hombre era libre. O, al menos, todo lo libre que se podría ser en este mundo... y con estos cuerpos.

Parpadeé, asimilando incómoda, aunque humildemente, la lección que me estaba regalando, y deslicé la mano que estaba aferrando el colgante para acariciar el relieve de mi antifaz.

¿Cuál era la máscara a la que él se refería?. No pude evitar preguntarme en silencio.

Y, peor aún... ¿Quién había detrás de esa supuesta máscara?

- Es curioso, Erik... -murmuré, observándole con renovado interés.- No me conoces, y pareces no comprenderme en absoluto. Y, sin embargo, al mismo tiempo pareces hacerlo demasiado bien.

Hice una pausa, seguida de una leve sonrisa.

- Aunque también puede que todo sea un despliegue de buena labia y, en el fondo, ni tú mismo creas nada de lo que dices -continué, entornando los párpados mientras buscaba la respuesta a todas mis preguntas al otro lado de sus oscuras pupilas. Finalmente, ensanché la sonrisa y, destensando todo mi cuerpo, me incorporé de la silla para aceptar su invitación.- Te confirmo que esto no es un Elíseo, Erik. Estoy impaciente por descubrir tus habilidades con las mujeres.

--------------Erik-----------------

Sonrei al otro vampiro, una sonrisa amplia y carente de preocupaciones. Como la de alguien que ha roto toda la vajilla y le da igual, la tenue sonrisa de Hannibal Lecter en la novela o en sus adaptaciones a pantalla.

-Y eso, querido, es lo que te mantendrá despierto al filo del amanecer, intentando comprender en tu seriedad lo que soy. ¿Alguien sabio por sus extrañas experiencias intentando capturar el alma? ¿Un loco, perdido por el exceso de alcohol y drogas? ¿Un bufón habituado a decir cosas bonitas que parecen profundas, pero están vacías de contenido real? ¿Quien sabe?-

Le guiñó el ojo de nuevo mientras le incorporó, tirando de la mano de Gabriel hacia mi hasta que casi quedamos abrazados.

-Ahora mejor que te olvides de todo eso, luv, vamos a por Irene y la rescatamos de ese vejestorio con el que esta.-

Y despreocupadamente marcho camino de donde la rubia habla con el otro vampiro. No miro atrás para ver si Gabriel me sigue... se que le costará más o menos, pero lo hara.

----------Mundo-------------------

Hundiros en la fiesta es la mezcla entre el traspaso del fauno en su laberinto fantástico y el descenso de Dante a los infiernos. Las criaturas inhumanas os rodean, en sus extraños trajes y sus delirantes movimientos, en una danza corrupta y extrañamente etérea.

La susodicha Ghoul conversa con un joven enmascarado. Su máscara, una extraña mezcla entre un pico de pájaro y engranajes de aspecto anticuado. Su pelo es castaño, intermedio en longitud, y su cuerpo está cubierto por un traje de estilo steampunk cubierto por una gabardina.

La joven se gira a miraros, tras su inexpresiva máscara, pero sus ojos desvelan su bienvenida cuando agacha levemente la cabeza a modo de saludo. Muy evidentemente, conoce su papel en la sociedad Cainita. De hecho, se mantienen apartados del centro, buscando la periferia de la sala.

- Erik - Murmura - ¿Te estás divirtiendo?

El joven que habla con ella se gira hacia Gabriel. Sus rasgos, serios, no varían, aunque sus labios se aprietan de forma casi imperceptible. Asiente con la cabeza, en una suerte de incómoda y casi forzada reverencia.

---------------Gabriel---------------------

 Seguí al Toreador entre la vorágine de cuerpos danzantes que invadían el gran salón. En algún rincón de mi cabeza, mi raciocinio me animaba a mirar a mi alrededor, a observar a las criaturas que se movían por aquel lugar, a estudiar sus relaciones, sus gestos, sus apariencias... Pero, sin embargo, mis ojos no eran capaces de despegarse de la figura inmaculada que se dibujaba, cada vez más cerca, de la mujer de cabellos dorados.

Al llegar a su lado tuve que esforzarme por no permanecer detrás de la espalda de Erik, ocultándome inútilmente de la imagen que representaba mis errores del pasado. Busqué algún atisbo de reconocimiento en las facciones de la supuesta Irene, mientras esperaba a que mi acompañante iniciase la conversación. Y, cuando mi mirada se encontró con la de Dan, mis labios se curvaron en una leve sonrisa a modo de saludo, aunque mis ojos parecían avisarle, de antemano, del interrogatorio al que le iba a someter luego.

--------------Erik---------------------

Con una sonrisa galante, me dirigí hacia Irene con una reverencia. Un poco burlona, pero cargada del extraño buen rollo que tiene una broma compartida por pocos, y cargada de ironía.

-Mi bella dama, así es. Os presento a Gabriel, que es quien me está amenizando la noche. Pero como es un poco muermo, he pensado que es tu labor como ghoul encargarte de amenizársela a él, como buena ayudante de la anfitriona, mientras yo me encargo de vuestro encantador acompañante.-

Me volví hacia el caballero, acercándome más a él y manteniendo la sonrisa. Un clásico "have you met Ted", nunca pasa de moda.

-Me llamo Erik Frei, del ilustre Clan Toreador que, segun tengo entendido, a menudo se denomina Clan de la rosa. Y como sin duda sabréis, somos unos apasionados del arte y la belleza y he de reconocer- dije, bajando el tono a uno levemente conspiratorio - que incluso en la distancia, vuestras facciones son sin duda de lo más intrigantes. Esos ángulos, ese gesto, ese porte... Así que no pude menos que acercarme a presentarme, esperando que podáis dedicarle unos segundos a este que, rápidamente, ha quedado prendado de vuestra presencia.-

Le sonrío seductoramente, mientras lentamente me muevo hacia él, girando lentamente para atraer su atención hacia otro lado. Un muy suave toque de Presencia es suficiente no para presionar la voluntad del otro vampiro, sino para parecer algo más atractivo e interesante a sus ojos, lo cual siempre ayuda. Y, al mismo tiempo, hacer ligeramente menos interesantes y llamativos la pareja de vampiro y ghoul que lentamente quedaban a nuestras espaldas, en un pequeño espacio de intimidad.
--------------Mundo--------------------
La joven Ghoul atiende a las palabras del toreador, siguiendo con sus ojos esmeralda el rastro invisible que dejan sus manos al expresarse. Y luego, del mismo modo en que los focos de un teatro se viran, para abrir paso al sólo del protagonista, las verdes piedras preciosas de su mirada se giran para observar al joven.

Por un momento, el mismo tiempo parece detenerse, cuando sus pupilas se retraen repentinamente ante la visión del recién llegado. Un extraño temblor recorre su mano, que se alzaba lentamente en dirección al Tzimisce en forma de saludo, y su palma se desvía hasta rozar la sutil torre de pelo dorado que se alza sobre su cabeza. El joven Tzimisce la ve parpadear, lentamente, y sus ojos parecen un momento cubrirse de extraños nubarrones...

y entonces vuelve a dirigir la mano hacia tí, en una suave reverencia, y sus ojos dibujan el contorno de una sonrisa.

- Es un placer conocerle, Gabriel. Me disculpará que me dirija a usted por su nombre, pero no hemos sido presentados como debería. Mi nombre es Irene y le doy la bienvenida a la celebración. ¿Se está usted divirtiendo?

Su otra mano recorre suavemente su sien, como tratando de calmar un dolor de cabeza.

Mientras tanto, un confuso Dan observa al joven toreador que se presenta ante sus ojos. Es, por debajo de la máscara, un joven de facciones aniñadas y vivos ojos castaños, que ahora observan a Erik con absoluta atención. No vuelve a mirar al
joven Tzimisce, su mirada clavada en el toreador, mientras un extraño rubor asoma bajo su máscara.

- Yo... Eh... Hola - Murmura, parece confuso por la repentina atención. El latido de su corazón es constante en su pecho - Soy Dan, Ghoul del clan Tzimisce. Es un placer conocerle, señor Frei.

Sus ojos se fijan en los tuyos con un aleteo tímido.
---------------Erik--------------

"Vaya con la mosquita muerta, ¡trabaja rápido!" Pensé para mi mientras veía como Irene lo cogía de la mano y se lo llevaba a bailar. Así que mantuve mi sonrisa y mi interés por el otro mortal y segui charlando con el animadamente. Como en cualquiera de las ridículas fiestas de mi Sire, o en alguna de las presentaciones de mis libros... si, justo como en La Copa Medio Vacia y su presentación en San Francisco. Que fiesta más formal y coñazo... Dejo de usar mi influencia sobrenatural con el joven mientras sigo la conversación. Sin duda fue excesivo, tendría que haberme fijado que respiraba...

--------------Mundo-------------

Dan parpadea levemente cuando la influencia de la presencia termina con su overkill, pero sigue interesado en tí. De hecho, escucha fascinado tus historias sobre Londres. Percibes el insistente interés de sus ojos hacia tus colmillos, pero parece realmente escucharte. Ríe en los momentos correctos, y parece halagado por tu atención.

- Vaya - Se ríe - Yo nunca he tenido una vida tan interesante. Soy informático para mi Amo, paso la mayor parte de mi vida delante de pantallas. Ahora me haces pensarme que me he perdido lo que pasaba en el otro lado mientras tanto.

Ese insistente rubor permanece en la zona visible de su rostro, parece no estar acostumbrado a semejante atención.
--------------Erik----------------

Que encantadores son los mortales. Por manipuladores o artreros que se puedan creer su humanidad les delata. Habituado a la Bestia, su monstruo interior palidece en crueldad. Y ocasionalmente, incluso das con algunos que no te intentan usar ni manipular a la primera de cambio. Que distinto parece Dan de tantos otros.

-Bueno, ser el informático de ciertos amos acaba siendo más peligroso y emocionante que un simple escritor bohemio. Otras veces no. Pero seguro que tu también tienes tus historias que contar de cosas que te han pasado y te importan, que al final es de todo lo que va la vida y todo lo preciosa y valiosa que es.-

Veamos si además de adoración hay algo de sangre corriendo por sus venas, o solo es un contable aburrido y friki convertido en ghoul por los intereses de algún antiguo desfasado. Engancho una segunda copa mientras pienso en si Dan será de los que gritan cuando se corren.

-------------------Mundo-------------------

- Te sorprenderá saber - El rostro de Dan, extrañamente expresivo a pesar de la máscara de enormes cristales que cubre su rostro, se frunce en un gesto de molestia - Que me han pasado muchas cosas en esa casa, y también he perdido la mayoría de lo que me importa. Corazones rotos, manipuladores de manual, violencia y seres estúpidos. Estoy bastante seguro que es una temática repetida.

Dan alarga una mano, tomando una copa de la misma zona que tú, y bebiéndosela de un trago rápido antes de devolver el vaso a la bandeja.

- Es curioso, porque ver las cámaras de esa casa sólo me ha servido para enfadarme y... cosas peores. Para que luego los cainitas digáis que la información es poder.

------------Erik----------------------

Sonrei, la sonrisa cínica y sarcástica que tanto me caracterizaba. Casi se podría decir que era parte de mi, como mi piel o mi color de ojos. Era la única forma de soportar la vida, o no vida, o lo que quiera que esto fuese.

-Me temo que lo es. La vida es una mierda. El mundo es una mierda. Los cabrones ganan la partida y la chica se acaba yendo con otro. Es lo que hay. La misma mierda con distinto envoltorio en todos los sitios, lo único que queda es marcarse un sonoro "fuck you" a la vida y caer riendo. O follando, mejor. Porque al final, por inmortales que todos estos se crean, al final llevan mucho tiempo muertos por dentro...-

Sacudí la cabeza. La suya parecía una buena descripción de la clásica canción House of the Rising Sun, o quizá de Hotel California, según lo ingenuo que hubiese sido Dan cuando entro en este lado del mundo, cuando cayó por la madriguera del conejo. Yo... yo no había sido nada inocente, claro que tampoco hubiese importado nada que lo hubiese sido. Puta mierda.

-Las cámaras solo muestran la oscura y retorcida realidad en la que vivimos, sin disimulo ni engaño. El fuerte se come al débil, el jefe se folla a la esposa del empleado, el vampiro se alimenta de las esperanzas de los vivos. La misma historia, distintos actores y escenarios. Pero la misma mierda que todos llevamos en el alma y nos marca desde que llegamos llorando a este valle de lágrimas. ¿No?-

--------------Mundo-------------------

- Para ser un tío tan alegre y charlatán, eres extremadamente negativo - Murmura. - Eres un cuervo.

Los dedos de Dan se curvan alrededor de otra copa, que lleva a sus labios y vuelve a vaciar de sólo un gesto. Aunque sigue interesado en la conversación, desde luego tus palabras parecen recordarle cosas en las que no desea pensar.

En vuestro deambular, dado que Dan evita activamente acercarse al centro de la sala, habéis acabado por deteneros en uno de los remansos de la sala. Aunque rectangular, sus paredes dejan paso a numerosos pasillos, uno de los cuales, con apariencia de simple puerta de servicio dada la ausencia de decoración luminosa, da paso al pequeño semicírculo dónde estáis. A vuestro lado está la mesa de donde salen camareros y de donde cogéis vuestros vasos.

- Dime algo - Comenta, volviendo a centrar la mirada en tus ojos - ¿Porque has venido a Alicante? Esta ciudad es extremadamente aburrida al lado de Londres.

------------Erik-------------------------

Sonrío para mi mismo casi, ante las palabras de Dan. Siempre en el exterior de la sala, charlando, es fácil casi olvidarse de la realidad: que todo esto, al fin y al cabo, es una prisión.

-¿Alegre y charlatán? Yo más bien diría que cínico y charlatán, porque sin duda soy más bien tirando a negativo. En cuanto a los cuervos, son unos pájaros fascinantes, de los pocos que entienden el concepto de sociedad y entonces se protegen a si mismos de sus congéneres con juegos y mentiras. Así que supongo que tienes razón en que soy un cuervo. Incluso se podría decir que, como vampiro que soy, estoy muy cerca del cuervo de Poe, con ese fatídico "Nevermore". No he matado nunca a nadie, por suerte, pero es un riesgo inequívoco que todos llevamos dentro.-

El lento debilitarse del pulso del amante, la sangre preciosa y preciada llenando la boca, la muerte susurrando venenosos placeres en el oído. Oh, si, había estado allí, pero nunca había dado el último paso. Es probable que lo acabe dando, me conozco y se que la tentación es fuerte, pero aún me he resistido a ello. La muerte es, al final, una voraz amante que nunca está satisfecha.

-No hay ciudades aburridas y ciudades interesantes, Dan. Las ciudades solo son excusas, edificios y mentiras. Lo que importa, lo que es interesante, es la gente que las habita. Y ya conozco demasiado a la gente de Londres, sus mezquindades y ruindades, necesitaba un cambio de aires para encontrar libertad y creatividad. Así que un ambiente más sureño y alegre espero que me permita explorar y descubrir a otras gentes, otras almas torturadas que comprender y estudiar, de cara a poder escribir mejores novelas. Muy Toreador, ¿no?-

Sonrío de medio lado. Técnicamente no he mentido en nada, todo eso es cierto, aun si hay cosas omitidas.

-¿Y tú, cómo es la vida de un ghoul?-

-------------Mundo--------------

Dan sonríe, con una expresión probablemente más expresiva si no fuese por su máscara.

- Los vampiros, especialmente los Toreadores por lo que he visto, sois perfectos en hablar mucho sin decir absolutamente nada - Susurra - Y si buscas alegría, me temo que poco de ella vas a encontrar aquí...

Probablemente iba a decir algo más, pero antes de tener tiempo a responder a tu pregunta, otra voz lo hace por él. Suena a tu espalda, y cuando te giras para comprobar quién es, un hombre de cabellos plateados elegantemente sujetos en una coleta se yergue enfrente de tu persona. Va vestido con un elegante traje de corte clásico, con un chaleco cubriendo su torso. Tiene apariencia de un hombre mayor, incluso a pesar de ser razonablemente apuesto, y aunque su rostro transmite la expresión de un hombre habitualmente alegre, te mira con absoluta seriedad.

- Servimos a nuestros amos - Comenta. Su voz es grave, incluso rasgada, y habla en inglés con un acento realmente raro, muy cerrado - Sobrevivimos a las normas de vuestras cortes. Es una sorpresa encontrarle aquí, Señor Frei. cuando leí su libro dudé mucho que... alguien como usted fuese a aparecer en esta ciudad.

Sus ojos se fijan en Dan, con una especie de expresión oscura bajo su máscara blanca y negra.

- El Amo te busca, Dan - Susurra - Vete.

------------------Erik-------------------

¿Alegría? No, buscar eso es perder el tiempo. Es perseguir un sueño efímero que se borra al abrir los ojos por la mañana. O luchar por cambiar un mundo que no quiere ser cambiado. Solo conduce a dolor, frustración y, finalmente, lo mismo que si no lo hubieses intentado. No vale la pena. La alegría, el cariño, el amor, la esperanza... están sobrevaloradas.

Pero antes de poder responder, un hombre irrumpe desde mi espalda. Mayor, no carente de atractivo y porte, corazón latiendo. Habla de amos, no en el buen sentido de un buen polvo, sino con las cadenas propias de los ghouls, como Dan. A quien aparentemente supera en posición o autoridad en la cadena alimenticia local.

-Bueno, mi libro fue escrito cuando aún respiraba como tú, y nada sabía de este mundo. Como quien dice, fue escrito por otra persona casi. Ahora, como dices, simplemente sobrevivimos... aunque a veces, rechazando cadenas, se pueden encontrar nuevas verdades. Pero dime, ¿con quien hablo en este momento? Claramente juegas con ventaja...-

------------------Mundo----------------

El joven parece encogerse sobre sí mismo, y se hace a un lado, pretendiendo irse. Pero se detiene, mirando al hombre con una extraña mirada. Mientras, el Ghoul mayor se acerca a ti. Tiene un extraño deje amenazante en el rastro de seriedad de su mirada, y en el modo en que se alzan sus fuertes hombros, pero no hace ningún gesto en tu dirección.

- Hablas mucho para no decir nada, Dan... - En este punto, mira fijamente al Joven ghoul, que parece resistirse a moverse - Tiene razón. Mi nombre es Vitali, y me encargo de los Ghoul Tzimisce. A los que en este momento pareces estar... interrumpiendo.

La mirada severa que le dedica al joven tiene algo de intimidación, y algo de paternalismo, y finalmente Dan parece darse por aludido y comienza a alejarse.

- Si buscas dónde clavar esos colmillos - Susurra finalmente, volviendo a dirigir sus ojos del color del acero a tu rostro - Te recomiendo que sea lejos de aquí. Hace un tiempo estuve en Londres, y esto no es nada parecido a ese sitio, Frei.

--------------Erik-----------------------

Miro sorprendido a Vitali, una sorpresa que rápidamente se transforma en una risa profunda y natural. Una risa que lentamente se va transformando en una sonrisa cínica de medio lado, una sonrisa que deja entrever el colmillo ligeramente fuera de su sitio. No había pensado demasiado en beber de Dan, ni siquiera le había emborrachado, y ahora cada vez me parecía mejor idea.

-Que esto no es Londres está claro, en mi ciudad a los ghouls se les enseña modales, cosa que aparentemente tu "amo" no ha hecho contigo. No me extraña que estés tan preocupado por nuestras leyes y nuestras fiestas, lo sorprendente es que hayas sobrevivido como para llegar a esta, con esa actitud. ¿Sabes? He visto a ghouls ser devorados por cosas como estornudar en el momento equivocado. Cuanto menos, por tratar así a un vampiro.-

La sonrisa se mantiene, junto con el tono de voz quebrado y la mirada fija en los ojos del ghoul. Siempre es fascinante ver a los mortales en este tipo de situaciones, y los ghouls solo son mortales con alardes de grandeza.

-En cuanto a Dan, sin duda espero que no piense que le estaba interrumpiendo, lo cierto es que disfrutaba con su compañía. Claro que la perspectiva de clavar mis colmillos ha cambiado un poco la noche. Quizás debería devorarte Vitali, estoy seguro de que tu amo comprendería que ese es el precio por tu trasgresión...-

----------Mundo------------------------

- En mi ciudad - Responde, ladeando lentamente la cabeza - El respeto se gana, Chiquillo. Especialmente en el Clan Tzimisce. O vas a ir a llorarle al príncipe porque... ¿Un Ghoul se ha metido contigo? Estoy seguro de que eso hará mucho por tu reputación, Cainita.

Es bastante alto, lo suficiente para sacarte un par de dedos, y su barba gris se mueve al ritmo de sus palabras. Aun con el antifaz, el hombre que te habla es extrañamente expresivo, y su rostro está reñido entre un burlón desafío y un extraño brillo en su mirada plomiza.

- Mi Amo te licuaría cuando te llevase a él por tu debilidad, Frei. No temo el castigo de hablarte de este modo. ¿Temes tú la idea... de batirte conmigo para devorarme?

Una sonrisa torcida cruza su rostro, una risa desafiante y burlona, mientras su cabello plateado reluce cuando baja lentamente la cabeza al acercarse un paso más a ti. Parece enfadado, sí. Y divertido.

-----------------Erik-----------------------

Me río de nuevo, pues hay que reconocer que el vejestorio tiene agallas. Estupido, sin duda, pero agallas tiene. Acabara pagando por ellas tan pronto su amo se aburra de él.

-Oh Dios mío, ¡eso arruinaría mi reputación! ¿Que podría hacer yo con una reputación arruinada? Como buen Toreador tendría que suicidarme después de algo así... si me importase una mierda, claro. Lamentablemente no es el caso.-

Mi risa se renueva tranquilamente. Al menos esta siendo entretenido, eso ya es una mejora.

-Lamentablemente, me importa más bien poco el respeto de un ghoul o el del Clan Tzimisce. Un clan que, todo sea dicho, tiene una posición complicada en la Camarilla como para estarse planteando estas cuestiones. Pero ya que veo que tienes que recurrir a tu amo para que te proteja, adelante, corre con el como buen perrito faldero que ha reunido al rebaño. Woof, woof boy!-

-----------Mundo------------------------

- Me temo que no me has entendido - El hombre finalmente se detiene, quedando a unos palmos de tu cuerpo, su mirada grisácea clavada en tu pupila - Disculpa, no todos podemos hablar con tan bellas y vacías palabras. Pensaba llevarte a mi amo tras derrotarte, como regalo. Pero tienes razón, no sería un regalo digno de él.

Suspira levemente, torciendo el gesto, y finalmente deja de imponerse sobre ti para echarse a un lado, apoyándose sobre la pared. Parece haber finalmente decidido que no eres una amenaza

- Una cotorra como tú no duraría ni un telediario en nuestro clan. Por suerte, no necesitas nuestro respeto. Limítate a no volver a acercarte a Dan. Y si tanto deseas un desafío... Avísame a mí. Será un placer enseñarte algo de nuestras... costumbres.

Y sonríe, como lo que acabase de proferir no es una amenaza, y se prepara para dar media vuelta e irse.

--------------Erik------------------------

Sacudo la cabeza decepcionado. Ah, al final todo lo bueno se acaba. Por mucho que suelte bravatas y se las de de duro, al final se caga encima y se va de vuelta con su amo. Lastima.

-Me temo que yo hago lo que quiero, no lo que tu quieres. Y si a Dan le apetece hablar conmigo de nuevo, estaré encantado de hablar con el. Y si tantos celos tienes, puedo dejar que me la chupes mientras Dan y yo charlamos como personas razonables. Es lo máximo para lo que sirven los perros, al fin y al cabo...-

-------------Mundo----------------------

Vitali se detiene y gira lentamente la cabeza. Sus ojos, acerados y profundos como el mismo océano, te observan un momento antes de negar lentamente con la cabeza.

- Buscas algo que yo no puedo darte - Susurra - Y Dan tampoco lo hará. No vas a dañarle por tu propia diversión, Cainita. He visto eso muchas veces en los tuyos. Hablas mucho para nada.

Parece que va a irse definitivamente, pero cuando se gira, en lugar de caminar se mantiene inmóvil. Finalmente vuelve a mirarte una vez más.

- Aunque si lo que buscas es que te golpee - Susurra - Y quieres ver lo que puede hacer un perro viejo como yo, sal de esta fiesta y te prometo que te lo enseñaré.

---------------Erik---------------------

Sacudo la cabeza. Ya me ha aburrido todo su postureo, sus gestos de gran abuelo protector y sus palabras vacías. Parece que solo sabe insultar y asumir cosas. Menudo peñazo de tío.

-Blablablabla. Anda piérdete, que ya cansa tu constante ladrido.-

Con una sonrisa le doy la espalda y me muevo hacia donde haya una bebida. Hace rato que me he acabado mi whisky y ne apetece un trago para amenizar lo que quede de velada. Y sin duda me vendría bien esa mamada...

--------------Mundo-----------------

El gran salón prosigue con su baile, en esa mascarada impersonal y de apariencia atemporal, de luces y sombras cambiantes, cuando los sentidos del toreador parecen multiplicarse a límites insospechados. El whisky en tu boca parece haber explotado, convirtiéndose en una danza de matices y aromas inhumanamente superiores a cualquier percepción mortal. Tus dedos sienten cada arista de los granulados trozos de cristal que forman el vaso. Y tus oídos...

Por un momento, el sonido es abrumador. Cada una de las conversaciones de la sala, sucediendo a la vez, interconectandose y separándose tan velozmente que, de ser mortal, habrías sentido vértigo. Pero no lo eres, y cuando tu mente logra adaptarse, tus oídos cubren un rango de conversaciones casi infinito.

Caminando, escuchas claramente la voz del viejo Ghoul Tzimisce, amonestando a un Dan que rápidamente reconoces por su rápida respiración y su voz aniñada.

- No pretendía...

- Sé demasiado bien lo que pretendías - Aunque susurra, la voz del hombre es audible - He visto a dónde dirigías los ojos, Dan. Habías dejado esto. ¿Qué te sucede?

- El Beso no...

Y no escuchas nada más, porque otra conversación parece imponerse en tus oídos, tan potente que acalla rápidamente la voz del ghoul. Solamente se escucha en una zona muy concreta, puesto que su dueño es evidente que trata de tener cuidado al respecto. Pero la sobrenatural resonancia de su inhumanamente grave voz llega claramente a ti cuando te apoyas, indolente, en una pared.

- ... preocupado por los últimos movimientos. Es sorprendente cómo tantos cainitas pueden hacer el ridículo a la vez.

Te mueves un poco, lo suficiente para escuchar claramente a su interlocutora. Desde tu posición, idónea, tu oído acierta a escuchar con bastante claridad.

- ... Aun así - Susurra la voz dulce de la primogénita - No debemos subestimar al Sabbat, querido. Sus filas crecen y no pierden influencia sobre sus territorios.

- Territorios que conozco... demasiado bien. Estaremos pronto rozando la supremacía.

Tu fino oído escucha un sonido de fondo, un repetitivo susurro, fruto de roce de una tela suave, que reconoces como seda, contra sí misma.

- Siempre es un placer... encontrarme con usted, señor Rođskarlar. Especialmente cuando ahora le encuentro tan... acompañado.

- Mi chiquillo es joven, y probablemente su formación esté siendo... demasiado laxa. Pero podrá aportar lo suficiente a nuestra lucha.

- Siempre piensas en guerra, querido - Susurra la primogénita - Y poco en el placer.

- Un cainita... - El Vampiro comienza a responder, pero es rápidamente interrumpido.

- Vástago, querido. Debes quitarte esa terrible manía.

- Hay costumbres difíciles de quitar - Responde. Su voz ahora suena más cerca, y parece dejar correr el hilo de la conversación - Aunque no soy el único que ahora posee una buena compañía. Ese nuevo adepto a tu corte hará tus delicias con sus... charlas literarias. Estabais preocupada por su... misteriosa aparición. ¿Habéis enviado ya ese mensaje?

- Me temo, querido - Su voz insinúa una sonrisa - Que no confío en los medios modernos. Hoy en día es más peligroso uno de esos textos en pantallas que el correo tradicional. Mañana por la noche enviaré a un ghoul con una misiva a Londres, es mejor prevenir que curar.

- Sois muy cauta, primogénita. Como siempre.

- Nunca se es lo suficiente... - Escuchas claramente el sonido de algo, pesado, golpeando levemente contra un mueble, y de nuevo el sonido de la seda al deslizarse - cauto, en estos tiempo.

Razvan permanece en silencio, y entonces, cuando vuelve a hablar, su voz suena extrañamente amortiguada.

- ¿Decidme, os gustó la Ghoul que os regalé?

- Es maravillosa, querido - Responde la primogénita - Pero me temo que su mantenimiento me está siendo... caro. No sé qué me ocultáis en ese sujeto, pero parece mantener una natural resistencia a doblarse a mis peticiones.

- Todos guardamos secretos, primogénita. Pero no os preocupéis, nada que os pueda dar problemas.
Y con esas palabras, escuchas el sonido de una puerta al cerrarse, y sus voces se pierden en el caos de la sala.

---------------Erik---------------

Expandir mis sentidos no es algo que suela hacer rodeado de vampiros. La política, si algo he aprendido de mi Sire, es algo complicado y peligroso. Como en Juego de Tronos, donde ganas o mueres, pero en retorcido. No es mi negocio, no es mi asunto ni mi preocupación. Pero es cierto que ahora vivo en esta ciudad, al menos de momento, así que he de dedicar algo de atención a enterarme cómo están las cosas si quiero sobrevivir lo suficiente como para terminar Las Dos Velas. O empezarla siquiera.

Primer punto a favor: permite disfrutar del whisky como ningún mortal podría jamás.

Primer punto en contra: el dolor de cabeza. Muchas conversaciones, mucha gente hablando, muchas cosas que se están diciendo... y todo en español. Debería haber prestado atención a mis estudios de la lengua de Cervantes mucho antes, la verdad. Una lengua que ha dado comienzos tan impactantes como "En un lugar de la Suciedad de cuyo nombre no quiero recordarme..." no podía ser mala lengua. Pero claro, ¿para qué aprender otro idioma cuando y adominas la lengua franca del planeta?

Pues para esto. Para poder enterarte bien de las maquinaciones del Sabbat, entre el monstruo verde y la Primogénita de mi Clan. Lo cual me recuerda que tengo que follarme a ese ser de cuernos, tiene su morbo la verdad.

Dejo pasear mis sentidos por la sala, desde la regañina del viejo reprimido (que me debe sin duda una disculpa y una mamada) y el joven Dan (que promete sus propios placeres), a otras conversaciones de otro tipo que se van dando de un lugar a otro. Risas, comentarios quedos, susurros, conspiraciones. Nadie va a hacer un movimiento demasiado abierto en una fiesta como esta, con tantos oídos escuchando, pero al menos puedo ver quien está con quien y quien tiene las gracias e intereses de quien.

Y todo eso con el agradable acompañamiento de la vocalista que canta jazz en el escenario. Antes fue algo de ópera y a saber qué vendrá después. Desde luego hay que reconocerle a la chica tanto talento, como repertorio vocal.

-----------Gabriel-------------

Miré a mi alrededor, completamente perdido y enajenado. Las luces de la fiesta me cegaban, y sus sonidos, una mezcla cacofónica de voces y música, me aturdían. Mi mente estaba sumergida en el caos y, si no fuera porque, técnicamente, estaba muerto... habría dicho que estaba padeciendo un ataque de ansiedad.

Froté mis sienes con los dedos, tratando de ordenar mis pensamientos. Vi al neonato Toreador al otro lado de la sala, y pensé en acercarme a él. Sacarle algo de información sobre Irene. Mis pupilas se movieron, entonces, rápidamente por la sala, buscando al joven Ghoul con gafas. Podría... pedirle a Dan que le echase un ojo a esas cámaras de seguridad, pensé.

Casi al instante me crucé con las copas que reposaban sobre la barra del bar, rellenas de un oscuro líquido rojo. Y, tras superar la primera tentación de abalanzarme sobre ellas, recordé... La sangre. La sangre que seguramente mancharía mi cuello y mi camisa en ese instante.

La sangre de la que debía ocuparme si quería pasar desapercibido allí.

Con suma dificultad, empecé a moverme a través del enorme edificio. Traté de no establecer contacto visual con nadie, mientras mi mente luchaba contra el caos que amenazaba con poseerla.

En un golpe de suerte me pareció ver las puertas que daban lugar a la zona de personal y, sin darle más vueltas, me introduje en una de ellas, buscando los baños que debían de esconderse en algún lugar para los Ghouls.

----------------Mundo-------------

Con tantas personalidades desconocidas pero llamativas, y hundido en el caos volátil de la habitación, el toreador sigue escuchando versiones desconexas de conversaciones errantes, que apenas se concretan cuando han vuelto a volar.

Al tiempo que el extraño chiquillo Tzimisce desaparece por la puerta, con el extraño olor de la sangre escapando de sus ropajes, un Nosferatu de aspecto extrañamente elegante conversa con una joven de peinado oscuro. Es bajita y delgada, y va vestida para parecer una curiosa Lolita gótica.

Sin embargo, dentro de los pasillos de servicio, el joven Tzimisce asiste a algo muy diferente. Varias personas, humanos, cargan de un lado a otro con toda clase de objetos y bandejas. Cuando el Tzimisce encuentra la puerta correcta, y entra a un enriquecido baño con rebordes de oro, varios de los pasantes se quedan mirando con rostro estupefacto.

El baño contiene diferentes urinarios, dos enormes lavabos con incrustaciones de oro, y un espejo enorme que cubre toda una pared. Todo, en tonos dorados y blancos.

-----------Gabriel------------------

Atravesé el pasillo como una exhalación, sin siquiera fijarme en la identidad de las personas que me encontraba a mi paso. Cuando llegué al cuarto de baño, me acerqué al lavabo más cercano y abrí el grifo. El agua corría, cristalina, sobre la porcelana blanca y dorada, aunque mis ojos estaban fijos en la mirada furibunda que me devolvía el reflejo de la pared en frente de mí.

Con una mano temblorosa me quité, por segunda vez en aquella noche, el antifaz. Mi rostro, inmutable desde la noche de mi Abrazo, me recibía pálido y ojeroso desde el otro lado del espejo. Mi pelo era un desastre de ondas y rizos sobre mi cabeza y, como había sospechado, varias manchas de sangre cubrían parte de mi barbilla, cuello y camisa. Y, en el fondo de mis pupilas oscuras, podía ver la luz ardiente de la Bestia, observándome atentamente desde mi interior.

Y la odiaba. Igual que odiaba sentirme así. Odiaba lo que acababa de pasar. Odiaba a Irene o, tal vez, odiaba lo que le hice en el pasado. También odiaba lo que ella había dicho, porque era verdad. Y, esa verdad, me hacía odiarme a mí mismo, todavía más.

Las lágrimas empezaron, en ese momento, a brotar como ríos de tinta granate a través de mis pómulos hasta caer, con un suave goteo, sobre la cruz de oro que resaltaba sobre mi ropa negra. Sin apartar la mirada del símbolo, obnibulado por su imponente presencia, que parecía trascender toda realidad material, dirigí mis manos hacia la fuente de agua y empecé a limpiar, con delicadeza, los rastros de sangre que manchaban el colgante y la tela a su alrededor.

-------------Erik----------------------

A mi alrededor la fiesta seguía progresando dentro de lo habitual. Previsible, aburrida, falsa, educada. Todo lo que era la sociedad vampírica. Una enfermedad en la humanidad, algo así como lo que Danielle Steele era para la literatura. Lo mejor que le había ocurrido a la sociedad vampírica era el surgimiento de Crepusculo. Aún recordaba los vampiros ofendidos de la zona cultureta de Londres, despotricando contra lo que esa novela decía de ellos.

Pero entre la multitud reconoci dos personas. Por un lado, Gabriel regresaba de lo que claramente era un polvo bien duro, porque el olor de la sangre me llegaba incluso a mi. Al final, las mosquitas muertas siempre son las peores, aún recuerdo la noche con las dos mellizas del colegio de monjas... eso si que era tener hambre y no el ansia de sangre de los vampiros.

Y por otro, hablando con una niña pequeña, un enfermo horrendo: un Nosferatu. Sin duda la niña sería una vampiresa, sino no estaría aquí que esta Primogenita Toreador es demasiado puritana como para ofrecer un plato tan suculento como ese. En Londres estaba prohibido Abrazar niños, así que otra diferencia más entre ciudades.

Así que ahí estaba. Por un lado podía ir a meterme con Gabriel, que seguro que se acababa poniendo rojo al hablar del sexo. Bueno, rojo no, está muerto. Por otro estaba el Nosferatu, no había mejor manera de empezar a adaptarme a esta ciudad que hacerme su amigo, y además los pobres son los que conocen los mejores garitos de fiesta aunque no los disfruten. Y finalmente, tenía que hablar con Irene para encargarme de que esa carta no saliese hacia Londres, pero ella aún no había vuelto de su polvo. ¿Se la habría comido Gabriel?

Decisionesn, decisiones, decisiones. Ni que esto fuese un juego de Telltale Games.

A tomar por culo, ya politiqueare en otro momento. Vamos a putear a Gabriel y de paso saber cómo está Irene para gestionar la carta.

Con esa decisión camino por detrás de donde he visto al otro vampiro desaparecer. Dejo mi copa vacía en la bandeja de uno de los camareros y me adentró en la zona de servicio. Abro la puerta del baño, siguiendo mi olfato, para encontrarme a Gabriel limpiando la sangre.

-Tarde para eso, me temo. Oli la sangre desde la otra esquina del salón, así que seguro que los demás también. Y sino, ya se habrán dado cuenta del pelo desarreglado y el tirón de la camisa. Seguro que ya eres la comidilla de todos esos cotillas, al menos durante los próximos veinte años. ¿Que tal ha estado? Por lo que veo te gusta jugar fuerte aunque vayas de niño bueno...-

Sonrio de medio lado, incitador y sexual, mientras me apoyo en la pared del baño. Observo la mirada y los gestos de descontrol del otro vampiro reflejado en el espejo. No hay nada más sexual y bello que alguien que ha perdido el control y ha roto las convenciones, así que me relamo ligeramente, de modo inconsciente, con lo que veo.

--------------Gabriel-----------------

Me giré alarmado ante la voz del otro cainita, tratando de procesar las palabras que me acababa de dirigir, en un llamativo acento anglosajón.

-¿E-erik? -pregunté, profundamente confuso. Había conseguido limpiar gran parte del desperfecto pero, a cambio, el agua chorreaba ahora por mi pelo hasta casi llegar al vientre.- ¿Qué haces aquí?

Empecé a buscar con la mirada una toalla o un rollo de papel.

- ¿Crees que... todos se han dado cuenta?

---------Erik-------------------------

Me río. Si, sorpresa, choque, salida de su mundo interior. Que imagen más deliciosa.

-Me he dado cuenta yo, que tengo apenas unos pocos años como vampiro, ¿qué crees que habrán notado los que llevan siglos muertos? Todo. Otra cosa es que les importe. Siendo Tzimisce es probable que no lo sepas, el Sabbat quizás sea distinto, pero a estos antiguos solo les importan sus propios culos y sus propias intrigas. Si tu no encajas en ninguna de las dos cosas ni siquiera se habrán dado cuenta que existes. Pero, siendo del clan que eres, y chiquillo de quien eres, seguro que más de uno tiene planes para ti como modo de manipular a tu Sire. Esa es la sociedad vampírica...-

Sonrio cínico. No hay nada mejor para dejar de pensar en sexo que pensar en los viejos matusalenes y sus apolilladas cabezas. Que aburridos...

-En cuanto a mi, venia a ver si ha valido la pena estar aguantando las insolencias de Vitali a cambio de que mojes en condiciones... es como mi pequeña venganza.-

Sonrio de medio lado, una sonrisa difícil de interpretar y descifrar.

-----------------Gabriel---------------

 Por suerte, mi rostro se encontraba cubierto por una pequeña toalla de manos que había encontrado a un lado del lavabo níveo, pues ante la mención de aquel nombre sentí mi rostro crisparse por la consternación.

Lentamente, bajé el trozo de tela hasta poder asomar mis ojos sobre ella, y miré al Toreador, reflexivo, en silencio.

- ¿Insolencias? - murmuré, sin poder contener la curiosidad.

Bajé la toalla del todo y retomé la tarea de secarme el pelo, volviendo a analizar la imagen que proyectaba en el espejo. Estaba más tranquilo, pues si Erik no sospechaba nada de la naturaleza de mi encuentro con Irene, probablemente nadie más se hubiera dado cuenta de los sucesos.

------------------Erik------------------

La tensión de sus hombros fue patente, como el resto de su cuerpo al mencionar a Vitali. Es obvio que se conocían y que alguna relación importante tienen, aunque eso era obvio siendo como es el perro ovejero de los Tzimisce. Mi sonrisa se amplió, depredadora.

-¿Ves? Ahí está de nuevo. No das nada y solo tomas. Implícitas en mis palabras estaba la pregunta de que tal con Irene, pero como suele pasar contigo has evadido responder y has contraatacado con una pregunta. Tienes demasiada prisa por ser un monstruo depredador como todo el resto, pero me temo que no soy amigo de jugar a esos juegos. Me aburren.-

Y con esas palabras me doy la vuelta y abandono el baño. ¿Decepcionado? No, solo confirmado en que es como los demás, lo bueno de ser un cínico es que no te sorprende que nadie sea una basura porque sabes que todos lo son.

A ver que se cuenta el Nosferatu, esperemos que algo más interesante que el Tzimisce.

-----------------Gabriel------------------

Escuché la perorata del Toreador, estupefacto, con la toalla aún en las manos y los bucles cayendo de nuevo sobre mis -muy- abiertos ojos. No me dio tiempo a responderle, pues se había dado la vuelta y había salido del baño antes de que me diera tiempo a reaccionar.

Apretando la mandíbula, salí disparado detrás de él, sintiendo mis niveles de paciencia y autocontrol bajo mínimos aquella noche.

- ¡Eh! -exclamé, tras atravesar la puerta del baño y adentrarme de nuevo en el pasillo.- Yo no he terminado contigo.

Y, acto seguido, tiré la toalla hasta golpearle en la espalda con ella.

- ¿Qué se supone que has dado tú? -demandé, irritado, casi al borde de las lágrimas de nuevo. Deseaba regresar a mi tranquila casa cuanto antes, y no tener que volver a cruzarme de nuevo con ningún miembro de la sociedad vampírica.- Lo único que has hecho ha sido dar vueltas... y quejarte sin puto parar.

--------------------Erik--------------------

Me pare con el impacto de la toalla y el exabrupto a mi espalda. Aunque ya no existía para el momento en que me giré para volverme hacia el, la sonrisa que hubiera visto era genuina. Como me encanta esta mierda.

-Supongo que si que he hecho eso, si- digo pensativamente llevando mi dedo a la mandíbula.

Dejo que eso quede ligeramente en el aire mientras disfruto de ver a Gabriel a punto de salirse de sus casillas.

-De acuerdo, juguemos a un juego... a quitarnos las máscaras. Incluso te daré ventaja. Haz la pregunta que quieras y te la responderé... y luego haré yo lo mismo. ¿Te atreves a vivir un minuto sin el muro que te cubre y aísla?-

Mi sonrisa apareció por primera vez desde que me había vuelto hacia Gabriel. Una sonrisa depredadora.

-------------Gabriel-----------------------

Lentamente, fui irguiendo mi espalda y liberando tensión en mis manos, que se encontraban cerradas en estrechos puños. Observé al cainita con interés, a través de mis ojos entornados, antes de emitir mi respuesta.

- Vaya -murmuré, imitando su obscena sonrisa con mis propios labios.- Así que el tema de hoy es "conocer la verdad". Muy bien, que así sea.

No iba a ser yo quien fuera a sufrir las consecuencias de mirar a través de mi muro.

- Aunque tal vez deberíamos tener esta conversación... -miré a mí alrededor,- en un sitio más discreto.

-----------Erik-------------------

Asentí. Me encanta jugar. Y este siempre es un juego interesante. El más, quizá, especialmente si va acompañado de sexo y whisky. Esos también son buenos... si son sucios.

-La verdad siempre es el tema de hoy conmigo, es lo único que importa. Todo el resto para los demás. Aunque ir a un lugar más privado puede ser interesante... ¿tantos esqueletos tiene tu armario?-

Sonrio. Me encanta.

--------------Gabriel-------------

Me crucé de brazos, dando un paso en su dirección.

- Juzga por ti mismo, yo ya me he quitado la máscara -bromeé, señalando mi rostro al descubierto.- Aunque... no creo que sea el único aquí con secretos. Cuéntame, sino: ¿Por qué un bohemio londinense como tú ha terminado en esta ciudad de mal agüero?

-------------Erik------------------

Sonreí, torvo y seductor. Deje que se acercase ese paso sin retirarme ni un poco, cómodo con la mayor cercanía e intimidad que ella implicaba.

-¿Así, a bocajarro, aquí mismo? ¿No querías un sitio privado? Yo que iba a decir de largarnos de este muermo de fiesta y montarnos una en algún sitio más interesante, como un bar donde nos puedan dar sangre de verdad mientras hablamos. ¿Sabes hacer el vudu de borrar recuerdos?-

------------Gabriel---------------

- Dímelo tú -continué, ampliando los bordes de mi sonrisa.- ¿Cuál es el valor de tu mundo interior?

Me acerqué a él, lo suficiente para alcanzar la toalla que le había lanzado, y me agaché a recogerla.

- No sé borrar los recuerdos -añadí, casi en un susurro, mientras me reincorporaba. Pues no hacía falta elevar el tono de voz a aquella distancia de él.- Pero puedo extraer el cerebro. Supongo que sin eso, no puedes recordar nada.

Le miré intensamente a los ojos, con la sombra implícita del sadismo brillando detrás de mis largas pestañas.

----------------Erik----------------

Sonrío y sacudo ligeramente la cabeza ante sus palabras, divertido.

-El valor de mi mundo interior siempre es menos que el de una experiencia que valga la pena vivir. Yo no vivo contando beneficios y perjuicios, caros y baratos. Yo vivo. Y lo que sea, sera. No tengo miedo a las consecuencias, así que no tengo problema en responder a las dudas o preguntas que puedas tener, aqui o en el centro de la fiesta. ¿Tú piensas de igual modo? ¿Te daría igual responder cualquier verdad sabiendo que tu Sire puede escucharla?-

Ah, la muerte. Entretenida ocasionalmente, aburrida en general. Poco práctica siempre. ¿Pero quien soy yo para juzgar los placeres de cada quien?

-No creo que valga la pena matar a alguien simplemente porque esté bebiendo de su cuello mientras charlamos. Habrá que buscar otra solución. Salvo que tengas tantas ganas de matar a alguien, no seré yo quien se interponga entre ti y lo que te gusta...-

--------------Gabriel--------------

Solté una carcajada, seca y sarcástica, ante sus declaraciones.

- Cómo se nota que no has sufrido muchas de esas consecuencias, amigo inglés... -comenté, liviano, manteniendo la sonrisa ambiguamente dulce en mi rostro.- Yo ya he tenido que pagarlas por ocultarle cosas a mi Maestro.

Retrocedí, sin apartar los ojos de él.

- Déjame volver a por mi antifaz -agregué, posando mi mano sobre el picaporte de la puerta del baño.- La verdad es que una copa o dos sí me vendrían bien.

---------------Erik----------------

-Claro, recoge tus cosas y te veo en la salida en 15 minutos. Por si tienes que avisar a los ghouls o cualquier cosa. Yo voy un momento a mi habitación y me voy a poner algo más decente que estas pintas.-

Sonreí mientras me adentraba brevemente en el pasillo camino del ascensor, rozando ligeramente a Gabriel al pasar por su lado.

-Y claro que he sufrido las consecuencias, Gabriel, nunca nadie escapa de ellas...-

La sonrisa cínica se mantiene después de haberle susurrado eso al pasar.

------------Gabriel----------------

Fruncí el ceño, percibiendo los ademanes extrañamente sensuales del otro cainita y, cuando caminó tan cerca de mí, aproveché para alargar el brazo y agarrar el suyo con mi mano, tratando de detener su avance. Lo hice con suavidad, de manera casi suplicante.

- Sí que tienes prisa, amigo inglés. ¿No temes los secretos que te pueda sonsacar? -murmuré, mirándole intensamente a los ojos.- ¿No temes quedarte a solas con un monstruo como yo?

Y, tras decir aquello, me acerqué lentamente a él, sin retirar el contacto visual, ni titubear por un momento, hasta que nuestras caras se acercaron tanto que la punta de nuestras narices casi se tocaban.

-------------Erik------------------

Sonrei abiertamente cuando me agarro al pasar y me detuve a su lado. La tensión se palpaba a medida que nuestra cercanía aumentaba, hasta que el roce de narices se volvía una promesa casi realizada, inevitable.

-¿Miedo? Ninguno. Si mantienes tu pregunta te la respondo aquí y ahora.-

Me incliné aún más hacia el y cuando parecía que nuestros labios se tocarían, gire suavemente la cara hasta casi rozar las mejillas y llegar a su oreja izquierda. Y alli, en un susurro ronco, hable de nuevo, dejando que el aliento de mis palabras rozase su pabellón auditivo.

-Pero tu también tendrás que responder aquí a mi pregunta, mi terrible monstruo...-

-------------Gabriel-----------------

Sin soltar su brazo, lo único que moví de mi cuerpo fue el cuello, que lo giré ligeramente hacia su dirección hasta rozar el perfil de su rostro con el mío.

- Habla, pues -susurré sobre su piel.- ¿Qué haces en Alicante?

---------------Erik--------------------

Sonrei depredador en su oído, mostrando ligeramente los colmillos.

-Soy un enviado del Justicar Toreador, a través de su alianza con mi Sire, para confirmar que los Tzimisce de esta ciudad realmente son leales a la Camarilla y no son infiltrados del Sabbat para preparar una invasión al sur de Europa. Y soy de los que creen que todo esto es una pantomima que os habéis montado, y que tu Sire esta planeando traicionar a la Camarilla cuando toque, lo cual te convierte en carne de hoguera. Preciosa carne camino de ser cenizas.-

Deje que notase mi cercanía y el tono voluptuoso con el que pronuncié las palabras
Y luego me reí con fuerza, rompiendo brevemente la cercanía para tomar distancia. Mirándole a los ojos, brillantes y con un toque juguetón, segui hablando.

-Es broma. Esas cosas no me importan demasiado, mientras no interfieran en mi vida. He venido para alejarme de mi Sire, me cansan sus gilipolleces y agobia y anula mi creatividad. Y quiero encontrar el alma humana en sus momentos más sórdidos para poder escribir mi nueva novela, que creo que se titulará Dos Velas. Va acerca de la soledad y los precios y locuras que estamos dispuestos a hacer para disimular la inútilmente.-

Sonrio de nuevo, la sonrisa de un depredador jugando con su presa.

-O quizá si soy seguidor de un Justicar... quien sabe. Ahora me temo que te toca a ti, ¿listo?-
 
---------------Gabriel-----------------
 
Le mantuve la mirada, tenso por la provocación que subyacía en sus palabras, y busqué en sus ojos algún rastro de sinceridad entre toda su amalgama de palabras.

- Estoy listo -contesté, en un tenue murmullo.

Subí mi otra mano, la que no rodeaba su muñeca, para posarla sobre la curvatura de su nuca. Acaricié el fino bello que de ahí crecía, expectante, pero paciente.
 
---------------Erik-------------------
 
Sonreí ante el contacto de su mano en mi nuca, dejando que jugase sin interrumpirlo. Solo mis palabras rompieron el silencio. Un silencio tenso y expectante.

-Muy bien, luv, ¿cual es tu secreto más inconfesable?-

Mis manos rodearon su cintura, atrayéndole hacia mi, mientras susurraba mis palabras roncas en su oído.
 
----------Gabriel-------------------
 
Permití que la cercanía entre ambos disminuyese, mientras mantenía mi mano anclada en su cuello, subiendo los dedos lentamente, a contrapelo, hasta llegar a la base de su cráneo.

- Tengo muchos secretos. Supongo que eso es un secreto en sí -susurré en su oído contrario, antes de empezar a separarme de él para poder mirarle, de frente, a los ojos.- Y la gravedad de ellos depende de quien y cuando me los pregunte. Para ti... mi mayor secreto es que no quería intimidad contigo para hablar...

Interrumpí mi propio discurso para presionar su cabeza con mi mano, acercándole a mí hasta que nuestros labios se tocaron.
 
El otro cainita se entregó voluntariamente al beso y, en cuanto abrió la boca para permitirme cruzar a ella, mi lengua se enredó rápidamente con la suya. En cuestión de un segundo, noté cómo la suya se iba reduciendo con el avance de la mía, hasta desaparecer completamente y dejar un hueco vacío entre la encía y los dientes.

Había extirpado la totalidad de su músculo, convirtiéndolo en una capa extra e inútil de dermis que envolvía el interior de su laringe.

Y, prácticamente al instante, me separé bruscamente de él.

- ... Quería demostrarte el poder real de las consecuencias, que pareces no conocer -murmuré, esbozando una amplia y macabra sonrisa que atravesaba mi cara de oreja a oreja, y acto seguido abrí mis dos manos y le solté hacia atrás, con brusquedad.
 
-------------Erik-------------------
 
 Sonreí, una mezcla de placer y crueldad, en el mismo gesto. Esto de no tener lengua era nuevo, y lo nuevo es por definición siempre bueno. Por un momento, sopesé empotrarlo contra la pared del pasillo y besarlo de nuevo, pero había juegos mejores que ese. Así que saqué mi movil y tecleé rápidamente en la pantalla.

"Esa no ha sido una respuesta, eso ha sido una evasiva. Y que querías que te follase en la habitación no es ningún secreto, igual que esto no muestra nada acerca de las consecuencias. No me comprendes, jovencito, me temo. Pero me debes una respuesta, y ahora te adelanto una coa sobre consecuencias... eres mi putita."

Deje que lo leyese antes de retomar la escritura y poner de nuevo mis pensamientos en texto escrito.

"Atacar a otro Cainita sin permiso del Prínicipe es un atentado contra las Tradiciones, y el uso de Disciplinas ofensivas como esta es un ataque. La pena por violar las Tradiciones depende del Príncipe, pero un ataque a otro Cainita es una violación grave de las mismas, lo cual implica que no es raro que el precio por ella sea la Caza de Sangre: tu muerte. Pero claro, tú eres un neonato, no un vampiro antiguo, de modo que tus actos son responsabilidad de tu Sire, lo cual significa que a quien se decretaría Caza de Sangre es a tu Sire. Todo por tu reacción infantil en nuestro juego. ¿Entiendes lo que son las consecuencias?-

Sonreí de nuevo, de medio lado, cruel.
 
-----------Gabriel----------------------
 
Leí el mensaje en la pantalla del teléfono, estupefacto, mientras sentía mi expresión facial mutar al ritmo que mis ojos recorrían las finas líneas de texto. Finalmente, alcé la cabeza para enfrentar al Toreador de nuevo, sintiéndome, realmente, toreado.

- ¿Disciplina ofensiva? -susurré, con el ceño fruncido.- Ha sido una modificación de nada, sí que sois sensibles los... vástagos.

Exhalé un largo suspiro, planteándome la posibilidad de quitarle los dedos también.

- Además -añadí,- tiene fácil solución.

Acto seguido, alargué mi mano para intentar rodear su cuello con ella.
 
---------------Erik-----------------------
 
Doy agilmente un paso atrás y luego otro, mientras sacudo la cabeza divertido. Lucha contra las cadenas pequeño, eso lo hace más divertido, pero no voy a dejar que estropees el juego tan rápido devolviendo me la lengua. Así que niego con el dedo antes de empezar a teclear de nuevo, pendiente siempre de mantener unos cuantos pasos de distancia entre ambos.

Cuando termino de teclear le lanzo el movil para que pueda leer el texto y cojo una copa que alguien ha dejado tirada. Tiene restos de líquido blanco que me bebo rápidamente sin dejar de vigilar a Gabriel. Es curioso y extraño beber sin lengua, una nueva experiencia, aunque me pierdo el sabor y me resulta imposible saber si es vodka, agua, absenta o cualquier otro líquido. Tampoco importa.

"Me temo que no te va a ser tan fácil deshacerte de las consecuencias. Querias mostrarme que soy como soy y has acabado encerrado en tu propia trampa. Esa es la primera lección: entre los nuestros, gana siempre el más listo, el resto lo compensa la sangre y la antigüedad.

Lo malo es que ahora nuestro juego original ha perdido el sentido. Aunque yo he respondido con mi verdad tu has confirmado que lo que te dije en el baño es cierto y siempre respondes con evasivas y trampas. Habra que darte un escarmiento. Y como no me fio de ti, tendrás que hacer una cosa muy simple para mi."

Quedaba una palabra escrita debajo de eso. Una palabra que no tenía sentido si no se tenía en cuenta lo que yo hacía mientras el doctor leía. Con cierto placentero dolor hundí mis dedos en mi muñeca, dejando fluir mi vitae en la copa vacía. De mortal pensé unas cuantas veces en suicidarme pero nunca lo había intentado, quizás demasiado cobarde para dar ese paso. Ahora, ese gesto clásico, serviría para otro propósito. Puse la copa en el suelo y me aleje un par de pasos, dejando que el significado de la ultima palabra cobrase su terrible sentido:

"BEBE."
 
-----------------Gabriel---------------
 
Levanté la vista del teléfono, con el rostro ensombrecido, y miré al cainita para, acto seguido, centrar mi atención en la copa que reposaba, burlonamente, sobre el suelo. Miré discretamente a mi alrededor, estudiando los rostros de los Ghouls que pasaban de vez en cuando a nuestro lado en el pasillo, y luego volví a clavar mis ojos, intensamente, en el iris cristalino de los ojos de Erik.

Si este reto iba de consecuencias, yo ya no le tenía miedo a muchas de ellas.

Abrí mi mano para dejar caer el dispositivo móvil, que retumbó fuertemente contra las baldosas, y empecé a caminar hasta la copa llena de sangre, cerciorándome de haber pisado el teléfono hasta escuchar el crujido de su pantalla al romperse.

Cogí la copa con delicadeza, sin apartar los ojos de los suyos y, sin pronunciar una palabra, me acerqué el borde de cristal a los labios y apuré todo el contenido.
 
----------------Erik----------------------
 
Sonreí al ver que avanzaba y empezaba a beber con rapidez, fijándome bien en si su garganta tragaba o simplemente guardaba la sangre en la boca esperando escupirla cuando no mirase. Y oh, el detalle de aplastar el móvil, ¡que delicioso toque dramático! Aunque sin duda iba a hacer más incómodo el comunicarnos ahora. Habría que buscar solución.

De momento, manteniendo la sonrisa y la distancia, le hice un gesto para que abriese la boca y así ver que ya estaba vacía. Medio litro de sangre es mucha sangre, de modo que si la abría y estaba llena incluso en la distancia vería cómo el líquido rojo se derramaba por su mandíbula. Y, seamos sinceros, si hay algo que todo vampiro es adicto es a la sangre, y se supone que la de otro vampiro más que la de los mortales, de modo que dudaba que él hubiese sido capaz de resistirse a tragarla habiéndola tenido tanto tiempo en la boca.

Pero, con un tramposo evasivo como Gabriel, siempre hay que ser precavidos.
 
-----------------Gabriel------------------
 
Bebí el espeso líquido de un único trago, sintiendo el sobrenatural poder de la vitae viajar dentro de mí. Al terminar, me limpié la comisura de la boca con el dorso de mi mano, y volví a fijar mis ojos en la figura del Toreador. De repente, mi percepción sobre su persona empezó a mutar, pasando de convertirse en una peligrosa molestia a... una peligrosa molestia bastante atractiva.

Le sonreí, con los ojos entornados, y obedecí inmediatamente a su petición, separando mis labios para dejarle ver el interior, vacío.
 
-----------Erik--------------------
 
Sonrei con cierta lascivia al ver los gestos y movimientos de Gabriel. Había belleza en todo ello, en el juego, en la lucha. Ahora la vitae haría su trabajo, como con los ghouls, y todo cambiaría.

Sabia que beber solo una vez no iba a destruir la voluntad de Gabriel, y que igual que había demostrado cierta astucia al robarme la lengua, el Tzimisce no se iba a rendir fácilmente. Pero ahí estaba la gracia de todo. ¿Quien es el maestro? ¿Quien enseña que al otro? Al final, los dos estamos metidos en este juego, y nadie sabe a dónde nos puede llevar.

Pero puede arder Troya de nuevo antes de que yo deje de jugar.

Así que con un gesto de la mano, con la palma de frente, le indicó que se quede quieto. Y, a dos pasos de distancia de el, trazo un círculo a su alrededor, observando a mi compañero de juego. Su frente, su costado, su espalda, el otro lateral. Un circulo completo.

Tiene las ropas hechas un desastre. Tirones, agarres, restos de sangre. Pero hay vida en esos ojos, la vida retorcida y oscura de los nuestros, pero vida igualmente. Vida que cambiaba bajo el efecto de la vitae.

Tiempo. En este momento, estaba de mi lado, al menos durante lo que quedase de noche.
 
----------------Gabriel------------
 
ontemplé al Toreador rodearme, mientras yo me quedaba completamente estático, a su merced. Le miraba con cierta curiosidad, pero también cierta diversión. Intuía lo difícil que debía de ser para el cainita no poder comunicarse.

Cuando terminó la vuelta completa, incliné la cabeza hacia un hombro y me crucé de brazos, con la sonrisa imborrable en mi rostro. Mis ojos ardían con la llama del deseo y la venganza.

- ¿Te ha comido la lengua el gato? -bromeé, en un susurro meloso.
 
-------------Erik------------------
 
Me reí ante su comentario, sincero, aunque el sonido saliese de forma extraña por mi boca ante la ausencia de lengua. Pero tenía que reconocer que me gustaba el chaval, también me frustraba, y me divertía. Claramente, no era la clase de persona que pudiese dejar a los demás indiferente, supongo. Como Tolstoi, el ruso nunca deja a nadie indiferente, u odio u amor.

Iba a decir algo, cuando recordé que no podía, y un breve gesto de contrariedad cruzó mi rostro. Un comentario tan deliciosamente insolente y no podía responder en condiciones. No al menos con palabras.

Así que, con una sonrisa, me acerqué y le abofeteé. No un golpe fuerte, sino, más como pequeño toque correctivo. Aun no era hora de ponernos a disfrutar del dolor, ni tampoco era el lugar.

Con un pequeño gesto, señalando el suelo, indiqué que me esperase aquí. Y me di la vuelta para marcharme, hora de conseguir un papel y un bolígrafo o algo. Y de poner a prueba si se quedaría o aprovecharía para huir...
 
--------------Gabriel-------------------
 
La bofetada fue repentina e inesperada y, por un instante, mi única reacción fue parpadear mientras mi cara viraba al lado opuesto del golpe. Luego, volví a girarme, lentamente, hasta que mis ojos estuvieron clavados en los suyos de nuevo. Y sonreí, más ampliamente, mientras dirigía una mano a la magullada mejilla.

- ¿Adónde vas? -pregunté, al verle hacer amago de alejarse.- ¿Cómo sé que no vas a ir a entregarme?
 
--------------Erik---------------------
 
Mientras me alejaba escuché las palabras de Gabriel. Y me encogí de hombros. El Tzimisce no tenía forma de saber qué iba a hacer yo al respecto, ahí estaba la belleza del momento. Él, a solas con sus miedos, deseos e incertidumbres. Él tendría que decidir qué hacer y, con ello, se retrataba a si mismo. ¿Quien era en realidad?

Por mucho que dijese la Primogénita Toreador sobre los silencios, era en momentos como este en que alguien realmente revelaba su alma.
 
------------------Mundo---------------

 Mientras te pierdes en la marea de pasillos, buscando un Ghoul que no estuviese cargado hasta los topes, el conocido reborde dorado de un vestido llama tu atención. A unos metros, la pálida figura de Irene parece estar entretenida en un papeleo, de espaldas a tí.

-------------Erik-------------------

Me detengo al cruzarme con Irene en el camino. Justo, la joven se encuentra haciendo papeleo, lo cual perfectamente podría servir para solucionar el tema del papel y bolígrafo. Pero siendo el reciente ligue de Gabriel, aún se hacía más interesante. Así que me acerqué a la rubia con una sonrisa y le hice un pequeño asentimiento a modo de saludo. A la vez que extendía la mano señalando a una de las hojas en blanco que tiene cerca, y luego a un bolígrafo.

--------------Mundo--------------

Irene se gira lentamente, sobresaltada por un momento, pero parece calmarse al comprobar que eres tú.

- Erik - Saluda - ¿Qué haces aquí? ¿Te has aburrido ya de la fiesta?

Sigue llevando su máscara, esa que cubre su rostro casi por completo. El vestido parece perfectamente colocado, aunque tiene un pequeño añadido: un collar victoriano, de seda dorada, que decora su pálido cuello.

La joven te tiende una hoja de papel y un bolígrafo, con apariencia confundida.

-----------Erik---------------------

Sonrío de medio lado, torvo, mientras me acerco a ella. Es obvio que Irene se ha dado una ducha y se ha arreglado rápidamente desde su encuentro con Gabriel, sino no estaría tan arreglada y perfecta. Mantener las apariencias, muy Toreador, aunque igual la Primogénita era de esas celosas con sus propiedades y no se tomaría bien que Irene se hubiese acostado rudamente con el Tzimisce.

En cualquier caso, me acerqué a ella con esa sonrisa, hasta casi rozarla, cogiendo tanto el papel como el boli y comienzo a escribir. Supongo que eso la confunde aún más, no se esperaría que escriba, pero claro, no sabe que carezco de lengua.

"Digamos que estoy jugando con tu amante Tzimisce, espero que no seas celosa. Aparentemente su Sire no lo ha educado en cómo se comporta la gente en sociedad, y ha decidido darme una pequeña lección quitándome la lengua. Así que ahora le estoy enseñando que todo acto tiene consecuencias, y haciendo que sufra un poquito. Aun no demasiado, pero ya veremos..."

Le guiño un ojo cuando le entrego el papel para que lo lea, y observo divertido su reacción.

------------------Mundo---------------------

Las manos de Irene tiemblan suavemente cuando lee la carta, pero esa es su única reacción. Cuando se gira a mirarte, sus ojos son como dos pozos sin fondo, carentes de toda expresión.

- El Tzimisce - Murmura - Gabriel.

Te mira por un segundo en silencio, analítica, y luego se agacha lentamente para escribir rápidamente en un papel, que te tiende.

- Dale esto de mi parte. Es mi número. Pero... Erik, ten cuidado con él.

Se acerca suavemente a tí, y sus últimas palabras, las susurra a tu oído.

- Sobre nuestro pequeño secreto... bueno, tengo nuevas ideas. Pronto lo verás.

Y sonríe suavemente, aunque de algún modo, no parece haber alegría en sus rasgos.

--------------Erik---------------------

Asiento tranquilamente a lo que dice, mientras tomo unas cuantas hojas más de papel y las enrollo entre si. Cuando se acerca, por un momento estoy tentado de abrazarla y besarla y ver a dónde va eso... desde luego, iría a algún sitio interesante. Follarsela tiene que estar bien.

Pero luego recuerdo que tengo a Gabriel en el punto justo para ver qué hace, y la curiosidad me puede. Le guiño un ojo a Irene a modo de asentimiento y agradecimiento por los papeles, cojo el número de teléfono que me ha dado, y me encamino de vuelta a donde dejé al Tzimisce.

------------Mundo----------------

- Ahora esperamos, chiquillo.

Su mano no se aparta del hombro del neonato Tzimisce. Cuando el toreador gira la esquina del pasillo, la extraña y enorme criatura que hacía visto previamente aparece en su visión. Tal y como recordaba, el cainita es inhumanamente alto, unos tres metros hasta la punta de sus cuernos. Su rostro es cadavérico, realzado por la máscara verde oscuro que contrasta con el color un poco más claro de su piel. Sus cuernos están decorados con finas cadenas de oro, y anillos dorados que le confieren un extraño aire regio, mientras su túnica carmesí parece caer como una cascada de seda al suelo amarmolado.

E, incluso con la máscara, es sencillamente inexpresivo. Sus labios finos están definidos en un línea recta, con una expresión entre seriedad y auténtica ausencia. Tiene una mano sobre su chiquillo, y desde la posición del toreador, es claramente identificable la sangre que mana desde su hombro, donde parece haber hundido sus largas uñas. Su otra mano suelta el cabello de Gabriel cuando te ve aparecer, pasando a erguirse en toda su extensión.

Y sus ojos animales están absolutamente fijos en Erik.

-------------Erik---------------

Me detuve nada más cruzar la puerta, al percibir su presencia en el pasillo aún más que la de Irene siguiéndome. Por un momento, no pude dejar de pensar en La Cosa del Pantano, con tanto verde. No se parecen, es cierto, pero la conexión se formó en mi cabeza y se negó a irse. Cosas que pasan.

Enderecé la cabeza, que se había ladeado cuando llegó esa reflexión, y sonreí. A este paso, entre unos y otros van a acabar desangrando a Gabriel, menos mal que yo le he ayudado a reponer sus reservas. El otro neonato estaba justo donde lo dejé, de modo que eso lo había cumplido, y eso me complacía. Tuvo que usar sus poderes para atraer a su Sire, o que la completa casualidad lo hiciese por él. Seguramente lo primero, la suerte no suele hacer que un vampiro antiguo acabe en un pasillo de servicio, estos son como invisibles para aquellos de tanta edad como aquel Tzimisce verde debía tener.

Jugueteé con la idea de extender mi percepción y ver el estado emocional de ambos vampiros, hubiese sido una información valiosa. Pero le quitaría gracia al juego, así que solo sonreí y me adentré en el pasillo hasta quedar algo más allá del alcance de los brazos de ambos Tzimisce. Y allí, saqué el bolígrafo y me puse a escribir en letras bien grandes y visibles, mientras seguía atento a los movimientos de los dos. He de reconocer que la falta de expresión del antiguo tiene su gracia, no me extraña que me haya recordado a follarse cadáveres.

"Y con esto, se completa el retrato de Gabriel. Tendréis que decirle a Vitali que no somos los Toreador los que corremos a avisar a nuestros antiguos para que solucionen los problemas, seguro que encuentra muy divertido que seáis vosotros los que lo hacéis, con lo subidito que se tiene lo que sois."

Sonreí e hice una reverencia, a modo de saludo, solo ligeramente burlona.

---------------Gabriel--------------

Completamente estático, siendo atravesado por las garras de mi Maestro, observé a la figura de Erik acercarse de nuevo por el pasillo. Mis emociones variaron fugazmente, pasando del miedo, a la aflicción, a la vergüenza y, por último, a la ira. Leí el mensaje del Toreador, expresado a través de su nuevo medio de comunicación, y supe que, de seguir siendo mortal, mi cara habría estado completamente roja como un tomate.

Sin poder controlarme, temblé bajo el tacto de Razvan, sin apartar mis ojos enfurecidos del bello rostro del otro neonato.

- No sé qué te dijo Vitali, Erik -siseé, intentando mantener un tono de voz bajo, aunque sonaba tenso y cortante.- Pero, desde luego, tú te has retratado como un hipócrita... Pues no fui yo quien mencionó al Príncipe en nuestro pequeño juego.

Entorné los ojos, desafiante, mientras esbozaba una leve sonrisa. Sabía que mi insolencia sería castigada más tarde, pero la perspectiva del castigo casi me hacía sentir cierta lascivia.

- Y tampoco es que tuvieras aquí a tu antiguo para que te pudiera salvar...

-------------Mundo---------------

Razvan aprieta los dedos sobre el hombro del joven tzimisce, en una suerte de muda advertencia, pero no hace ningún acto más sobre él. En su lugar, sus ojos recorren lentamente el cartel que sostiene el toreador. Cuando termina de leer, su mirada se eleva para dirigirse a su rostro, ladeando lentamente la cabeza.

- Ahora comprendo lo de que habla demasiado, Chiquillo. - Murmura - ¿Qué clase de toreador pierde de este modo los... estribos?

Con calma, el vampiro saca sus uñas de la piel de su chiquillo. Observa un momento su mano manchada de sangre, antes de apoyarla con calma en el cuello de Gabriel, rodeándolo con sus dedos.

- Has vinculado a mi chiquillo - Susurra - Sin mi permiso. ¿No es cierto?

No parece especialmente enfadado. Realmente no parece en general expresar ninguna emoción. Le observa fijamente, pacientemente, esperando una respuesta.

-------------Erik------------------

Sonrío, depredador. Hipócrita, hay que joderse, yo no he dicho nunca nada en contra de lo que he hecho, al contrario que Gabriel que se dedica a decir y aceptar ciertas reglas y luego mentir y rehacerlas. Y luego el hipócrita soy yo. Y he perdido los estribos. Estos Tzimisce no saben socializar.

Esa idea es graciosa, y hace que me ría abiertamente. Casi parece que el bicho verde quiere ser intimidante, pero está lejos de poder serlo conmigo. Oh, miralo, que grande y malo es. Sonrío mientras escribo una breve respuesta, ya que hablo "demasiado". Que graciosos son.

"Vincular requiere dar sangre tres veces, y solo lo he hecho una. A mayores, no hay ninguna Tradición que implique que no se puede hacer, y él bebió de la copa por propia voluntad, sin el uso de ningún tipo de poder."

Sonrío de cara a los dos. ¿Debería llamar a la Primogénita y al Príncipe? Eso sería divertido. Una alianza que llevan fraguando tiempo, destrozada porque un neonato Tzimisce no sabe controlarse. Y luego viene el Sabbat, arrasa todo, y fiesta. Tampoco sería un drama, solo tengo que coger un avión e irme a otro sitio. Pero no, no de momento al menos, es más divertido ver qué hacen.

-------------Mundo-------------

El vampiro te observa, fijamente, curiosamente. Y entonces empuja a su chiquillo hacia delante, obligándole a dar un paso.

- Sí hay una tradición - Susurra - Que defiende que este Chiquillo me pertenece. Tu... comienzo de vinculo es a alguien de mi propiedad. Así que es una ofensa contra mi.

Una especie de pseudo sonrisa aparece en su rostro, cuando alza casi imperceptiblemente una de sus comisuras.

- Del mismo modo - Continúa - Que tú perteces a alguien. Y en su ausencia... ¿Quién responde por tí, Chiquillo toreador? ¿Quién... va a asegurarse de que las... normas, se sigan en tu caso?

-------------Erik--------------

Y así de rápido llegamos a las amenazas. Previsible. Está claro que los brutos miembros del Sabbat solo entienden de estas cosas, y sus hábitos no han cambiado con el cambio de bando. Un tanto patético, la verdad, me pregunto si esta es la clase de aliados que querrá la Primogénita; visto lo visto, parecen cualquier cosa menos dignos de confianza. Suspiro melodramático, mientras cojo de nuevo el bolígrafo y empiezo a escribir, algo breve:

"Supongo que en el Sabbat no os enseñan las Tradiciones, pero me temo que no son como crees. Primero, el Derecho de Progenie solo implica que lo que tu Chiquillo hace es responsabilidad tuya, no que lo que le hagan a tu Chiquillo sea hecho a ti. Y segundo, como he dicho, yo no le he hecho nada, él voluntariamente bebió de la copa."

Sonrío de medio lado. He de reconocer que tenía mejor impresión de los antiguos hasta ahora, o quizás la Cosa del Pantano en realidad no sea tan antiguo. Lo que está claro es que de sabiduría anda tan excaso como de expresividad. De tal palo tal astilla, sin duda.

"En cuanto a su amenaza, por lo menos moléstate en elaborar algo más original. Ese cliché es demasiado obvio. Soy el invitado de la Primogénita Toreador, esta fiesta es entre otras cosas para presentarme en sociedad, y estamos en su refugio. Desconozco si tiene derecho de Dominio sobre el mismo, pero probablemente ni lo necesite. Por no mencionar que atacarme aquí dejaría un encantador testigo en forma de Irene, la ghoul favorita de la Primogénita, así como un montón de pruebas que no hace falta tener Auspex ni ser un detective para atar... al fin y al cabo, esta es una zona de servicios, cámaras y trabajadores seguro que han visto lo que aquí ocurre. Así que, por favor, adelante, ven a por mi. Firma tu sentencia."

Sonrío de nuevo, tranquilo.

-----------------Gabriel----------------------

Leí el mensaje de Erik, desde mi posición aventajada, y levanté la vista para mirar al Toreador. Lamentaba haber inmiscuido a mi sire en aquella refriega, aunque sabía que él iba a poner algún tipo de rápida solución a todo aquello.

Sin embargo, a pesar de que se habían girado las tornas y yo ya no me encontraba indefenso ante el otro neonato, no sentí triunfo. Lejos de eso, sentí una especie de pena hacia él. No quería que saliera dañado.

- Erik... -murmuré con dificultad, pues Razvan seguía presionándome el cuello.- No tenemos que llevar esto más lejos. Simplemente... retráctate. Te voy a devolver lo que te quité.

-----------Erik----------------------

Estaba esperando la respuesta de Razvan, pero obviamente se tomaba su tiempo a la hora de responder. ¿Quizás era verde porque se había implantado demasiados trozos de árbol y por eso era tan lento? Mientras, Gabriel había llenado el aire con palabras, lo cual me dejó más perplejo de lo esperado, así que cogí el bolígrafo de nuevo.

"¿Retractarme? ¿De qué exactamente?"

Lo miré con una sonrisa de medio lado.

-----------Gabriel------------------

Fruncí el ceño ante su respuesta, frustrado por su terquedad.

- De tus amenazas...

------------Mundo---------------

Razvan suspira, lentamente, observando la escena que se desarrolla ante él con genuina curiosidad. Parpadea antes las palabras de Gabriel, y finalmente comienza a caminar en dirección a Erik.

No se detiene hasta que llega exactamente delante de él, dejando la temblorosa figura de su chiquillo a sus espaldas. Su mano, lenta pero constantemente, se dirige al rostro del Toreador, sin ni el más mínimo gesto de amenaza.

- Eres valiente - Susurra - Estúpido, pero valiente. Un chiquillo sin aliados, sin...

Sus dedos tratan de acariciar suavemente su rostro, casi con algo parecido a la curiosidad.

- Irene - Llama, suavemente - Sal.

La figura rubia sale, tímidamente de la esquina del pasillo. Está pálida como la cera, pero mira fijamente al vampiro cuando hace una leve reverencia rápida.

- Señor - Susurra.

Razvan, sin embargo, sólo estaba haciendo una pausa. Sigue hablando, como si nunca se hubiese detenido.

- ... Hablaremos con la primogénita, Toreador. Tengo una idea de cómo solucionar esto.

---------------Erik---------------

Veo acercarse a Razvan y, a priori, no parece amenazante. Pero no voy a dejar que demuestre si es un engaño o no, así que doy un par de pasos atrás antes de dejar que me toque, mientras guardo los papeles. Pensaba responder a Gabriel, pero no tiene mucho sentido, hace rato que no profiero ninguna amenaza, aquí el único amenazado soy yo.

Así que encojo mis hombros y acepto la idea de hablar con la Primogénita. Aunque esto rápidamente está pasando de ser un juego placentero a un engorro... al menos, estoy cumpliendo parcialmente el objetivo de enterarme de la política de la ciudad. Aunque sea de este modo poco habitual, en vez de hablando con el Nosferatu.

Me doy la vuelta y acompaño a Irene, que supongo que nos guiará ante la Primogénita.

Comentarios

  1. Como es habitual en Seven, yo me encargo de narrar a Erik y Marina G. Casas al mundo. En esta ocasión se nos une Celia Becerril que narra a Gabriel. Hay muchas cosas que quité del texto porque son la parte de la historia de Gabriel que Erik no conoce o no está presente, de modo que si ella algún día lo sube a algún sitio pueda molar comparar ambas versiones.

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    1. Celia Becerril tambien es la autora de la imagen de Razvan.

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    2. Lamentablemente, esta historia no continuó a partir de aquí. Nos quedaremos sin conocer el desenlace del encuentro con la Primogénita Toreador.

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